Francisco Petrarca, con los seys Triunfos de toscano - eHumanista

401 Roxana Recio
por do su fama gimió.
¡Mejor le fuera callar!
Carnéades, como escrive Laercio, fue cireneo hijo de uno que se llamava Philócomo. La
doctrina del qual comemora Tulio en el quarto de las Tosculanas quando recita Carnéades haver
affirmado en el salvo no poder caer dolor alguno, mas la su velocidad y el su ingenio versátile
muy bien lo escrive Eusebio en el XIIII De preparatione evangelica allegando Numenio en estas
appropriadas palabras: “Carneades inquit morem Archesilai renovavit omnibus contradicens et
huc atque illuc nunc affirmando nunc negando volubilitate orationis omnia distraens, cunque rem
nactus graviorem ut maximus atque vehemens amnis fluxu orationis atque verticibus
contradicens obruebat”. Dize: “Era Carnéades de tan bivo ingenio, ligero y abundoso como un
gran río con crescida”. Y añade esto: “Carneades vero permulcebat et depopulabatur, nam furia
quidem occulte latrocinia vero aperte irruens faciebat modo dolo, modo vi, et preparatos
meditatosque homines confundebat, ita nullus ei resistere poterat, sed erant omnes quibus cum
pugnabat multo inferiores”. Dize: “Tenía Carnéades tanta fuerça en su lengua que, cuando
quería, incitava los hombres a yra y luego los aplacava, que no avía quien le pudiesse resistir,
porque podía más que todos los que con él contendían”. Así que fue Carnéades muy diligente
lector de libros de los stoycos, principalmente de Crisippo, como escrive Laercio; y con el
mismo Crisippo disputó muchas vezes, como affirma Valerio en el octavo libro.
Y siendo en aquel tiempo levantada la controversia grande contra las sectas
philosóphicas, Carnéades se esforçó y travajó de reduzir aquéllas a concordia, mas los
successores [fol. cxl v] después, más por salud de la honra del nombre que por defensa de la
verdad, se estovieron fixos en sus defensiones, juzgando ser mucha desonra no defender sus
progenitores y querer dar ventaja a las opiniones contrarias.
Tuvo Carnéades quasi todas las opiniones de los stoycos, y vivió ciento y diez años,
como escrive, y en un mismo día acabaron su luenga vida y su loable estudio. La contrariedad
que tuvo Epicuro diremos agora, como de arriva señalamos.
Así como scrive Aristótiles en el primo De ánima y Cicerón lo confirma, el primero entre
todos los philósophos que afirmaron ser el ánima inmortal fue Pherécides de Siria, el qual fue
hijo de uno llamado Bado. Y no solamente fue auctor de esta disposición, de donde se levanta
esta futura esperança de la vida por venir, este Pherécides, mas también fue el primero que
scrivió de la natura de los dioses, como muestra Laertio. Y allende de esto tuvo muy claro
conoscimiento de lo por venir: que, viendo un día en la mar una nave, dixo que se avía de hundir
y passó así en hecho de verdad que se hundió. Y otra vez gustando de una fuente un poco de
agua, dixo que desde a tres días se siguiría muy gran terremoto, y así acaesció.
Contra esta famosa opinión, se armó Epicuro queriendo probar nuestra ánima morir
juntamente con el cuerpo. Fue Epicuro atheniense hijo de un Enocles y de Cheréstrata su mujer.
El qual imaginó nuestra ánima ser mezclada de fuego, y ayre y spírito, como scrive Macrobio in
De somno Scipionis; y por esta materialidad concluía aquella ánima ser mortal y corruptible. Y
tanbién tenía opinión que Dios era ocioso y no se curava de las cosas mundanas; y por esto
atribuía toda efficiencia a las speras celestiales y affirmava las cosas naturales produzirse de
aquéllas, las quales de necesidad se avían de corromper. A la qual afirmación se movía Epicuro
por muchos fundamentos, los quales pusimos en las Paradoxas de Tulio. Otra vez dixo Epicuro
el sumo bien ser el deleyte del ánimo, según Lactancio, y del cuerpo, según Aristótiles en la
Éthica y Cicerón in primo De finibus y en las Paradoxas, y el deleyte in genere por ocasión del
imperio, según Augustín XIX De civitate Dei; el qual parece que sea de ella sobre las otras
virtudes, comendando a cada una su obra por respecto de sí. Mas a la verdad yo creo que ni la
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