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Francisco Petrarca, con los seys Triunfos de toscano - eHumanista

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194 Roxana Recio<br />

XII quando dize: “Acceptio personarum non est apud Deum”. De manera que <strong>de</strong> todos estados<br />

avía en la gran compaña.<br />

Lo que dize <strong>de</strong> Marruecos y España, y <strong>de</strong> las Indias y el Catayo, son <strong>los</strong> exremos y el<br />

medio <strong>de</strong>l mundo, <strong>los</strong> quales escrive el poeta en tal manera no porque aquél<strong>los</strong> son puestos<br />

diametralmente, mas por India entien<strong>de</strong> la parte austral, y por Catayo, aunque sea en India, es<br />

tanto a la extremidad haza levante que entien<strong>de</strong> por ella la regíon <strong>de</strong> oriente. Por Marruecos<br />

entien<strong>de</strong> la región <strong>de</strong> oriente. Por Marruecos entien<strong>de</strong> la región occi<strong>de</strong>ntal, por ser <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l<br />

monte Atlante, y así le pone por poniente. Por España entien<strong>de</strong> la parte <strong>de</strong> septentrión, porque es<br />

vezina a tal sitio. Así que significándose por estos quatro lugares <strong>los</strong> sitios principales <strong>de</strong> todo el<br />

mundo, justamente diremos que la mortal compañía era muy gran<strong>de</strong>.<br />

Prosigue <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> esto nuestro poeta las personas <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s estados que allí venían en<br />

general, que tanpoco la Muerte <strong>los</strong> perdona. Y dize así que allí estavan aquél<strong>los</strong> que biviendo<br />

acá eran llamados bienaventurados, así como pontífices, reyes, emperadores, y otras personas <strong>de</strong><br />

gran<strong>de</strong>s estados, <strong>los</strong> quales eran allí, y son agora pobres, <strong>de</strong>snudos, miserables y <strong>de</strong>sestimados.<br />

Exclama <strong>de</strong>más <strong>de</strong> esto diziendo: “¿Dón<strong>de</strong> están las honras? ¿Dón<strong>de</strong> están las riquezas? ¿Qué<br />

<strong>de</strong> <strong>los</strong> estados y piedras preciosas? ¿Dón<strong>de</strong> están <strong>los</strong> sceptros, las coronas y las mitras?<br />

Finalmente, ¿dón<strong>de</strong> están las púrpuras y colores preciadas <strong>de</strong> que os vestía<strong>de</strong>s?”<br />

Allí estavan <strong>los</strong> señores<br />

dichos bienaventurados:<br />

papas, reys, emperadores;<br />

agora son <strong>con</strong> dolores<br />

<strong>de</strong>snudos, pobres, cuytados.<br />

¿Dó son honras y riquezas?<br />

¿Qué es <strong>de</strong> las piedras preciosas,<br />

<strong>los</strong> cetros, las realezas,<br />

coronas, mitras, gran<strong>de</strong>zas<br />

y colores purpurosas?<br />

Quánto sea saludable, quánto verda<strong>de</strong>ra y sancta reprehensión ésta dada por nuestro poeta<br />

en <strong>los</strong> versos que se siguen más presto la pue<strong>de</strong> cada uno enten<strong>de</strong>r por sí mismo, que nadie<br />

explicalla ni <strong>de</strong>claralla <strong>con</strong> la lengua. Comoquiera que por sí es muy justa y fundada en la ley<br />

divina cada parte suya, y en la doctrina cristiana, es menester para mejor entendimiento enten<strong>de</strong>r<br />

que a lo <strong>de</strong> las piedras, y mitra, y coronas, y cetros, etc., ninguna cosa mejor se pue<strong>de</strong> respon<strong>de</strong>r<br />

que lo que Salomón escrive, <strong>con</strong>viene saber, vanidad <strong>de</strong> vanida<strong>de</strong>s y toda cosa vanidad, lo qual<br />

nos enseña el Ecclesiastés al principio. Mas la experiencia nos lo da tanbién a enten<strong>de</strong>r <strong>de</strong> cada<br />

día, siendo muertos tan excellentes reyes y pontífices, y otros gran<strong>de</strong>s que usaron <strong>de</strong> las cosas<br />

que el texto pone por exclamación.<br />

Aña<strong>de</strong> <strong>de</strong>más <strong>de</strong> esto nuestro poeta otra exclamación, diziendo: “¡O, triste <strong>de</strong> quien pone<br />

su esperança en las cosas mortales, que no tienen firmeza alguna! Mas ¿quién ay que no la<br />

ponga? Pues si la pone, no se espante <strong>de</strong> hallarse burlado a la fin, pues es cosa justa quien espera<br />

en vano hallarse en vano. ¡O, ciegos mortales! ¿Qué aprovecha el afanar <strong>de</strong> <strong>con</strong>tino? ¿Qué<br />

aprovecha el sobrado travajo en las cosas mundanas? Todos tornaréys o soys tornados a la gran<br />

madre antigua que es la tierra, y vuestros nombres apena se hablará más <strong>de</strong> el<strong>los</strong>, ni avrá más<br />

memoria <strong>de</strong> vosotros que si no fuéra<strong>de</strong>s.<br />

¡Triste <strong>de</strong> quien su cuydado<br />

en lo mortal le dispone!<br />

<strong>eHumanista</strong> 2012

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