Francisco Petrarca, con los seys Triunfos de toscano - eHumanista

418 Roxana Recio
que mueren quando se pone el sol creen que mueren muy viejos, mayormente si es el día del mes
de junio. Pues comparemos la más larga vida de los hombres con la eternidad de Dios, y
hallarnos hemos quasi en la mesma brevedad del tiempo de estos animales, y aun más breve”.
Luego con razón el nuestro poeta Petrarca se aparejava y disponía a la muerte; de quien el espejo
de su conciencia era tan limpio y resplandeciente como a hombre mortal convenía. El qual
pensava el breve espacio de su vida y nuestra; en el qual pensamiento verdaderamente concluia
averse hallado a la mañana niño y a la tarde viejo, demostrando la brevedad de nuestra vida.
Añade agora en los versos siguientes diziendo: “¿Qué más es nuestro bivir de un solo día
el qual puede parecer bien sin valer nada? En el 911 qual ponemos los pensamientos sin saber
nadie quánto biva o quándo muera.
Nuestra vida trabajosa,
¿qué más es de un día, contada,
niebla breve y enojosa?
Puede parecer hermosa,
mas al fin no vale nada:
aquí la esperança humana,
aquí plaziente manera,
aquí bive gente ufana,
y nadie, con quanto afana,
sabe quánto biva o muera.
La brevedad y celeridad de la vida de los hombres no 912 solamente nos la enseñan las
autoridades alegadas, mas speriencia universal la demuestra; de donde verdaderamente es de
concluyr aquélla no durar más de un breve día. Para cuyo entendimiento es de saber que breve y
luengo se dize por comparación. De donde la vida de Néstor por respecto de la de Matusalén fue
dicha breve, aunque comparada a otra sea dicha luenga; y quien al presente biviesse cien años
por respecto de Néstor sería juzgada la vida breve, y a comparación de nuestros tiempos sería
juzgada luenga. Pues este común tiempo del bivir comparado a todo el círculo del principio del
mundo hasta el fin, ¿quién duda sino que la más larga vida del mundo será juzgada longura de un
dia? Y quántas sean las desventuras y afliciones en esta [fol. cxlvii r] dígamelo el que más
bienaventurado se halla; lo qual nos enseña bien Tulio en el quinto de las Tosculanas por el
exemplo de Dionisio Siracusano, el qual siendo juzgado bienaventurado de Damocles le
constituyó en su lugar a la mesa y encima de su cabeça hizo atar 913 una espada muy aguda con
una cerda de cavallo, como deximos en el Triumpho de Amor; adonde entendió Damocles
quántos cuydados y enojos secretos reynen en los ánimos de los hombres. Semejantemente
cómo en nuestra vida sean las esperanças engañosas, los pensamientos dudosos, las humanas
fatigas muy continuas no dudo sino que cada qual podrá ser en sí muy justo juez. ¡O, miserables
mortales que ponen sus alegrías en el mundo, su esperança en las riquezas, su sobervia en los
mandos, no acordándose que somos todos manjar de gusanos! Por lo qual Demócrito a
reprehender la sobervia de los mortales muchas vezes andava a visitar las sepolturas de los
muertos; adonde considerando nuestro último fin, lo muestra bien en sus obras quánto sea
humilde. Pues razón es de considerar cada qual su último passo y su origen para no tener
sobervia, y piense en su proceder, y conozca su necessario fin, y entienda mientra la vida dura
911 el: R “la”.
912 no: R “na”.
913 atar: R “atra”.
eHumanista 2012