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Memoria Local #1

Memoria Local Revista de los Centros de Historia de Antioquia. La revista nace por iniciativa de los centros de historia de Fredonia, Itagüí, San Vicente Ferrer, Santa Fe de Antioquia, El Retiro y San Jerónimo con la participación de un delegado de la Academia Antioqueña de Historia. El tema central del primer número es: ¿Cómo se originaron los municipios antioqueños? Ejes temáticos: Varios aspectos se pueden considerar respecto a este amplio interrogante. Por ejemplo, surge la duda de si esta o aquella localidad, se fundó en una fecha determinada o si su poblamiento fue un proceso. Luego cabría preguntarse: • ¿Por qué nació y por qué en ese sitio? • ¿Se creó un pueblo o una parroquia? • ¿Qué significado se le atribuyó en ese entonces a uno u otro término? • ¿Cómo fue el desarrollo subsecuente? • ¿Cuánto se conserva de los valores culturales de ese surgimiento hoy en día? La revista difundirá las actividades de los centros de historia, presentará obras destacadas de la historia, en especial local y antioqueña, y permitirá conocer personalidades de nuestro quehacer en su manera de investigar.

Memoria Local
Revista de los Centros de Historia de Antioquia.
La revista nace por iniciativa de los centros de historia de Fredonia, Itagüí, San Vicente Ferrer, Santa Fe de Antioquia, El Retiro y San Jerónimo con la participación de un delegado de la Academia Antioqueña de Historia.
El tema central del primer número es:
¿Cómo se originaron los municipios antioqueños?
Ejes temáticos:
Varios aspectos se pueden considerar respecto a este amplio interrogante. Por ejemplo, surge la duda de si esta o aquella localidad, se fundó en una fecha determinada o si su poblamiento fue un proceso. Luego cabría preguntarse:
• ¿Por qué nació y por qué en ese sitio?
• ¿Se creó un pueblo o una parroquia?
• ¿Qué significado se le atribuyó en ese entonces a uno u otro término?
• ¿Cómo fue el desarrollo subsecuente?
• ¿Cuánto se conserva de los valores culturales de ese surgimiento hoy en día?
La revista difundirá las actividades de los centros de historia, presentará obras destacadas de la historia, en especial local y antioqueña, y permitirá conocer personalidades de nuestro quehacer en su manera de investigar.

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MEMORIA

LOCAL

REVISTA DE LOS CENTROS DE HISTORIA

DE ANTIOQUIA


ACERCA DE LA REVISTA

MEMORIA LOCAL es la revista del Departamento de Antioquia que busca

agrupar todos los centros de historia a la fecha constituidos, fue creada

en el segundo semestre del 2021 y tiene como objetivo publicar artículos

inéditos que presenten resultados de investigación histórica, así como reflexiones

académicas relacionadas con el estudio del pasado local. La calidad

de los artículos se asegura mediante un proceso de evaluación interno,

el cual es realizado por un comité editorial.

La revista cuenta con la siguiente estructura: un director, un editor, dos

asistentes editoriales y un comité conformado por los representantes de los

centros de historia que la han creado y un delegado de la Academia Antioqueña

de Historia.

MEMORIA LOCAL revista de los centros de historia de antioquia, pretende

contribuir al desarrollo de la disciplina histórica en un país que

necesita fortalecer su estudio y el de todas las Ciencias Sociales para una

mejor comprensión de su entorno social, político, económico y cultural.

En este sentido, se busca fortalecer la investigación de la historia local en

nuestros pueblos.

El público de la revista será variado, y van desde académicos, como estudiantes

hasta personas interesadas en la historia local, o en los estudios

históricos. Las secciones de la revista son las siguientes: La carta a los lectores

o presentación del dossier que informa sobre el contenido del número

y la pertinencia del tema que se está tratando; la sección de artículos que

divulga resultados de investigación y balances historiográficos, el dossier


reúne trabajos que giran alrededor de una temática específica, un personaje

invitado, quien, mediante una entrevista, conoceremos a fondo

y de manera personal su vida y obra; por ùltimo las reseñas y los

ensayos bibliográficos que ponen en perspectiva publicaciones historiográficas

consideradas importantes.

COMITÉ EDITORIAL

DIRECTOR Rodrigo Campuzano Cuartas, Centro de Historia El

Retiro

EDITORES:

Daniel José Acevedo Arango, Centro de Historia El Retiro

Juan Guillermo Toro Martínez- Centro de Historia de la ciudad de

Antioquia

Maria Amantina Osorio Ramírez, Centro de Historia de Itagui

Ricardo Zuluaga Gil, Centro de Historia San Vicente Ferrer

Antonio Maria Estrada Saldarriaga, Centro de Historia de Fredonia

Luis Fenando Múnera López, Academia Antioqueña de Historia

Patricia Franco Olmos, Centro de Historia San Jerónimo


TABLA DE CONTENIDO

Carta a los Lectores 6-7

Artículos Fundación de los Pueblos de Antioquia

Presbítero Genaro Moreno e Integrantes Corporhisan 10-27

Una Historia Para Contar...San Juan del Pie de la Cuesta-San Jerònimo

Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas 28-48

Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales

para la historia local

Antonio M. Estrada Saldarriaga 50-63

Fredonia, historia y proceso fundacional

Fernando Keep Correa 64-79

El surgimiento de Turbo

Maria Amantina Osorio Ramírez 80-102

Itagui, de sitio a parroquia: desarrollo histórico

Roberto de Jesús Ramírez Moreno y David Ricardo Ramírez Gómez 104-123

El Origen multifacético de Marinilla

Mauricio Alejandro Gómez Gómez 124-137

Amalfi, Anorí y Segovia: fundaciones mineras del siglo XIX en el nordeste

antioqueño

Rodrigo Moreno Martínez 138-161

El curato de nuestra señora de la Candelaria, Guarne 1811-1820

Personaje Invitado

Juan Guillermo Toro Martínez 162-174

Personaje invitado: Luis Fernando Múnera López

Reseñas

Guillermo Zuluaga Ceballos 176-186

Paisajes que han tejido nuestra historia. Evolución histórica del entorno

ambiental y social de El Poblado.

Rodrigo Campuzano Cuartas 187-189

La relación de Antioquia en 1808


CARTA A LOS LECTORES

Amigo lector, tiene usted ante sí una publicación creada para que los pueblos

antioqueños den a conocer sus historias. La componen representantes de los

Centros de Historia de los municipios de la Ciudad de Antioquia, Fredonia, San

Vicente Ferrer, Itagüí , San Jerônimo y El Retiro, con el apoyo de la Academia

Antioqueña de Historia. La hemos bautizado Memoria Local. Revista de los

Centros de Historia de Antioquia. Consideramos que vale la pena fomentar

y difundir el estudio del pasado de los pueblos en cualquier parte del mundo

porque cada uno es una experiencia de vida colectiva, no importando la dimensión

de un lugar.

En la experiencia histórica de los hombres sobre la cual las preguntas son

incontables, la revista ofrecerá la posibilidad de apreciar en cada edición una

temática determinada. Las puertas están abiertas para todos los que crean que

vale la pena dar a conocer sus diversas localidades. Creemos que hay allí, en la

historia local, todavía, un gran espacio por explorar y contrastar la variedad de

sus circunstancias. La fundación de los pueblos remite a una de sus preguntas

fundamentales, aquella que nos habla del momento formativo de una nueva

comunidad colonizadora. Queremos conocer en conjunto, sus orígenes, cuáles

son los relatos e historias que se esconden detrás, cuáles fueron las circunstancias

políticas, económicas y sociales que lo permitieron. Entender, acercarnos

a sus principios, nos permite construir una lectura más amplia de lo que fue

y ha sido este departamento, de las culturas y pueblos que allí conviven y la

conformación de sus gentes, sus tradiciones y su memoria.

La revista será virtual, queremos darle un mayor alcance para que más lectores

tengan la posibilidad de apreciar simultáneamente la afinidad y discrepancia

6


de los hechos y procesos. Su periodicidad será semestral y difundiremos las

actividades de los centros de historia, obras destacadas, y en entrevistas

permitirá conocer personajes valiosos de nuestro quehacer en sus trayectorias

como investigadores.

Para este primer número, el tema que hemos escogido es el interrogante:

¿Cómo se originaron los municipios antioqueños? En la revista número uno,

estarán los artículos de Fredonia, Turbo, Amalfi-Anorí-Segovia, Marinilla,

Guarne, Itagüí, Támesis y San Jerónimo. En la número dos, los artículos de

Sonsón, Venecia, San Rafael, Jericó, Pueblo Rico, Bello, San Luis, San Vicente

Ferrer y Apartadó

Por último, es pertinente contarles que para el presente año saldrá una nueva

convocatoria referida a un problema histórico igualmente atractivo para su

estudio. Además, informamos que como apoyo a la primera edición, la Academia

Antioqueña de Historia financiará la publicación impresa de una cantidad

limitada de la revista, con el objeto de que pueda ser recibida físicamente

por las bibliotecas públicas de Antioquia.

RODRIGO CAMPUZANO CUARTAS

Director

7


8


FUNDACIÓN DE

LOS PUEBLOS

DE ANTIOQUIA

9


Una Historia Para Contar...San Juan del Pie de la Cuesta-San Jerònimo

UNA HISTORIA PARA CONTAR…

SAN JUAN DEL PIE DE LA CUES-

TA - SAN JERÓNIMO

RESUMEN

A STORY TO TELL...SAN JUAN

DEL PIE DE LA CUESTA - SAN

JERONIMO

SUMMARY

Desde época muy temprana en la incoraporción

de los dominios españoles en

América a su corona, existieron las normas

que regularon las visitas de la tierra

destinadas a reglamentar las relaciones

entre los encomenderos y sus indígenas.

En la provincia de Antioquia la población

indígena había sido incorporada a

ese régimen de las encomiendas después

de décadas de confrontación y sólo a

principios del siglo XVII la Audiencia

dispuso que se realizase una visita de

la tierra en ella. Resultado de ellos nació

el resguardo de San Juan del Píe de la

Cuesta. Su creación es el origen del hoy

San Jerónimo.

Since very early in the incorporation of the

Spanish dominions in America to their

crown, there were norms that regulated

the visits of the land destined to regulate

the relations between the encomenderos

and their natives. In the province of

Antioquia, the indigenous population

had been incorporated into the parcels

regime after decades of confrontation

and it was only at the beginning of the

17th century that the Audiencia ordered

that a visitation of the land be carried

out there. As a result, the reservation of

San Juan del Píe de la Cuesta was born.

Its creation is the origin of today's San

Jerónimo.

Palabras Clave: indígenas, encomenderos,

fundación

Key words: Indians, encomenderos, foundation

GENARO MORENO

PIEDRAHITA e

INTEGRANTES

CORPORHISAN

. Miembro fundador de la Corporación Centro de Investigaciones de la Historia,

Cultura y Patrimonio de San Jerónimo- CORPORHISAN, actualmente se

desempeña como fiscal de dicha corporación. Miembro fundador también de la

Corporación Universitaria Católica de Occidente en Santa fe de Antioquia., presta

su servicio pastoral en la ciudad de Bogotá actualmente, miembro de Número

del Centro de Historia de Santa fe de Antioquia y de la Academia Colombiana

de Historia Eclesiástica , Diplomado en Historia de la Iglesia de América Latina

(Universidad de Navarra), Licenciado en Filosofía y ciencias religiosas de la

Universidad Católica del Oriente

Email:

• santafearq@cec.org.co

• gemopi2005@gmail.com

• centrohistoriasj@gmail.com

• Teléfono de contacto: +57 320 6861209 - +57 304 6625001

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Presbìtero Genaro Moreno e Integrantes Corporhisan

UNA HISTORIA PARA CONTAR…

SAN JUAN DEL PIE DE LA CUESTA - SAN JERÓNIMO

1. El trato al indígena

Desde el comienzo de la conquista y de la colonización hispana en América,

la corona dispuso que los indígenas no fueran esclavizados y en su lugar se

les sometiese para cristianizarlos y estuvieran al servicio de los encomenderos.

Esta política proteccionista fue difícil de aplicar y fueron muchos los

abusos cometidos por lo encomenderos. El instrumento básico empleado se

llamó la Visita de la Tierra y consistió en una inspección realizada por un

oidor de la Real Audiencia a las regiones que abarcaba la jurisdicción de

la Audiencia. En el caso de la provincia de Antioquia esta se efectuó sólo

a principios del siglo XVII y estuvo a cargo del oidor Francisco Herrera y

Campuzano.

Su intervención fue bien tardía pues las visitas se habían dado a partir

del año 1550, queriendo ello decir que en los casi 70 años anteriores los

indígenas estuvieron a merced de los encomenderos, pero sólo los sometidos,

pues una característica muy influyente consistió en que en ese lapso de

tiempo entre indígenas ocupantes españoles existió una violenta relación

en la que los últimos se resistieron a quedar bajo el dominio de su enemigo.

Es decir, para la época de la visita de este Oidor, un territorio en que los

primeros conquistadores encontraron una gran cantidad de grupos indígenas,

sobrevivía muy poca población en ellos. La guerra, el trabajo y las epidemias

son quizás razones más influyentes en esta situación.

El portador del mandato en la Visita de la tierra, verificaba la ejecución

de las leyes en favor de los naturales, procuraba impartir justicia,

11


Una Historia Para Contar...San Juan del Pie de la Cuesta-San Jerònimo

definía la tributación y nucleaba los indígenas para facilitar la regulación

de su vida política y religiosa y darles ubicación les designaba su territorio,

este espacio se le llamó el resguardo. Así nacieron los pueblos indígenas,

fruto de la reunión de rezagos de pequeños agrupamientos. Es bien diciente

la imagen que se tenía de la provincia en el año de 1582, imagen que asume

el historiador Juan David Montoya al describirla así: “Cuando el fraile

Juan Jerónimo de Escobar visitó a Santafé de Antioquia en 1582, la describió

como una ciudad con poco “orden y justicia” y habitada por 18 vecinos, que

daban refugio a “mil hombres forajidos” (Montoya Guzmán, 2021). Autor

agrega más agravantes: una ciudad en decadencia, la población indígena reducida

en manera “dramática” e igual la producción aurífera de las minas

de Buriticá. Esta era la capital provincial dos décadas antes de la visita de

la tierra, una situación de la que se pueden deducir muchos aspectos, entre

ellos los rezagos de la población indígena manejados según los criterios casi

incontrolados de sus encomenderos.

Si se admite la información obtenida por otro historiador, Luís Miguel

Córdova Ochoa, la visita de Herrera y Campuzano contuvo una comisión

específica para resolver una causa mortuoria en que quedaban en el aire

la propiedad de 300 esclavos de un señor de cuadrilla recién fallecido. La

Audiencia ante esta necesidad la aprovechó para ordenar que interviniera la

situación indígena. En esta última misión una de las tareas era acabar con

“los servicios personales” a los que era sometidos los indígenas a cambio de

establecer “un tributo fijo” (Córdova Ochoa, 2014: 235).

Bien se puede apreciar que sí el indígena no tenía suficiente tierra

para tributar y ella estaba protegida, la reforma del visitador no funcionaba.

Como la situación encontrada era pequeños grupos frágiles a merced del

encomendero, lo lógico fue congregarlos y delimitarles la tierra.

12


Presbìtero Genaro Moreno e Integrantes Corporhisan

Al considerarse a la Audiencia respecto a la provincia como región lejana

a su influencia y no intervenida desde su conquista con una visita, la

de Herrera y Campuzano como oportunidad no debía restringirse a los dos

asuntos indicados, la mortuoria y la conexión encomenderos indígenas. Por

lo tanto en su instructivo expresamente ordenó estas cosas:

· Hacer una visita general a los naturales de la provincia y gobernación

de Antioquia, debiendo visitar ciudades, villas, lugares, sujetos

y comprendidos en ellas como las rancherías, estancias y reales minas

y asientos.

· La visita debe ser por el término de un año, donde debe ver y visitar

personalmente los pueblos, tanto de indios como de españoles.

· Debe mirar que no haya corrupción ni encubierto algún daño suyo

o de los encomenderos y que se asiente cada indio por su nombre,

con su mujer e hijos, que edad tienen y oficio.

· Debe conocer el temple y clima del pueblo, las frutas, sementeras

y legumbres que en él se dan y cogen; la comida de los indios y de

los españoles.

Cuando el Oidor interrogó a los indígenas, superando ellos el temor y la

sorpresa de ser citados a responder ante un alto funcionario

desconocido, tal circunstancia a lo largo de sus vidas no había ocurrido.

Superando los riesgos algunos se atrevieron a responder sobre diversos temas

de su existencia cotidiana entre ella los castigos de los encomenderos

y sus capataces. 1 Es llamativo el tamaño de la población nativa que existió

1 Éste último tema es el que ha asumido el historiador Luís Miguel Córdova. He aquí la que considero

su conclusión: “(…) encomenderos y mineros (…) desarrollaron drásticos tratos y severos castigos a los

indígenas de ambos sexos (…)”. La visita posibilitó sancionar y castigar abusos y delitos “más notorios”,

más ella superada no detuvo la drasticidad. Los indígenas y españoles de entonces mutuamente habían

cruzados sus culturas. (Córdova Ochoa, 255).

13


Una Historia Para Contar...San Juan del Pie de la Cuesta-San Jerònimo

en tiempos de la visita y el número de encomiendas. El visitador contabilizó

en la ciudad de Antioquia 366 indígenas y 20 encomiendas. En el resto de la

provincia 423 y 29 (Cuevas Arenas y Castañeda, 2919, 139). Impresiona la

disminución e indica que la intervención proteccionista de la visita fue más

que oportuna para evitar una total desaparición.

Para proteger pues a estos indios y sus comunidades el Oidor Francisco

Herrera Campuzano funda varios pueblos de indios, entre ellos uno en el

lugar del Pie de la Cuesta que llamó San Juan del Pie de la Cuesta, y que hoy

conocemos como San Jerónimo

.

2. El sitio escogido y las exigencias para fundar

El sitio que escogió el visitador para fundar un resguardo indígena que con

el correr del tiempo se llama San Jerónimo pero que su nombre original es

San Juan del Píe de la Cuesta, bien corresponde a la descripción que hizo

hace años el historiador Joer Castaño Pareja.

[…]En las vegas del rio Cauca, cerca de la villa de Santa Fe de Antioquia

y de los pueblos de San Juan del Píe de la Cuesta y Sopetrán, se

localizaba el más antiguo núcleo destinado para la cría y levante de

ganado mayor. Alrededor de las quebradas Seca, Sucia, Pocuná, Niverengo

y Sisquiarco había unas cuantas estancias de ganado mayor. En

estos lugares, explotados para la ganadería desde los últimos 30 años

del siglo XVI, eran muy comunes los ojos de sal. Ganado vacuno y caballar

era criado en la parte más baja y cálida, rica en hierbas naturales,

como también en la franja montañosa […] (Castaño Pareja, 2007, 272).

Sí este paisaje se superpone el de encomiendas y la minería bien puede deducirse

las conexiones. El espacio ganadero estaba en función del consumo

minero y los indígenas al servicio de ambas economías como mano de obra

forzada cada vez más escasa. Sólo al reunirse estos últimos en una mezcla

organizada de varios grupos nativos para que estuviesen bajo el gobierno

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Presbìtero Genaro Moreno e Integrantes Corporhisan

de una autoridad pública (el Corregidor) y religiosa (el cura doctrinero) se

preservaban y vivirían en debido orden, dispondrían de tierra para su subsistencia

y contribución a la sociedad en general.

No se sabe cómo reaccionaron los encomenderos al cambio que conllevó

la creación de pueblos de indios. Al parecer frente a la acción del visitador

Herrera y Campuzano no tuvieron el suficiente poder para impedir

su accionar que les implicaba un replanteamiento en su relación con los

nativos que controlaban. Incluso el espacio asignado a los poblados indios

parece segregado del territorio bajo el dominio de los encomenderos.

De esta forma, el 8 de julio de 1615 el Licenciado Francisco de

Herrera Campuzano estando en la ciudad de Antioquia ordenó que se construyan

tres poblaciones de indios. 2 Uno de ellos fue el del Pie de la Cuesta

en un lugar que se acomodó a sus criterios por tener lo necesario: clima

adecuado, aguas, leña y tierras para cultivar.

El responsable de construir a su costa el poblado desde donde girará

la vida del resguardo es el encomendero Bartolomé de la Rúa en plazo

de dos meses. El lugar a escoger debe ser sano y que fácilmente se pueda

entrar a pie o a caballo, que tenga buenas aguas, buenos aires y fértil para

las rosas. La traza debe ser como exigen las normas: la plaza en medio, de

buena proporción y de ella salgan todas las calles y solares conforme a la

gente que haya; los solares y casas deben ser de veinte varas cuadradas. Se

haga la Iglesia junto con la casa del padre doctrinero. De debe procurar que

2 “… Dixo que mandaba y mando que se hagan tres poblaciones de todos los indios desta ciudad. Que la

una se haga en el Sitio que llaman del pie de Laquesta, y la otra en El hatobiejo que llaman de doña María

de Quesada, por ser los dos sitios los más acomodados y que concurren en ellos las cosas necesarias para que

asienten en ellos y hagan las dos dichas poblaciones de buenos temples, agua… y tierras para su sustento,

maíz y comida de los dichos indios…” (1615. Santafé de Antioquia: reducción y distribución de indios. –

Fondo Visitas. Sección Colonia. Archivo General de la Nación de Colombia).

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Una Historia Para Contar...San Juan del Pie de la Cuesta-San Jerònimo

los indios planten plataneras y otros árboles frutales (yucas, batatas, y otras

raíces y semillas y las demás legumbres y algodonales) que se dan en esos

sitios y sus alrededores. Se ordena abrir caminos y se hagan puentes, que

los indios hagan barbacoas en sus bohíos. Que en los bohíos haya alguna

cruz y que también haya imágenes del Señor, de la Virgen y de los santos.

También se pide que delante de la Iglesia, en la plaza y en otras partes se

coloquen cruces grandes.

Según esto el lugar escogido para el sitio de San Juan de Pie de la

Cuesta no fue escogido al azar, sino después de analizar el territorio y ver

que ese lugar era el más conveniente, aunque después se vea necesario

trasladar la población al sitio donde actualmente está asentado el municipio

de San Jerónimo.

16

3. Fundación de San Jerónimo

Joaquín Villa Jiménez, el más notable historiador de Sopetrán, hijo adoptivo

de San Jerónimo, en su libro Monografía de San Jerónimo presenta el

documento donde el escribano de la visita da constancia de la creación del

pueblo de indios en el sitio de Pie de la Cuesta:

[…]Estando en los aposentos que llaman de la Estancia del Pie de

la Cuesta, que solía ser del Capitán Alonso de Rodas, jurisdicción

de la ciudad de Antioquia, a veintidós (22) días del mes de Febrero

de 1616 años, el señor Licenciado Don Francisco de Herrera Campuzano

(…) dijo que por cuanto Su Merced mandó hacer y se ha

hecho, una población en el sitio de San Juan del Pie de la Cuesta

a que se ha reducido y mandado reducir los indios de los repartimientos

y encomiendas que consta de los autos […] (Villa Jiménez,

1989, 17-20).

En el fragmento se advierte que la expresión “solía ser” al referirse a “la

estancia”, insinúa que no existía al momento de creación del resguardo. No


Presbìtero Genaro Moreno e Integrantes Corporhisan

de otra manera se explicaría que un personaje de la talla de Alonso de Rodas

fuese perjudicado. 3 El Visitador aprovecho esta circunstancia para no causar

problemas al no tomarse entre los encomenderos como una expropiación

de sus privilegios relativos a la tierra

[…] y conviene señalarles términos y resguardos suficientes para

sus rozas y sementeras, así de particulares como de comunidad,

como para propios, pastos y baldíos y crianza de sus ganados que

tienen y tuvieren; considerando no solo el estado presente y número

de los dichos indios, sino el crecimiento que podrían tener,

como su Majestad lo manda […] (Villa Jiménez, 17-20).

He aquí el punto característico de toda creación de un resguardo, el relativo

a la tierra. Es bueno señalar los aspectos en consideración: estar claramente

delimitado el terreno, su tamaño adecuado a la cantidad de ocupantes teniendo

presente su crecimiento futuro, especificar cómo debía usarse, señalar

se dividiera en tierra para el núcleo familiar indígena y para el conjunto

social y en el trasfondo de la entrega, la soberanía del rey sobre una estancia

abandonada.

[…]Dijo que señalaba y señaló por términos y resguardos (…): Desde

el sitio donde se juntan las cuatro quebradas que llaman de “las Guaracúes”,

la del Pie de la Cuesta, la de los Cedros Grandes y la de los

Cedros Chicos y desde las dichas juntas, como dicho es, cortando la

loma arriba a dar a la cordillera y Loma Hermosa, del hato del Alguacil

Mayor Domingo Gómez y toda la dicha loma adelante a unas

vertientes a la quebrada de “Los Guaracúes” y a la dicha población.

Revolviendo arriba, cortando por los altos y lomas en redondo, aguas

vertientes al dicho pueblo, que venga cortando a la quebrada “La Saltadera”,

que llaman Del Pie de la Cuesta, y toda ella abajo, de una a

3 Alonso de Rodas representaba el linaje de su padre a pesar de ser hijo de una indígena catia. “Los

Rodas formaban una especie de feudo mestizo que aprovechaba al máximo las libertades que les otorgaba

su doble situación marginal –geográfica y social – en una región fronteriza que se mantuvo casi siempre

en guerra permanente (Montoya Guzmán, 2016, 49).”

17


Una Historia Para Contar...San Juan del Pie de la Cuesta-San Jerònimo

otra parte, aguas vertientes a ella, hasta llegar a las dichas juntas de

las dichas quebradas […] (Villa Jiménez, 17-20).

Bien valdría la pena posteriormente intentar el croquis de esta delimitación.

Se observa en ella que el agua fue muy importante en la escogencia

del terreño y en la ubicación estratégica del poblado. La imagen

que refleja el señalamiento es el de una ladera de una montaña por donde

desciende varias quebradas hasta sus “juntas” y próxima a este el sitio

para erigir el centro del resguardo, su zona llamémosla urbana aunque

sea impropio.

Un aspecto esencial, la entrega del derecho a poseer la tierra. El

acto incluyó la orden al Alcalde de la ciudad de Antioquia de derribar de

los bohíos de Rodas y si había de otros igual. Él en el acto era un subalterno

del Visitador. De nuevo figura allí el uso a dar al bien cedido y de paso

se les dice a los nuevos ocupantes que trasladen el ganado.

