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Lecturas de domingo<br />
SANTO DOMINGO, RD. DOMINGO <strong>14</strong> DE JULIO DE <strong>2024</strong><br />
11<br />
La República<br />
Accidente<br />
Un muerto en la basura<br />
Una multitud de curiosos rodeaba al obciso, cubierto por una sábana blanca ante la<br />
presencia de las moscas que amenazaban buscar algo entre su peste y se posaban sobre la<br />
mancha roja a la altura de su cabeza.<br />
JESSICA ARNO<br />
SANTO DOMINGO, RD.<br />
En un mundo tan caótico,<br />
nada tiene de<br />
raro que muchas sorpresas<br />
ocurran a la<br />
vez, en cuestión de<br />
segundos. Aprendimos a vivir en<br />
medio de esa masa inagotable de<br />
sucesos novedosos que la llamada<br />
profesión periodística reporta<br />
diariamente.<br />
Una vez ejerciendo la manía<br />
de contar historias, el caos pareciera<br />
ser el mar donde florecen<br />
datos en lugar de peces y estos,<br />
en lugar de comida, se transforman<br />
en noticias. Ante incendios,<br />
tiroteos, accidentes, inundaciones<br />
alguien tiene que estar para<br />
contar lo sucedido con lujo de<br />
detalles.<br />
Pero claro, la agenda no siempre<br />
gira en torno al caos, hay días<br />
en los que el viento sopla lento,<br />
el tránsito se vuelve apacible, las<br />
bocinas se apagan, la gente conversa<br />
tranquila en las esquinas…<br />
pero hasta en esos días uno debe<br />
estar alerta porque cualquier cosa<br />
puede suceder.<br />
No recuerdo de quien escuche<br />
la frase: “un muerto siempre será<br />
noticia”, pero lo que sí recuerdo<br />
fue cuando el ejercicio de esta<br />
carrera llevo a una de mis compañeras<br />
a ver su primer muerto,<br />
el cual cayó desde un quinto piso<br />
y quedó con la cabeza abierta.<br />
Él era un nacional haitiano<br />
al que quizás la muerte se llevó<br />
por equivocación al estar en el<br />
momento y lugar que no le correspondía<br />
pues, el día de su infortunio,<br />
estaba cubriendo a su<br />
hermano en una obra de construcción.<br />
El suceso llamó la atención de<br />
uno de los editores de este diario,<br />
quien le dedicó unas cuantas<br />
líneas en uno de sus artículos<br />
y ahora yo también lo hago para<br />
comentar como dí con mi primer<br />
muerto y del que todavía guardo<br />
los datos de una historia que<br />
jamás compartí con nadie, hasta<br />
ahora.<br />
Se suponía que debía ser un<br />
recorrido rutinario, como todos<br />
los días, por la zonas de Sabana<br />
Perdida y Santo Domingo<br />
Este para verificar cómo se desempeñaba<br />
la recogida de basura<br />
por esos lugares. Me encargaron<br />
enumerar las preocupaciones de<br />
la gente que por allí vivía, anotar<br />
las zonas en las que se observaban<br />
los cúmulos de desperdicios<br />
sólidos, tomar fotografías<br />
para la evidencia, y regresar al<br />
periódico con una historia lista<br />
para ser publicada. Pero lo<br />
que nadie imaginó la presencia<br />
de la muerte entre tanto ajetreo<br />
cotidiano. Una multitud<br />
de curiosos rodeaba al obciso,<br />
cubierto por una sábana blanca<br />
ante la presencia de las moscas<br />
que amenazaban buscar algo<br />
entre su peste y se posaban<br />
sobre la mancha roja a la altura<br />
de su cabeza. Con temor me detuve<br />
ante aquel espectáculo poco<br />
común.<br />
Empecé a preguntar sobre el<br />
final de aquel joven de 28 años<br />
que en ese instante yacía sobre<br />
la acera. Entre rumores conocí<br />
que el mismo chocó contra un<br />
poste de luz y se golpeó en la<br />
cabeza. El otro dato, que nunca<br />
pude confirmar, se relacinaba<br />
como una supuesta persecución<br />
policial.<br />
No me atreví a acercarme al<br />
cadáver, los muertos siempre<br />
han sido uno de mis mayores<br />
miedos y el ambiente que envuelve<br />
este tipo de escenario<br />
puede ser un puñal de doble filo<br />
para mi sensibilidad, aunque<br />
el muerto fuese el más vil desalmado<br />
ser porque, al final, siempre<br />
aparecen sus dolientes.<br />
En mis indagaciones di con<br />
la esposa del joven, quien se<br />
encontraba apartada del genterio.<br />
A pesar de su tristeza me<br />
comentó que cuando la llamaron,<br />
le dijeron que su pareja había<br />
tenido un accidente, no que<br />
estaba muerto.<br />
Cuando su padre, casi en lágrimas,<br />
y sin poder creerlo me<br />
contaba que en unos días iba<br />
a celebrar el cumpleaños de su<br />
hijo, no soporté más aquella escena<br />
y me marché.<br />
Quizás quienes lean esta historia<br />
comenten que debí permanecer;<br />
que mi deber era dejar<br />
de lado las emociones y<br />
buscar la noticia, porque tal vez<br />
en el ejercicio de mi profesión<br />
haya visto cosas peores. Pero<br />
me temo que lo peor que me<br />
puede suceder es perder la sensibilidad<br />
y el sentido humano.<br />
A veces las situaciones nos<br />
afectan mentalmente y aun asi<br />
estamos acostumbrados a reponernos<br />
y hacer el trabajo porque<br />
es lo que la carrera exige.<br />
HAY DÍAS EN LOS QUE<br />
EL VIENTO SOPLA<br />
LENTO, EL TRÁNSITO<br />
SE NORMALIZA, LAS<br />
BOCINAS SE APAGAN,<br />
LA GENTE CONVERSA<br />
TRANQUILA EN LAS<br />
ESQUINAS… PERO<br />
HASTA EN ESOS DÍAS,<br />
UNO DEBE ESTAR<br />
ALERTA PORQUE<br />
CUALQUIER COSA<br />
PUEDE SUCEDER.