Francisco Petrarca, con los seys Triunfos de toscano - eHumanista

427 Roxana Recio
de Antíocho, la virtud de Epaminunda, las alabanças dignas de Philopómenes? ¿Qué es de la
grande Babilonia, la potente Cartago, la superba Troya? ¿Dónde está la béllica Tebas, la justa
Lacedemonia, la estudiosa Athenas? ¿Qué es de la triumphante Roma? Todas son ya ydas su
camino: las unas están de manera que ya no ay señal de aver sido en algún tiempo, y las otras tan
mudadas del primer estado y de la antigua hermosura que parecen no tener en sí semejança
alguna de las que primero avían sido. Pues mire bien con sano entendimiento la gentil Ytalia:
¿Qué son hechos de tantos números de personas que por sí ganaron nombres gloriosos y
potentes, [fol. cl r] assí como sanitos, volscos, latinos, sabinos, cecinenses, faliscos, brutos,
lucanos, hérnicos, salentinos? Todos o los más son abaxados de fama, amatados, olvidados los
nombres, reynos y estados. Pues también devemos considerar la griega potencia, cómo el un
reyno y la una señoría á amatado la otra, primeramente 917 començando aquéllas de donde tuvo
principio su glorioso dominio, donde principalmente, como escrive Justino, el primer rey cerca
los assirios fue Nino, el qual hizo reconocer señorío a las tierras sojuzgadas, y duraron los
assirios mil y trezientos y XL años; después fueron amatados y confundidos por los de Media, y
estos medos no duraron en el reyno por espacio de dozientos años, que luego fueron echados por
los de Persia; ni los persos reynaron eternamente, mas entre tanto tiempo fueron echados fuera
por los griegos; ni los griegos fueron de natura de siempre perseverar pues tanpoco pudieron fuir
de venir al fin como los otros passados, pues fueron puestos en poco tiempo en servidumbre de
los romanos. ¿Qué se dirá del reyno de los caldeos? ¿Qué se dirá del reyno de los hebreos?
¿Qué se dirá del reyno de los scionios? ¿Qué de los argivos? ¿Qué de los egiptios? ¿Qué de los
tyros? ¿Qué de los lidios? ¿Y de los troyanos? No otra cosa se puede dezir que lo mesmo que de
los otros es dicho: ser assolados y menguados después de trocarse mil vezes. Pues no pensemos
que sola esta variación y mudança ha partido y transmutado las monarchías y reynos, mas
también las constituydas repúblicas. De donde los athenienses, principalmente aviendo ya casi
ganado todo el señorío del Lico panphílico y el de Ponto, apenas lo obtuvieron LXXII años, que
fueron luego superados por los de Lacedemonia; y aviendo ganado todo el Peloponeso y hasta
Macedonia, en breve tiempo fueron vencidos de los thebanos; ni los de Thebas fueron perpetuos
en el señorío, que después también fueron debellados por los macedonios; y al fin los
macedonios señoreando, no aviendo en Grecia república que los contrariasse, ellos mesmos
vinieron a desazerse en espacio de XXX años. Pues callaré la república de Cartago, callaré los
tarantinos, los campos, los herculanos, los tosculanos y otras ynnumerables repúblicas ytalianas,
y sólo sean exemplo la sancta Roma, la noble Pisa, la rica Génova, la potencia de las quales en
todo el mundo fue manifiesta, y agora por las memorias passadas temen del nombre de ellas las
gentes estrañas. Y estas continuas variaciones y mudanças entendieron los antiguos por lo que
de Saturno escrivieron, el qual fue comparado al tiempo diziendo que devorava sus hijos y los
comía; adonde Cicerón por demostrar esta consumptión hecha del tiempo dize: “Saturnus autem
apellatus, eo quod saturetur annis; edere autem natos fingitur quia consumit etas temporis spacia,
annisque preteritis insatiabiliter expletur”. Assí que por comerse Saturno los hijos no devemos
entender otra cosa sino que la longura del tiempo obsenta 918 , come y amata las famas y nombres
mortales; y por esto Ovidio en el XV del Methamorphoseos explica esto muy hermosamente en
estos versos: “Tempus edax rerum, tuque, invidiosa vetustas, omnia destruitis viciaque dentibus
evi paulatim letam consumitis omnia morte”. Dize: “El tiempo, que todas cosas consume y la
mucha antigüedad con invidia poco a poco con su corruptión todas las cosas asconde”. De este
mesmo fundamento induzido, el sabio Salomón dixo en el mesmo Eclesiastés: “Omnia tempus
917 primeramente: R “primaramente”.
918 obsenta: Hace desaparecer, ausenta.
eHumanista 2012