[…]Todas las cuales dichas tierras, inclusas en los dichos términos

y linderos, señalaba y señaló, adjudicaba y adjudica a los dichos

indios (…) para sus tierras y resguardos y que todas ellas las gocen

y posean, labren y cultiven y traigan sus ganados y usen de ellas

como suyas, en que se incluye y comprende la estancia y aposentos

que poseyó y tuvo el Gobernador Gaspar de Rodas y, por su fin y

muerte, el Capitán Alonso de Rodas, su hijo y heredero. […]

Es impreciso saberse que calidad pudo tener esta adjudicación, al parecer

no es un derecho absoluto que se adquirido sobre el bien sino un derecho

de usufructuo. Otra cosa sucedió al transcurrir los años: los indígenas terminaron

convertidos un propietario del suelo ocupado. Sea como fuere el

tipo de derecho entregado era indispensable protegerlo, sobre todo en las

condiciones de inferioridad en que vivía el indígena:

18


Presbìtero Genaro Moreno e Integrantes Corporhisan

[…] y ninguna persona ocupe las dichas tierras ni parte alguna de

ellas, so pena de $ 300 pesos de oro de 20 quilates, para la Cámara de

su Majestad, en que desde luego los da por condenados, lo contrario

haciendo, y que se demolerá a su costa lo que dentro de los dichos

resguardos se edificare y que lo que se sembrare, sea para dichos

indios, a los cuales les dejen libremente las dichas tierras y de aquí

en adelante no se las ocupen so dicha pena. […]

El último tema que incluyó el Visitador fue la construcción de una acequia

para el poblado, con el objeto que sus habitantes tuviesen lo más próximo

posible una buena agua. El mandato era pertinente porque existía otra quebrada

más cercana pero no de tan buena calidad y dada la congestión de

trabajo para construir las viviendas y los cultivos, apreció que sin su orden

no se haría y la responsabilidad quedó en manos del Protector de Naturales.

[…]Mandó que luego que acaben los indios las dichas rozas que están

haciendo, se saque la dicha acequia de agua de la dicha Quebrada

Grande y se meta al dicho pueblo, de manera que todos los dichos

indios se aprovechen de ella, y lo cometió a Gonzalo Muñoz, el cual

y con los dichos indios, informaron sería trabajo de dos o tres días de

una docena de indios Montoya Guzmán y González Jaramillo Visita

a la provincia…, 2010, 320-333). […]

Así quedo el marco legal de este resguardo previsto por un cuidadoso

Visitador. Fue su solución ante la circunstancia encontrada, la aplicación

del mandato que se le ordenó ejecutar y una vez dispuesto darlo a conocer

a todos como en efecto lo hizo: se registró en el libro del Cabildo, se pregonó,

se remitió a los alcaldes ordinarios de la ciudad de Antioquia y se

envió a la Audiencia.

19


Una Historia Para Contar...San Juan del Pie de la Cuesta-San Jerònimo

Pueblo de indios

La expresión “pueblo de indios” no alude a un asentamiento prehispánico

ni denomina un asentamiento informal de naturales de la tierra, sino que

corresponde a una división administrativa del territorio creada por los españoles,

como lo eran también las ciudades, las villas y los reales de minas.

Los pueblos de indios se fundaban anexos a las ciudades o a los reales de

minas para su servicio, se asociaban a tierras de resguardo y en ellos estaba

prohibido el asiento de otras razas. Esta figura salió de la legislación con

la Independencia (“Quedan abolidos los nombres de pueblos con que eran

conocidas las parroquias de indígenas…”. Ley del 11 de octubre de 1821).

El surgimiento de los pueblos de indios no fue una determinación tomada

por ellos, fueron mandados fundar por el rey Carlos I mediante cédulas

reales de 1549 para Nueva España y en 1551 para Tierra Firme o Castilla

del Oro. De las Cédulas Reales se desprende que la intención de la Corona

Española al crear los pueblos de indios es cristianizarlos, poniéndoles una

capilla, juntándolos, dándole una estructura de gobierno, el Corregidor, el

Cura Doctrinero y autoridades propiamente indígenas gobierno.

En la asignación del resguardo se integraron varias comunidades

que en parte se cruzan por nexos matrimoniales entre algunos integrantes

de ellas, pero que cada una se asumía como una unidad étnica. En conjunto

sumaron en el registro de la visita, un poco más de 620 habitantes que previamente

estaban divididos por “repartimientos” propiedad de siete encomenderos.

Los datos de los tres encomenderos con más indígenas permiten

apreciar la diversidad geográfica donde estaban, la tipología clasificatoria

de los nativos usada en la visita y el tamaño de las encomiendas.

Francisco Martínez en el Sitio del Píe de la Cuesta disponía indíge-

20


Presbìtero Genaro Moreno e Integrantes Corporhisan

nas “guaracues, catias”, 29 llamados “útiles”, cinco “reservados” y a útiles

y reservados incluyeron 83 mujeres e hijos, en total 108. Miguel de Urnieta

tenía una mezcla de noques, urraos y guaracúes, no se indica donde, sumaban

41 “útiles”, 7 “reservados” y 120 mujeres e hijos, en total 168. El tercero,

Francisco de Arce tenia peques, 18 “útiles”, 6 “reservados” y 56 mujeres

e hijos, en total 70 (Montoya Guzmán y González Jaramillo, 2010, Visita

a la provincia…, 333). Varias características se pueden enunciar sobre esta

población, advirtiéndose que por el carácter de este artículo no su pueden

profundizar. Fueron grupos sometidos que habían pasado por varios propietarios

encomenderos, situación que les implicó sostenerlos a costa de su

paulatino deterioro físico, perder paulatinamente sus precedentes culturales

ancestrales a cambio de asimilar los hispanos. La vida de estos hombres y

mujeres “útiles” estaba bajo el dominio prácticamente absoluto de sus encomenderos

y en función de sus capacidades productivas en la agricultura, la

ganadería y la minería y la intensidad de la explotación hacia que tuviesen

poca disponibilidad para trabajar por su propia subsistencia. La base de su

sometimiento era el trato violento y sorprende la incapacidad del débil para

rebelarse. La explicación se encuentra inscrita en el contexto en que trascurrió

su existencia. 4 Sus amos eran hombres de guerra que al tiempo que

los explotaban para su lucro se dedicaban a conquista de otros indígenas

en regiones diversas de la geografía de la provincia. Eran fronteras bélicas

amenazantes sobre los espacios dominados, provista de posibilidades auríferas

ambicionadas. Ahora con la presencia de un Visitador dispuesta por

la Audiencia se introducía una variable que alteraba sin abolir el dominio

que ejercían sobre sus indígenas y ese cambio lo tenían que aceptar según

se reglamentara.

4 Los puntos de vista de los sometidos consta en el referenciado trabajo del historiador Luís Miguel Córdova

Ochoa y de forma directa en los interrogatorios del visitador Herrera Campuzano (Montoya Guzmán y

González Jaramillo. Visita a la provincia…, 2010).

21


Una Historia Para Contar...San Juan del Pie de la Cuesta-San Jerònimo

4. Las nuevas reglas de juego

Un libro publicado en la Colección Bicentenario de Antioquia con la

visita del Oidor fue un importante aporte de la Universidad Nacional de

Colombia Sede de Medellín a la conmemoración del 20 de julio de 1810.

En él están transcritas las regla previstas por este funcionarios para los

pueblos de indios que dispuso crear que por cierto no fueron pocos. Ellas

pretendieron introducir una transformación notable en la situación encontrada

relativa a la relación entre encomendero se indígenas. Qué tan eficaz,

que tanto logró, de nuestra parte se ignora y también se presume que

es un gran vacío histórico general. De por medio estuvo la disposición de

las dos partes afectadas, los encomenderos y los indígenas. Para los primeros

las medidas les implicaban pérdida de autoridad sobre los segundos

y pérdida económica, para los segundo adquirir autonomía relativa de sus

sujetadores, convivir con otros nativos, admitir la subordinación religiosa

con el doctrinero y la gubernamental con un funcionario responsable de

ellos ante el Cabildo y la gobernación y cambiar el sitio donde se residía a

otro más inmediato a un poblado desde donde sus vecinos los requerirían.

Quien había tenido el control de una situación, los encomenderos, la perdieron

con la presencia del Visitador pero retirado, retornaba a ellos alterada

por las órdenes impartidas. En conclusión, por ahora el conocimiento

que aquí se maneja de la situación generada, sólo alcanza hasta lo visitador

quiso que sucediera. Sirve de referencia a este esbozo sus deseos respecto

a San Juan del Píe de la Cuesta.

El traslado de los indígenas al nuevo sitio le correspondía costearla

y disponerla al encomendero y en esta tarea con el rigor necesario para

evitar que ningún indígena se oculte y recoger a todos los dispersos. Los

nativos al llegar inmediatamente iniciar las rozas y sementeras individuales

22


Presbìtero Genaro Moreno e Integrantes Corporhisan

y, en conjunto, la de la “comunidad”. En el cultivo debía incluir frutales,

platanares y plantas alimenticias que fuesen aptas: “yucas batatas y otras

raíces y semillas y las legumbres y algodones”. La construcción del poblado

no tendría demora, a él se debía poder acceder a píe o a caballo, hacerle caminos

y bohíos para pernoctar, puentes si se requiriesen. El poblado nacería

conforme a la usanza de las leyes urbanísticas: una plaza en medio, calles

con solares a lado y lado, el tamaño de las casas según las medidas ordenadas,

la adjudicación de lotes de modo que los parientes estén próximos con

el fin de “el capitán de cada repartimiento” los pueda reunir para los trabajos

que tengan que hacer, el tamaño de la iglesia a proporción del número de

habitantes e inmediato a ella se construye la casa del padre doctrinero, en la

fachada de la iglesia imágenes religiosas y la cruz etc. (Montoya Guzmán y

González Jaramillo, 335-336).

El Visitador reglamentó otros aspectos esenciales referidos a las relaciones

económicas entre los encomenderos y los indígenas. Dispuso abolir

el servicio personal que desde hacía 70 años existía, a cambio de tazar

la contribución indígena en dinero y especie, según los indígenas definidos

“útiles. El monto difirió entre los pueblos que dispuso crear, en la misma

medida que la región donde se ubicaron su economía era más o menos rica.

En San Juan del Píe de la Cuesta la taza que se pagaría por cada año fue

de “dos pesos y medio de oro de veinte quilates y dos fanegadas de maíz y

dos gallinas”. De la obligación exceptuó a “los caciques y capitanes principales”,

determinación que debió ser tradicional en la fijación de la tasación

y acorde a estimular esta jefatura nativa. No se tiene idea de cuan gravosa

fuese la carga impuesta por falta de referencia de costos de los bienes en

ese entonces. En comparación con las exigencias que antes recaían sobre el

indígena aparenta ser una circunstancia más favorable.

23


Una Historia Para Contar...San Juan del Pie de la Cuesta-San Jerònimo

Sí el anterior costo le correspondió al indígena, al encomendero

le recayeron otras responsabilidades económicas, en donde se nota la intención

de comprometerlo en varios temas. Uno fundamental fue el sostenimiento

del cura doctrinero. Los afectados debían pagar “220 pesos 25

fanegadas de maíz cada año”, un costo conforme a la cantidad de indígenas

“útiles” que le tributaba. La suma parece alta respecto a la contribución

grabada para el conjunto de indígenas útiles y deja la impresión de

instituir un eclesiástico bien retribuido, que se llevase una buena porción

de lo que los indígenas entregaban a su encomendero.

Hubo otras cargas más: crear un censo de mil pesos de oro de veinte quilates

sobre el capital recibido de los indígenas con el fin de ayudarles en sus

necesidades fundar una capellanía “por las ánimas de los indios difuntos

y que adelante murieren”, entregar ropas, herramientas y rosarios a los

nativos.

Dónde pudo quedar el resguardo. ¿Sobrevivió?

Son preguntas que surgen después de conocer tantas disposiciones y los

antecedentes de la situación. El padre Francisco Luis Toro, autor de Ripios

Históricos da varios datos que ayudan algo; escribió:

[…]En un documento de 1639, documento de entrega de tierras de

Isima al Capitán Fernando de Toro Zapata (…) el Licenciado Rodrigo

de Santander, cura doctrinero de Nuestra Señora de Sopetrán, en

su informe señala como linderos desde los asientos de la población

vieja de San Juan, loma arriba…etc. Más adelante (…) dice al Gobernador

D. Juan Vélez de Guevara y Salamanca: Que una ha de

empezar a correr desde donde tuvo sus casas y asientos el Capitán

Alonso de Rodas, que es más debajo de donde fue la población de

San Juan... etc. Y en una petición del mismo año 39 sobre las mismas

tierras se dice: para que le diese la posesión de las tierras y estancias

de San Juan del Pie de la Cuesta de San Gerónimo y tierras de Isima

24


Presbìtero Genaro Moreno e Integrantes Corporhisan

y di posesión en este sitio que fue ranchería del Capitán Alonso de

Rodas…etc. Todos estos datos reunidos están señalando como sitio

preciso la antigua y desparecida población de lo que hoy llamamos

Llanos de San Juan, al sur de San Jerónimo, y al Pie de la cuesta

llamada Urquitá […] (Toro, 1932, 178-180).

El padre Toro deduce de lo anterior, que el resguardo duró muy poco basado

en que 33 años después se alude a una vieja población desaparecida.

Sí así aconteció, se requiere saber la circunstancias derivadas de la Visita

o sea los

motivos de su fracaso. Pudo ser el retorno del visitador a la

Audiencia santafereña como el Padre lo cree. No se sabe más y tampoco

cómo apareció el nombre San Jerónimo cuando el original era San Juan.

Los hallazgos del padre Toro permiten saber que en el año 1653 se

usaba la nueva denominación San Jerónimo donde residían indígenas un

tanto bebedores y parranderos:

[…]Es el caso que en 1653 murió en el camino de las minas de los

Remedios el hermano Juan Gómez Castrillón, que durante 10 años

estuvo recorriendo las poblaciones de Zaragoza, Cáceres, Mompós,

Guamacó y los Remedios en la empresa de recoger limosnas para

construir de tapias y tejas la Iglesia de San Jerónimo que era de paja.

Su piadoso corazón sufría angustias al pensar que los indios en sus

frecuentes juergas y peloteras pudieran incendiar la casa de Dios, y

esta consideración lo movió a hacer voto de practicar tan larga y penosa

peregrinación, en la que según las crónicas, alcanzó hasta Quito

[…] (Toro, 1932, 178-180).

Llegarse hasta este punto en la historia del nacimiento de San Jerónimo es

no resolver en su totalidad su proceso formativo. Sobre su suerte, resta a

acudir a un concepto general que hace suponer que así como las encomiendas

a comienzo del siglo XVII no eran de tamaño apreciable, los pueblos

de indios que de ellas se forjaron igual fueron débiles.

25


Una Historia Para Contar...San Juan del Pie de la Cuesta-San Jerònimo

Los afecto la ambición y la necesidad respecto a la tierra; La raza

indígena se fue mezclando, la coexistencia con otros aumento cada vez, ellos

terminaron teniendo mayor peso político, etc. Es decir, la normatividad de

este Visitador y de todos ellos la derrotaron muchas transformaciones. No

obstante, para el año 1616, ella tenía pleno sentido.

San Jerónimo 200 años después de la visita de Herrera y Campuzano

otro lugar. El poblado tenía 46 casas pajizas, iglesia de tapia techo de teja

y una administración subalterna de tabaco y aguardiente. Fuera de él 206

casas y “bujíos”. La autoridad era un Alcalde pedáneo, contaba con 179 “vecinos

principales”, 262 mestizos, mulatos 761 y 77 esclavos. Estaba situado

el lugar entre el rio Aburrá y la quebrada Muñoz (Relación de Antioquia en

1808, 2008, 103-104)

26


Presbìtero Genaro Moreno e Integrantes Corporhisan

BIBLIOGRAFÍA

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según la visita de Francisco de Herrera y Campuzano a la gobernación de

Antioquia (1614-1616). Revista Historia y Justicia, (3), 228-255.

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Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local

LOS PRIMEROS POBLADORES DE

TÁMESIS, 1858-1885 Y ALGUNAS

FUENTES DOCUMENTALES PARA

LA HISTORIA LOCAL

RESUMEN

Este artículo hace un aporte a la construcción

de la historia de Támesis Antioquia

fundado en 1858 por una familia campesina

proveniente de Sonsón, a quienes

siguieron muchos otros individuos, oriundos

de muy diversos lugares de la región

en su aspiración de obtener un pedazo de

tierra y un mejor futuro para sus familias.

Aquellos hombres, mujeres y niños que se

aventuraron a descuajar monte para construir

en alguna montaña y cerca de algún

río su espacio de vida. ¿Quiénes llegaron,

de dónde llegaron y a qué se dedicaron

los primeros pobladores de Támesis? Los

censos de población, los registros parroquiales

y los archivos notariales son algunas

fuentes que permiten responder estas

preguntas y dan elementos que ofrecen

una mejor comprensión del proceso de

formación social y económica de este

pueblo. Es esta una oportunidad para reconocer

a los ancestros, quienes machete

en mano, construyeron la patria chica e

hicieron de ella, el lugar al que siempre se

quiere volver.

Palabras claves: Támesis, suroeste, colonización

empresarial, fuentes documentales.

THE FIRST SETTLERS OF

TÁMESIS, 1858-1885 AND SOME

DOCUMENTARY SOURCES FOR

LOCAL HISTORY

ABSTRACT

This article makes a contribution to the

construction of the history of Támesis

Antioquia, founded in 1858 by a peasant

family from Sonsón, who were followed

by many other individuals from

different parts of the region in their

aspiration to obtain a piece of land

and a better future for their families.

Those men, women and children who

ventured to cut down the mountains to

build their living space in some mountain

and near some river. Who arrived,

where did they come from and what

did the first settlers of Támesis do?

Population censuses, parish records

and notarial archives are some of the

sources that allow us to answer these

questions and provide elements that

offer a better understanding of the process

of social and economic formation

of this town. This is an opportunity to

recognize the ancestors who, machete

in hand, built the small homeland and

made of it the place to which one always

wants to return.

Key words: Tamesis, southwest, business

colonization, documentary sources.

28


Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas

SANDRA PATRI-

CIA RAMIREZ

PATIÑO y ELSY

KARIM LEON

VARGAS

Sandra Patricia Ramírez con Doctorado de la Universidad

de Antioquia

Elsy Karim Leon Vargas Magister de la Universidad

de Antioquia

Email:

sandrap.ramirez@udea.edu.co

karim.leon@udea.edu.co

29


Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local

LOS PRIMEROS POBLADORES DE TÁMESIS, 1858-1885 y AL-

GUNAS FUENTES DOCUMENTALES PARA LA HISTORIA LO-

CAL

Introducción

Cuando se intenta responder a la pregunta sobre el origen o fundación

de algún lugar asaltan las dudas sobre cuáles son las fuentes documentales

que permitirían dar una respuesta a este interrogante. Lo primero

que se pretende saber es la procedencia de quienes habitaron por primera

vez aquel territorio, ¿de dónde venían?, la siguiente pregunta es ¿por qué

decidieron abandonar su lugar de origen para aventurarse en tierras nuevas

y muchas veces ajenas? ¿a quienes pertenecían esas tierras? y una vez

conformadas y habitadas las nuevas poblaciones se quiere indagar por los

aspectos sociales, económicos, políticos y culturales que le dieron dinamismo

a la localidad.

El presente artículo responde estas preguntas para el caso del municipio

de Támesis en Antioquia, fundado en 1858 por un grupo de hermanos

oriundos de Sonsón quienes migraron a las tierras del suroeste antioqueño

en busca de fortuna y mejores alternativas para su subsistencia y la de sus

familias. De manera paralela esta investigación analiza las posibilidades

que brindan los archivos notariales, los registros parroquiales y los censos

de población como fuentes documentales para la investigación, en especial

para el conocimiento de la Historia Local, con el objetivo de animar

a otros historiadores profesionales o empíricos a hacer usos de ellas, para

así contribuir al conocimiento y la difusión de las historia municipales y

regionales.

30


Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas

La colonización y la Concesión Caramanta

Habitantes y espacio habitado

Cuando se indaga por el territorio y por la propiedad de la tierra en

las cuales se da fundación a un lugar, una de las fuentes con más información

y que permite reconstruir pieza por pieza la propiedad de la tierra y la

adjudicación de esta, son los archivos notariales en donde reposa, entre otras,

la información sobre compra, venta, permuta, donación, hipotecas, embargos,

sucesiones y mortuorias. Es esta una tarea de filigrana, que implica recolectar

y sistematizar la información que facilita conocer la tradición de un bien, en

este caso, inmueble. Estas pesquisas posibilitan saber, por ejemplo, a quiénes

pertenecieron las tierras en las cuales se fundó el municipio de Támesis y

algunos pueblos aledaños.

El análisis de las escrituras notariales permitió establecer que en

1829 el rico comerciante de Medellín Gabriel Echeverri Escobar en asocio

con Pedro Sáenz López, Juan Uribe Mondragón y Juan Santamaría Isaza,

compraron algunos terrenos cerca al poblado de Fredonia en la banda oriental

del río Cauca. Hasta entonces, dicho río era una barrera natural que mantenía

inhóspitas las tierras de la banda occidental. En 1831, esas tierras al otro

lado del río fueron declaradas baldías y pertenecientes a la nación, fue así

como don Gabriel en compañía de sus socios, decidió solicitarlas al estado

el 24 de febrero de 1835, como pago por unos bonos de deuda pública que

tenían a su favor, en consecuencia, el 23 de julio del mismo año, les fueron

rematadas 160.496 fanegadas de tierra, situadas en la montaña de Caramanta

en el Cantón de Antioquia cuyos límites eran: “del río Cauca para el este

desde la confluencia de la Quebrada Arquía hasta la del río San Juan hasta

su nacimiento en lo más alto de la cordillera, siguiendo luego al filo de la

cordillera que divide las aguas que vierten hasta el nacimiento de la quebrada

31


Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local

Arquía, siguiendo el curso de ésta hasta su confluencia en el Cauca con las

que éste río tiene en la parte que sirve de límite.” 1 La Sociedad compró las

tierras de Caramanta así: la mitad de ellas para don Juan Uribe y la otra mitad

para la Sociedad Echeverri -Santamaría. El valor de las tierras adquiridas

se pagó en vales del Gobierno de la siguiente manera: $155.711 en 1835

cuando le fueron adjudicadas a la Compañía y $4.785 con 6 reales restantes

para pagar en 15 cuotas con sus respectivos intereses, deuda que saldaron en

1837. 2 Los nuevos propietarios decidieron donar algunos de sus lotes, mediante

escritura pública, para fundar un caserío en donde se pudieran establecer

los nuevos pobladores, a esta primera fundación dieron el nombre de

Nueva Caramanta (1835). Valga señalar que hasta 1850, se habían fundado

al suroeste de Antioquia solo cinco localidades, Amagá (1788) y Fredonia

(1830), ambas en la banda oriental del río Cauca y Concordia (1830), Nueva

Caramanta (1835) y Bolívar (1839) significaron el cruce del río, con lo cual

se activaron económicamente esas tierras que hasta entonces eran selva virgen.

La fundación de Nueva Caramanta atrajo a los colonos y propició

la apertura de caminos. En 1837 el Estado otorgó a la misma sociedad de

Echeverri la concesión para abrir un camino que debía empezar en Fredonia

y finalizar en el norte del departamento del Cauca, con una extensión

aproximada de sesenta kilómetros, con el fin de conectar a Medellín con los

importantes centros mineros de Marmato y Supía. 3 La obra se realizó con

dineros de Echeverri y culminó cuatro años más tarde, dándole el derecho

1 Archivo Histórico de Antioquia (A.H.A). Escribanos de Medellín. 1837. Escribano Hilario Trujillo.

2 A.H.A. Escribanos de Medellín. 1837. Escribano Hilario Trujillo.

3 Juan Carlos Vélez Rendón. Los pueblos allende el río Cauca: La formación del Suroeste y la cohesión

del espacio en Antioquia, 1830-1877, (Medellín. Universidad de Antioquia. 2002), 25.

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Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas

de cobrar por el uso del camino y del paso del río Cauca en donde se estableció

un pasero que según una tarifa trasladaba de un lado al otro del río a

los viajeros, sus mercancías y pertenencias.

En agosto de 1841, don Gabriel Echeverri fue nombrado Gobernador

de la Provincia de Antioquia, cargo que aprovechó para aprobar la erección

del Distrito de Nueva Caramanta y con esta nueva categoría Echeverri

daba más dinamismo y autonomía a los habitantes del caserío. Entre tanto,

y gracias a la información derivada de las escrituras públicas, se pudo establecer

que cada socio con su capital emprendió explotaciones, comenzando

por las tierras bajas muy aptas para el engorde de ganado; pero pronto, en

1848, la sociedad fue liquidada por algunos desacuerdos y mediante protocolo

notarial, correspondió a los herederos de Santamaría las tierras de los

actuales municipios de Jericó, Tarso y Pueblorrico, a los de Uribe las tierras

que luego pasarían a ser el distrito de Valparaíso y las restantes, Caramanta

y Támesis para Echeverri y sus herederos.

Una vez liquidada la sociedad de Echeverri, Uribe y Santamaría, y

luego de dirimir los conflictos existentes y establecer las propiedades

correspondientes a cada uno, se inició un proceso de fraccionamiento, pasó

de ser un solo terreno para convertirse en tres, pero pronto se fraccionaría

mucho más, pues a cada heredero le correspondió un lote y además se inició

un proceso de compra y venta sistemática de estos terrenos, entre ellos, los

que harían parte del municipio de Támesis.

