Francisco Petrarca, con los seys Triunfos de toscano - eHumanista
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163 Roxana Recio<br />
marido, tuvo más <strong>con</strong>stancia, estándose siempre <strong>con</strong> Laertes su suegro y <strong>con</strong> Thelémaco su hijo<br />
guardando siempre su biu<strong>de</strong>z. En este tiempo Penélope fue muy aquexada <strong>de</strong> infinitos señores<br />
que se casasse y, ella no queriendo ni teniendo quien mirase sus cosas, muchos <strong>de</strong> <strong>los</strong> cercanos la<br />
havían occupado su reyno. Ella, temiendo que su castidad no fuese offendida o su reyno se<br />
acabase <strong>de</strong> occupar por agenos posesores, <strong>de</strong>liberó <strong>de</strong>mandar término para que, aquél passado,<br />
no esperase más a Ulixes, y fue quanto acabase una tela la qual, según costumbre <strong>de</strong> las reynas,<br />
avía començado; y el<strong>los</strong> <strong>con</strong>si<strong>de</strong>rando que presto avría effecto, fueron <strong>con</strong>tentos. Mas la casta<br />
reyna usava <strong>con</strong> el<strong>los</strong> <strong>de</strong> engaño, porque, quanto <strong>de</strong> noche podía, travajava sólo por <strong>de</strong>shazer lo<br />
que <strong>de</strong> día avía texido. Finalmente lo dilató tanto tiempo a que Ulixes por la voluntad <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />
dioses tornó <strong>de</strong> Phenicia y vino a Íthaca, a don<strong>de</strong> <strong>con</strong> su presencia cesaron las importunaciones<br />
<strong>de</strong> <strong>los</strong> que la aquexavan que se casase, y holgó <strong>con</strong> su marido mucho tiempo. Pues<br />
verda<strong>de</strong>ramente es que estas dos mujeres rompieron el arco y las saetas <strong>de</strong> Amor, arrastrada 199<br />
toda su malvada dulçura por mantenerse <strong>de</strong>baxo <strong>de</strong>l sceptro <strong>de</strong> la imperante virtud y razón.<br />
Ocúrrenos en este lugar una dubda que es ésta: que por qué causa micer <strong>Francisco</strong><br />
introduze primeramente a Penélope en este Triumpho que a Julia, o Portia, o Artemisa, o Argia,<br />
o Ipsicratea, porque cada una <strong>de</strong> éstas tuvo tanto amor a su marido y bivió tan castamente como<br />
Penélope <strong>con</strong> Ulixes, <strong>de</strong> quien aún Licophronte poeta haze la causa sospechosa. Y si las otras<br />
están en Triumpho <strong>de</strong> Amor, paresce cosa justa que Penélope se ponga tanbién en él. Y si<br />
Penélope se pone en el <strong>de</strong> Castidad, pregunto que cómo no se ponen las sobredichas en este<br />
mesmo lugar, pues no paresce que se á <strong>de</strong> hazer differencia entre todas, principalmente por la<br />
auctoridad <strong>de</strong> Valerio Máximo, el qual las pone a todas en un capítulo: “De fi<strong>de</strong> aut amore<br />
uxorum erga viros”. A la qual duda se respon<strong>de</strong> [fol. lvi v] que no sin causa y maravil<strong>los</strong>o<br />
artificio nuestro poeta las á puesto así en diversos Triumphos, porque, como en otra parte<br />
avemos dicho, él no entien<strong>de</strong> solamente por Amor la carnal <strong>de</strong>lectación, mas cada qual<br />
trespassación hecha por fuerça <strong>de</strong>l appetito sensitivo. Ni por la Castidad entien<strong>de</strong> solamente la<br />
abstinencia <strong>de</strong> la carnal <strong>con</strong>cupiscencia, mas toda operación que proce<strong>de</strong> <strong>de</strong>l juyzio verda<strong>de</strong>ro<br />
dada <strong>de</strong> la razón. De otra manera no se podría el poeta <strong>de</strong>ffen<strong>de</strong>r <strong>de</strong> partialidad aviendo puesto<br />
las otras en el Triumpho <strong>de</strong> Amor y a Penélope en el <strong>de</strong> Castidad.<br />
Segundariamente digo que, obrando la mujer justamente, sólo <strong>de</strong>be obrar aquellas cosas<br />
que a ella son <strong>con</strong>venientes según su natura çerca el vivir familiar y político; las quales son<br />
muchas, así como Aristótiles escrive en la I<strong>con</strong>ómica, y en el primo <strong>de</strong> la Política y octavo <strong>de</strong> la<br />
Éthica. Entre las quales leys femeniles tres al presente referiremos trayendo las palabras<br />
formales <strong>de</strong>l philósopho, mediante las quales claramente será suelta nuestra quistión y duda. La<br />
primera ley es curar y proveher a las cosas <strong>de</strong> casa las quales el marido fuera <strong>de</strong> casa á ganado;<br />
por lo qual dize el philósofo: “Se igitur ipsam in hiis animet mulier, pergatque laudabiliter rebus<br />
preesse, nam viro qui<strong>de</strong>m in<strong>de</strong>cens vi<strong>de</strong>tur ea scire que intra e<strong>de</strong>s sunt. In ceteris vero omnibus<br />
parere mulier viro <strong>con</strong>tendat”. Dize: “La muger tenga esfuerço para regir y governar bien las<br />
cosas <strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su casa, porque al marido no le está bien enten<strong>de</strong>r en ellas, y en todas las otras<br />
cosas obe<strong>de</strong>sca a su marido”. La segunda ley es que la mujer no se entremeta en <strong>los</strong> cuydados y<br />
negocios públicos, ni busque <strong>de</strong> hazer cosa que toque al negoçiar <strong>de</strong>l marido; por lo qual dize<br />
Aristótiles: “Non audiens quicquam <strong>de</strong> republica, nec tratans quicquam eorum que ad <strong>con</strong>nubia<br />
spectare vi<strong>de</strong>tur, atque sic una <strong>de</strong>liberetur sententiam viri sequatur intelligens non ita turpe viro<br />
esse quicquam eorum que domi sunt facere sicut mulier que foris perquirere”. La tercera y<br />
última ley es que la mujer sufra <strong>con</strong> paciencia y <strong>con</strong> fuerte ánimo todas las adversida<strong>de</strong>s que la<br />
vinieren por respecto <strong>de</strong> su marido; y así <strong>con</strong>tinúa el philósopho: “Preterea si cum fortunato<br />
199 arrastrada: R “arastrada”.<br />
<strong>eHumanista</strong> 2012