Francisco Petrarca, con los seys Triunfos de toscano - eHumanista

412 Roxana Recio
velocidad no podría lengua ni fantasía ygualar; finalmente era tanta, que le miró con muy gran
miedo.
Acabada su razón,
la corrida fue tomando
muy más presto que halcón
contra presa, a la sazón
de arriba abaxo volando.
Mas digo que no podría
seguir, según pensar puedo,
su vuelo la lengua mía,
ni ninguna fantasía;
tal que le miré con miedo.
Quánta sea la velocidad del sol bien lo podemos comprehender por la comparación hecha
de nuestro poeta, no porque sea del todo verdadera, mas porque es muy semejable; porque de los
exemplos no se busca la verificación mas la manifestación, como dize Averrois en el II De la
ánima, y también Aristótiles en el X de la Priora al propósito dize: “Exempla enim ponimus non
ut ita sit sed ut sentiant qui adiscunt”. Dize: “Muchas vezes se ponen los exemplos no porque
del todo sea assí, sino para que los que aprenden que lo entiendan”. Por lo qual añade que no
sólo la lengua no podría explicar la velocidad del curso del sol, mas aun el pensamiento no
podría comprehenderlo. Y es esta sentencia muy verdadera, porque no se puede ymaginar
ninguna velocidad tan presta que no sea mayor que la del sol.
Pues justamente dize nuestro poeta averle mirado con miedo y considerado con temor. Y
todo buen entendimiento lo deve assí mirar, porque, siendo todas las cosas sotopuestas a su
movimiento y junto con ellas la vida del hombre, y siendo la muerte escondida, razón es de
temer su presto movimiento, pues da fin a todas las cosas y nos trae a término do no se usa libre
arbitrio, sino justicia rigurosa después de muerte, sin esperança de provocar a misericordia.
Pone agora allende de esto el poeta el effecto que se le siguió de aver visto esta presteza
del curso del sol, y dize que entonces tuvo nuestra vida en poca estima viéndola correr tan presto
a la muerte, y que le paresció de allí adelante muy más vil y de poco precio, que antes de
parescía hermosa y de estimar, y que vio ser muy gran vanidad firmar la voluntad en cosas que,
quando las apretamos para tenerlas, entonces son del todo passadas.
[fol. cxlv r] Tuve por vil poquedad
nuestra vida en conocella
por su gran velocidad;
paresciome en la verdad
más vil que primero bella.
Vi ser muy gran vanidad
en las cosas que tratamos
refirmar la voluntad,
pues pasa su calidad
quanto más las apretamos.
Verdaderamente se puede llamar vil y innoble nuestra vida humana, siendo sometida a
tantas tribulaciones y miserias a quantas nos somete un pequeño movimiento del cielo. Mediante
el qual movimiento ninguna cosa puede tener más duración presente que un divisible
movimiento, de manera que el hombre de contino se muda y se transmuta del estado primero; y
eHumanista 2012