El surgimiento del caserío de Támesis

El 16 de abril de 1851, ante el escribano público de Supía, Vicente

Bueno, comparecieron los señores Pedro Orozco Ocampo y Eleuterio López

vecinos de Caramanta con el fin de otorgar poder especial a Mariano

33


Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local

Anito Orozco Ocampo para que representara sus personas, derechos y acciones

e interviniera en los arreglos que hubiera lugar para la partición de

los terrenos de Caramanta por todos los interesados. Una semana después,

es decir, el 24 de abril del mismo año, en la Notaría Primera de Medellín

bajo la escritura 133 comparecieron los señores Joaquín Mejía Echeverri

vecino de Santa Bárbara, Mariano Anito Orozco Ocampo por sí y como

apoderado de Pedro Orozco Ocampo y Eleuterio López, Cristóbal Uribe

vecino de Fredonia, Francisco Ossa vecino de Nueva Caramanta, Baltazar

Vélez, vecino de Fredonia, Toribio Robledo vecino de Medellín, Dr. Pedro

Antonio Restrepo vecino de Medellín como apoderado del Pbro. José

María Montoya; Waldo Ochoa y José Antonio Ochoa vecinos del Retiro y

dijeron que ellos poseían un terreno proindiviso ubicado en Caramanta en

el paraje denominado de Nueva Caramanta, el cual estaba dividido en 18

acciones con un valor de $875 cada una y que habían convenido dividir el

terreno de una manera amigable. Informaron además que habían obtenido

dichos terrenos por compras hechas a Santiago Santamaría, José Antonio

Escobar Trujillo, Cristóbal Uribe, presbítero José María Montoya, presbítero

José Ignacio Montoya, Fernando Escobar, Baltasar Vélez, Gorgonio

Uribe, Toribio Robledo, Indalecio Peláez y Eugenio Ruiz 4 . Fue así como

Pedro Orozco Ocampo y su hermano Mariano Anito obtuvieron parte de

los terrenos en donde años después fundarían a Támesis.

En 1854 Pedro Orozco compró algunas tierras en las inmediaciones de Caramanta

y Jericó. La gran mayoría de ellas las obtuvo Orozco por compras

a José Antonio Escobar Trujillo, fundador de Fredonia y suegro de Santiago

Santamaría B. y a Indalecio Peláez Velásquez quien posteriormente

4 A.H.A. Notaría 1 de Medellín. Tomo: 5. 1851, esc. 133.

34


Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas

daría fundación al poblado de Jardín, también en el suroeste de Antioquia.

Esto significa que Pedro Orozco estando radicado en Nueva Caramanta

adquirió unas tierras selváticas en las cuales cuatro años después, es decir,

en 1858, dio fundación al caserío de Támesis en donde se radicó con su

familia. 5

Con esta nueva compra, Pedro y Mariano Orozco acrecentaron su propiedad

y veían la necesidad de hacer que esas tierras les resultaran lucrativas,

eran hombres de negocios y todo el tiempo buscaron la forma de hacer en

estas tierras grandes riquezas. Los Orozco se dedicaron a la cría de ganado

en sus haciendas ubicadas en las vertientes del río Cartama, cultivaron

productos como la caña, explotaron minas de sal en la Quebrada el Salado,

donaron terrenos para la construcción de algunos edificios, adjudicaron

gratuitamente lotes para atraer a algunas gentes y vendieron infinidad de

solares a los nuevos pobladores. 6

Una vez radicados en Támesis se inició el proceso de atracción de

personas y familias al nuevo poblado. La estrategia usada fue la misma

que tiempo atrás había utilizado don Gabriel Echeverri, la adjudicación

gratuita de tierras a quienes se radicaran en Támesis. Según el archivo

notarial de Támesis, se pudo establecer que por lo menos a 46 personas

se les adjudicaron tierras bajo esta modalidad antes de 1870 (ver Tabla

1). 7 La contraprestación por dichas tierras era destinar algunos días en la

construcción de las obras públicas para el adecuado funcionamiento del

caserío, por ejemplo, la construcción de la iglesia, la casa consistorial, la

5 A.H.A. Notaría 1 de Medellín, 15 de marzo de 1854.

6 Notaría única de Támesis, 1865-1885.

7 Notaría única de Támesis, 1865-1885.

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Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local

pila de agua, la apertura y mantenimiento de caminos y puentes, entre otras.

Tabla 1 Personas que recibieron solares gratuitamente en Támesis antes de

1870

Nombre

Ubicación inmueble en Támesis

Arteaga de los Ríos, Vicente Cll. Cúcuta

Cardona Cardona, José de Jesús s.d.

Cardona Martínez, Juan de los Santos Cll. a Nueva Caramanta

Cardona, Antonio José

Cll. a Nueva Caramanta

Cardona, José

Cll. La Cuchilla

Cuervo Cardona, Raimundo Plaza

Cuervo, Maximiliano

Plaza

Gallego, José de Jesús

Cll. Córdoba

Giraldo Ramírez, Serapio

Cll. Santander

Giraldo, Juan de Jesús

Plaza

Giraldo, Pedro José

Cll. Berrío

Henao Cárdenas, Juan Bautista Cll. del Cabildo

Henao, José

Cll. Sucre

Hincapié Hincapié, Julián

Cll. Naranjo

Ledesma, María

Cll. Bolívar

Londoño Londoño, Pedro

Cll. La Cuchilla

López Orozco, Eleazar s.d.

Marín, Tomás s.d.

Mejía Vallejo, Martín

Cll. a Nueva Caramanta

Montes Franco, Manuel

Cll. San Antonio

Muñoz Ospina, Jesús Ma.

Cll. La Cuchilla

Naranjo Gómez, Álvaro

Cll. Pisaflores

Naranjo Quiceno, Emelesio s.d.

Naranjo Ruiz, Antonino

Cll. a Jericó

Obando Muñoz, Juan

Cll. “del Maestro Jaramillo”

36


Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas

Nombre

Ubicación inmueble en Támesis

Orozco Ocampo, Manuel Salvador Cll. detrás de la Iglesia

Orozco Ocampo, Mariano Anito Cll. detrás de la Iglesia

Orozco Ocampo, Pedro

Cll. a Jericó

Orozco Ocampo, Sandalio s.d.

Orozco, Rafael

Cll. al Naranjo

Ortiz, Epitasio s.d.

Ospina Bedoya, Felipe

Cll. La Soledad

Ospina Castaño, Felipe

Cll. La Cuchilla

Ospina, Juan Bautista

Cll. La Cuchilla

Otálvaro, Juan Ma.

Cll. A Nueva Caramanta

Patiño Ocampo, Antonio

Cll. Córdoba y Cll. Guanacas

Pérez González, Arsecio

Cll. Cúcuta

Ramírez Martínez, Deogracias Cll. Sucre

Restrepo Orozco, Toribio

Cll. a Jericó

Restrepo, Antonino

Cll. Berrío

Velásquez Ocampo, Celestino Plaza

Velásquez, Pedro s.d.

Vélez Vásquez, Rafael s.d.

Vélez, Braulia

Cll. Naranjo

Vélez, Juan Bautista

Cll. Pisaflores

Zuleta Castrillón, José

Cll. Aljibes

s.d.: sin dato

Fuente: Ramírez Patiño, Sandra Patricia. Támesis: Nacimiento y formación de un

pueblo en el suroeste antioqueño, 1858-1885. Medellín: Fundación Confiar, 2014,

59-61.

Según el archivo notarial y como se aprecia en Tabla 2, algunas de las

personas que recibieron solares gratuitamente en Támesis como pobladores

en el marco de la plaza fueron: los hermanos Orozco Ocampo, Juan de Jesús

Giraldo, Maximiliano y Raimundo Cuervo Cardona, Manuel Franco, Celestino

37


Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local

Velásquez Ocampo y Álvaro Naranjo Gómez. En 1870 eran propietarios en

la plaza los ya referidos hermanos Orozco Ocampo, Celestino Velásquez

Ocampo, Juan de los Santos Cardona, Valentín Hincapié Hincapié y Paulino

Naranjo. Es de resaltar que don Pedro Orozco era una de las personas con

mayor poder económico en el pueblo, pues tenía propiedades en tres de los

costados de la plaza.

Tabla 2 Propietarios de la plaza mayor de Támesis. 1865-1875

5 6

7 8 9 10 11 12 13 C 14

A

L

L

4 C E 15

3 L PLAZA MAYOR

16

2 L 17

1 18

B S 19

Iglesia O U 20

34 L C 21

33 I R 22

V

E

32 A 31 30 29 28 27 26 25 24

23

R

Casa

Consistorial

No.

predio

Propietario

No.

Predio

Propietario

1 Casa Cural 15 Valentín Hincapié Hincapié

2 Pedro Orozco Ocampo 16

Juan de Jesús Giraldo, antes

1874.06.08

38


Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas

3

3

Mariano Orozco Ocampo hasta

1878.08.09 16

Pedro Orozco Ocampo desde

1878.08.09 17 Pedro Londoño

8 Juan de los Santos Cardona 23

8

9

9

9

9

Froilano Toro y José María

Vélez Duque 23

Francisco Robledo, antes de

1874.08.06 28 Paulino García

Marco Antonio Robledo

Gaviria hereda antes de

1874.08.06 29

Lázaro Robledo Gaviria desde

1874.08.06 29

Juan Bautista Henao Cárdenas

desde 1874.06.08

Manuel Montes antes de

1874.04.15

Bibiano Londoño e Inés Toro

desde 1874.04.15

Celestino Velásquez antes de

1872.04.10

Nereo Álvarez después de

1872.04.10

Froilano Toro y José María

Vélez Duque compran una

tienda en 1874.08.06 30 Casa Consistorial

10 Sandalio Orozco Ocampo

Fuente: Ramírez Patiño, Sandra Patricia. Támesis: Nacimiento y formación de un

pueblo en el suroeste antioqueño, 1858-1885. Medellín: Fundación Confiar, 2014,

125.

Otro indicativo de la dinámica económica y social de Támesis lo

ofrece precisamente su fundador, don Pedro Orozco quien entre 1854 y 1885,

realizó 461 actos notariales en Támesis, comprendidos en 105 compras, 345

ventas y 11 permutas de terrenos, casa, piezas o solares en Andes, Anserma,

Caramanta, Jericó, Valparaíso y especialmente en Támesis. A su vez, estableció

relaciones de compadrazgo con sus vecinos al apadrinar a 292 niños entre

1867 y 1885, de igual manera, su esposa doña Rafaela Gómez Trujillo sumó

39


Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local

en total 537 ahijados en el mismo periodo. 8

Los habitantes de Támesis

Habiendo respondido a la pregunta sobre de quién era la tierra, resulta

pertinente indagar por la procedencia de los primeros pobladores, es

cuando cobra importancia otra fuente muy valiosa para esta clase de estudios,

los censos de población.

Como ya se mencionó, a Nueva Caramanta fueron llegando pobladores

atraídos por un pedazo de tierra a cambio de trabajos comunales. En

1843 se contaron allí unos 690 pobladores y en 1851 ya eran aproximadamente

1.100 habitantes, la mayoría de ellos llegados del valle de Aburrá y

del oriente de Antioquia principalmente. Entre los colonos atraídos hacia la

zona del suroeste llegaron a Nueva Caramanta provenientes de Sonsón dos

jóvenes hermanos, Pedro y Mariano Orozco Ocampo. Según el censo de

1843 la familia Orozco Ocampo se encontraba dividida debido al proceso

de colonización del suroeste. Se pudo establecer que para aquel entonces

residían en Nueva Caramanta algunos de los hermanos Orozco Ocampo:

Mariano de 29 años, casado con María Antonia Tascón de 17 años y su

hija Mercedes de un año de nacida. Pedro, soltero de 25 años, Leandro de

23, Epifanio de 17, Manuel Salvador de 4 y Francisca de 31. 9 En Sonsón

permanecían los padres, don Ramón Orozco González y doña María Josefa

Ocampo Zuluaga junto con algunos de sus hijos, Jorge de 10 años, Indalecio

de 8 y Francisco de 6 años. Además de Bernardina de 20 años quien

se encontraba casada con Ramón López. 10 Podría pensarse que las noticias

sobre posibilidades de acceso a la tierra allende el río Cauca los motivó a

8 Archivo Parroquial de Támesis, Parroquia San Antonio, Partidas de bautismo 1867-1885.

9 A.H.A., Censos y Estadística, 1843, Tomo 2692, doc. 3.

10 A.H.A., Censos y Estadística, 1843, Tomo 2690, doc. 15.

40


Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas

dejar atrás su pueblo natal y a aventurarse en búsqueda de fortuna en tierras

nuevas.

Ocho años más tarde, es decir, en 1851 un nuevo censo de población

permitió establecer que para entonces ya la familia se encontraba reunida en

Nueva Caramanta. Según el censo, el padre don Ramón contaba ya con 60

años y se dedicaba a las labores de la agricultura, la madre doña Josefa de

56 años se dedicaba a la costura y residían junto a ellos Epifanio de 24 años

agricultor, Jorge de 19 quien declaró ser comerciante, Sandalio de 16 también

agricultor, Francisco de 12 y Manuel Salvador de 11 años, ambos estudiantes.

El hermano mayor, Mariano de 38 años se dedicaba al comercio,

por su parte, Pedro de 35 años, se dedicaba a la agricultura y se encontraba

casado con Rafaela Gómez Trujillo, costurera de 20 años. Francisca de 42

años, se dedicaba a la costura, estaba casada y con cuatro hijos. Bernardina

tenía 25 años, se dedicaba a la costura, estaba casada y tenía seis hijos. 11 Los

Orozco Ocampo eran una familia dedicada a las labores agrícolas y de comercio,

actividades que les permitió con los años aumentar su patrimonio.

Como ya se mencionó, en 1858 los hermanos Orozco dieron fundación

a Támesis, y el 1864, un nuevo censo de población contó allí 1.097

habitantes y tan solo 3 años después, este número había aumentado a 2.003.

Un incremento demográfico como este no puede explicarse por medio de

un crecimiento vegetativo, es más bien, el resultado de una oleada de migrantes

esperanzados en un pedazo de tierra y en mejores oportunidades de

subsistencia.

El cruce de información derivada de los censos de población de

1843, 1851, 1864 y 1869 permitió establecer la procedencia de 282 personas

radicadas en Támesis entre 1864 y 1885. El 59% de los primeros po-

11 A.H.A., Censos y Estadística, 1851, Tomo 2700, doc. 15.

41


Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local

bladores identificados, vinieron de lugares como El Retiro, Santa Bárbara,

Guarne, La Ceja, Granada, Marinilla, Guatapé, El Carmen de Viboral y El

Santuario. Este alto porcentaje de gentes venidas del oriente se explica porque,

desde la época colonial esa era una sociedad de pequeños propietarios

y al aumentar el tamaño de las familias la tierra ya no era suficiente y un

número apreciable de hijos debió buscar la subsistencia en otras latitudes.

El suroeste que apenas abría sus fronteras a mediados del siglo XIX era un

buen atractivo para esos hombres en búsqueda de oportunidades.

De la provincia del centro, principalmente de La Estrella, Medellín

y Envigado provenían 34 personas, es decir el 12%. Del sur, es decir, de

Abejorral, Sonsón y Salamina se sabe que al menos llegaron 31 personas

que correspondían al 11% y del occidente (Anzá, Ebéjico y Sopetrán) y del

norte (Angostura, Santa Rosa y San Pedro) llegaron un 2% respectivamente.

Llama la atención que de Fredonia llegaran 41 personas, correspondientes

al 14%. Esta cifra podría explicarse por la cercanía y la relativa facilidad

para desplazarse, motivados por la posibilidad de acceder a un pedazo de

tierra.

De estos pueblos llegaron a Támesis muchas gentes que dieron vida al naciente

caserío, fue así como se conformó el pueblo que según el censo parcial

de 1869 contaba con 384 agricultores, 22 artesanos, 6 comerciantes, 4

mineros, 2 ganaderos, 2 curas, 1 fabricante, 1 profesor, 74 estudiantes, 35

sirvientes, 1 transeúnte, 9 administradoras domésticas, además de 1.139

personas sin ocupación establecida, de los cuales una parte importante debían

ser niños y mujeres.

Es preciso señalar que Támesis fue poblado en su mayoría por gente

joven. En 1869, de los 1.678 habitantes, 901 (54%), estaban entre los 0 y 15

años, 629 personas estaban en edades entre 16 y 40 años, lo que significa

42


Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas

que el 34% de la población era apta para realizar cualquier tipo de trabajos

y estaban en edad productiva y reproductiva, factores indispensables para

entender por qué la población tamesina creció rápidamente tanto en lo económico

como en lo demográfico.

Es evidente la utilidad que tienen los censos de población para conocer

y entender la configuración de un lugar y de una sociedad, pues además

de ofrecer datos estadísticos dan cuenta de aspectos sociales y económicos

como, por ejemplo, género, edad, tamaño de la familia, estado civil

y ocupaciones, además indica la residencia o vecindad de un individuo en

un momento determinado.

La erección del Distrito de Támesis

Con el caserío fundado y las tierras repartidas, el 20 de julio de

1864, algunos vecinos de Támesis ─entre ellos Pedro, Mariano Anito y Manuel

Salvador Orozco Ocampo, solicitaron al señor presidente de la Asamblea

Constituyente del Estado Soberano de Antioquia lo siguiente:

Deseosos, pues, de gozar de las ventajas de una pronta administración

pedimos a la H. Asamblea se nos erija en Corregimiento esta fracción,

bien sea que se discuta o se piense en discutir una ley sobre división territorial,

o bien sea que se discuta a este propósito un proyecto especial. Alimentamos

la esperanza de que no seamos desatendidos; al pedir la erección en

Corregimiento pedimos una carga, pedimos una carga que es odiosa; pero

nos resolvemos a pedirla a trueque de conseguir otras ventajas.

Nada pierde la Asamblea, nada arriesga, no viola ninguna garantía,

ningún perjuicio causa al expedir la ley que nos erija Corregimiento.

Nosotros somos los que arriesgamos; désenos pues lo que pedimos que, si

no pudiéremos con la carga, el mismo derecho que nos asiste hoy para pedir

una erección, ese nos queda para pedir después una eliminación. Déjenos

ensayar nuestras fuerzas, que estamos seguros que nuestro ensayo será útil

al Estado. 12

12 “Primicia Histórica” Distritos 6, Medellín. Junio-Julio, 1965, 8.

43


Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local

En consecuencia, el 23 de agosto de 1864 mediante la Ley 13 13 la

Asamblea Constituyente del Estado Soberano de Antioquia erigió a Támesis

como distrito y delimitó sus linderos así: “desde la confluencia del

Riofrío con el Cartama este arriba hasta su confluencia con el río Conde;

este arriba hasta su nacimiento, tomando la cordillera Cartama que separa

las hoyas del San Juan y Conde por esta al alto denominado “Patria”: de

aquí tomando la cuchilla que va a terminar en el morro y peñón de la Torre;

de éste tomando la cuchilla “San Luis”, ésta abajo hasta terminar en las

orillas del Riofrío; éste abajo hasta su confluencia con el Cartama primer

límite” 14 . Fue a partir de esta fecha en la que Támesis alcanzó autonomía y

se le asignó su propia jurisdicción.

Migración de la familia Patiño Restrepo

Al igual que los Orozco, hubo muchas familias que experimentaron

procesos similares de migración a la zona, este es por ejemplo, el caso

de la familia Patiño. Todo parece indicar que el primer Patiño en llegar a

Támesis fue Antonio Patiño Ocampo junto con su familia, provenientes

de La Ceja, pues allí fueron censados en 1851 así: Antonio de 35 años de

ocupación labrador, su esposa Teresa Restrepo Valencia de 26 años y sus

hijos Úrsula de 11, Leandro de 8, Fernando de 6, Cornelio de 4 y María

Genoveva de 3. 15 No es posible establecer la fecha exacta en la que la

familia decidió migrar hacia Támesis, sin embargo, se tiene la certeza de

que en 1864 la familia ya estaba radicada en Támesis en donde se les había

adjudicado gratuitamente como pobladores un terreno en la calle Córdoba

13 A.H.A., Medellín, Constitución Leyes y Decretos, Asamblea Constituyente del Estado Soberano de

Antioquia. Tomo i 380, 1864-1865, 60.

14 A.H.A. Tomo Asamblea. Medellín, 1864.

15 A.H.A., Censos y Estadística, 1851,Tomo 2698, doc. 4

44


Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas

antes de 1875 (ver Tabla 1). 16 Al realizarse el seguimiento a la familia en los

diferentes censos de la época, 1843, 1851, 1864 y 1869 se pudo evidenciar el

proceso de migración de esta familia originaria de La Ceja y radicada posteriormente

en Támesis. (ver Tabla 3).

Tabla 3 Migración y crecimiento de la Familia Patiño Restrepo, 1843-1869

La Ceja

1843

La Ceja

1851 Támesis 1864 Támesis 1869

Nombre

Edad Edad Edad Ocupación

Edad

Observación

Ocupación

Observación

Patiño Ocampo,

Antonio 30 35 46 Agricultor Casado 56 Artesano Casado

Restrepo Valencia,

Teresa 22 26 47

Patiño Restrepo,

Úrsula 3 11 25

Administradora

doméstica

Casada 58 Casada

Administradora

doméstica

Patiño Restrepo,

Leandro 1 8 23 Agricultor

Patiño Restrepo,

Fernando

Patiño Restrepo,

Cornelio

Agricultor

Patiño Restrepo,

María

Genoveva

Patiño Restrepo,

Ismael

Sin nacer

6 18 Agricultor

Casada y

con una

hija 28

Casado

y con 2

hijos 28

Casado

y sin hijos

24

Sin nacer

4 17 Agricultor Soltero 22

Sin nacer

3 15

Sin nacer

Administradora

doméstica

Soltera 20

Sin nacer

12 Agricultor Soltero 14

Agricultor

Estudiante

Casado

con 2

hijos

Casado

con 4

hijos y 2

sirvientes

Casado

con una

hija

Soltero

Casada

sin hijos

Soltero

16 Notaría Única de Támesis, 17 de marzo de 1875, esc. 159.

45


Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local

La Ceja

1843

La Ceja

1851 Támesis 1864 Támesis 1869

Nombre

Patiño Restrepo,

Camila

Edad Edad Edad Ocupación

Sin nacer

Sin nacer

10

Edad

Observación

Ocupación

Observación

Administradora

doméstica

12 Soltera

Fuente: Elaboración propia a partir de AHA, Censos y Estadísticas, La Ceja 1843,

1851, Támesis 1864, 1869.

Varios asuntos se derivan de la Tabla 3, el más evidente es la migración

desde La Ceja en el oriente del departamento hacia Támesis en el suroeste;

en segundo lugar, el crecimiento constante de la familia con el nacimiento

de un hijo cada dos o tres años, la inexactitud en las edades, el matrimonio

y la conformación de nuevas familias a medida que los hijos crecían. Este

es el caso de Leandro, uno de los hijos mayores de la familia, quien contrajo

matrimonio con María del Carmen Naranjo Quiceno, natural de Nueva Caramanta.

Del matrimonio Patiño Naranjo nacieron en Támesis once hijos entre

1861 y 1884 así: Marco Antonio, Heracleo, Jesús María, Juan Pablo, María

de Jesús, Ramón María, Miguel María, Juan de Jesús, Eufrasio de Jesús, Luis

Enrique y María del Carmen. Leandro se ganaba la vida como agricultor y en

1873 se hizo propietario de un terreno en la fracción de Otrabanda por medio

de una compra a Pedro Orozco Ocampo por valor de $160. 17 Al año siguiente

compró a su cuñado Proceso Naranjo Quiceno una acción y derecho sobre un

terreno en el sector de Corozal por un valor de $160. 18 En total, entre 1873 y

1885 compró 22 bienes inmuebles. La propiedad más costosa la adquirió por

17 Notaría Única de Támesis, 29 de dic. de 1873, esc. 279.

18 Notaría Única de Támesis, 30 de marzo de 1874, esc. 23.

46


Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas

compra a Pedro Orozco O. en 1876 por un valor de $640, predio ubicado en

el sector de San Antonio. 19 A Julio Agudelo le compró una casa en el sector

urbano, en la calle del Cabildo por un valor de $88. 20 Todo parece indicar

que la familia prosperó en tierras tamesinas y se convirtieron en miembros

de la élite local, tanto que en 1884 Leandro ocupaba el cargo de Procurador

Municipal. 21

El trabajo con los registros parroquiales y con los censos de población

permitió la recuperación de datos indispensables para conocer individuos y

grupos familiares que configuraron los primeros asentamientos decimonónicos

en el poblado. El valor de las escrituras notariales como fuente para esta

investigación fue fundamental, pues amplió las posibilidades del estudio al

aportar datos exactos sobre la posesión del mercado de tierra durante la segunda

mitad del siglo XIX. Permitió recrear las dimensiones de la fundación

de Támesis, al igual que otros pueblos del suroeste antioqueño, Támesis se

constituyó en una alternativa para muchos hombres y mujeres venidos de

otras latitudes, que vieron en estas tierras posibilidades para ganarse la vida,

formar una familia, una nueva comunidad e incorporar ese territorio a la

dinámica regional. La activación económica de los territorios allende el río

Cauca fue una respuesta a la demanda de tierras y posibilidades de subsistencia

de la creciente población antioqueña, caracterizada por ser una sociedad

de pequeños y medianos propietarios.

19 Notaría Única de Támesis, 30 de julio de 1876, esc. 86.

20 Notaría Única de Támesis, 30 de marzo de 1875, esc. 164.

21 Notaría Única de Támesis, enero de 1884, esc. 4.

47


Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

Fuentes primarias

Archivo Histórico de Antioquia, Medellín Colombia (AHA)

Escribanos de Medellín, 1837.

Fondo Censos y Estadísticas, 1843, 1851, 1864, 1869.

Constitución de Leyes y decretos Asamblea Constituyente del Estado

Soberano de Antioquia.

Notaría 1 de Medellín.

Archivo Parroquial de Támesis, Parroquia San Antonio, 1867-1885

Notaría Única de Támesis, 1865-1885

BIBLIOGRAFÍA

Distritos 6, Medellín. Junio-Julio, 1965

Ramírez Patiño, Sandra Patricia. Támesis: Nacimiento y formación de un

pueblo en el suroeste antioqueño, 1858-1885. Medellín: Fundación

Confiar, 2014

.

Vélez Rendón, Juan Carlos. Los pueblos allende el río Cauca: La formación

del Suroeste y la cohesión del espacio en Antioquia, 1830-1877.

Medellín. Universidad de Antioquia. 2002

48


49


Fredonia, Historia y proceso fundacional

FREDONIA, HISTORIA Y PROCE-

SO FUNDACIONAL

FREDONIA, HISTORY AND FOUN-

DING PROCESS

RESUMEN

El articulo habla sobre los primeros procesos

de colonización y poblamientos

de las tierras fredonitas y la posterior

erección en 1830. El atractivo del territorio,

y sus potencialidades en el campo

de la minería, la ganadería y sus tierras

productivas llevaron al origen de una

gran historia. Cerro Bravo y Guarcitos

fueron los primeros núcleos de poblamiento

desde donde, poco a poco, se fue

expandiendo. Los grandes comerciantes

terratenientes, quienes requerían mano

de obra, incitaron a que se profundizará

la ola de familias que llegaban en busca

de una nueva oportunidad y de la posibilidad

de adquirir un terruño. Fredonia se

convirtió, con el tiempo, en un punto central

de toda la colonización del suroeste

antioqueño.

