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8 SANTO DOMINGO, RD. DOMINGO <strong>14</strong> DE JULIO DE <strong>2024</strong><br />
La República<br />
Lecturas de domingo<br />
Internacional<br />
Junto a la iglesia más<br />
ANDRÉS HERNÁNDEZ ALENDE<br />
CORTESÍA PARA LD<br />
Los romanos se mueven<br />
con increíble soltura<br />
entre los monumentos<br />
y las ruinas de su historia.<br />
En sus autos pequeños y sus<br />
motos, atraviesan como bólidos<br />
las calles de la città eterna, pasando<br />
junto al Coliseo, bordeando la<br />
Piazza del Campidoglio, cruzando<br />
el río Tíbere para ir a la pintoresca<br />
Isola Tiberina o a Trastevere.<br />
Cuidan la historia, y a la vez viven<br />
con ella. En Roma, el pasado está<br />
vigente. Es fácil ver con la imaginación,<br />
entre las ruinas del Foro Romano,<br />
a Julio César, a Augusto, a Trajano,<br />
a los senadores caminando entre<br />
los edificios hoy derruidos y pasando<br />
junto a los arcos levantados para<br />
celebrar victorias bélicas.<br />
El latín era en la época del Imperio<br />
la lingua franca en Europa.<br />
Pero hoy, al menos en los sectores<br />
frecuentados por los turistas,<br />
todo el mundo habla inglés, aunque<br />
sea lo suficiente como para co-<br />
grande del mundo<br />
En la Plaza de San Pedro, colmada de fieles en la Semana Santa, los que<br />
quieren entrar deben pasar primero por el tamiz de un enorme dispositivo de<br />
seguridad. Eso sí: el cumplimiento del deber militar no les hace olvidar a los<br />
soldados la proverbial hospitalidad italiana.<br />
municarse eficazmente con los visitantes<br />
de otros países. Todos saben<br />
expresarse en la lengua extranjera:<br />
taxistas, camareros, tenderos, empleados<br />
de hoteles, agentes de bienes<br />
raíces. Muchos también hablan<br />
español.<br />
Le pregunto a la camarera de un<br />
restaurante si es obligatorio aprender<br />
inglés en la escuela.<br />
–No –responde, encogiéndose de<br />
hombros–. Lo aprendemos porque<br />
tenemos la necesidad de comunicarnos<br />
con los turistas.<br />
Oportuna lección para los que<br />
quieren imponer el aislacionismo de<br />
un solo idioma, cabalgando sobre<br />
un patriotismo exaltado.<br />
También llama la atención en Roma<br />
la presencia constante y numerosa<br />
de soldados con enormes fusiles,<br />
montando guardia a toda hora<br />
en edificios del gobierno, en lugares<br />
públicos. La amenaza del terrorismo<br />
obliga a redoblar la vigilancia.<br />
En la Plaza de San Pedro, colmada<br />
de fieles en la Semana Santa, los<br />
que quieren entrar deben pasar primero<br />
por el tamiz de un enorme dispositivo<br />
de seguridad.<br />
Eso sí: el cumplimiento del deber<br />
militar no les hace olvidar a<br />
los soldados la proverbial hospitalidad<br />
italiana. No responden con<br />
gruñidos a las preguntas de los<br />
turistas: les dan indicaciones con<br />
amabilidad y lujo de detalles sobre<br />
cómo entrar en la plaza, visitar los<br />
Museos Vaticanos y la Capilla Sixtina,<br />
o llegar a otros lugares de interés.<br />
Para entrar en la Basílica de San<br />
Pedro hay que pagar una cantidad<br />
módica, y un poco más si uno quiere<br />
evitar las inmensas filas de visitantes<br />
que se extienden por los costados<br />
de la plaza. Entrar en la iglesia más<br />
grande del mundo, cuya construcción<br />
comenzó el 18 de abril de 1506<br />
por orden del Papa Julio II, tiene un<br />
precio, aunque no sea elevado. Un<br />
precio que vale la pena pagar para<br />
visitar el suntuoso edificio construido<br />
en el lugar donde San Pedro, el<br />
primer Papa, fue enterrado tras sufrir<br />
el martirio de la crucifixión durante<br />
el reinado de Nerón<br />
Al salir de la basílica, los turistas<br />
se topan con los mendigos, desparramados<br />
entre los mármoles del<br />
Vaticano. Algunas mujeres indigentes<br />
parecen salidas de un cuadro<br />
del Renacimiento; dobladas<br />
en dos, o echadas en el piso, jamás<br />
muestran la cara. Solo extienden<br />
una mano que porta un vaso plástico<br />
con monedas, pidiendo una<br />
limosna, invocando la caridad de<br />
los visitantes. Casi nadie les da dinero.<br />
En Roma hay más de tres mil<br />
desamparados. Hace unos años, el<br />
Papa Francisco dispuso baños en<br />
la Plaza de San Pedro para que los<br />
mendigos se puedan asear, sin costo<br />
alguno, y también les abrió un<br />
dormitorio gratis.<br />
Es tarde en la noche; sin embargo,<br />
todavía en la escalinata de la<br />
iglesia de la Trinità dei Monti, que<br />
los angloparlantes conocen como<br />
the Spanish Steps, hay turistas sentados<br />
en los escalones. Enfrente,<br />
en el enorme edificio entre la Piazza<br />
di Spagna y la Piazza Mignanelli<br />
que alberga a la embajada española<br />
y a la del Vaticano, siempre<br />
hay soldados de guardia.<br />
Dos mujeres desamparadas, de<br />
edad avanzada, se acomodan para<br />
pernoctar en el portal de un edificio<br />
de la plaza, envueltas en mantas raídas<br />
para protegerse del frío nocturno.<br />
Un soldado joven, de la posta de<br />
las embajadas, se acerca a las mujeres<br />
con dos latas de refresco.<br />
Las mendigas alzan la mirada y<br />
el soldado les entrega las bebidas.<br />
–Abríguense bien –les dice–.<br />
Avísenme si necesitan algo. Que<br />
tengan buenas noches.<br />
Los turistas sentados en la escalinata<br />
de la Trinità dei Monti empiezan<br />
a retirarse a los hoteles. Ignoro<br />
si alguno de ellos reparó en<br />
el inesperado gesto humanitario<br />
del soldado bajo la noche romana.<br />
[FIRMAS PRESS]<br />
EN ROMA HAY<br />
MÁS DE TRES MIL<br />
DESAMPARADOS. HACE<br />
UNOS AÑOS, EL PAPA<br />
FRANCISCO DISPUSO<br />
BAÑOS EN LA PLAZA<br />
DE SAN PEDRO PARA<br />
QUE LOS MENDIGOS<br />
SE PUEDAN ASEAR,<br />
SIN COSTO ALGUNO, Y<br />
TAMBIÉN LES ABRIÓ UN<br />
DORMITORIO GRATIS.