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4 THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY<br />
SÁBADO DOMINGO 13<strong>14</strong> DE DE JULIO DE DE <strong>2024</strong><br />
EL MUNDO<br />
No hay pupitres en el salón<br />
de Greg Smedley-Warren.<br />
Los niños pueden moverse<br />
a su gusto, dijo.<br />
os<br />
Maestros son aliados valiosos en el kínder<br />
Viene de la página 1<br />
erencia para los niños, dijo Thomas<br />
S. Dee, profesor en la Universidad<br />
de Stanford, en California, quien<br />
durante décadas ha investigado el<br />
efecto de la demografía de los docentes<br />
en los estudiantes.<br />
Los niños “llegan y ya puedes ver<br />
—en lo conductual y académico—<br />
que están rezagados de las niñas”,<br />
dijo Kevin Clifford, de 58 años, maestro<br />
en Nueva York.<br />
La mayoría de los niños prospera<br />
con las maestras que son el núcleo<br />
de la profesión, en preescolar y más<br />
allá. Pero la diversidad en la profesión<br />
puede ser cada vez más importante,<br />
particularmente para los<br />
niños de menores edades, dijeron<br />
los investigadores.<br />
Una forma en que los docentes<br />
varones marcan la diferencia es<br />
identificándose con los niños, como<br />
al presentar el material de una<br />
manera que sea más relevante para<br />
ellos o no cayendo en los estereotipos,<br />
como los que existen sobre el<br />
mal comportamiento de los niños.<br />
Clifford dijo que cuando se portaba<br />
mal en clase cuando era estudiante<br />
joven, era porque estaba aburrido.<br />
“Así que puedo identificarme<br />
personalmente con lo que pasan los<br />
niños”, dijo.<br />
También hay un efecto de modelo<br />
a seguir. A veces, un maestro es el<br />
primer hombre con una presencia<br />
importante en la vida de los niños,<br />
ya que uno de cada cinco niños estadounidenses<br />
crece sin un padre<br />
en casa.<br />
ERIC RYAN ANDERSON PARA THE NEW YORK TIMES<br />
Dwayne Taylor, de 47 años, maestro<br />
de kínder en Frontenac, Kansas,<br />
se sintió atraído por el trabajo<br />
en parte porque fue criado por una<br />
madre soltera, sin modelos masculinos<br />
a seguir. “Quería ser eso para<br />
los futuros estudiantes”, dijo.<br />
La investigación muestra que<br />
los niños también se benefician de<br />
tener maestros de su misma raza.<br />
Un estudio encontró que tener un<br />
maestro de color en la escuela primaria<br />
aumentaba la asistencia a la<br />
universidad de los estudiantes de<br />
color, y otro encontró que el desempeño<br />
de los estudiantes latinos mejoraba<br />
cuando las escuelas tenían<br />
maestros latinos.<br />
Pedro Romanelli, de 55 años,<br />
maestro de preescolar en Dallas,<br />
Texas, dijo que incluso los alumnos<br />
que no están en su clase corren<br />
a él en los pasillos o lo toman<br />
de la mano: “Siempre son niños<br />
y siempre son latinos. “Cuando<br />
ven a alguien que se parece<br />
a ellos, pueden ver un camino allí”.<br />
Los maestros de muchos años<br />
dicen que el kínder es sorprendentemente<br />
diferente hoy. Un avance<br />
positivo, especialmente para<br />
los niños, ha sido que se da más<br />
atención a la comprensión de las<br />
emociones.<br />
Greg Smedley-Warren, de 45<br />
años, maestro de preescolar en<br />
Nashville, Tennessee, dijo que el<br />
aprendizaje socioemocional les ha<br />
dado a los niños vocabulario para<br />
expresar sus sentimientos.<br />
Sin embargo, el kínder también<br />
se ha vuelto más académico<br />
y centrado en exámenes. Muchos<br />
maestros dijeron que había mucho<br />
menos tiempo para jugar, educación<br />
física o recreo y más tiempo<br />
sentados en sus pupitres.<br />
Esto es un reto para todos los<br />
niños pequeños, dijeron los maestros,<br />
pero particularmente para<br />
algunos niños, que tienden a madurar<br />
más tarde que las niñas y son<br />
más activos en general.<br />
“Me gustaría que pudiéramos<br />
reducir el ritmo y traer más juego<br />
a nuestras aulas”, dijo Smedley-Warren.<br />
Su salón de clases no<br />
tiene escritorios ni sillas —los niños<br />
“pueden estar sentados, parados o<br />
moverse” donde quieran. Hay un<br />
trampolín en el salón y cada día termina<br />
con una fiesta de baile.<br />
Casi todos los maestros dijeron<br />
que parte de su función era mostrar<br />
a los alumnos, particularmente a<br />
los niños, un modelo diferente de<br />
masculinidad para prepararlos para<br />
un mundo en el que los roles de<br />
género están menos definidos.<br />
“Aprendemos a cocinar”, dijo<br />
Taylor. “No hay tareas de niños y<br />
tareas de niñas. Si hay un mugrero,<br />
lo limpiamos”.<br />
Hay muchas razones por las que<br />
más hombres no enseñan en nivel<br />
preescolar. Una de las más importantes<br />
es el estigma, dijeron los<br />