Palabras clave: Poblamiento, Ganadería,

Cerro Bravo, Guarcitos, Religión,

fundación.

SUMMARY

The article talks about the first processes

of colonization and settlement of the

Fredonite lands and the subsequent erection

in 1830. The attractiveness of the

territory, and its potential in the field of

mining, cattle raising and its productive

lands led to the origin of a great history.

Cerro Bravo and Guarcitos were the first

nuclei of settlement from where, little

by little, it expanded. The large landowning

merchants, who required labor,

encouraged a wave of families to arrive

in search of a new opportunity and the

possibility of acquiring a piece of land.

Fredonia became, with time, a central

point in the colonization of southwestern

Antioquia.

Key words: Settlement, Livestock,

Cerro Bravo, Guarcitos, Religion, foundation.

ANTONIO M.

ESTRADA

SALDA-

RRIAGA

Licenciado en Geografía e Historia. Magíster en Educación y Desarrollo

Comunitario. Doctor en Pedagogía. Presidente del Centro de Historia de Fredonia

.

Email:

antonio.paisa@hotmail.com

Teléfono de contacto: 3117478594

50


Antonio M. Estrada Saldarriaga

FREDONIA, HISTORIA Y PROCESO FUNDACIONAL

Introducción

El surgimiento de Fredonia tuvo por contexto un proceso más amplio que

trasformó la provincia de Antioquia: la colonización de gran parte de su

territorio. Mi pueblo hace parte del proceso fundacional ocurrido en el Suroeste

y en el como en los demás municipios al nacer significó la formación

de una nueva sociedad, provista de sus particularidades y de rasgos afines

a otras localidades. Sus gentes fueron originarias del oriente Antioqueña y

de los poblados de Valle de Aburrá y ellas una vez establecidas erigieron

un lugar que por su ubicación geográfica fue una especie de puente hacia el

poblamiento del interior del Suroeste.

Antes de Fredonia….

Varias décadas atrás las tierras del actual Fredonia ya habían despertado el

interés de personas que no eran propiamente colonizadores sino adquirentes

de extensas propiedades destinadas a acapararlas. Muy probablemente

sus expectativas se refirieron a alguna o algunas de este tipo de posibilidades:

Servían para establecer hatos de ganado venía desde el Valle del Cauca

al mercado representado por la minería antioqueña. 1 Quizás los ojos de sal

de sus quebradas fuesen un recurso valioso y a la vez se viera la posibilidad

de ser tierra promisoria en yacimientos de oro. Pudo acontecer fuese una

posibilidad para beneficiarse de algún camino nuevo y del comercio entre

Antioquia y Popayán.

1 “A partir de los escasos y fragmentarios datos cuantitativos hallados en algunos protocolos notariales y

libros de registros del pago de sisas y alcabalas, sabemos que por lo menos 5.421 vacunos y 1.893 puercos

llegaron al mercado antioqueño entre 1592 y 1603 desde las zonas pecuarias de la gobernación de Popayán

y que más de 6.817 reses y 689 cerdos lo hicieron entre 1617 y 1649. (Castaño Pareja: 2019, 66-70).”

51


Fredonia, Historia y proceso fundacional

Por entonces, la comparación entre población y territorio era inmensamente

desproporcional y los pocos que habitaban estas tierras se encontraban

distantes de los poblados principales de Antioquia. Su capacidad para transformar

la fisonomía natural del territorio era poca hasta que el panorama

empezó a cambiar a mediados del siglo XVIII: se produjo por una determinación

gubernamental, la ampliación significativa de la jurisdicción provincial

de Antioquia. La adición le permitió integrar a su influencia la vasta

región situada del norte de su vecina la provincia de Popayán, una área que

correspondía a la decaída ciudad de Arma e incluía el sitio de Santa Bárbara

y buena parte de lo que hoy es suroeste antioqueño. 2 El hecho coincidió

con una época en la cual economía y la población crecían y ambos desarrollos

implicaron una cierta concentración de los habitantes en dos regiones,

el Valle de Aburrá y el Oriente Antioqueño. Fue en este contexto se inició

el proceso expansivo de la población para colonizar la tierra en varias direcciones.

3 El aliciente de todos fue adquirirla, unos, en su mayoría, por

necesitarla y otros por especular al presentir que se crearía una apreciable

demanda. También motivó el desplazamiento la predisposición gubernamental

para concederla, primero de parte de los gobernantes de la segunda

mitad del siglo XVIII y después los de la época republicana.

En el desarrollo espacial participó una población diversa, incluyó a pobres,

2 El límite fronterizo entre las dos provincias quedó en el río Chinchiná. La modificación pretendió mejorar

el control administrativo debido a que ejercerlo desde la lejana ciudad de Popayán era bien difícil. La

reorganización fue más allá pues incluyó, a nivel neogranadino, a tres gobernaciones, Cartagena, Antioquia

y Mariquita. Ayapel y Guamocó pasaron a ser de la primera, el sitio de Marinilla perteneciente a Mariquita

y su espacio hasta el río Magdalena pasó a Antioquia. No falto mucho tiempo para que en el pujante sitio

de Ríonegro y Llanogrande se acogiera la idea del gobernador Francisco Silvestre de ubicar allí una ciudad,

no nueva sino retomando el privilegio de la deteriorada ciudad de Arma.

3 La coincidencia de la determinación virreinal y el despegue colonizador no quiere decir que el primero

determinó al segundo. Al influjo se adicionó las políticas estatales tendientes a fomentar el crecimiento

económico con la incorporación de nuevas tierras y la acción espontánea de la población.

52


Antonio M. Estrada Saldarriaga

ricos y personas de mediana condición. Como el recurso tierra disponible

abundó, al parecer, todos salieron favorecidos, cada uno según su dimensión.

En particular en el Suroeste los mayores beneficiados fueron los

negociantes de la tierra y se les considera gestores de una “colonización

empresarial”. En esta situación de acaparamiento del territorio estuvo incluido

Fredonia. 4

La especificidad de su proceso

Anota la historiadora Luz Eugenia Pimienta Restrepo que a finales del siglo

XVIII varias áreas básicas del hoy Fredonia, Guarcitos, Poblanco y Combia,

estaban en la jurisdicción de la ciudad de Arma y los herederos del

Alcalde de la ciudad eran los propietarios, junto con dos familias de vecinas

de Anserma y un personaje más dueño de las cabeceras de la quebrada

Sinifaná. Este precedente caracterizaba un modelo de ocupación ambicioso

del espacio inculto y al privatizar la tierra ejercer un dominio excluyente

que continuo en quienes heredaron hasta llegar al siglo XIX y dar inicio a

una época de fraccionamientos de propiedades que se vendían a adquirientes

llegados, de apertura de los montes y de establecimientos de migrantes

pobres. Sus orígenes eran la reciente población de Amagá y los poblados

del sur del Valle de Aburrá. Ya para entonces había haciendas ganaderas,

cacaoteras y productoras de sal en “la zona de Pueblanco” y del río Cauca

(Pimienta Restrepo 2014, 183)”. En esencia, para Pimienta Restrepo el

evolutivo desarrollo del proceso incluyó una fase de larga duración poco

productiva y con pocos protagonistas y desembocó en otra dinámica que

4 Previamente a la llega de colonos hubo propietarios del estilo de Juan Flórez Paniaga el cual, en 1774,

era el dueño de tres leguas en la parte más alta de las laderas de Cerro Bravo, en las cabeceras del Sinifaná.

La concesión la heredó su hijo Carlos Paniagua Maya y en asocio con sus cuñados Gregorio Uribe Mejía

y el doctor Ignacio Uribe Mejía, inició un proceso de apertura de la montaña y allí, el establecimiento de

colonos pobres.

53


Fredonia, Historia y proceso fundacional

precedió al nacimiento de Fredonia.

Su planteamiento coincide con el de los investigadores de la colonización

del Suroeste cuando señalan que fue un poblamiento que estuvo marcadamente

influida por dos corrientes migratorias, la del Valle de Aburrá y la

del Oriente Antioqueño. La novedad de esta historiadora esta en destacar

la importancia de Santa Bárbara en esta última corriente debido a su ubicación

en la vertiente de la cordillera hacia el río Cauca y ella a su vez en

conexión con el altiplano de esa región oriental en expansión. 5

Una evidencia de la progresión migratoria es que en 1812 en el futuro suelo

“fredonita”, se le nombrara un Alcalde Pedáneo para El Cerro Bravo; el

hecho indica que existía un conjunto de habitantes necesarios de ser gobernados.

Así lo consideró el Gobernador creador del cargo y el cabildo de

la villa de Medellín que nombró al funcionario. Según Pimienta Restrepo

mientras esto aconteció respecto a Cerro Bravo en Guarcitos algo semejante

sucedió: en 1814 se le considero como un “Partido”. 6 Así que Cerro

Bravo y Guarcitos fueron núcleos originarios del poblamiento y ambos al

constituirse pasaron a estar más relacionados con Amagá que con Santa

Bárbara, aunque sólo el primero estaba

jurisdicción de Amagá, pues Guarcitos aun pertenecía a Santa Bárbara y se

5 Santa Bárbara se constituyó en puerta de entrada y así como las tierras hasta la quebrada

Sinifaná fueron obtenidas por vecinos de Medellín, las tierras de Santa Bárbara y Guarcitos fueron

adquiridas por vecinos de Arma y Ríonegro.

6 Afirman distinguidos estudiosos, que lo de Guarcitos, tiene mucho que ver con el poblamiento de

trabajadoras familias migrantes que llegaron del Retiro. A ellos se les atribuye esta denominación al

querer mantener el recuerdo de su tierra de origen. No es de extrañarse que familias de apellido Mejía y

Castañeda se enorgullecen de tener sus raíces en las tierras de la prestigiosa libertadora de los esclavos,

doña Javiera Londoño.

54


Antonio M. Estrada Saldarriaga

demoró hasta 1828 para cambiar. 7

La incidencia del factor religioso en la relación entre un lugar principal,

la sede de la Parroquia, y otro secundario se ajustó al mejor acomodo

posible un entorno de lugares habitados a los cuales suministró asistencia,

consistente en que el Cura Párroco delegó en eclesiástico auxiliar desplazarse

a la periferia a atender las necesidades de la feligresías respectivas.

Es decir, el servicio espiritual en Cerro Bravo llegó desde Amagá y se

presiente que en Guarcitos desde Santa Bárbara o la ciudad de Arma 8

Sinifaná, Cerro Bravo, Guarcitos, Combia e Isletas de Túnez eran cinco

sitios escogidos por los migrantes para establecerse. Ninguno regia a los

demás y los habitantes eran insuficientes encada uno para constituir un

poblado que fuese reconocido oficialmente. Comenzaron así las gestiones

para lograr una unidad entre sí a partir de establecer un pueblo. Al censarse

los habitantes para mostrar al gobierno central y la Iglesia que existía

población suficiente, ella ascendió a 2.142 habitantes.

Cada lugar era un pequeño núcleo campesino apartado y juntos eran tantos

que superaban a poblados reconocidos antes por las autoridades. El

paso inicial fueron las declaraciones juradas sobre la conveniencia ante

las autoridades centrales e indicar cómo dividir el territorio perteneciente

a Amagá. Así los testimonios definieron puntos esenciales:

El conocimiento de las montañas y parajes, la distancia entre Amagá y

7 El interés por las tierras de Amagá se había presentado desde finales del siglo XVIII, cuando fueron

adjudicadas varias mercedes de tierras a visionarios de su valorización y al mismo tiempo ocurrió la llegada

de pobladores necesitados. Unos y otros integraron una nueva comunidad dinámica en crecimiento que

hizo presentir las colonizaciones futuras (Campuzano Cuartas, 1985, 278-308).

8 El 30 de septiembre de 1829, el Presbítero José María Montoya Correa cura de Amagá, certificó a los

vecinos de Guarcitos, Túnez, Cerro Bravo, Combia y Sinifaná, de renuncia de dicho curato, para que los

vecinos de los 5 parajes pudieran tramitar la erección de uno nuevo.

55


Fredonia, Historia y proceso fundacional

los asentamientos a través de pésimos caminos. 9 La implicación religiosa

de esta dificultad, sobre todo en invierno que con la lluvia hacía crecer las

aguas, causa por la cual era difícil que los sacerdotes se desplazaran a administrar

los santos sacramentos a tantos infelices que moraban en esas montañas.

La garantía de ser capaz de aportar lo suficiente para el sostenimiento

del Cura Párroco, ello sin perjudica al curato de Amagá al que le quedaban

muchos feligreses y aliviando las muchas responsabilidades que este tenía.

No menos indispensable fue establecer los linderos de la nueva jurisdicción

y la calidad de la tierra, su amplitud, su adecuación para la cría de ganado,

la existencia de explotaciones mineras en Combia, de ojos de sal en las quebradas

y buenas maderas.

Al llegar las declaraciones al Gobernador y otros documentos de respaldo,

en ese entonces el coronel José Manuel Montoya los admitió y pasó al

obispo Fray Mariano Garnica para que le diera su concepto. Inicialmente el

Obispo rechazó la solicitud, pero pronto cambió de opinión ante la presión

de reiteradas insistencias de los interesados. El 18 de agosto de 1830 dio su

aceptación, luego de que los vecinos notables de Guarcitos se comprometerse

a ajustar lo que faltara para el sustento del señor cura de Amagá.

El decreto canónico creó la parroquia de Guarcitos y la aprobó el 2 de octubre

el Presidente de la República, el General José Rafael Urdaneta, militar

venezolano nacido en Maracaibo. Por último, el Intendente Alejandro Vélez

decretó que existiese Fredonia como distrito un nuevo Distrito Municipal.

9 Guarcitos a poco más o menos cuatro leguas y lo mismo de Cerro Bravo; Combia a seis leguas, Sinifaná

a tres y de Isletas de Túnez a Amagá de 10 a 12.

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Antonio M. Estrada Saldarriaga

Fotografía 1: Al pie del Cerro Bravo, nació Guarcitos, el primer poblado con Juez Pedáneo

como autoridad. Foto de Héctor Peláez A. Miembro de Número del Centro de Historia.

Dos aspectos incluyó el Intendente, primero los límites que fueron éstos: de

la embocadura de la quebrada Sinifaná en el Cauca, río arriba a la embocadura

de la quebrada Puebloblanco, ésta hasta su nacimiento en el Alto de

San Miguel, de él a la cabecera de la quebrada Sinifaná y de ella a la embocadura

en el Cauca, primer lindero. El segundo, delegó la escogencia del

lugar donde se hará la población a comisionados y que eligieron La Mesa

del Obispo.

El territorio difirió en su topográfica y clima y así se había escogido por

los colonos asentados en él. Su conformación nada uniforme fue inevitable

porque la geografía no ofreció otra opción al carecer de valles y sabanas. En

57


Fredonia, Historia y proceso fundacional

compensación la tierra era buena y esto fue fundamental. De algún modo

debió existir un consenso entre los que habitaban lugares poblados para

elegirse el sitio del nuevo lugar, el acuerdo lo propició los comisionados

quienes definieron un terreno que no era público sino privado. Su propietario,

Cristóbal Uribe Mondragón, junto con un Prefecto acordaron que el

dueño cediera 8 cuadras y media de tierra y allí se hiciera la iglesia, la plaza,

el cementerio, cárcel y la casa del Señor Cura. Lo que sobrara, se debían

vender a los que quieran poblar el lugar, y el producto aplicarlo para la

construcción de la iglesia y la cárcel.

Por lo anterior el surgimiento de Fredonia se atribuye a Cristóbal Uribe

Mondragón y José Antonio Escobar Trujillo. Ambos fueron determinantes;

representaron los intereses de los pobladores ante el gobierno de la provincia

y la Iglesia y escogieron el lugar y el primero cedió el lote donde

se construyó el poblado. No obstante su papel requiere matizarse: en toda

fundación existieron personas que desempeñaron papeles semejantes y no

por ello se les llaman los fundadores de un lugar. Tras ellos estuvo los que

iban a residir presentes como un esfuerzo social integrado.

De la infancia de Fredonia a su prestancia

Pronto, recién fundada Fredonía surgió la primera escuela y hubo un primer

dato estadístico sobre la industria pecuaria existente: 1.000 cabezas de ganado

vacuno, 1.500 de caballar, 80 mulas, 6 asnos, 1.600 cerdos y 20 ovejas.

Las cifras por su magnitud hablan por sí solas sobre un lugar próspero. Más

eso mismo hacia que la iglesia ya no fuera adecuada y que Gobernador

decretase que se hiciera.

58


Antonio M. Estrada Saldarriaga

Fotografía 2: La imponencia del templo, de la Parroquia Santa Ana y el homenaje a la Chapolera,

con la escultura del artista Guillermo Sánchez Betancur.

En sólo cinco años de existencia, los habitantes habían aumentado notoriamente;

eran 1.372 en 1835 contra 2.142 en el año 1830 (Ramírez Bacca y

González Toro, 2010, 136). A más de los recién nacidos la explicación fueron

los recién llegados. Este factor, mucho después, hizo que Manuel Uribe

Ángel, llamara a Fredonia un “cuartel general” desde donde se produjo la

conquista del “bosque, las fieras y el clima” a fin “de alcanzar la victoria

civilizadora del Suroeste (Uribe Ángel, 1985, 159). En efecto, la migración

no paró e influyó la fama de que desde allí partiría un extenso camino de

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Fredonia, Historia y proceso fundacional

penetración hacia la tierra por abrir. Era el de Caramanta, una vía esencial

para cruzar la selvática y ardiente rivera del río Cauca y llegar a la promisoria

tierra del oro de Supía y Marmato. Muchos trabajaron en la obra y

muchos la transitaron. No es casual que de él se anotase: “La construcción

del camino (…) motivó el poblamiento de los predios aledaños a la vía y

permitió la configuración de núcleos poblacionales en ese espacio intermedio

(Vélez Rendón, 2002, 25).”

Si por Fredonia cruzaron muchos, lo motivo el estímulo de quienes Roger

Brew llamo “comerciantes terratenientes” que dominaron el escenario colonizador

de la región. Ellos ilusionaron con promesas de adquirir la tierra a

cambio de trabajarles. Eran dueños propiedades inmensas valorizadas con

el poblamiento y el nacimiento de los poblados. Básicamente, la apertura

de la frontera virgen fue su negocio y establecer los colonos no fue nada

contrarío a sus intereses. 10

¿Qué rasgos se conocen de los primeros habitantes? Dos historiadores se

han analizado los censos de 1835 y 1843, donde los totales de población

fueron 3.372 y 4.719 habitantes respectivamente (Ramírez Bacca y González

Toro, 2010). Entre los rasgos que destacaron están los siguientes.

Para el primero de estos años, 1835, el 57% de la población tenía menos

de 16 años y el porcentaje rebajado al 52% ocho años después. El rasgo

es diciente: refleja la juventud del vecindario, una condición esencial para

afrontar el duro reto de colonizar y resistir el riesgo de las enfermedades y

accidentes, bien factibles en medio de una naturaleza incipientemente inter-

10 Escribió Brew: “La migración, la colonización y la creación de una clase campesina de pequeños

propietarios fue fomentada en el suroeste por los mismo grandes propietarios y duró, por lo menos, hasta

los años ochenta. Para entonces éstos habían logrado en gran parte su propósito original de conformar una

reserva permanente de mano de obra que, mantuviera transitables los caminos. (Brew, 1977, 177).

60


Antonio M. Estrada Saldarriaga

venida. De uno a otro censo el número de familias aumento al pasar de 517

a 719. O sea, se presentó un ciclo de expansión rápido, una situación que

denota la diferencia entre los que comenzaban unas condiciones de vida y

los que estaban allí. Nótese que existía una especie de micro-sociedad incipiente,

donde existió la receptividad y el rechazo. El proceso organizativo

precario necesitaba tiempo para estabilizarse, mientras tanto debieron las

imposiciones de los fuertes sobre los débiles tuvieron poco control.

Para apreciar la cohesión social que llegó a crearse, el referente es el historiador

quien investigó la situación de los poblados “allende el río Cauca”.

Lo que allí encontró es esta caracterización. Se formaron dos sectores un

grupo social privilegiado, la élite, articulada por nexos horizontales y una

base social que se relacionó con ella mediante conectores verticales de paternalismo,

obediencia y control, además de enlaces económicos (Vélez

Rendón, 213-225). Este esquema requiere constatarse respecto a Fredonía,

pero por ahora es el único referente de apariencia más viable debido al contraste

de riqueza y nivel social entre los que se consideraran los fundadores

del pueblo y los demás.

61


Fredonia, Historia y proceso fundacional

BIBLIOGRAFIA

Brew, R. (1977). El desarrollo económico de Antioquia desde la Independencia

hasta 1920. Bogotá, Banco de la República.

Campuzano Cuartas, R. (1985). Fundaciones de Yarumal, Sonsón, San

Carlos y Amagá. (Trabajo de Grado de historiador). Medellín, Universidad

de Antioquia.

Castaño Pareja, Y. J. (2019). Eslabones del mundo andino. Comercio,

mercados y circuitos pecuaríos en el Nuevo Reino de Granada y Audiencia

de Quito 1580-1715. Medellín, EAFIT.

Ramírez Bacca R. y González Toro S. B. (2010). Sociedad, trabajo y población

en Fredonia (Antioquia), 1830-1852. Una perspectiva demográfica

y socio-económica según los censos y padrones. Historia y Sociedad,

18, 129-148.

Pimienta Restrepo, L. E. (2013). Colonización en el suroeste antioqueño

(1750 – 1870): Titiribí y Fredonia, una comparación de dos procesos de

colonización. Medellín, Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín.

Pimienta Restrepo, L. E. (2014) La puerta de entrada de la colonización

al Suroeste desde el Oriente Antioqueño: Santa Bárbara y Fredonía. En:

Oficio de historiador. Enfoques y prácticas. Medellín, Universidad de

Medellín-ProAntioquia.

Uribe Ángel, M. (1985). Geografía general del Estado de Antioquia en

62


Antonio M. Estrada Saldarriaga

Colombia. Medellín, Secretaría de Educación y Cultura de Antioquia.

Vélez Rendón, J. C. (2002). Los pueblos allende el río Cauca: La formación

del Suroeste y la cohesión del espacio en Antioquia, 1830-1877.

Medellín, Universidad de Antioquia.

63


El surgimiento de Turbo

EL SURGIMIENTO DE TURBO

RESUMEN

Para considerar cómo fue fundado

Turbo se ha tenido en cuenta los hechos

que dieron origen y su presencia

en el Golfo de Urabá y Bajo Atrato. Interesó

la circunstancia que propició la

conversión de un caserío en un poblado

oficialmente instituido con alcance

internacional a pesar de su pequeñez.

Para contextualizar el curso histórico

que precedió el acontecimiento se

hace un muy rápido recorrido en que

se destaca un largo pasado respecto a

la presencia del hombre en la región.

Finalmente, se presentan algunas evidencias

que ilustran las causas del

dinamismo de Turbo en los años siguientes

a su creación.

Palabras Clave: Indígena, Colonización,

Urabá, Atrato, Caucho

THE RISE OF TURBO

SUMMARY

In order to consider how Turbo was

founded, the facts that gave rise to it

and its presence in the Gulf of Urabá

and Bajo Atrato have been taken into

account. The circumstances that led

to the conversion of a hamlet into an

officially established town with international

scope despite its small size

were of interest. In order to contextualize

the historical course that preceded

the event, a very quick tour is

made, highlighting a long past with

respect to the presence of man in the

region. Finally, some evidence is presented

to illustrate the causes of the

dynamism of Turbo in the years following

its creation.

Key words: Indigenous, Colonization,

Urabá, Atrato, Rubber.

FERNANDO

KEEP

CORREA

64

Historiador nato del Distrito de Turbo, salvaguarda de la historia de toda una región

a través de la inmortalización de los sucesos y hechos históricos en sus textos.

Ha sido galardonado con el Pisingo de Oro, máxima condecoración que entrega

el Distrito. También fue concejal de Turbo, dirigente deportivo, patrocinador y

director técnico del primer equipo de fútbol infantil de Turbo que marcó la pauta

hacia el profesionalismo de la juventud turbeña en este deporte. Fue docente en la

Escuela de Computación y Sistemas (ECOSISTEMAS)Cofundador y presidente

del Centro de Historia de Turbo., adscrito a la Academia de Historia de Antioquia,

Autor de la Monografía de Turbo y de la Monografía de Urabá. Director de la

Revista Huellas Turbeñas.

Email: fernando.keepcorrea@hotmail.com


Fernando Keep Correa

EL SURGIMIENTO DE TURBO

Introducción

Turbo se encuentra ubicado en una amplia y calurosa planicie marítima

y fluvial del Golfo de Urabá y de la desembocadura del Atrato. Su nombre

esta asociado a la fuerza y la vitalidad de la naturaleza cuando en ella

se presentan los fuertes chubascos con descargas eléctricas y vientos muy

comunes en época de invierno y sus habitantes dicen que ha ocurrido una

turbonada. Más distante es la relación de su nombre con la palabra inglesa

Waffe que las gentes pronuncian mal al decir Wharf. Ella traduce embarcadero

o pequeño muelle. Al unirse los dos sentidos, queda claro que ha sido

un poblado inmediato al mar, sometido a las eventualidades del tiempo.

Bien puede decirse desde muchos siglos antes de existir cuando se produjo

los movimientos del poblamiento de Suramérica esta condición natural

estuvo presente.

Corrobora tan lejana referencia el hallazgo de puntas de proyectil de piedra

en zonas como Bahía Gloria cerca de las bocas del río Atrato y que en

ámbito del saber arqueológico exista la denominación “Complejo Cultural

de Urabá”, relativa a una amplia área de dispersión que se extiende hasta el

Golfo de San Miguel y Río Bayano en Panamá y hasta el Alto y Bajo Sinú. 1

¿Hace cuánto han habitado los Tules la costa Norte del Istmo de Panamá

desde el Golfo de Urabá hasta donde hoy está situada la ciudad de Colón?

