Francisco Petrarca, con los seys Triunfos de toscano - eHumanista

419 Roxana Recio
cada qual en quánto biva o quándo muera, que no lo sabrá; y por esto es bien estar siempre
aparejado, porque dormiendo se corre a la muerte, velando se corre a la muerte, riyendo se corre
a la muerte, y llorando se corre a la muerte; y finalmente, en qualquier operación se corre a la
muerte.
Añade agora nuestro poeta en los versos siguientes que con esta consideración hallava
que él saldría presto de la vida, y en la gran corrida del sol veía su caída y la del mundo
manifiesta; por eso, que tuviessen cuydado los mancebos de emendarse y no tuviesen esperança
de larga vida, pues es incierta; pues todas las llagas antevistas duelen menos que las no pensadas.
Y dize de esta manera:
Tanbién miro mi partida
de la vida ser muy presta,
yendo el sol tan de corrida,
antes la común caída
del mundo ser manifiesta.
En vuestras hablas fiad,
moços, para que os consuelen,
y los tiempos alargad,
pensad las llagas, pensad
que previstas menos duelen.
Siendo la ley y el estatuto universal del morir y de las diuturnas operaciones de los cielos
común a qualquier cosa terrena, principalmente al hombre, como muestra Ovidio al principio del
X de Methamorphoseos: “Serius aut citius sedem properamus ad unam, tendimus huc omnes, hec
est domus ultima, vosque humani generis longissima regna tenetis” (Dize: “Tarde o temprano
todos ymos a la muerte y sepultura, y ésta es la última posada que hemos de tener”), cosa
razonable es que el entendimiento verdadero, conosciendo de sí mesmo el proceder, lo conozca
también de todos los otros. Y por el semejante viendo estas revoluciones y movimientos
celestiales dar gran alteración a las cosas elementadas, comprehende que será tanbién la caída
universal del mundo, porque según común sentencia de los philósophos este movimiento del
cielo es ordenado a la conservación del universo así como su fin; mas comoquiera que todo lo de
acá á de aver fin por tiempo, ya se le representava en la gran corrida del sol.
Para entendimiento de la reprehensión, es de entender que la humana natura es quasi
universalmente compresa de una negligencia del considerar las cosas futuras, assí como
elegantemente lo escrive Quinto Curtio diziendo: “Male humanis ingeniis natura consuluit, quod
plerumque non futura, sed transacta perpendimus”. Dize: “Mal lo hizo naturaleza con los
ingenios de los hombres, porque no conoscemos las venideras sino las passadas cosas”. E
máximamente se levanta este olvido en la prosperidad y abundancia de los bienes, o de natura o
de fortuna; a este propósito el mesmo Quinto Curtio añade estas palabras: “Fragilitatis humane
nimia in prosperis rebus oblivio est”. Dize: “Nuestra humana flaqueza con la prosperidad mucho
se olvida”. Y Tito Livio in De secundo bello Punico, confirmando lo mesmo, escrive: “Ferme
enim si ut secunde res intelligentiam creent. Et alia in parte eiusdem libri ait. Quod si in
secundis rebus bonam quoque mentem darent dii, non solum ea que venissent, sed que ventura
essent putaremus”. Dize: “Si en la prosperidad Dios nos diesse buen entendimiento, no sólo las
cosas passadas, mas las que han de venir conosceríamos”. Y por tanto concluye quasi en el fin
diziendo: “Raro quidem contingit hominibus bonam fortunam, bonamque mentem dari”. Dize:
“Pocas vezes acontece que los hombres tengan muchos bienes de fortuna y con buena
consciencia”. Y si en alguna edad acaeçe esta negligencia, es en la edad jovenil, porque los
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