maestros. A veces, los padres ven<br />
con recelo a los maestros.<br />
“Se menosprecia que un hombre<br />
quiera pasar todo el día con niños”,<br />
dijo Riley Lyons, de 44 años, que es<br />
maestro en Atlanta, Georgia. Otro<br />
obstáculo, dijeron, es el salario. En<br />
EE. UU., el salario promedio es de<br />
US$64 mil anuales, más bajo que el<br />
de empleos comparables que requieren<br />
un título universitario.<br />
Los maestros de preescolar dijeron<br />
que la satisfacción del trabajo<br />
en general superaba los aspectos<br />
negativos.<br />
Daniel Saenz, de 38 años, quien<br />
sirvió como teniente en el Ejército<br />
estadounidense, dijo que dejó su<br />
empleo postmilitar en logística de<br />
cadena de suministro porque quería<br />
ayudar a la gente. Ahora es maestro<br />
de kínder en Midlothian, Texas.<br />
“Tengo estudiantes que llegan<br />
sin saber letras, sonidos ni números,<br />
y ahora están escribiendo oraciones<br />
completas”, dijo. “Esto es<br />
algo que se llevarán consigo el resto<br />
de sus vidas. Ahí está el mayor<br />
impacto”.<br />
MISIVA<br />
El secreto surcoreano para mantenerse unidos: ahorrar y derrochar juntos<br />
Por KRISSI DRIVER<br />
BUSAN, Corea del Sur — El otoño<br />
pasado, Jina Kim y dos amigas<br />
derrocharon en una estancia de dos<br />
noches en el Ananti at Busan Cove,<br />
un resort de lujo con piscinas infinitas,<br />
espás y restaurantes, un malecón<br />
privado y una “Casa del Agua”<br />
de 4 mil 600 metros —una alberca<br />
bajo techo y sauna alimentadas por<br />
aguas termales naturales. Las habitaciones<br />
comienzan en US$369 la<br />
noche.<br />
“Pasamos todo el día en el hotel,<br />
nadando, comiendo y bebiendo”,<br />
dijo Kim, exmaestra de 32 años que<br />
ahora es ama de casa.<br />
Las amigas no estaban preocupadas<br />
respecto de pagar el viaje<br />
porque tenían un gyemoim, un grupo<br />
de planeación financiera que la<br />
gente forma para ahorrar dinero<br />
para gastos futuros. Un gyemoim<br />
puede ayudar a amigos o familiares<br />
Un club social donde<br />
las cuotas se destinan<br />
a objetivos comunes.<br />
a dividir los gastos de viaje y participar<br />
en partes iguales, independientemente<br />
de sus presupuestos<br />
personales.<br />
“Honestamente, si no hiciéramos<br />
el gyemoim, nos habría resultado<br />
muy difícil organizarlo”, dijo Kim.<br />
La planificación financiera colectiva<br />
tiene una larga historia en<br />
muchas partes del mundo. “Esta<br />
práctica se originó porque no existía<br />
un mercado financiero, y si querías<br />
pedir prestado algo de dinero,<br />
tenías que autofinanciarte”, dijo<br />
Euncheol Shin, profesor asociado<br />
ARSH RAZIUDDIN<br />
en la Facultad de Negocios KAIST<br />
de Seúl. Dio el ejemplo de una aldea<br />
hace 200 años que necesitaba<br />
comprar semillas de arroz. Los mecanismos<br />
para obtener préstamos<br />
aún no existían en muchos lugares,<br />
por lo que los aldeanos conjuntaron<br />
su dinero, compraron suministros<br />
y se dividieron lo que cosecharon.<br />
La práctica evolucionó hasta convertirse<br />
en una forma para que las<br />
personas mantuvieran unidas a las<br />
comunidades.<br />
Cada miembro de un gyemoim<br />
contribuye lo que esencialmente<br />
son “cuotas del club”. A medida que<br />
aumenta el saldo, exploran cómo<br />
gastarlo juntos.<br />
Kim formó un gyemoim por primera<br />
vez con amigos de un club<br />
social en 20<strong>14</strong>. Asistían a diferentes<br />
universidades y creían que les<br />
permitiría reunirse regularmente.<br />
Inicialmente, cada uno acordó contribuir<br />
15 mil wones, o alrededor<br />
de US$11, mensuales. Con los años,<br />
ahorraron alrededor de US$2 mil<br />
200 y decidieron gastarlos en un<br />
viaje al resort. Para entonces, estaban<br />
ocupados con sus empleos y sus<br />
familias, pero permanecían unidos,<br />
en parte gracias al gyemoim.<br />
Young-hoon Lee, un asistente de<br />
maestro, es parte de un gyemoim<br />
que consta de dos mujeres y cuatro<br />
hombres, cada uno contribuyendo<br />
50 mil wones, o alrededor de US$36,<br />
cada mes.<br />
“Nos hicimos buenos amigos en<br />
la preparatoria y seguimos siendo<br />
amigos de adultos”, dijo Lee, de 35<br />
años. “Al principio, nos reuníamos<br />
solo para divertirnos, pero a medida<br />
que todos empezamos a trabajar,<br />
comenzamos a pensar más en<br />
el futuro. Así que si bien mantener<br />
nuestra amistad es importante,<br />
también decidimos apoyarnos mutuamente<br />
en eventos importantes<br />
de la vida, como bodas o funerales”.<br />
Un gyemoim puede funcionar<br />
gracias a la cultura de confianza de<br />
Corea del Sur. En lugares sin esa tradición,<br />
el financiamiento colectivo<br />
puede ser un poco arriesgado si no<br />
se conoce bien a sus miembros.