La respuesta es tan incierta que admite la imaginación: “Una vieja leyenda

los hace descender de los famosos Tules, la raza que pobló el desaparecido

1 Las evidencias son abundantes, únicamente en la margen oriental del Golfo se han encontrado grandes

acumulaciones de conchas de molusco con cerámica modelada incisa, objetos líticos y restos óseos de fauna,

además de entierros humanos y fogones en Necoclí y en el Estorbo (Turbo), entre otros.

65


El surgimiento de Turbo

continente de la Atlántida (Fernández Gómez: 1991).”

Imagen 1: Indigena Caribe

Cuando llegaron al Caribe los conquistadores españoles, bien se sabe que

sus primeros tanteos de lo que era Suramérica, Golfo de Urabá fue un lugar

prioritario. De ello dejó más de uno su crónica, por ejemplo el italiano Pedro

Martín de Anglería, que sin haber visitado nunca las Indias Occidentales

supo de ellas e hizo la siguiente descripción cómo estaba habitado el golfo:

(…) en la primera frente que se entra en el mar, en cuyo trecho dijimos

que tomó tierra Hojeda, hacia el ángulo, a nueve millas, está el

pueblo Caribana, llamado Fueteracá; a tres millas de él cae el pueblo

de Urabá, del cual se cree que tomó nombre todo el golfo, porque en

algún tiempo fue cabeza del reino; a seis millas de ese pueblo está

Feti, y a nueve millas de Feti, Zerema; a doce millas de él, Sorache.

Estos pueblos los encontraron los nuestros llenos de gente (…) (Anglería:

Pedro Mártir de Angleria. Dec. III, Lib. X, cap. II)”.

66


Fernando Keep Correa

Y Alonso de Ojeda se quedó con Nueva Andalucía entre el Cabo de la Vela

y el Golfo de Urabá, y Diego de Nicuesa con Veragua o Castilla de Oro

desde el Golfo de Urabá hacia el Occidente hasta el Cabo Gracias a Dios.

Es decir el golfo visto como un punto de corte de dos jurisdicciones destinadas

a ser usufructuadas. Poco después surge San Sebastián de Urabá,

primer poblado construido por los españoles en tierra firme americana precedido

por las cabalgadas costeras de saqueo y esclavización de indígenas

para llevar a Santo Domingo. El acoso de los indios y sobre todo el pánico

que tenían a las flechas envenenadas, mantenían a los colonos prisioneros

en su propia fortaleza, allí tienen que refugiarse, donde heridos, como dice

Las Casas: “Rabiando morían”. Y allí estuvo el bachiller Enciso y Vasco

Núñez de Balboa que invadieron el pueblo “Darién” y fundando, según el

primero, a Santa María de la Antigua del Darién, en el oeste del Golfo y su

interior. Y poco después, otra fugaz fundación de denominación pintoresca:

San Sebastián de Buenavista.

¡Y luego que aconteció? Que los conquistadores perdieron su interés por

Urabá a cambio de preferir las conquistas del interior. Cuando en el

año 1.569 Andrés de Valdivia fue nombrado primer Gobernador y Capitán

General de Antioquia, supuestamente incluyó el Mar del Norte, pero no

se llegaba a él por tierra sino por rio Magdalena. De esa región distante

del golfo se tiene el dato según el cual una cédula real dio el título de Año

1.620 dio el título de Gobernador y Capitán General de la Provincia de

Urabá “a don Francisco Maldonado. Se presiente que fue una determinación

tendiente a resguardar el golfo de los piratas y filibusteros y se ignora

que tanto se pudo hacer y desde dónde. Según fray Pedro Simón quedó

determinado que Urabá no perteneciera a la provincia del Darién, ni a la

gobernación de Cartagena, ni de Antioquia, como se pretendía de ambas

67


El surgimiento de Turbo

partes (Simón: tomo V)”. Igual es una incógnita sí esa provincia subsistió

hasta 1786 cuando aparece un último gobernador, don Andrés de Ariza en

1786 a quien se le había encargado construir varios fuertes.

El gran problema que perduró fue no tenerse asegurada la navegación por

el rio Atrato y el golfo en los siglos coloniales. En especial en el XVIII la

situación parece más difícil: “(…) mientras no esté asegurado el Darién y

resguardadas las Bocas del Atrato (…) tampoco lo estarán las provincias

del Chocó de los insultos de los enemigos de la Corona; no dejarán de extraerse

la mayor parte de los Oros que se produzcan en aquellas Provincias

(Silvestre: 1968, 41).” Sí, el control gubernamental de Uraba del siglo

XVIII fue un reto y Francisco Silvestre no encontró otro recurso que sugerir

el siguiente para dominar estas fronteras donde estimaba que existían

1.500 “Yndios Gentiles” fraccionados en “parcialidades”: establecer poblados

cercanos “con destacamentos a corta distancia” para la defensa y así

“(…) irlos cercando y estrechando y aun escarmentando y acometiendolos

sin atención ni miramiento algunos a cualquier leve daño que cometan

como apóstatas de la religión y del Estado, como enemigos crueles y malos

vecinos (…) (Silvestre: 73)”. En particular, durante el mandato del arzobispo-virrey

caballero y Góngora. Dos acontecimientos datan de entonces;

en 1783, según el Atlas de Uraba, “la Corte española había ordenado la

reducción o extinción de los indios de Urabá (Loic Menanteau: 2007, 66)”.

El poblamiento de Turbo

Turbo nace no oficialmente como un caserio desde principios del siglo XIX

debido a un proceso espontanea en el que unos cuantos pobladores habitaron

las orillas de un caño que atraviesa hoy el casco urbano del municipio y

que hasta hace varios años era el principal brazo del río Turbo cuando este

68


Fernando Keep Correa

surtía sus aguas a la bahía Pisisí. Quienes allí llegaron venían del Cauca,

del Chocó y de ámbitos caribeños bolivarenses y arrastraban tras de sí las

dificultades que experimentaban en sus regiones de origen. Algunos no

estaban tan distantes del nuevo lugar a ocupar tales como los últimos que

por el mar desde Cartagena se comunicaban con Quibdo a través de un

cruce comercial y otros que tenían por su actividad económica recorrer en

botes a vela las costas del norte de Urabá cazando tortugas. 2 A todos les

interesó realizar sus expectativas: acceder a una tierra virgen proximidad al

mar, provista de recursos; disponer de amplios espacios de selva para abrir

si así lo requirieran; pescar y utilizar los caños, ríos y quebradas donde la

naturaleza les brindaba amplias posibilidades; acceder a la tagua y el caucho

negro y las maderas como riquezas valiosas; aislarse de los peligros

representados por las guerras. 3

Estos pobladores no indígenas eligieron por lugar el golfo en su constado

oriental en su parte media, una zona al otro lado de él con el mar de por

medio con la extensiva y numerosa presencia de los pueblos de la nación

cuna. La zona estaba precedida por una especie de conquista debido al éxito

del gobierno virreinal sobre parte de los grupos cunas después de duras

choques bélicos. 4 Esta circunstancia permitió la ocupación por parte de la

2 Así fue descrita su intervención: “Desde 1820 caribeños de la isla de Barú dedicados a la caza de tortuga

que abundaban por los lados del Cerro del Aguila, venían en botes a vela y levantaban sus ranchos en las

costas y luego de recoger el carey volvían a sus lugares de origen. Actividad que continuó por más de un

siglo (INER: 1997, 14).”

3 En las inmediaciones estaba el Caño de Chucunate, hoy día un sector de la población inmediato a la

quebrada que luego se llamó Las Delicias. Su nombre proviene de los indios Chucuna, una comunidad

fiera según la memoria oral de Toribio Cuadrado. Agustín Quejada igualmente menciona que el ex alcalde

Roque Viera llamó a los pobladores de este sector de Turbo Los indios Chucunate, comparándolos por su

agresividad con una tribu antropófaga del Darién Panameño.

4 Al respecto escribió Luís Fernando González Escobar que la reducción de “la frontera cuna” le

permitió a la española llegar a “gran parte del Atrato”, proyectarse al Darién 2y establecerse en Urabá.

San José de Murrí, sostiene, que al consolidarse fue la base desde donde se intervino hacia el norte

69


El surgimiento de Turbo

población no indígena y también de otros si indígenas, los chocoes que

habitaban el bajo Atrato.

Ubicarse allí en medio del golfo significó estar al tanto de su dinámica

mercantil, en particular la oportunidad de sacar dividendos de ella así fuese

modestamente. Por ejemplo, se podría aportar el trabajo de acerrar y disponer

las maderas más apreciadas de la selva que los comerciantes ingleses o

franceses necesitaban y con lo recibido adquirir sus mercancías. Se podría

explorar en busca de la riqueza aurífera en los ríos, ¿acaso así no habías

surgido sitios como Pavarandó, Beberá y Murrí en donde convivían blancos,

mestizos mulatos zambos, esclavos e indígenas?

Imagen 2: Óleo de Chucunate, autor: Jorge Cortés Valenzuela (q.e.p.d.)

El nuevo caserío del golfo permaneció sin nombre hasta que lo adquirió en

la década de 1840. Fue determinante en tener identidad su ubicación central

en el golfo, un escenario de salida del Chocó hacia el mar y de entrada

desde éste para el comercio y el contrabando. Aconteció que el gobierno

(González Escobar: 2011, 174-175)”.

70


Fernando Keep Correa

naciente de la republica neogranadina estaba sujeto a los ingresos derivados

de gravar su comercio externo y en un espacio a sí requirió ubicar

en el mejor sitio posible una dependencia fiscal que interviniese el tráfico

ilegal y recaudase los derechos aduaneros. Las existentes previamente a él,

en la época de la República de Colombia o llamada gran Colombia también,

estaban ubicas en los puertos principales de la costa Caribe y ahora

entendió la necesidad de ampliar su cobertura. Una nueva había surgido

desde hace algunos años de una Aduana en Matuntugo, pero una de las

bocas del Atrato pero no era el lugar adecuado. Las opciones fluctuaban

entre Quibdo, un poco más abajo del curso medio en el rio y al frente de

las desembocaduras en el golfo (Laurent: 2008, 160-165). La deliberación

estaba afectada por el desconocimiento geográfico de la zona en el alto gobierno,

los costos, los intereses comerciales, las consultas y las opiniones

de prensa. Finalmente, un decreto ejecutivo dispuso el traslado y el caserío

que se llamaría Turbo fue la nueva sede de la Capitanía y un Resguardo,

dos dependencias que alteraron su fisonomía de un precario asentamiento

de gentes sin importancia para el gobierno.

En el gobierno de Antioquia el cambio no fue bien recibido y de tras de él

estaban los grandes comerciantes vinculados al comercio exterior. Quizás

apreciaron la ubicación como muy distante de su radio de injerencia, tal

vez les convenía que estuviese en el curso medio del Atrato. De todas maneras

en su propio territorio no estaría sino en la provincia del Cauca, antes

de que admitiera de ella que de él, se desprendiera la espacialidad asignada

a la nueva provincia del Chocó. Indica el desagrado la protesta, el oficio

que el Concejo Municipal de Santa Fe de Antioquia dirigió al Presidente

de la República donde “sostenía que no debía de ninguna manera perju-

71


El surgimiento de Turbo

dicar el derecho histórico del Departamento a la Costa de Urabá (Gómez

J.A.: 1952, 738)”. Su argumento al hablar de “el derecho histórico”, debió

ser referido a que por Urabá había comenzado la conquista de su territorio

en el siglo XVI. Al dado de este argumento y soterradamente estuvo la

intensión de quienes practicaban el comercio ilegal del oro y las importaciones,

los cuales se presiente eran bastantes en el gremio mercantil.

Otro aspecto digno señalarse por ser un cambio cualitativo del caserío

“turbeño”, consistió en que en el año 1.839, se asignaron trescientos pesos

anuales para el sostenimiento de un doctrinero. El significado que se puede

atribuir a este acontecimiento consiste en ser un aliciente para que la Iglesia

estuviese en él. El valor de la suma de dinero debió ser alto, suficiente

para que algún sacerdote estuviera dispuesto a permanecer en un lugar tan

apartado y precario. Se nombró un padre de apellido Ochoa y “se duda si

realmente viajó (Sayago Guerrero, F.: 1988)”. Así no lo hubiera hecho, ya

estaba establecido el criterio según el cual la presencia estatal debía estar

al lado de la asistencia religiosa. El complemento de fuerzas sería bien

necesario, así se presintió, en el campo organizativo y regulador de una

naciente comunidad fronteriza y apartada.

Y luego no tardó la fundación oficial, producida el 28 de agosto de 1840.

La ordenó un decreto del presidente José Ignacio de Márquez, quien como

estímulo y de acuerdo a una política aplicada a veces cuando se autorizó la

creación de un lugar, Turbo recibió ocho mil fanegadas de tierras baldías.

La medida, se suponía, fuese un medio para fomentar la colonización, obtener

ingresos y desarrollarse entregando predios a colonos.

72


Fernando Keep Correa

Nótese la particularidad de Turbo: el suyo tuvo un origen previsto en parte

por los habitantes del lugar y sobre todo por la necesidad gubernamental

de tener en el golfo un poblado formalizado previsto para regular

en lo posible el tráfico comercial y su ilegal. Existe un personaje que

se menciona en el decreto gubernamental como el vocero de un grupo

solicitante, pero es desconocido y de nombre singular: don Baltasar de

Casanova. Como no se sabe más de él el campo de la especulación queda

abierto: ¿Sería un funcionario de aduanas?, ¿un comerciante? ¿Un vecino

del caserío? ¿Qué intereses pudo tener? El apellido Casanova es propio

de un criollo neogranadino.

Seis años después Turbo se convirtió en un Distrito Parroquial. Es decir

la sede un cura párroco que administró espiritualmente una feligresía de

un amplio espacio en el cual se formarían con el tiempo otros pequeños

lugares. La aprobación conjunta entre la Iglesia y el gobierno siguió la

tradición de dos poderes unidos en el que el último tenía voz y autoridad

para crear parroquias e incidir en el sostenimiento de su eclesiástico. La

Iglesia intervino representada por la Diócesis chocoana de Quibdó, quien

incluyó la parroquia en la jurisdicción de Murrí. La presencia del religioso

implicó la tarea colectiva de construir el templo, es decir movilizar a

los habitantes a este esfuerzo.

Los límites de la jurisdicción turbeña fueron acordados en el decreto de

creación de la parroquia por el entonces presidente neogranadino Tomás

Cipriano de Mosquera. Éste dispuso que fuesen “los mismos del partido

de Turbo, con excepción de las islas Mulatas que pertenecen a otra sección

política de la República”. El artículo tercero de su decreto agregó:

73


El surgimiento de Turbo

“El gobernador del Chocó dictará sus providencias para la completa organización

del nuevo distrito, conforme a las leyes de administración parroquial,

y demás que sean aplicables”. Por último, el artículo cuarto dispuso

que el decreto se le comunicara a la Diócesis para que organizara la nueva

Parroquia y definiera su alcance espacial igual al político.

Turbo se expande

Hubo motivos suficientes para ello. En el aspecto comercial lo corrobora

este referente de apariencia insólita: Los Estados Unidos consideró que

necesitaba en Turbo tener un consulado y en el año 1852 nombró a Antón

Michler. El personaje llegó a instalarse en un poblado tan pequeño que

tendría, según escribió, alrededor de 230 habitantes. A pesar de su pequeñez

y precariedad no se sintió inconforme y sí más bien complacido

por su ambiente natural; anotó en sus papeles: “El tiempo era delicioso

y encantador en extremo, los días casi siempre claros y cómodamente tibios;

las noches siempre frescas y refrescantes” 5 El cónsul no era el único

foránea, existía también un inglés comprador de caucho Michler, 2016)”.

Vale la pena resaltar el contexto de la presencia de los dos extranjeros.

Allí estaban por representar a países foráneos dispuestos a incidir con

su presencia en la dinámica del golfo de Urabá, debido a su importancia

geoeconómica y política. Eran años en que internacional y nacional se

consideró urgente la construcción de un canal interoceánico que uniera

los océanos Pacífico y Atlántico para facilitar un comercio internacional

creciente. Por ello el pequeño Turbo atrajo las miradas y comenzó a

adquirir importancia como un lugar propicio para suministrar materias

primas naturales selváticas destinadas a industrial en las economías avan-

74


Fernando Keep Correa

zadas del siglo XIX.

Una faceta más: Ocurrió un auge de la exploración de Urabá como un

territorio factible para para la construcción del canal. Con este propósito

en el año1876 dos geógrafos franceses recorrieron la región Fueron

Luciano Napoleón Bonaparte Wyse y Armando Reclus quienes muy seguramente

estuvieron en Turbo. Es de destacar que Wyse representó

a Francia en la negociación con el gobierno de los Estados Unidos de

Colombia y se firmó un acuerdo con el Presidente Salgar para que se

hiciese el canal.

Imagen 3: La aldea de Turbo en 1870, ilustración anónima.

Caucho, Tagua y bullerengue

Unas décadas después de ser fundado, Turbo atrajo la migración durante

el auge de la extracción del caucho y la tagua. El rasgo característico de

la situación que la llegada de una determinada cantidad de población,

75


El surgimiento de Turbo

en su mayoría migrantes del sur de Bolívar, hoy día los departamentos

de Córdova y Sucre, consistió en no ser una población que se retirara al

pasar los ciclos económicos. Al convertirse en residentes estables expandieron

la ocupación de la tierra, en particular, colonizaron el río León

y sus afluentes: Juradó, Guapá, Bujíos, Chigorodó, Vijagual, Churidó,

Apartadó, Riogrande y Micuro. La avanzada colonizadora dio lugar a la

fundación de los más importantes campamentos de caucheros y tagüeros.

Imagen 4: Caucheros y tagüeros

Los bolivarenses se convirtieron en la mayor cantidad de habitantes de

esta zona y su presencia precedió a otras dos migraciones, la chocoana

y la antioqueña. Culturalmente implantaron tradiciones y costumbres,

tal como “El Bullerengue”, primer aire musical no solo de Turbo sino

de toda Urabá. También implantaron la conmemoración del once de noviembre

de 1809, fecha en que fue declarada la Independencia de la

Provincia de Cartagena del dominio español.

76


Fernando Keep Correa

Conclusión

La explicación sobre el surgimiento de Turbo ha indicado su singularidad

respecto al común de los poblados antioqueños. Nace en una región con

largos antecedentes en su trajinar histórico. Lo admite un gobierno que

hacía poco estaba establecido, al romperse la estructura creada por la

constitución de Cúcuta en 1821. Procedió a convertir un caserío en una

población formal y la apoyó para tener una mayor presencia en el Golfo

de Urabá. Igualmente, experimentó un impulso notable años después debido

a sus riquezas forestales y bióticas.

En este transcurso aún no estaba articulado a Antioquia pero sí al Chocó,

de donde procedieron nuevos habitantes que establecidos se compenetraron

a la población residente con igual fluidez a cómo ocurría con las

genes oriundas de las sabanas bolivarenses.

Esta simbiosis cultural y social marcó diferencias con la expansión que

sucedía al interior de la región antioqueña. Se tendría que esperar la

construcción de la carretera al mar, para que se produjera una nueva migración:

con el arribo a Urabá, de las gentes antioqueñas. En otras palabras,

la siguiente estrofa de un poema de mi autoría sintetiza lo dicho.

Urabá en su historia ha pertenecido,

a Cartagena, Antioquia, Cauca y El Chocó,

también fue provincia independiente

y últimamente a Antioquia se trasladó

77


El surgimiento de Turbo

BIBLIOGRAFIA

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Universidad Nacional de Colombia.

79


Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico

ITAGÜÍ, DE SITIO A PARROQUIA:

DESARROLLO HISTÓRICO

RESUMEN

Conocer el pasado de nuestras localidades

nos posibilita comprender las vueltas

que han dado las sociedades desde la

prehistoria hasta la actualidad. No solo

quiénes habitaron estos territorios antes

de la llegada de los españoles, sino

también cómo fue el proceso de poblamiento

de las personas que llegaron de

España, y posteriormente las diferentes

olas migratorias producidas por circunstancias

diversas. Así mismo, conocer los

diferentes poderes e instancias que obligaban

a las colectividades que se estaban

formando a pasar por diferentes reclamaciones

que les posibilitara adquirir

los diferentes estatus y reconocimientos

que la reglamentación, tanto de la iglesia

como de los poderes españoles, exigían

para adquirirlos. Pasar de sitio a partido

y a parroquia o distrito llevó a diferentes

personas a solicitar por años que

fuera reconocida la autonomía de Itagüí,

pues con la conformación de la nueva

parroquia consagrada a Santa Gertrudis,

en Envigado, en 1776, el sitio de Itagüí

quedaba relegado y perdía su carácter de

partido que había adquirido entre 1755 a

1769. El 7 de marzo de 1832 se aprobó

por el vicepresidente de la República el

decreto de la conformación de Itagüí en

distrito parroquial.

Palabras clave: Itagüí, distrito parroquial,

valle de Aburrá, arqueología

80

ITAGÜÍ, FROM A SITE TO A PAR-

ISH: HISTORICAL DEVELOPMENT

SUMMARY

Knowing the past of our localities allows

us to understand the twists and turns that

societies have taken from prehistoric

times to the present day. Not only who

inhabited these territories before the arrival

of the Spaniards, but also how was

the settlement process of the people who

arrived from Spain, and later the different

migratory waves produced by different

circumstances. Likewise, to know the

different powers and instances that forced

the collectivities that were being formed

to go through different claims that made it

possible for them to acquire the different

statuses and recognitions that the regulations,

both from the church and the Spanish

powers, demanded to acquire them.

Going from site to party and parish or

district led different people to request for

years that the autonomy of Itagüí be recognized,

because with the formation of

the new parish consecrated to Santa Gertrudis,

in Envigado, in 1776, the site of

Itagüí was relegated and lost its character

of party that it had acquired between

1755 and 1769. On March 7, 1832, the

Vice President of the Republic approved

the decree of the conformation of Itagüí

as a parish district.

Keywords: Itagüí, parochial district,

Aburrá valley, archaeology


Maria Amantina Osorio Ramìrez

MARIA

AMANTINA

OSORIO

RAMIREZ

Antropóloga de la Universidad de Antioquia, con Especialización

en Investigación en Ciencias Sociales de

la misma universidad, tiene una Maestría en Antropología

de la Universidad de Montreal y un Doctorado en

Antropología de la misma universidad. Integrante del

Centro de Historia de Itagüí-CHI

Correo electrónico: amantinaosorio@gmail.com

Contacto: +57 3137823681

81


Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico

ITAGUÍ, DE SITIO A PARROQUIA: DESARROLLO HISTÓRICO

Estudios arqueológicos del Valle de Aburrá

Los estudios arqueológicos del valle de Aburrá permiten determinar según

Santos (2010) una ocupación por parte de diversos grupos humanos,

que van desde cazadores y recolectores que llegaron al valle desde hace

aproximadamente 10 000 años, hasta los grupos de alfareros y agricultores

encontrados por los conquistadores españoles en el siglo XVI.

La ladera occidental estuvo ocupada principalmente durante el período tardío

por los indios aburráes, hasta el contacto con los españoles en el siglo XVI.

(Aristizábal, P. 2015).

La ocupación del valle de Aburrá está representada por el estilo cerámico

tardío, el cual se distribuye en Antioquia por la cuenca montañosa del Cauca,

la altiplanicie de Rionegro y en el Valle de Aburrá donde se han reportado

hallazgos en diferentes partes, entre ellos Itagüí (Santos y Otero de Santos,

1996). Dichas investigaciones se hicieron sobre tumbas y piezas cerámicas

y líticas halladas accidentalmente durante el proceso de urbanización de la

ciudad hacia la periferia.

Los primeros estudios arqueológicos realizados en el valle de Aburrá fueron

efectuados por el antropólogo Graciliano Arcila Vélez en la década de 1950,

en los barrios periféricos donde se estaba iniciando una expansión urbana.

Existen reportes de estructuras funerarias en inmediaciones de los barrios

Simón Bolívar, La Castellana, Guayabal, El Poblado y el municipio de Itagüí.

La ladera occidental del valle de Aburrá presenta varias estribaciones o

cuchillas montañosas, como la cuchilla o loma de Manzanillo en Itagüí, y

la cuchilla el Ajizal, que descienden desde las cotas más altas como el cerro

82


Maria Amantina Osorio Ramìrez

o Alto Barcino, el cerro del Padre Amaya, el Boquerón, el Páramo de las

Baldías, etc., hasta las zonas planas del valle en el lugar que hoy ocupan

los barrios de Guayabal y Belén, y los municipios de Itagüí y La Estrella.

Dichas estribaciones están también bañadas por quebradas torrenciales que

vierten sus aguas al río Medellín, tales como las quebradas Guayabala, Ana

Díaz, Aguas Frías, Doña María, Iguaná, etc.

Según Juan Pablo Díez (2018), para considerar la presencia indígena en

el Municipio de Itagüí en épocas anteriores a la conquista española, deben

tenerse en cuenta las siguientes precisiones:

El Municipio no puede ser considerado en forma aislada, se debe considerar

un contexto geográfico que recibe el nombre de Valle de Aburrá; unidad

paisajística que presenta características de fauna, flora y geomorfología

similares. Se sabe del intercambio y choque cultural entre los distintos

grupos y aún se pueden rastrear caminos precolombinos (Bello, Guarne,

Santa Elena, San Cristóbal, Santafé de Antioquia, San Antonio de Prado).

