Francisco Petrarca, con los seys Triunfos de toscano - eHumanista

406 Roxana Recio
[FOL. CXLII R] DECLARACIÓN DEL TRIUMPHO DEL TIEMPO
Que la humana especie en sí contenga dos naturalezas no solamente nos lo demuestran
las razones evidentes, mas aun las muy firmes autoridades lo consienten y la esperiencia, maestra
de todas las cosas, sin ninguna duda nos lo enseña; por lo qual la una de aquéllas se entiende
inmortal 903 y celeste, y la otra frágil y corruptíbile en muy breve tiempo. E siendo cada una de
éstas, mientra que juntas viven, vencidas de la natura imbécil y podiendo adolescer, la humana
diligencia halla socorro para la una y para la otra, porque, quando la complissión se transforma o
se desata echando en nuestros cuerpos enfermedades congoxosas, el humano ingenio se esfuerça
a reparar con medecinas el daño. Mas quando nuestro ánimo adolesce apartándose del camino
saludable, no dizen que enferma por aversión de las sobredichas naturas, sino por ensuziamiento
de vicios y por apartamiento de la recta voluntad, y entonces ni virtud de yerbas, ni observación
de dietas, ni devido uso de las cosas naturales le pueden reduzir en su firme sanidad, mas
solamente el uso de la virtud y la delectación de aquélla; y de su perseverancia le pueden muy
bien tornar en la firme convalescencia. De donde muy justamente es reprehendida la escura
diligencia de los hombres que sólo entienden a la prosperidad del cuerpo y dexan la del ánimo,
donde devría estar toda nuestra diligencia y principal intención. Y viendo esto el nuestro
excellente poeta, nos quiere llamar al cuydado devido mostrándonos el quinto estado del ánima,
que es el del tiempo, adonde veremos que este Triumpho passado que se llama de Fama no era
verdadero fin de nuestra esperança, pues ay otro después de él muy más poderoso, que es el
tiempo, el qual deshaze con sus bueltas todas las famas mortales por grandes que sean, y al fin se
acaban como las otras cosas mundanas e como los quatro estados passados del ánima, que fueron
amor, castidad, muerte y agora fama.
Y por esto entiende el poeta en este quinto estado tractar de la vanidad de la fama que los
hombres ganan por las obras virtuosas que solamente se stienden a los obgectos mundanos. Y
porque este efecto acaesce por la resolución y presteza que los tiempos traen de cada día, por
esto nuestro poeta se ingenia y procura de mostrar tanta celeridad y súpito fen el correr del sol
que casi parezcan un mesmo punto el principio y el fin de todas las cosas. El qual singular poeta,
queriendo contar esta indubitada sentencia y queriéndonos despertar del perezoso sueño que
tenemos en los deleytes terrestres, finge con muy hermosa fictión poética introduziendo el Sol
quexarse de sí mismo con enojo de la Fama de los mortales por ser luenga y él del tal enojo
tomar tanta yra, que se arma y se apareja a guerra contra aquélla.
Y dize assí el poeta que el Sol con su amiga el Alva salía del aposento dorado ceñido de
resplandecientes rayos solares con tanta presteza, que quienquiera avría dicho que se avía alçado
sobre el emisperio. E ansí como es costumbre de los hombres sabios y prudentes, se miró en
derredor y habló consigo mismo, diziendo ansí: “¿Qué hazes ya o qué piensas? Verdaderamente
te conviene tener de ti más cuydado porque, si un hombre famoso en el mundo murió y por
muerte no sale de fama, la ley del cielo del todo será falsa y de ningún valor, pues dize que ha de
aver fin lo que del cielo rescibe mudança”.
903 Inmortal: R “mortal”.
[fol. cxliii r] Del aposento dorado
con el Alva el Sol salía
tan rezio y apresurado,
que dixeras ser echado,
alçado, el passado día.
eHumanista 2012