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Francisco Petrarca, con los seys Triunfos de toscano - eHumanista

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195 Roxana Recio<br />

que si se halla engañado<br />

al fin es bien empleado,<br />

mas ¿quién ay que no le pone?<br />

¡O, ciegos! ¿Tanto afanar<br />

[fol. lxviii v] qué le vale al fin al hombre?<br />

A la madre yréys a dar,<br />

y no se podrá hallar<br />

<strong>con</strong> gran pena vuestro nombre.<br />

Justamente y <strong>con</strong> razón se pue<strong>de</strong> llamar triste y miserable quien á colocado su esperança<br />

en las cosas mortales, porque la esperança es un hábito virtuoso <strong>con</strong>veniente a todos <strong>los</strong><br />

hombres. Por lo qual escriven <strong>los</strong> poetas que, tornando <strong>los</strong> dioses por mandamiento <strong>de</strong> Júpiter en<br />

sus proprios reynos, o arriva al cielo o baxo al infierno, sola la Esperança quedó en el mundo<br />

entre <strong>los</strong> hombres bivientes, así que ni <strong>los</strong> <strong>de</strong> arriva gozando en la gloria, ni <strong>los</strong> <strong>de</strong> abaxo<br />

penando en la pena, pue<strong>de</strong>n tener esperança; <strong>de</strong> la qual sentencia no se apartan <strong>los</strong> sacros<br />

theólogos en el tercio <strong>de</strong> las Sentencias, diziendo que en aquella patria no ay propriamente fe ni<br />

esperança, porque toda visión es presente, clara y manifiesta. Es la sperança, según el maestro<br />

<strong>de</strong> las Sentencias en el libro alegado a la xxvi distinctión, una virtud mediante la qual <strong>los</strong><br />

sempiternos bienes se esperan <strong>con</strong> <strong>con</strong>fiança, don<strong>de</strong> queda claro que el obgeto <strong>de</strong> la esperança<br />

verda<strong>de</strong>ro es firme, immóbile y exempto <strong>de</strong> toda mudança y variedad. Así que el obgeto mortal<br />

repuna al obgeto <strong>de</strong> la esperança, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> quien en aquél espera y solamente le <strong>de</strong>sea es<br />

apartado <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro esperar; por lo qual es triste y miserable, comoquiera que mediante la<br />

esperança se <strong>con</strong>sigue la felicidad.<br />

A lo que dize que quién ay que no le pone el cuydado y la esperança en las cosas<br />

transitorias, <strong>con</strong>formose nuestro poeta <strong>con</strong> la sentencia <strong>de</strong> Salomón quando en la Sapiencia dize:<br />

“Beatrus vir qui post aurum non abiit, quis est hic et laudabimus eum”. Dize: “Bienaventurado<br />

el hombre que no <strong>de</strong>sea el oro o riquezas, mas quién se hallará tal, y alabarle emos”.<br />

En el llamar ciegos a <strong>los</strong> que travajan mucho en las cosas <strong>de</strong>l mundo tiene mucha razón,<br />

comoquiera que en poco tiempo torna el hombre a su origen, que es tierra; lo qual muestra bien<br />

el principio <strong>de</strong>l Génesi, quando dize: “Formavit Deus hominem ex limo terre”. Dize: “hizo Dios<br />

el hombre <strong>de</strong>l limo <strong>de</strong> la tierra”. La qual tierra verda<strong>de</strong>ramente es nuestra madre, y pruévase<br />

bien <strong>con</strong> Livio Ab urbe <strong>con</strong>dita libro primo, que, <strong>de</strong>spués que Tarquino Superbo <strong>con</strong>quistó <strong>los</strong><br />

gabinos, sus hijos fueron a Delphos a preguntar quál <strong>de</strong> el<strong>los</strong> sucediría en el reyno <strong>de</strong> Roma<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su padre Tarquino, <strong>los</strong> quales levaron en su compañía a Junio Bruto. Don<strong>de</strong><br />

respondiendo el oráculo que aquél que primero besasse la madre reynaría <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> Tarquino,<br />

Bruto Junio fingió <strong>de</strong> caer en tierra y besola. Los hijos <strong>de</strong> Tarquino, no entendiendo el secreto <strong>de</strong><br />

la respuesta, aceleráronse por quién llegaría más presto a besar a su madre, que estava en Roma.<br />

Así que <strong>de</strong>spués que Tarquino fue echado <strong>de</strong> Roma, el primer cónsul que <strong>los</strong> romanos eligieron<br />

fue Junio Bruto, y él succedió en el dominio romano; <strong>de</strong> don<strong>de</strong> se toma argumento ser la tierra<br />

nuestra verda<strong>de</strong>ra madre. A la qual como el hombre va <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte, es casi acabado <strong>de</strong>l<br />

todo el nombre <strong>de</strong> cada uno que biviendo fue estimado y glorioso.<br />

Prosigue nuestro poeta en exclamativa reprehensión, diziendo en <strong>los</strong> versos siguientes:<br />

“¡O, mortales! Un trabajo entre mill suele ser provechoso y útile, mas todos <strong>los</strong> otros acaescen<br />

ser vanidad. Si no, dígalo quien mejor os <strong>con</strong>osce, y juzgará ser <strong>de</strong> muy poco provecho vuestro<br />

afán tan <strong>con</strong>tino. Dezí: ¿Qué aprovecha someter gentes y tierras, y hazer tributarios y súbditos<br />

<strong>los</strong> estrangeros, y tener gran pompa <strong>de</strong> servidores, teniendo <strong>los</strong> ánimos siempre en mal<br />

encendidos?”<br />

<strong>eHumanista</strong> 2012

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