El contacto con las huestes conquistadoras españolas y las posteriores luchas

que de ello se derivaron, sumado a la propagación de enfermedades, significó

la pérdida de muchas vidas indígenas, generando una ruptura cultural, social,

y económica. Así describe Lucas Fernández de Piedrahíta tal encuentro:

maltratados [los indios] por los nuestros con daño considerable, huyeron tan

escarmentados, que no volvieron más, y Robledo pudo llegar sin embarazo

a la noticia de la abundancia de semillas, perros mudos, conejos y frutas que

había en el país; y a éste, que aunque angosto tiene todas las calidades para

ser bueno, y sus naturales llamaban de Aburrá, llamaron los españoles el valle

de San Bartolomé, donde la riqueza de sus sepulcros ha sido grande y su

fertilidad y temperamento ha obligado a que de presente se haya fundado una

buena villa. 1

1 Lucas Fernández de Piedrahíta. Historia general de las conquistas del Nuevo Reino de

Granada, capítulo II de la parte quinta. Este cronista vivió entre 1624 y 1688, y la obra

83


Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico

Llegada de Robledo, descubrimiento del valle de Aburrá

Lo poco que se sabe de primera mano acerca de las comunidades que habitaron

el valle durante la época de contacto se debe a los relatos escritos por

los cronistas que acompañaron a Jorge Robledo en su viaje desde Cali, contenidos

en las Crónicas de Indias, información que se reduce a una decena

de párrafos. La expedición del Mariscal Jorge Robledo partió de Cali el 29

de septiembre de 1540, siguiendo la ruta de la ribera occidental del río Cauca

con rumbo norte, hasta la villa de Anserma. El objetivo de dicha misión

era la de fundar una villa en Buriticá. Durante este viaje, Robledo decidió

desviarse hacia el oriente en busca de un rico valle que le habían descrito,

llamado Arví, del que le dicen los indios es “tierra de gran riqueza y poblazón”

(Aristizábal. P. 2015)

Desde Murgia (que los españoles llamaron el pueblo de la Sal y que hoy

corresponde al municipio de Heliconia), mirando hacia el norte, Jorge Robledo

observó el 10 de agosto de 1541 que la cordillera presentaba cierta depresión;

y como todo había que explorarlo, despachó enseguida a Jerónimo

Luis Tejelo que fuera a descubrir aquellas partes…subió la cordillera central

y encontró el Valle de Aburrá, a donde siguieron todos los españoles… Con

las primeras luces de la aurora los castellanos fueron vistos y atacados por

numerosos enemigos que no dieron parlamento alguno, y cayeron sobre los

visitantes por espacio de varias horas… fueron descubiertos, al parecer por

centinelas que tenían apostados los indios del valle previendo las incursiones

de sus inamistosos vecinos del otro lado de la montaña 2 , … pero luego entró

tal espanto a los bitagüies –pues éste era el nombre de los habitantes de este

valle – que no solo abandonaron el campo sino que se ahorcaban con sus

propias mantas ante la visión, para ellos terrífica, de los hombres blancos, de

lenguas barbas y mal agestados.” 3

El sitio de ingreso de los españoles al valle bien pudo ser por el corregifue

publicada después de su muerte (disponible en internet).

2 Las construcciones abandonadas revelan que en tiempos de la conquista había una lucha entre pueblos

del noroeste invasores y de otros que estaban replegándose hacia la región de los Tahamíes, región entre el

Porce y el Magdalena. (Arcila, Graciliano, 1977 p.19).

3 Robledo, Emilio. Descubrimiento del Valle de Aburrá En: Libro de oro de Medellín en el tricentenario

de su erección en Villa 1675 -2 de noviembre Ed. Bedout S.A. 1975.

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Maria Amantina Osorio Ramìrez

miento de San Antonio de Prado, por donde va el trazado de la actual carretera

Medellín-Itagüí-Heliconia; por el corregimiento de Belén Altavista,

que presenta huellas de caminos prehispánicos o bien por La Estrella. (Uribe

Ángel, M:24). La aldea indígena primigenia, por su parte, estaría situada en

el centro del valle de Aburrá, actual sector de Guayabal 4 .

A partir de 1953 y 1954, se dispone de los trabajos de salvamento efectuados

por el Dr. Graciliano Arcila, en los que se refiere esencialmente a lo que

denominó Estación Arqueológica de Guayabal (Medellín), sitio éste en donde

un guaquero ubicó una serie de tumbas de las que dio aviso al Servicio

Etnológico de la Universidad de Antioquia para que pudieran ser estudiadas

convenientemente. Deduce el autor que el sitio en cuestión era el poblado

indígena que hallaron los españoles el 10 de agosto de 1541 y que se trataba

de un sitio de textileros, a juzgar por la gran cantidad de volantes de huso 5 .

En este valle permaneció Robledo más de veinte días sin hacer fundación, el

valle de Aburrá fue un mero lugar de paso, por no contar con recursos auríferos

(Caicedo, 2014:8).

El valle de Aburrá y su población

A la llegada de los españoles en el siglo XVI, el valle de Aburrá estaba

poblado por numerosas tribus indígenas, se habla de cifras entre 500.000 y

1.000.000 de indios según Jorge Orlando Melo. La etnia Caribe tenía varias

4 Desde mediados del siglo XX las investigaciones arqueológicas han revelado la existencia de una

importante aldea precolombina en Guayabal, extendiéndose sus casas entre el mogote o cerro Nutibara y

la quebrada de Doña María, a la entrada de Itagüí. (Caicedo, L.J. 475 años de la entrada de los españoles al

Valle de Aburrá y 400 de la fundación del pueblo de indios de San Lorenzo de Aburrá (1541-1616-2016).

5 Gilberto Cadavid (1989). “El Macizo Central Antioqueño”, en: Álvaro Botiva Contreras, Ana María

Groot de Mahecha, Leonor Herrera y Santiago Mora. Colombia prehispánica: regiones arqueológicas.

Bogotá, Colcultura, Instituto Colombiano de Antropología, (http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/

arqueologia/prehisp/cp05.htm).

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Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico

familias en Antioquia: dos de ellas, los Tahamies 6 y los Nutabes 7 , habitaban

en la región, grupos humanos seminómadas de cazadores, recolectores y

horticultores, los cuales presentaron diversos modos de vida, desarrollando

múltiples estrategias de adaptación al entorno biogeográfico.

Los indios llamaban en su lengua al valle “Avurrá”, que significa “Pintadera”,

y al que los españoles pusieron San Bartolomé 8 , donde se encontró mucha

comida, tanto de agricultura (maíz y fríjol) como de animales (curíes y

perros americanos) (Caicedo, 2014:26).

El patrón de poblamiento era en pequeños núcleos dispersos de población.

Estos grupos no producían oro, pero acostumbraban a comerciarlo con Urabaes,

Zenúes o habitantes de la región Quimbaya.

Al parecer, los aburráes fueron un pueblo de textileros, pero no producían

su materia prima, el algodón, que era sembrado por las poblaciones asentadas

en la cuenca del río Cauca, y lo intercambiaban con los grupos del valle

de Aburrá, quienes lo necesitaban para cubrirse del frío. Sin embargo, se

especializaron en el hilado y la elaboración en telares de mantas de algodón

tejidas y pintadas, las cuales luego eran comerciadas con otras poblaciones

(Aristizábal, P. 2015).

6 Los tahamíes cubrieron vastísimas regiones de montaña de Antioquía. Además de

Medellín, los actuales municipios de El Retiro, El Carmen de Viboral, Rionegro, Marinilla, Segovia,

Amalfi, El Peñol, La Ceja, Puerto Nare, Guarne, La Pintada, entre otros,

7 Los relatos indican la presencia de esta tribu en el Valle de Aburrá en municipios como Itagüí,

Envigado y Sabaneta, también en los municipios de Toledo, San Andrés de Cuerquia, Sabanalarga

(corregimiento Orobajo) e Ituango.

8 “Aunque los españoles llamaron a este valle San Bartolomé, este nombre no perduró, sino el original

usado por los naturales, que traduce pintadera, tal vez por el oficio textilero que ejercían” (Roberto Luis

Jaramillo, “De pueblo de aburráes a Villa de Medellín”, en: Jorge Orlando Melo, editor. Historia de Medellín.

Tomo I. Suramericana de Seguros, 1996, pág. 107). Esta etimología proviene del Diccionario de la Lengua

Katía publicado por el padre Constancio Pinto García en 1974: “Aburrá n. pintadera, marca para pintarse”

(Javier Piedrahita Echeverri, Documentos…, ob. cit., pág. 37).

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Maria Amantina Osorio Ramìrez

El río Aburrá parte en dos el Valle de Aburrá y la ocupación de las tierras

que se denominan sitios, se hizo de forma dispersa por hatos a lo largo y

ancho del valle. Alberto Bernal Nicholls (1976:16) señala que para 1614

ya existían de norte a sur los potreros de Barbosa, la Tasajera, Fontidueño

y Hatoviejo; en la parte central del Valle, el sitio de Aná, el pueblo de San

Lorenzo; luego el sitio de Guayabal, el sitio de La Culata, Santa Gertrudis, en

Envigado, e Itagüí. Estas propiedades fueron el resultado, en su mayoría, de

las adjudicaciones de mercedes por parte del Cabildo de Antioquia y de los

gobernadores, siendo Gaspar de Rodas quien otorgó las primeras mercedes

(Hoyos y Molina, 1994:19).

El poblamiento del valle se fue dando por medio de pequeños núcleos que

sucesivamente se irían llamando capillas, sitios, parroquias, curatos, distritos

o municipios.

El censo ordenado por Miguel de Aguinaga, según Javier Piedrahita

(2000:255), examinando el censo realizado el 19 octubre 1675, dio un total

de doscientas ochenta y ocho cabezas de familia con más de tres mil personas

entre chicos y grandes y reportó 186 familias de blancos, 32 de mestizos, 28

de mulatos, 32 de indios y 2 de negros. La población esclava de Itagüí, por

su parte, estaba compuesta por 73 hombres y 62 mujeres.

Esta distribución demográfica estaba relacionada con las actividades agrícolas,

los potreros y hatos; al norte, la principal actividad fue la cría de ganado.

Las actividades laborales eran variadas y dan una idea de la composición

social: se censaron “carpinteros, empajadores de casas, herreros, jornaleros,

vaqueros, traficantes de sal, entre otros; distribuidos en Aná, Poblado de San

Lorenzo, Guayabal, La Culata (San Cristóbal), Itagüí, Hatoviejo, Tasajera

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Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico

(Copacabana), Hatogrande (Girardota) y Potrero de Barbosa”. 9

Mauricio Hoyos y Ángela Molina (1980 p.28) señalan que el valle, unidad

geográfica y ambiental, empezó a fragmentarse, primero por las mercedes

de tierra, luego por las heredades y ventas. Así, a los primeros hatos siguieron

las explotaciones agrícolas, y a la par una ocupación del suelo que no

obedecía a las leyes de poblamiento, pero sí a la concertación de propiedades.

Es difícil determinar cuáles fueron las pautas de este poblamiento,

pues los registros documentales generalmente apenas hacen referencia a los

vecinos blancos. Sólo en expedientes judiciales o en otros documentos que

toquen con las castas, se podría realizar una mejor pesquisa, y esto para ciudades

o villas, ya que en el Valle de Aburrá estos documentos son escasos

en el siglo XVIII y casi inexistentes para el siglo XVII.

Sitio de Itagüí

El 6 de marzo de 1616, por decreto dado por el Licenciado, Oidor y Visitador

general de la provincia de Antioquia Don Francisco Herrera y Campuzano,

fundador de otros pueblos en las vertientes del río Cauca, le entregó

a María de Quesada, viuda del capitán Juan Daza las tierras de Itagüí y del

Ancón de los Yamesíes, con el fin de compensarle las tierras que se le quitaron

para un resguardo en Sopetrán 10 . Es considerada la primera propietaria

de tierras de la zona sur del Valle de Aburrá 11 , tierras dedicadas a la cons-

9 Libro de actas del M y Cardo y rexmto de la Villa de Medellín 1675-1813).

10 Certificación de Francisco José de Solórzano, escribano público de la villa de Medellín, del 11 de

julio de 1771, en que constan las mercedes de tierras concedidas en el valle de Aburrá, transcrita por

Javier Piedrahita Echeverri, Documentos…, págs. 350-353. Fue una excelente anfitriona. Igualmente fue

generosa y caritativa ante los indios de sus dominios. En una de las frecuentes pláticas de don Francisco

de Herrera Campuzano, en mayo 19 de 1615, ante los indios de la Provincia de Antioquia les preguntó

que: “donde era el buen sitio y la buena tierra para que hicieran población y dijeron que en el hato viejo

de doña María de Quesada”.

11 Los linderos que se le señalaron fueron: “Desde la Quebrada que está pasando el “Guayabal” toda la

tierra que hay Valle arriba, orilla del río Aburra y de la Sierra que llega al margen del Llano, hasta la otra

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Maria Amantina Osorio Ramìrez

trucción de grandes hatos ganaderos y explotaciones agrícolas en donde se

cultivaba maíz caña, plátano y fríjol. El río que atraviesa el territorio tomó

el nombre de doña María en su honor y fue conocido como sitio de Itagüí 12 .

Desde 1639 las tierras empezaron a cambiar de dueño, razón por la cual se

expresa que en Itagüí la posesión de las tierras estuvo marcada por cierta

movilidad, pues, aunque éstas eran adjudicadas a herederos, también eran

vendidas a otros personajes importantes quienes, además. tenían tierras y

posesiones en otros lugares. Estas tierras eran las que se le habían adjudicado

en los años 1616 a doña María de Quesada 13 .

Parece, sin embargo, que el interés por estas tierras no era habitarlas; sus

propietarios vivían en la villa de Medellín para administrar desde allí todas

sus propiedades. Sin embargo, los lazos de continuidad entre los propietarios

del Valle de Aburrá se mantuvieron, ya que las propiedades de la

época de la colonia pasaron a manos de grandes comerciantes y mineros o

terratenientes del siglo XVIII por medio de compraventa de tierras, matrimonios

entre familiares, herencias etc.; hubo, empero, cierta movilidad en

la posesión de las tierras que permitió a mestizos ricos y pobres acceder a

ella como ocurrió en el caso de don José Bruno de Saldarriaga (Hoyos y

Molina, 1994:28).

A partir de 1650 se inicia el poblamiento de negros libertos, debido a la

manumisión iniciada desde 1631. De otro lado empezaron a llegar a la parte

sur del Valle de Aburrá esclavos fugados de sus encomiendas, cargueros,

arrieros, e indígenas venidos de las más remotas regiones.

banda de la quebrada que llaman de “Aguasal”, todas las sabanas, montes y cañadas que hay en dicho

termino y llano” (Betancur Agapito. 1931).

12 El sitio de Guitagüí o Ytagüí se menciona desde el año de 1616.

13 A.H.A. “Tierras”, vol. 183, doc. 4612.

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Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico

Nuevo curato y erección del distrito parroquial de Itagüí

El licenciado y visitador don Francisco de Herrera Campuzano, en las ordenanzas

para indios que dictó, ordenó a los encomenderos que en cada

una de las poblaciones se tuviera “iglesia decente”, con imagen de “nuestra

Señora” y ornamentos necesarios para el servicio y administración de los

santos sacramentos.

Existieron en Itagüí dos capillas en los tiempos de la colonia. Para el año

de 1743 se edificó la primera capilla del sitio de Itagüí ubicada en el paraje

de El Tablazo, 14 edificada en la hacienda de campo de don José Bruno de

Saldarriaga clérigo y presbítero, propietario de una considerable extensión

de tierra, desde el Tablazo, en pie de monte del pico El manzanillo, hasta

los nacimientos de la quebrada Doña María 15 . Se solicitaba que la capilla

que fue consagrada a Nuestra Señora del Rosario y que tenía colocada en

la capilla de la Viceparroquia del Tablazo se le mantuviera con alhajas y

ornamentos, para que se le diera culto a la soberana reina de los ángeles,

sin que se pudiera sacar de dicha capilla alhaja alguna 16 . La licencia fue

concedida por el Ilustrísimo señor Obispo Dr. Francisco José de Figueredo

y Victorias, a petición del Maestre de Campo Dr. José de Saldarriaga, con

fecha de 19 de diciembre de 1743: tal capilla distaba de la Parroquia de

Medellín más de dos leguas: asegurando su permanencia y esta advocación

mariana. Dicha capilla se arruinó totalmente.

14 Dicha capilla obtuvo licencia en 1743, “concedida por el Ilustrísimo señor Obispo Dr. Francisco

José de Figueredo y Victorias, a petición del Maestre de campo Dr. José de Saldarriaga”. Este último,

alférez de la Villa y padre de don José Bruno. Esta “Capilla Vice-parroquia” estaba dedicada a nuestra

señora del Rosario, asegurando su permanencia y esta advocación mariana. (A.H.A. Escribanos.

Testamento de José Bruno de Saldarriaga. 1777. f.212).

15 La importancia que tuvieron las capillas en el desarrollo urbano es evidente, entre otros en la

asistencia que los propietarios de hatos y estancias, muchos de los cuales eran clérigos, quisieron

proveer a los pobladores de sus propiedades, y evitarse viajes fatigosos y difíciles al asistir a los actos

religiosos en las iglesias de los poblados cercanos. (Área metropolitana 2010 :34)

16 Betancur, Agapito, Monografía de Itagüí. Medellín, Imprenta Oficial 1931 p.14

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Maria Amantina Osorio Ramìrez

La segunda capilla fue edificada en 1755 por el Pbro. Francisco José de

Toro quien residía en Envigado. Fueron finalmente los doctores Francisco

de Saldarriaga y Francisco Reaza, quienes donaron al principio del siglo

XIX media cuadra de terreno a la capilla del Rosario y ésta fue la que sirvió

después de parroquia cuando Itagüí se convirtió en curato dependiente de

Envigado.

La nueva parroquia enfrentaba nuevas responsabilidades, no sólo la

construcción de la plaza pública; también era menester la escuela, la cárcel,

vías y puentes. Los tres primeros, considerados espacios de socialización

obligada, no encontraron fácil salida. Las exiguas rentas parroquiales no

podían acelerar, ni llevar a cabo la construcción de edificios públicos.

Con la creación de esta capilla se “oficializaba” de alguna manera el sitio

de Itagüí y acercaba a sus vecinos, ya que estos moraban a lo largo de

toda la parte sur del valle de Aburrá, en un hábitat rural tan disperso que el

cura de la parroquia de Medellín que asistía a todos los feligreses de esta

parte del valle carecía de fuerzas y tiempo para atenderlos. Con esta nueva

capilla se acercaba más a su inmenso feligresado 17 .

El libro I de bautizos de la “capilla” de Nuestra Señora del Rosario de

Itagüí 18 , comienza en diciembre de 1825, firmado por el cura Felipe de

Restrepo (Hoyos y Molina, 1994:135).

El poder local no estaba precisamente caracterizado por la oficialidad de

sus representantes. Aunque algunos de los propietarios de tierras en Itagüí

eran además ricos exfuncionarios de la Corona, su papel en estas tierras no

17 Estos “sitios” constituían no sólo una realidad material articulada entre sí y con el exterior; su

vitalidad trascendía y se cruzaba con lo espiritual. El comportamiento moral de los gestantes pobladores

era cuestionado, si no por la lejana capital de la provincia, por su propio arreglo social que transgredía la

ley escrita, en pos de una ley que les permitiera convivir (Hoyos, M. y Molina, A. 1994)

18 A.P.I Archivo Parroquial de Itagüí, tomo I de Bautizos 1825-1830

91


Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico

era oficial, sus móviles eran personales. Algunos como doña María de

Quesada, don Diego Muñoz de Bonilla y su esposa María de Alarcón, entre

otros, se avecindaron permanente o transitoriamente en el sitio de Itagüí,

creando vínculos estrechos con la población de libres, indígenas, esclavos

y españoles blancos que se asentaron alrededor de sus hatos, estancias y

capillas. (Hoyos, M y Molina, A.).

Parece que quienes definitivamente vinieron a ocupar el sitio de “Guitagui”

eran personajes importantes o hijos de cabildantes de la Villa tanto por su

riqueza y nombre como por sus posiciones políticas, es el caso del alguacil

mayor Juan Jaramillo de Andrade, cabildante elegido por el gobernador

Miguel de Aguinaga.

Todas estas familias tenían vínculos de sangre y alianzas con familias

fundadoras de la Villa. El sector comercial estaba fundido al poder político

y a la sociedad local a través de múltiples compromisos, se transparentaba

y entrecruzaba con el de propietarios de minas, esclavos, haciendas

y escaños en el Cabildo (Rodríguez, P. 1992).

El poder y la vida cotidiana del valle y el sitio de Itagüí estuvieron

determinados por un proceso de expansión y colonización que se dio en

dicho valle y sus alrededores, estimulando a su vez y retroalimentado por la

fuerte demanda de alimentos de otras zonas. La gran cantidad de afluentes,

algunos caudales de ríos como la quebrada Ayurá o la Doña María, fueron

la piedra en el zapato que impidieron una continua comunicación al menos

con Itagüí, ya que el camino que de la Villa conducía a Itagüí iba primero

a Envigado y de allí giraba a Itagüí y el pueblo de La Estrella, teniendo

que cruzar el río Aburrá. Este relativo aislamiento generó una economía de

autoconsumo con excedentes para el intercambio (la producción de maíz

92


Maria Amantina Osorio Ramìrez

y caña de azúcar merecía la mayor atención, ya que sus ciclos productivos

debían ser atendidos oportunamente para obtener la cosecha, el plátano,

por su parte, no requería de tanta atención y su producción era silvestre).

Para ese momento los sitios que formaban la Villa de Medellín eran del

valle de abajo para arriba: Sitio de Aná, Pueblo de San Lorenzo, Sitio de

Guayabal (a una legua de la Villa), Sitio de la Culata, sitio de Guitagui (a

más de dos leguas) (Rodríguez, P. 1992).

De partido a distrito parroquial

El sitio de Itagüí fue elevado a la categoría de partido, junto a otros seis

sitios, en 1763 durante la gobernación de José Barón de Chaves, reformador

de la administración de la villa, cambiando, elevando, dividiendo e

impulsando diferentes fracciones del valle (A.C.M, tomo 1763).

El partido de Itagüí, carente de contextura urbana, disemina su territorio

en medio de campos de labranza y hatos. Para 1774 las tierras de Itagüí

ya habían dejado de ser un espacio cubierto de montes y cañaverales y

estaban dedicadas a la agricultura y en ella predominaban los cultivos de

caña, plátano, maíz, fríjol, yuca, árboles frutales, hortalizas y otros, concentrándose

su producción y abundancia en las vegas del río. Lo restante

estaría dedicado a pastos para la cría de ganados.

Durante la visita del Oidor Mon y Velarde en 1786, se levantó un censo de

familias del partido de Itagüí y estaba formado por 2.103 habitantes. Tal

censo brinda una información variada en la que se confirma la estabilidad

conseguida por los libres y un mejoramiento material en las condiciones

generales de vida, expresado en el grado de domesticación y explotación

del territorio (A.H.A. censos. Tomo 337 documento No 1786). En el

censo de este año aparecen siete personas con “trapiche” y por lo menos

93


Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico

3 son “cañeleros”, la población libre de Itagüí estaba formada por 1021

hombres y 961 mujeres. De esta manera había una presencia mayoritaria

de pequeños propietarios en todo el valle alentados por el bajo precio de la

tierra en algunas zonas como Itagüí 19 .

El 16 de abril de 1776, los Alcaldes Ordinarios, Alférez Real y Procurador

General de la Villa de Medellín pasaron a reconocimiento del sitio

donde debería erigirse el Curato de Envigado e Itagüí y consideraron ser

más conveniente el llano que comprendía el sitio de Envigado, cuyas

tierras eran del Sr. Joseph Antonio Isasi, el cual, a pesar del perjuicio

que se le seguía con la nueva fundación, ofreció vender a precios justos

y regulares los solares en que debía dividirse el dicho llano, exceptuando

media cuadra para la fábrica de la iglesia, sacristía y casa del cura, y una

cuadra entera para la plaza pública. Los vecinos por su parte deberían

comprometerse también a la apertura y composición del camino que iba

para Itagüí, junto con la construcción de un puente de madera por donde

se pudiera pasar a caballo. La distancia entre uno y otro sitio, lo mismo

que las continuas avenidas del río, dificultaron en gran parte el comercio

y beneficio espiritual de los vecinos, motivo que más tarde sería el elemento

de más peso para que se erigiera un nuevo curato en el Partido de

Itagüí.

El sitio de Itagüí, entonces, quedaba relegado y perdía su importancia

de partido que había adquirido entre los años de 1755 a 1769, cuando

era gobernador de la provincia don José Barón de Chaves, quien

inició la transformación borbónica cambiando y dividiendo diferentes

fracciones del valle. La dependencia era total, en el partido de Itagüí

19 La dinámica interna de Itagüí se generó desde cierta marginalidad, provocada en parte por su

situación geográfica y sus características hidrológicas, hechos que determinaron en muchas etapas de

su vida política, la vinculación con zonas más al sur y al suroeste.

94


Maria Amantina Osorio Ramìrez

ni siquiera había un cura permanente para que atendiera el feligresado

y la capilla construida a principios del siglo XIX amenazaba ruina.

No puede hablarse de Itagüí, sin dejar de mencionar a Envigado 20 . Para

este momento no existía subordinación entre Itagüí y Envigado, ambos

como sitios y partidos tenían la misma categoría.

Desde 1773 se había solicitado la posibilidad de ser erigida la parroquia

de Itagüí, solicitud que fue negada en varias ocasiones. Las razones por

las que se solicitara la separación del curato de Envigado y de erección

en parroquia del sitio de Itagüí fueron de índole estratégica, espacial y

económica, política y religiosa. El partido de Itagüí se veía aislado y casi

que absorbido por el curato de Envigado 21 . La separación que producía

el río, difícil de cruzar, y sus puentes “de a pie y de a caballo” deficientes,

había hecho que desde fines del siglo XVII se dividieran y repartieran en

cada sitio algunos cargos como los de jueces, los de párrocos, etc.

Por el crecido número de habitantes, la distancia y el obstáculo puesto por

el río en tiempo de invierno, juzgaron los vecinos de Itagüí la conveniencia

y necesidad de que se erigiera un nuevo curato independiente del de Santa

Gertrudis. El 29 de abril de 1825, algunos de ellos dieron poder “bastante

20 La capilla de Santa Gertrudis de Envigado tenía más expresión urbana cercada de viviendas y con

buenas rentas. El gobernador Francisco Silvestre escogió este lugar para el nuevo templo y plaza entre

Itagüí y El Envigado donde se trazaron calles y manzanas. Por muchos años, los curas de Envigado

asistieron a los fieles de Itagüí. El Ancón, El Prado y las nuevas colonias agrarias de Amagá y de Titiribí

(Área metropolitana 2010: 21).

21 El nombramiento no importaba si era religioso o civil porque siempre implicó, primero, la

rivalidad de las poblaciones, ya que el ascenso de un lugar implicaba la pérdida de poder de almas,

población, territorio y rentas. En segundo lugar, se reflejó especialmente, la consolidación de las

capillas –plazas que se asumían como centro de poder para esos sitios debido a que el poder religioso

fue más dominante que el civil e iba de la mano de todas las actividades sociales y económicas. (Área

metropolitana, 2010: 33)

95


Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico

y necesario” al Sr. Joaquín Velásquez, del mismo vecindario, para que los

representara en todos los pleitos y negocios civiles y eclesiásticos, para

pedir ante quien correspondiera un Cura que les facilitara los auxilios

espirituales, comprometiéndose a nombre de todos los exponentes a

paramentar la iglesia que tenían, o a construir una mayor en otro lugar, si

se creía conveniente.

La solicitud de ser erigido en distrito parroquial, que se venía haciendo

desde 1773, 22 volvió a presentarse el 24 de diciembre de 1831 a don

Juan Carrasquilla, personero del Cantón de Medellín, quien lo consideró

ajustado a la realidad y sugirió la conveniencia de la nueva creación.

“Con fecha 24 de diciembre de 1831 el Prefecto del Departamento, Dr.

Francisco Montoya, con la firma de su secretario, Dr. Mariano Ospina

Rodríguez, en vista del informe dado por el Personero del Cantón,

Sr. Carrasquilla, encontrando el expediente conforme a las leyes y

ordenanzas sobre poblaciones, decretó la erección del partido de Itagüí

en Distrito parroquial, desmembrando del curato de Envigado toda la

zona comprendida a la izquierda del río Medellín.” (A.H.A. 1832). El 7

de marzo de 1832, mediante la Resolución Número 28, el vicepresidente

del Estado comunicó a través del Encargado de la secretaría del Interior

y Justicia, Dr. J. Francisco Pereira, la aprobación oficial del Decreto de

24 de diciembre de 1831, por el cual fue erigida la nueva Parroquia de

Itagüí 23 .

22 El Partido de Itagüí comenzó su carrera independentista del curato y distrito de Envigado desde

mediados de la segunda década del siglo XIX.

23 Historiadores han señalado que para el caso itagüiseño, el 24 de diciembre de 1831, no se

erigió el municipio sino la nueva parroquia de Itagüí, decreto que fijó los límites del nuevo distrito

segregándolo definitivamente de Envigado. Sin embargo, se afirma también que aquella erección

correspondía a la de distrito y parroquia a la vez.

96


Maria Amantina Osorio Ramìrez

Gloria Rendón (1994) anota como se ha confundido “la erección en parroquia

o distrito parroquial con la erección en municipio. Como consecuencia,

se ha creado una gran confusión respecto a la cronología de la

vida municipal, y muchos de los municipios actuales, cuya población es

antigua, se busca inútilmente el acto legal que les otorgó el estatuto de

municipios en la colonia o en la primera mitad del siglo XIX y se consideran

perdidos archivos que no tienen por qué existir, como los correspondientes

a los concejos o cabildos municipales.” 24 Queda pues claro que en

1831 no se erigió el municipio de Itagüí, sino la Parroquia de Itagüí, tal

como lo constata una comunicación de la Secretaría del Interior y Justicia

del Estado, de la Nueva Granada, al señor Gobernador de Antioquia.

Esta comunicación fechada el 7 de marzo de 1832 le dice al Gobernador

que el vicepresidente del Estado aprobó el decreto del 24 de diciembre

último, erigiendo la nueva parroquia de Itagüí. El 21 de marzo de 1832 se

comunicó el decreto, los límites y la aprobación del gobierno del Concejo

Municipal y del señor obispo 25 .

Las nominaciones que recibió Itagüí durante el siglo XIX oscilaron por lo

general entre parroquia y distrito o distrito parroquial (Hoyos y Molina,

1994:84). Fue nombrado primer alcalde municipal al Señor Francisco Vélez,

el primer Mayordomo de Fábrica de la Nueva Parroquia al señor José

Apolinar Quiroz y como cura al presbítero Felipe Restrepo.

Las parroquias, además de tener una jurisdicción eclesiástica, tenían: “una

jurisdicción civil, cuya administración está subordinada a un concejo mu-

24 Rendón C., Gloria Margarita. División político territorial den Antioquia siglo XIX (1821-1886).

Informe de avance. Medellín: Sección Archivo Histórico. Secretaría de Educación y Cultura. 1994

25 Hoyos M. y Molina Á. (1994)

97


Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico

nicipal y a un jefe político, ambos de orden cantonal..., ni durante la administración

española, ni durante los años de la República, las parroquias

tienen el estatuto de municipios.” 26 Para la época estas dos esferas de

poder se confundían: si el poder monárquico viene directamente de Dios,

bien podrían servir los curas para ejercer la justicia humana.

Itagüí no se acomodó al procedimiento sugerido para fundar ciudades,

villas, parroquias y pueblos. Su conformación urbana, que data de los primeros

decenios del siglo XIX, se dio como hecho consumado, aun cuando

el territorio llevaba por los menos dos siglos de ocupación y poblamiento.

La erección de la parroquia y su planimetría tuvo características

de devastación. La imposición del viejo modelo ideal colonial ajedrezado

de las poblaciones no respetó las construcciones que existían en lo que

sería posteriormente plaza pública y camino del Estado (AHA Republica,

tomo 1323 D.17604. 1832).

En los años de 1850 apenas empezaba a conformarse un cordón

urbano, ya se notaban ciertos asentamientos poblacionales, conocidos

como Partidos: El Guayabal, La Salada, Prado y Rincón Santo. En el

centro del distrito se habían conformado varias manzanas que daban la

apariencia de un casco urbano definido.

En el proceso de erección de la Parroquia de Itagüí fue menester, además

de la construcción de la plaza pública 27 , que empezó a formarse en 1900

al frente del templo de Nuestra Señora del Rosario, que se construyeran la

cárcel, escuelas, vías, puentes y espacios públicos. Paulatinamente se fue

conformando un casco urbano centrado en la plaza e iglesia, casas desperdigadas

a lo largo de su vía principal, y el resto de los pobladores, al

26 Rendón C., Gloria Margarita, op. Cit.

27 La plaza es el legado español y su existencia no sólo es necesaria, sino que es una forma de

mostrar que los sitios ascendieron como centro de poder religioso, político, social y económico. La

plaza ha sido el lugar del intercambio de todo tipo: mercado, encuentros, discusión, festividades

religiosas sagradas y de espectáculos (Área metropolitana,2010: 34).

98


Maria Amantina Osorio Ramìrez

occidente en las laderas de la montaña, en zonas como el Rosario, Pedregal,

el Rincón y el Tablazo. El territorio fue adquiriendo su propio ritmo,

moldeando sus particularidades con arreglo a sus habitantes.

A diferencia de Medellín, Itagüí no tuvo una élite local que se preocupara

por su desarrollo. Para comienzos del siglo XIX Itagüí aún era el lugar

preferido por los “ricos” de Medellín para tener sus fincas de recreo como

La Navarra, La Tulia, Camparola o Monteverde, con algo de sembrados

de plataneras, cañaduzales, yuca, frijoles y ganados.

En el año de 1883 Itagüí aparecía con una población de 6.448 habitantes,

siendo la tercera más poblada del Valle de Aburrá después de Medellín y

Envigado. Cada vez la población iba en crecimiento, producto de migraciones

desde otras regiones del departamento 28 atraídas por las posibilidades

laborales que el municipio ofrecía paulatinamente; también como sitio

de recepción de pobladores provenientes desde zonas rurales desplazados

por condiciones políticas de conflicto que desde el siglo XIX ha afectado

la vida campesina en el país (Hoyos y Molina, 1994:67).

La población mayoritariamente campesina, tenía precarias condiciones

educativas y de salud pública. Itagüí contaba con escasos centros educativos,

mínimas actividades para el espíritu, una atmósfera moral y existencial

sesgadas y provincianas. Para los gobiernos locales, la educación y la

cultura no eran pilares de sus políticas. La intervención de la municipalidad

28 Cada ola migratoria que se desplazó a poblar determinadas regiones de la Cordillera Central tuvo

características específicas: unas espontáneas, otras institucionales y algunas empresariales. Pero todas

tuvieron en común el desplazamiento de un crecido número de pobladores desposeídos, la formación de la

amplia capa de pequeños y medianos propietarios, la apropiación de recursos naturales, la consolidación

de pueblos como centros de intercambio y lugar desde donde se orientó la ocupación de nuevos territorios.

(Valencia, A. 2017: 29)

99


Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico

en el ornato, higiene y adecuación de puentes y vías locales no fue muy

notoria, su actividad estaba limitada a la reglamentación de estos asuntos y

a su sanción.

Gracias a la insistencia del padre Juan Nepomuceno Cadavid Giraldo, quien

llegó a la parroquia de Nuestra señora del Rosario el 28 de junio de 1907 y

fue párroco por más de treinta y cinco años, llegó el progreso en la década

del 20. Se reunía con los patriarcas del pueblo, bien en la casa cural o en otro

lugar para pedirles hacer algo por Itagüí. Fue a él a quien le correspondió

hacer una transición tanto en obras eclesiásticas como en las civiles.

El territorio fue adquiriendo su propio ritmo, moldeando sus particularidades

con arreglo a sus habitantes. En la provincia de Antioquia fue escasa la

presencia institucional; al menos hasta finales del siglo XVIII, los vastos

territorios sin domesticar, ausencia de buenos caminos y el aislamiento

geográfico de la región lo impidieron, solo la iglesia católica logró penetrar

desde la conquista, y logró exorcizar con oración y devoción la incertidumbre,

la enfermedad, el hambre, la pobreza y la muerte a medida que se

fundaron ciudades o aparecieron centros urbanos de manera espontánea,

y se construyeron iglesias, catedrales, capillas y ermitas. La educación y

moral cristiana están fuertemente arraigadas en la mentalidad y formas de

actuar de los habitantes de Itagüí por lo menos hasta los años 60, fue el

termómetro que midió lo escandaloso, lo prohibido, lo impío y la verdad.

Los párrocos, desde el púlpito, exhortan a la sociedad a llevar sus vidas

acordes con la doctrina católica y el clero alcanza amplia influencia en las

decisiones de la administración municipal.

100


BIBLIOGRAFÍA

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Maria Amantina Osorio Ramìrez

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D.17604. 1832.

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magnífico señor capitán Jorge Robledo. En: Relaciones y visitas a los

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de Antioquia en Colombia, 1885, citado por Javier Piedrahita Echeverri,

Documentos.

102


Maria Amantina Osorio Ramìrez

103


El origen multifacético de Marinilla

EL ORIGEN MULTIFACÉTICO DE

MARINILLA

RESUMEN

El territorio que hoy ocupa la Ciudad

de Marinilla fue descubierto por los

españoles por el año de 1556. Hacia

1664 llegó a estas tierras Fray Miguel

de Castro Rivadeneira, quien alrededor

de una ermita en honor a San José

inicio el poblamiento. En 1690, Sabina

Muñoz de Bonilla donó terrenos para

la nueva cabecera municipal, hubo un

cambio de lugar pasando a ser llamado

el sitio de San José de la Marinilla. En

1787, el Rey Carlos III, le otorgó el título

de Villa, por lo que el lugar se llamó

Villa de San José de la Marinilla y en

1794 adquirió el honor de recibir del rey

Carlos IV un Escudo de Armas que la

ennobleció. En 1813 por sus servicios

patrióticos el Presidente Dictador Juan

del Corral, le concedió la acreditación

de Ciudad.

Palabras claves: Marinilla, poblamiento,

título de sitio, Título de Parroquia,

título de villa, título de ciudad.

THE MULTIFACETED ORIGIN OF

MARINILLA

SUMMARY

The territory that today occupies the city

of Marinilla was discovered by the Spaniards

in 1556. Around 1664, Fray Miguel

de Castro Rivadeneira arrived to these

lands, who started the settlement around

a chapel in honor of San José. In 1690,

Sabina Muñoz de Bonilla donated land

for the new municipal seat, there was a

change of place and it was called the site

of San José de la Marinilla. In 1787, King

Carlos III, granted the title of Villa, so the

place was called Villa de San José de la

Marinilla and in 1794 acquired the honor

of receiving from King Carlos IV a Coat

of Arms that ennobled it. In 1813 for its

patriotic services the President Dictator

Juan del Corral, granted it the accreditation

of City.

Key words: Marinilla, settlement, site title,

parish title, town title, city title

Miembros de la Corporación Centro Académico de Historia de San

José de la Marinilla.

ROBERTO DE JESÚS

RAMÍREZ MORENO

Y DAVID RICARDO

RAMÍREZ GÓMEZ

E-mail:

rormoreno@gmail.com,

centrohistoricodemarinilla@gmail.com

104


Roberto de Jesús Ramírez Moreno y David Ricardo Ramírez Gómez

EL ORIGEN MULTIFACÉTICO DE MARINILLA

Anotaciones históricas a los inicios de Marinilla

Marinilla, situada en el valle de San Nicolás nació en un espacio bien apropiado

para que allí se fundase. Un clima no muy frio y sano, una tierra

buena para la cría de ganado y la agricultura, un rio cruzando cerca abastecido

por numerosas quebradas, situada en la parte de la cordillera en tierra

sinuosa pero sin grandes elevaciones donde termina la larga vertiente que

llega distante a las riveras del Rio Grande la Magdalena, éste rio erigido

en la vía principal de comunicación entre el Caribe y el interior del Nuevo

Reino de Granada, la ubicación estratégica como lugar obligatorio de cruce

hacía el interior de la provincia de Antioquia, finalmente el rio Rionegro

erigido como límite de ella con el espacio hasta donde llegaría la provincia

de Mariquita con su activo puerto de Honda.

De los primitivos habitantes que antes de ella existieron, nada de cierto

sabemos aunque la tradición dice, que era habitada por indígenas de la familia

de los tahamíes. El poco conocimiento existente, sólo aporta datos

generales de este grupo indígena al que se atribuye la ocupación de un gran

territorio e identificaría la población nativa que entró en contacto con el

conquistador español. Aún más grande, es el desconocimiento que se posee

sobre los habitantes de estos territorios anteriores a los tahamíes hasta llegar

a quienes por primera vez lo poblaron.

La presencia inicial española se remite al año 1556 y fue fugaz. Sucedió

cuando arribaron los conquistadores al Valle de Aburra y se desplazaron por

las tierras del hoy Oriente Antioqueño en busca de pueblos indígenas y oro,

los dos alicientes que determinaron la conquista. Su lucha contra los nativos

105


El origen multifacético de Marinilla

estaba en plena acción y no parecía terminarse en corto tiempo como en

efecto aconteció.

Ocurrió por entonces, que el esfuerzo avasallador de los ocupantes tuvo

fortuna en las décadas finales de ese siglo XVI cuando las ciudades de Remedios

y Zaragoza aportaron ricos tesoros y grandes excedentes auríferos,

despertaron ambiciones, requirieron la importación de una numerosa cantidad

de esclavos, causaron un gran dinamismo comercial que les proporcionó

mercancías y alimentos, atrajo a muchos interesados y en particular,

repercutió en que con esas ilusiones colonizaran tierras propicias para el

sostenimiento del ganado que con destino a esos centros mineros, llegaba

de sitios distantes. En este contexto, puede situarse al primer propietario

en tierras que luego corresponden a Marinilla. Fue el Capitán Pedro de

Beltrán, vecino de la ciudad de Arma quien obtuvo en el año de 1573 por

influencia de su yerno, el regidor Don Rodrigo Hidalgo, una concesión del

Cabildo de dos leguas de terreno en el valle de la Marinilla, para destinarla

a la cría y ceba de ganado. Bien vale la pena retomar a Germán Colmenares

para resaltar la dimensión de estas circunstancias:

“A partir de 1580 se incorporaron los grandes descubrimientos antioqueños

(de San Jerónimo, Cáceres y Zaragoza) que, con el concurso

de mano de obra esclava, hicieron elevar la producción a magnitudes

sólo igualadas dos siglos más tarde. El apogeo no duró sino

treinta años y hacia 1610-1620 mineros y oficiales reales comenzaron

a percibir una crisis ( ) (Colmenares: 1978, 240)”.

Es decir, tanto el auge aurífero del Nordeste de la provincia como su declive,

incidieron en que la tierra del Oriente Antioqueño y del Valle de

Aburrá adquiriera valor y fuesen ocupados. De ahí la presencia de

106


Roberto de Jesús Ramírez Moreno y David Ricardo Ramírez Gómez

ese capitán pariente del regidor del cabildo de Arma iniciando el acaparamiento,

al hacerse dueño de dos leguas de tierra en un espacio en que ella

abundaba, pero era pertinente tenerse para sí la más apropiada. Es lógico

pensar que el capitán Beltrán, fue uno de esos encomenderos que en Arma

mandaban la parada y recibía los beneficios de un cabildo que como en

otras ciudades, repartía tierra a sus allegados para satisfacerles sus ambiciones

de riqueza, nobleza y poder.

A este tipo de personajes tan notorios, a sus indígenas sometidos les cambió

las circunstancias históricas cuando a comienzo del siglo XVII, se hizo

evidente la reducción impresionante de la población nativa y con ello,

las encomiendas como fuente básica de aporte en trabajo gratuito a sus

dueños. Ante la percepción de la corona española, esto motivó su política

de reunir en resguardos los restos de población nativa que existía, la cual el

citado Colmenares afirma, era algo así como el “10% de su tamaño original”.

También en este siglo la fisonomía aurífera de la región antioqueña

se amainó, entrando en escena un transcurrir más ligado a la tierra como

fuente de riqueza agraria. En paulatino aumento de la presión por poseer

los mejores predios por su ubicación, hizo que el privilegio de poseerlos

fuera esencial para sus dueños. En esta perspectiva, puede apreciarse que

las dos leguas de tierra del capitán Beltrán pasaran en el año 1610 a manos

de Francisco de Alcalá, Pedro de Aldana, Gonzalo Ortiz Diente y Diego

Suárez. En febrero de 1655, don Diego Muñoz de Bonilla y su esposa doña

Ana María de Alarcón adquirieron estas tierras. (Ramírez, 1961).

Por entonces hacia las décadas de 1660-1670, en el Valle de Aburrá podían

vivir, a lo largo y ancho de él, tres mil personas de diversa condición racial,

107


El origen multifacético de Mrinilla

social y económica. Se ignora pero se presiente, que el altiplano del rio

Rionegro pudo tener una parecida distribución extensiva de su ocupación

quizás no de tanta magnitud. En los dos ámbitos comenzaban a formarse

haciendas y latifundios que dominaban la escena y sus dueños, al ser las

personalidades con mayor capacidad, les interesaba que se formase poblados

desde donde coordinaran la dinámica del territorio. Pues bien, existe

la referencia según la cual el 13 de junio de 1662, un juez eclesiástico

llamado don Gaspar de Borja y Ezpeleta, expidió copia de declaraciones

tomadas “en este sitio de la Marinilla e iglesia de San José”. Situar allí

unos testimonios que no se sabe respecto a qué asunto se refirieron, denota

la existencia de la identidad de un lugar. No importa lo incipiente que

hubiese sido, estaba presente en la geografía de este altiplano. El por qué

pudo existir en época tan temprana no se sabe, pero una factible razón

se debe a la necesidad de tenerlo, por una parte con relación a un largo,

difícil y peligroso camino que carente de un lugar intermedio articulaba al

interior de la provincia con el rio Magdalena. No sería el único caso en el

que una ruta hubiese propiciado el surgimiento de un lugar en el basto espacio

del Nuevo Reino de Granada. Por otro motivo, ser un referente de la

posesión de espacio considerado atractivo que apenas estaba en proceso

de ocupación y por esto, formando su caracterización y reconocimiento.

Otro dato que ratifica la existencia del pequeño lugar llamado Marinilla,

es que dos años después allí hubiera llegado un fraile llamado Miguel de

Castro Rivadeneira con la tarea de desempeñar su oficio de “Comisario de

Jerusalén”. En parte, el motivo de su arribo fue recaudar limosnas para enviar

a Tierra Santa, una tarea en la cual se especializó la orden franciscana

y la ejerció como un privilegio dentro del conjunto de las comunidades

108


Roberto de jesus Ramirez Moreno y David Ricardo Ramirez Gómez

religiosas. (Mantilla, 1886). 1

Varios aspectos son importantes considerar respecto a este franciscano. 2

Sin autorización de la autoridad eclesiástica regular, fundó una capilla en

la incipiente Marinilla carente hasta ese momento del auxilio espiritual.

A sus habitantes y al fraile les convenía que existiera, pero La versión

común, le otorga el mérito al fraile e incluso se le atribuye que propició

el nacimiento de Marinilla. Una interpretación más cercana sería reconocerle

que con la capilla, el lugar se consolidara debido a la profunda

sensibilidad religiosa de la población. El segundo tema importante, es que

su comportamiento causó dos litigios interreligiosos. En este contexto el

19 de mayo de 1667, llegó fray Francisco de Caro por orden de su superior

provincial desde Santa Fe de Bogotá con la orden de inspeccionar las actividades

misionales de Fray Miguel; al llegar, lo encontró ejerciendo funciones

sacerdotales y en extrema pobreza, pues solo tenía: “el hábito que

traía encima y dos tuniquillas y el breviario viejo, una frazada, una sábana

de lienzo de Pasto, un toldo, (…) y una silla de andar a caballo” (Ramírez,

1961). Según anota Luis Carlos Mantilla, el fraile salió por expresa orden

de su padre provincial y dejó establecida una capilla dedicada a San José

(Mantilla, 1886).

Según el historiador franciscano Carlos Mantilla, fray Miguel encontró

1 De este personaje se ha dicho que reconstruyó y reformó una capilla en honor a San José y se dedicó,

sin licencia, a celebrar la eucaristía y otras ceremonias como bautismos y casamientos (Mantilla, 1886).

2 En Antioquia al gran propietario de una hacienda o de un real de minas le interesó tener una capilla

propia. La quiso por estar su propiedad distante de la iglesia parroquial, por el honor distintivo de tenerla

y por estar dispuesto a realizar la inversión que conllevo respecto a la construcción, la aprobación por la

autoridad competente, el sostenimiento y el pago del eclesiástico. Sobre el tema, pero para el siglo XVIII

consúltese la obra de Francisco Silvestre, en la cual cuestiona a los eclesiásticos que la aprovechaban

como recurso económico (Silvestre: 1998, capítulo 10).

109


El origen multifacético de Marinilla

por un lado indígenas llegadas de Quinchía, un territorio de la ciudad

de Anserma, y por el otro, un grupo de españoles provenientes muchos

de Mariquita. Como había desavenencias entre los dos grupos, el fraile

decidió separarlos. A los indígenas los reunió en torno a una capilla que

construyó en San Antonio del Remolino hoy el Peñol y a los españoles,

los congregó para fundar a Marinilla por entonces en el alto de Belén

donde estuvo la capilla (Mantilla, 1886).

La particularidad de la versión del padre Mantilla, es que usualmente

la formación de pueblos indígenas no era una competencia de un fraile

sino de un funcionario designado por el gobierno. La evidencia de ello,

había sido el desempeño del visitador Francisco Herrera y Campuzano

a comienzos del siglo XVI. Esta vez varió el esquema, ya sea porque

se hubiera dado atribuciones que no tenía o se las delegaran y alguna

autoridad gubernamental igual estuvo presente en San Antonio de los

Remolinos. Otro aspecto inquietante de la versión retomada del padre

Mantilla, es atribuirle una gran capacidad interventora. Según Mantilla,

el fraile separó dos grupos en conflicto, cuando la realidad consistió

en que el último a través de las encomiendas, ejercía un gran dominio

sobre la población indígena. Ella era su fuente de trabajo y ahora, al

establecerla en un resguardo cambiaron las reglas de juego. Un fraile

para logran tan acentuada delimitación, debió tener una gran autoridad e

influjo propio de un regidor, enviado por la Real Audiencia santafereña

hacía cincuenta años antes como fue el caso de Herrera y Campuzano.

Existe la referencia de una carta que tres años después a la llegada del

fray Miguel envió otro fraile al superior provincial de su orden desde Ma-

110


Roberto de Jesús Ramírez Moreno y David Ricardo Ramírez Gómez

rinilla, llamado Fray Caro. Al parecer, su misión fue informarle sobre la

labor cumplida allí por el primero y ordenarle a éste regresar al convento.

Escribió el enviado: “(…) me he estado veinte días viendo toda esta

tierra y he hallado muchos vecinos españoles que ha agregado y cantidad

de indios que ha ido sacando de sus montes.” Denota esta referencia, que

efectivamente fray Miguel indujo a ambos sectores a reunirse cada uno

distantes entre sí y en cada lugar propició que se construyeran iglesias

erigidas como referentes central de atracción. También la carta del fraile

expuso algo más: “las cuales doctrinas ha estado sirviendo el padre, por

carta del Reverendo padre Fray Pedro de Angecira y una real provisión

despachada por su paternidad por cuya causa no tiene hecho más fruto

del que ha hecho, por haberle ordenado por ella suspendiese y no pasase

adelante.” Cuatro leguas de distancia existió entre los dos poblados

y la cita anterior indica que fray Miguel se dedicó a ser doctrinero del

indígena y una especie de cura párroco del de españoles, en cumplimiento

del mandato de su superior y de “una real provisión” que éste había

logrado del gobierno. En esta labor estuvo tres años entre 1664 y 67 y

según lo escribió fray Caro, adquirió mucho aprecio entre sus feligreses

hasta el punto que enterados de la orden según la cual debía regresar a

su convento, el vecindario español se resintió notoriamente: “(…) les he

prometido de parte de vuestra paternidad les dar a todos consuelo, para

lo cual se han obligado los vecinos españoles a dar 92 pesos de oro fino

cada año y tiene hecha escritura (…)”. También los indios se afectaron:

“(…) se obligaron a hacerle al padre Doctrinero que estuviere dos rosas

cada año (…) (Acevedo Moreno: 1967, 15)”.

Al despertar la presencia del fraile, sentimientos de respeto y acepta-

111


El origen multifacético de Marinilla

ción de ellos cuando llegó el otro religioso, se conjugaron con el presentimiento

de un vació espiritual por quedar sin la asistencia de un sacerdote.

No eran tiempos ni lugares donde abundaran y tener uno propio era

un privilegio. Existía un monje en un sitio próximo a Marinilla que se

llamaría un siglo después la ciudad de Santiago de Arma de Rionegro

y con él fray Miguel tuvo problemas, debido a que éste asumió su presencia

como un despojo de jurisdicción religiosa. El conflicto fue propio

de una división acostumbrada del territorio y la feligresía eclesiástica e

igual algo debió influir estar situados el sitio de Marinilla y el pueblo

indígena de San Antonio del Remolino, en la jurisdicción de la ciudad

de Los Remedios en una zona fronteriza con la ciudad de Antioquia y la

ciudad de Arma.

El traslado de Marinilla y su constitución en Parroquia

Más o menos 30 años después de la presencia franciscana, otro hecho determinante.

En 1690, Sabina Muñoz de Bonilla esposa del encomendero

de la ciudad de Arma Francisco Manzueto Giraldo, donó un fragmento

de los terrenos que había recibido en herencia de sus padres, don Diego

Muñoz de Bonilla y doña Ana María de Alarcón, para trasladar el caserío

(Arbeláez, 20 02). 3 Con ocasión a este acontecimiento, la historiografía

tradicional resalta su significado hasta el punto de asignar a la donación

la fundación de Marinilla y a la señora y su esposo, ser los personajes

determinantes. Más allá del hecho, no se conoce un documento que permita

apreciar el o los motivos para la donación. Lo que sí se deduce es

3 El terreno comprendía, entre dos aguaitas, por el sur la margen norte de la quebrada la Marinilla, por

el norte el alto del Calvario; por el occidente la quebradita de occidente y por el oriente la quebradita

de oriente. Medía cuatro cuadras de longitud por cuatro de anchura y forma lo que hoy es el centro

histórico. (Urrea, 1984).

112


Roberto de Jesús Ramírez Moreno y David Ricardo Ramírez Gómez

una especie de sentido cívico dirigido a fomentar el progreso de Marinilla.

Conceder un fragmento de la tierra de una gran propiedad que muy

posiblemente era la de los esposos Girando y Muñoz, no les implicaría

una gran pérdida y sí un factible beneficio al tener el poblado inmediato

a ella. De todas formas, se realizó el traslado al nuevo lugar, siendo el

precedente un paraje conocido hoy día con el nombre de Belén, cercano la

quebrada Cimarronas poco antes de desembocar al rio Rionegro. La ubicación

definitiva quedó en los márgenes del rio Marinilla entre las quebradas

Occidente y Oriente. No hay una fecha del traslado ni un testimonio de

la adjudicación de la tierra para los solares, la demarcación de la plaza, los

nombres de los participantes, sus cifras, etc. Los gestores de esta acción se

afirma fueron Juan Duque de Estrada y Francisco Manzueto Giraldo y por

tanto los creadores del nuevo pueblo, siendo Duque de Estrada uno de los

primeros alcaldes pedáneos y el segundo, el esposo de Sabina Muñoz de

Bonilla. Es de suponerse que ambos gozaran de una gran acogida entre los

pobladores, de otra manera no se comprende que admitieran irse a un nuevo

lugar que les implicaba construir de nuevo sus viviendas y trasladar

sus actividades y bienes domésticos. Igual que los gestores del traslado, a

todos los demás, (que no se sabe cuántos) el cambio de lugar, finalmente

lo consideraron beneficioso.

El 10 de julio de 1722, el Gobernador de Antioquia ante la apremiante

situación de pobreza de la provincia, envió al Virrey la propuesta de anexar

a Marinilla y la ciudad de Arma a ella. Ya fuese por no ser conveniente un

cambio espacial tan grande o por otras razones desconocidas, pasaron siete

años y de nuevo llegó la solicitud en 1729 al Virrey de la Nueva Granada,

con la inclusión de estas angustiosas palabras: “Hágalo Vuestra Majestad

así para bien de esta provincia, ya en los últimos términos de aniquilarse”.

113


El origen multifacético de Marinilla

A pesar de tanto lamento, solo el primero de junio de 1756 el Virrey Solís,

decretó, de acuerdo con el entonces gobernador Manuel del Castillo, que

“La ciudad de Arma y su jurisdicción perteneciente al gobierno de Popayán

y la Marinilla y su distrito perteneciente al distrito de Mariquita

estén sujetos, y sus moradores, al dicho gobernador de Antioquia” (Llano,

2018). Tanto para Marinilla como para el sito de Arma de Rionegro, la

incorporación de un espacio inmenso despoblado posibilitó el inicio a un

proceso expansivo poblacional con ambos lugares como sus epicentros,

pero con una acentuada diferencia en sus dinámicas.

Cinco años antes a la anexión territorial, el 5 de diciembre de 1750, el

Obispo de Popayán don Francisco José de Figueredo y Victoria, autorizó

al Visitador General, Dr. Melchor Gutiérrez de Lara para segregar a la

viceparroquia de Marinilla del curato de Rionegro, lo que se concretó con

el decreto de 18 de febrero de 1751 (Ramírez, 1961). Al nacer la nueva

Parroquia de San José de la Marinilla, su jurisdicción comprendió desde

la margen derecha del rio Rionegro a la margen izquierda del Río de la

Magdalena. De tan basto espacios, al surgir nuevo lugares, se desmembraron

las parroquias de Concepción, El Peñol, San Carlos, El Carmen,

Vaos o Granada, Guatapé y Cocorná. Siete parroquias en total procedentes

de la de San José de la Marinilla que quedó reducida al terreno

comprendido dentro de los siguientes accidentes naturales:

114

“ del desemboque de la quebrada llamada El Águila en el Rionegro,

ésta arriba hasta donde se divide en dos, siguiendo la vena

mayor hasta sus nacimientos; de aquí atravesando la cuchilla a

buscar los nacimientos de una agüita pequeña; de aquí a caer a la

quebrada la Puerta, por esta abajo hasta la desembocadura hasta la

quebrada o río La Cimarronas; ésta arriba hasta donde entra la quebrada

Rivera; por esta arriba hasta sus nacimientos; de aquí hasta el


Roberto de Jesús Ramírez Moreno y David Ricardo Ramírez Gómez

morro de Velásquez; de aquí a buscar los nacimientos de la quebrada

de Aldana, ésta aguas abajo hasta la quebrada Pavas; esta aguas

arriba hasta sus nacimientos: de aquí en línea recta hasta la sierra

de Bodeguitas y por toda la cumbre hasta en frente de la quebrada

Montañita, esta aguas abajo hasta el alto de las Cuevas, de este

punto girando sobre la izquierda hasta la cordillera de las Cuevas

encerrando todas las vertientes de dicha Montañita, por esta cordillera

hasta la cumbre, y de aquí por línea recta hasta el nacimiento de

la quebrada de Pozo, ésta abajo hasta su confluencia con Rionegro,

ésta aguas arriba hasta donde se desemboca la quebrada el Águila,

primer lindero”. (Ramírez M. , 1961).

Ser una parroquia significó un paso esencial de consolidación religiosa

y administrativa de Marinilla y también en su presencia externa ante la

Iglesia y el gobierno de la provincial. Aún era un partido como el sitio de

Rionegro y los dos se dividían el basto espacio del Oriente Antioqueño.

Como epicentro eclesiástico de su jurisdicción en el año 1770, tenía muchas

menos viceparroquias a cargo, por ser su jurisdicción menos habitada

y esto en parte debido a una geografía más hostil a su ocupación. Eran

en total cinco. 4

Un “Sitio” se convierte en “Villa”

El 12 de noviembre de 1774 se inició el proceso para la consecución del

título de Villa, un trámite dispendioso y complejo al pasar por muchas instancias

aprobatorias hasta llegar a España. No se logró en ese entonces a

4 La parroquia contaba con las siguientes: el cura párroco tenía una en su “hacienda de campo” de “Las

simarronas”, a dos leguas del casco urbano y desde hacía siete años. Su hermano en su hacienda de campo

a seis leguas desde hacía cinco años. Los nombre de estos eclesiásticos-hacendados son, el doctor don

Fabián Sebastián Jiménez y Fajardo y el padre don José Jiménez Fajardo. Otro hacendado-sacerdote dispuso

de la suya a seis leguas de la iglesia parroquial en Guatape a seis leguas de distancia y se llamó el doctor

don Francisco Xavier Echeverri. Otro eclesiástico más, el padre don Pedro de Orozco fue el dueño de una

a sólo un cuarto de legua del centro urbano. Luego, el hacendado fue el capitán don Antonio Gómez de

Castro con su capilla del Santuario a casi un día de camino (Escobar, Escobar, 1960).

115


El origen multifacético de Marinilla

pesar que para sus gestores lo justificó el que su poblado tuviera el honor

de ser una Villa; la razón principal era la falta de autonomía que privaba

a los marinillos de tener jueces propios, por lo que los litigios civiles y

penales debían ser resueltos por los jueces de la ciudad de Antioquia de

la cual era provincia. Esto implicaba, que los pobladores del sitio tuvieran

que recorrer el largo y tortuoso camino hacia Santa Fe de Antioquia.

(Arbeláez, 2002 ). Después de 10 años de espera, el rey de España Don

Carlos III el 19 de diciembre de 1787, concede el título en virtud de una

real cédula denominando a Marinilla, Villa de San José de la Marinilla.

El título implicó admitir la existencia de un Cabildo formado por un Alcalde

Ordinario, cuatro regidores, un Alguacil, un Mayordomo de Propios,

un Escribano Público y de Cabildo. Por esto, el 4 de marzo de 1790 un

Teniente de Gobernador posesionó a un grupo de personajes que compraron

los cargos de los regidores según fueron rematados en diversos

valores. La Alcaldía Ordinaria se le concedió a don Ignacio de Hoyos, el

puesto de Regidor Decano para don Javier Gómez, los regidores sencillos

para don Juan Fernando Duque, don Pablo Ramírez y don José Esteban

de Hoyos, finalmente don José Zuluaga fue el Alguacil Mayor (Arbeláez,

2002 )

116


Roberto de Jesús Ramírez Moreno y David Ricardo Ramírez Gómez

Imagén 1. Primera página de la Real Cedula que la confiere a Marinilla el título de Villa.

117


El origen multifacético de Marinilla

Posteriormente, por Real Cédula expedida en Aranjuez, el 2 de marzo

de 1794, el Rey Carlos VI para resaltar el reconocimiento de la

Villa, le adjudicó un escudo de armas, que probablemente demandó

largas gestiones. El documento lo describió don Pascual Antonio de

la Rúa Ruiz de Noveno, cronista del Rey de la siguiente manera:

“Ceñida al todo de su empresa o emblema a dos brazos de encarnación, que

sobre campo azul, símbolo este color de perseverancia, recompensa y lealtad,

se hallan unidos y vestidos a la Española Antigua y original traje indio…

pendiente de la mano Española el arpón y la saeta, y de la india el mosquete

o fusil, poblado este escudo de oro y demostraciones de su actual y futura

propiedad, y de letras negras este lema: “Pro religiono et rege, munera antioquitatis

novis, comunia” en Español “Por la religión y el rey los dones de

los antiguos nos son comunes ”..dando a entender la orla y su lema que el

vecindario de la Villa de Marinilla, como compuesto de vecinos españoles

e indios , pactaban y consolidaban con sus armas sus antiguos vínculos y

establecen de nuevo , haciendo comunes sus vidas e intereses en defensa de

su Religión y el Monarca” (Archivo Histórico de Marinilla, sin referencia).

A continuación la imagen del escudo en donde se hace visible la intensión

simbólica de ubicar en un pedestal la presunta armonía entre el indígena

y el español, cuyas armas propias se unen y su fuerza unificada las hace

más poderosas. El cronista del Rey por su parte deduce que así aconteció

el encuentro de ambas culturas y luego su coexistencia.

118


Roberto de Jesus Ramirez Moreno y David Ricardo Ramirez Gómez

Imagén 2. Escudo

Antecedentes del título de ciudad

El recorrido histórico de la manera como Marinilla transitó por diferentes

reconocimientos como poblado, concluye con la adquisición del título de

ciudad, acontecimiento sucedido en la época de la Primera República

antioqueña. Este honor se le adjudicó entre otras razones, por su desempeño

como pueblo merecedor de un reconocimiento a la contribución

tenida en ese proyecto político desde su mismo comienzo. En efecto, el

11 de agosto de 1813, reunidos los delegados de Antioquia al mando del

Presidente Dictador Juan del corral en la Casa Consistorial de Santa Fe

119


El origen multifacético de Marinilla

de Antioquia, redactaron el Acta de Proclamación de la Independencia

de Antioquia y Marinilla estuvo representada en la junta que declaró

la independencia por el insigne marinillo, Don Juan Nicolás de Hoyos,

quien ejercía el cargo de Vicepresidente del Estado de Antioquia y el

Dr. Presbítero Jorge Ramón de Posada, cura párroco de Marinilla.

El 14 de agosto de dicho año, el representante en la redacción del acta de

proclamación de independencia, Juan Nicolás de Hoyos, tomó juramento

de fidelidad a la causa de la independencia, en la plaza principal de

Marinilla a sus funcionarios y sacerdotes. El coronel Gutiérrez Caviedes

habló al pueblo desde los balcones de la casa cural pidiendo reforzar

la compañía de Marinilla que se desplazaría con el general Nariño.

Como respuesta a este pedido, el Dr. Jorge Ramón de Posada entregó el

curato al Pbro. Ramón Gómez y se fue de pueblo en pueblo a levantar

el entusiasmo de los habitantes por la independencia y a recoger dinero

para sostener a los soldados. De esta manera el Dr. Posada organizó el

contingente de 125 jóvenes de lo más selecto de la sociedad Marinilla,

para marchar al sur a combatir a Sámano. (Ramírez U. , 1984)

En síntesis, la Villa de San José de la Marinilla, junto a la Villa de Nuestra

Señora de la Candelaria de Medellín, se hicieron ciudades para

equilibrar su importancia política y motivar a sus vecindarios. La

nivelación fue relativa a las ciudades de Antioquia y Rionegro y el

estímulo cumplió su propósito, el pueblo marinillo estuvo acorde al

momento histórico que exigió la incondicional adhesión a una nueva

República en peligro (Echeverri, 2010)

120


Roberto de Jesús Ramírez Moreno y David Ricardo Ramírez Gómez

Consideraciones finales

En los párrafos escritos, bien queda sintetizado el prolongado proceso según

el cual Marinilla evolucionó por distintas etapas hasta alcanzar ser una

ciudad. Se extendió desde la segunda mitad del siglo XVI a principios

del XIX. No fue un curso ajeno a la evolución contextual de la región y

en particular del Oriente Antioqueño y en general a la misma provincia.

En sus logros sobresale el papel desempeñado por diferentes personajes

que lideraron las situaciones y tras de sí, estuvieron el conjunto de los

habitantes que persistieron en continuar su existencia allí.

Hoy Marinilla se perfila actualmente como una ciudad cosmopolita, con

más de 60.000 habitantes. Una buena parte de ellos son personas venidas

de otros lugares sin raíces en ella, unos la han valorado en su existencia

otros son indiferentes a los retos que afronta en este presente. Las viejas

casonas están siendo demolidas para dar lugar a la construcción de bloques

de apartamentos de cinco y más pisos. La rueda del progreso y del

cambio está rodando y es imposible detenerla.

121


El origen multifacético de Marinilla

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123


Amalfi, Anorí y Segovia: fundaciones mineras del siglo XIX en el nordeste antioqueño

AMALFI, ANORÍ Y SEGOVIA. FUN-

DACIONES MINERAS DEL SIGLO

XIX EN EL NORDESTE ANTIOQUE-

ÑO

RESUMEN

El oro fue el principal producto de exportación

de Colombia en la segunda mitad

del siglo xix. De las minas de Antioquia

salió más del 70% de esa producción, en

especial las explotaciones ubicadas en

el nordeste del departamento. La riqueza

aurífera de las minas de aluvión y de

veta de los municipios de Amalfi, Anorí

y Segovia, jalonó importantes procesos

de poblamiento y colonización del territorio,

con lo que se formó una sociedad

con características particulares; además,

en sus minas se hicieron las primeras innovaciones

tecnológicas que permitieron

el crecimiento de la producción minera en

Antioquia.

Palabras clave: Minería antioqueña,

Colonización, Sociedad de frontera, Enclave.

AMALFI, ANORÍ AND SEGOVIA.

MINING FOUNDATIONS OF THE

19TH CENTURY IN NORTHEAST-

ERN OF ANTIOQUIA

SUMMARY

Gold was Colombia’s main export

product in the second half of the 19th

century. More than 70% of this production

came from the mines of Antioquia,

especially the mines located in the

northeast of the department. The gold

wealth of the alluvial and vein mines in

the municipalities of Amalfi, Anorí and

Segovia, marked important processes

of settlement and colonization of the

territory, which led to the formation of

a society with particular characteristics.

In addition, the first technological innovations

that allowed the growth of mining

production in Antioquia were made

in its mines.

Key words: Antioquian mining,

Colonization, Frontier society, Enclav

Profesor de la Universidad de Antioquia, Doctor en Historia de la

Pontificia Universidad Católica de Chile, Magister en Historia de la

Universidad de Antioquia, Historiador y docente de la misma.

MAURICIO ALE-

JANDRO GÓ-

MEZ GÓMEZ

124


Mauricio Alejandro Gòmez Gòmez

AMALFI, ANORÍ Y SEGOVIA. FUNDACIONES MINERAS DEL

SIGLO XIX EN EL NORDESTE ANTIOQUEÑO

AMALFI

El municipio de Amalfi se encuentra ubicado a 130 kilómetros de distancia

de Medellín. Es uno de los municipios más extensos del departamento con

una superficie de 1,880 Km 2 . La cabecera municipal está a una altura de

1,600 metros sobre el nivel del mar y tiene una temperatura media de 19º

C. (Toro, B: 1937).

De acuerdo con Manuel Uribe Ángel, Amalfi fue fundado entre 1836 y

1840 por algunos mineros de Riachón, domiciliados en Carolina del Príncipe,

pero originarios de Rionegro y La Ceja. El primer nombre que tuvo fue

el de “Nueva Población”, pero poco después el obispo de Antioquia, Juan

de la Cruz Gómez Plata, lo cambió por Amalfi. Entre sus fundadores están

el presbítero Juan José Rojas, Antonio Aguilar; José Domingo, Casiano y

Nepomuceno Botero; José Santamaría, Alberto Escobar, Nazario Echeverría,

Nepomuceno Uribe, Esteban Álvarez, Vicente Mejía y Pedro Bernal,

todos ellos integrantes de un proyecto de colonización familiar impulsado

por la élite del Oriente Antioqueño (Uribe Ángel: 1885, 135-138).

Amalfi formó parte del auge minero que se produjo en Antioquia entre

1830 y 1850, que situó a esta provincia como la más rica en oro del país.

Por aquel entonces tuvo lugar el resurgimiento de Remedios y Zaragoza,

la bonanza de Anorí y la aparición de Segovia y Amalfi como principales

centros mineros (Paniagua Muñoz: 1993, 83).

125


Amalfi, Anorí y Segovia: fundaciones mineras del siglo XIX en el nordeste antioqueño

El rápido crecimiento económico y poblacional de Amalfi, impulsó a sus

vecinos a postular ante el gobernador el distrito como cabecera del cantón

en 1847. Para impedir que esto sucediera algunos habitantes de Remedios

dirigieron el 13 de marzo de 1847 una carta a El Antioqueño Constitucional,

en la cual argumentaban que, aunque Amalfi era rico en oro, estaba

condenado a la ruina por las personas que lo gobernaban.

¿Quién ignora la decadencia de aquel pueblo de tres años para acá?

Todos ven, todos miran que la parroquia de Amalfi camina con

precipitación a su ruina, socavada por carcoma que embarga su

seno; y si la langosta (empleados públicos) porque tanto anhelan…

se ceba sobre sus mieses, después de haber dejado yermos nuestros

campos... adiós para siempre (…) adiós (El Antioqueño Constitucional:

1847, 25).

En el mismo 1847, Remedios perdió el título de cabecera del cantón pese

a los esfuerzos de su élite por conservar su hegemonía; entonces Amalfi se

convirtió en el centro político administrativo del nordeste. Más adelante,

durante el Estado Soberano de Antioquia, Amalfi fue nombrado capital del

departamento de Amalfi, mediante la ley de 17 de diciembre de 1859. En

medio de la agitación política de la segunda mitad del siglo xix, Amalfi fortaleció

su posición como centro político y administrativo de la región; así,

en el tiempo que estuvo vigente la Constitución de Rionegro (1863-1885),

Amalfi fue la capital del departamento del nordeste (Melo: 1988, 116).

El crecimiento poblacional de Amalfi fue continuo durante el siglo xix;

esto puede atribuirse al agotamiento de la minería en el Valle de los Osos

desde finales del siglo xviii, el cual impulsó a los mineros de tierra fría a

abrir esta nueva frontera minera en las sabanas del Cancán en el nordeste.

126


Mauricio Alejandro Gòmez Gòmez

Unos años después, en la década de 1830, las élites económicas de Medellín

y Rionegro expandieron sus inversiones en minería en el río Porce,

primero se establecieron en Carolina del Príncipe y luego en Amalfi. En

1808, en Cancán, primigenio asentamiento sobre el cual se fundó Amalfi,

vivían 562 personas. En 1835 su población era de 882 habitantes. Después

de su fundación hubo un rápido aumento y llegó a tener 2.009 habitantes

en 1843. Desde entonces continuó con un crecimiento acelerado de la población

y en 1870 ya contaba con 6,817 habitantes. Sin embargo, a inicios

de la década de 1880 su población algo decreció y en 1883 se censaron

6,613 habitantes (Álvarez Morales: inédito).

Un viajero alemán en 1880 decía que en casi todo el territorio de Antioquia

había oro, aunque las regiones mineras más importantes eran las del

Nordeste, de Amalfi decía que allí “se encuentran muchas minas de oro en

su mayoría pequeñas (Von Shenk: 1949, 11.259)”. Años más tarde Julio

Toro explicaba de forma técnica la razón de todas esas minas pequeñas en

la “intensa mineralización de este distrito, casi todos los ríos quebradas y

arroyos llevan oro en sus arenas. Sin embargo, la explotación en grande

escala y con maquinaria moderna ha sido escasa, pues en general los ríos

de Amalfi corren en la mayor parte de su curso por cañones estrechos (Uribe

Ángel, 154)”.

ANORÍ

Anorí dista 150 kilómetros de la capital antioqueña, tiene una extensión de

1,430 Km 2 , está situado a una altura sobre el nivel del mar de 1,535 metros

y cuenta con una temperatura 21º C.

127


Amalfi, Anorí y Segovia: fundaciones mineras del siglo XIX en el nordeste antioqueño

De acuerdo con Uribe Ángel, en 1808 los hermanos Benito, José Antonio

y Miguel Uribe vecinos de Rionegro construyeron las primeras casas de

Anorí, pero años antes algunos exploradores provenientes de Santa Rosa,

entre ellos Juan de la Rosa Leonín de Estrada y un señor de apellido Patiño,

fueron quienes descubrieron los ricos filones auríferos a lo largo del

río Anorí, y desde entonces “La buena noticia de la riqueza minera de estas

tierras atrajo gran número de colonos (Zapata Cuencar: 1941, 41-44)”.

En el caso de Anorí se dio un proceso de colonización minera por parte de

empresarios mineros, así como de sectores populares buscadores de oro.

Entre las personas que llegaron a Anorí atraídas por la fama de su riqueza

minera, había ingenieros de minas extranjeros y hombres acaudalados

de la provincia. Algunos de ellos eran, el inglés Tyrrel Moore, el sueco

Carlos Segismundo de Greiff y el empresario antioqueño Julián Vásquez

Calle, quienes introdujeron avances técnicos para la minería e impulsaron

el desarrollo económico de la región. Al respecto, Gabriel Poveda Ramos

afirma que en 1824 el anoriseño Gregorio Baena construyó con madera el

primer molino antioqueño de pisones, con cuatro bocartes y movido por

agua; es decir, antes de que en 1830 Tyrrel Moore importara el primer molino

inglés de seis pisones, llamado Cornish Mill (Poveda Ramos: 1988,

213).

Anorí vivió un auge entre las décadas de 1830 y 1850, años en que la

migración de técnicos extranjeros e inversionistas antioqueños activó la

minería; sin embargo, Uribe Ángel afirmaba que a partir de 1850 “una

desconsoladora decadencia comenzó a notarse, decadencia que tuvo su

origen en el empobrecimiento gradual de las minas, en el abandono del lugar

por algunos ricos capitalistas y en el descuido completo en que estuvo

128


Mauricio Alejandro Gòmez Gòmez

allí siempre la agricultura (Uribe Ángel: 152).”.

Frente a esa crisis el gobierno de Antioquia fomentó la economía de este

distrito por medio de la repartición de tierras entre sus pobladores, que con

el tiempo llegarían a ser agricultores. En 1858, Demetrio Viana, representante

del despacho de hacienda, avisó a los antioqueños sobre la adjudicación

de tierras en Anorí. Los adjudicatarios contraían obligaciones como:

“Construir en sus respectivas posesiones y cultivar estas por espacio de

cuatro años no interrumpidos, haciendo en cada uno de ellos una roza en

que coja el maíz necesario para el consumo de su familia”. La extensión

del terreno adjudicado era proporcional al tamaño de la familia de cada

individuo: “Soltero de 21 años cumplidos, de 60 a 80 fanegadas colombianas.

Casados sin hijos 80 a 100. Casados con cuatro hijos 100 a 125.

Casados con más de cuatro hijos 125 a 150 (Viana: 1858).”.

En 1869, un viajero antioqueño que estuvo de correría por los pueblos del

norte de Antioquia a lomo de mula, se llevaría una grata impresión de los

anoriseños, aunque no del aspecto de Anorí, que tal vez mostraba los efectos

de aquella crisis minera.

Confieso francamente que el aspecto exterior de esta población no

me fue simpático. Me imaginaba un pueblecito muellemente reclinado

al pie de una colina, coqueto y engalanado; y me hallé con

unas cuantas irregulares casas, malamente distribuidas en una cuchilla

antipoética y sin vida. ¡Pero que! ¡Bajo esa mala capa hay un

magnífico bebedor! El interior de Anorí, es decir, la gente que lo

habita es de la más caballeresca y cumplida que he tenido ocasión

de conocer y apreciar (El Oasis: 1869).

La población de Anorí en el siglo xix muestra los ciclos de auge y crisis

129


Amalfi, Anorí y Segovia: fundaciones mineras del siglo XIX en el nordeste antioqueño

minera. En 1835 vivían allí 2,615 personas, pero en 1851 su número disminuyó

a 1,924. La política adjudicación de tierras, al parecer, tuvo efectos

positivos, pues en 1864 había 3,537 habitantes, es decir, casi el doble

del censo anterior. En los años siguientes la población permaneció estable,

en 1870 el pueblo tenía 4,124 habitantes y en 1883 había 4,202 anoriseños

(Álvarez Morales, Materiales).

Dentro de la historia local de Anorí se destaca la trayectoria de la mina

“La Constancia”. Según varios autores, su explotación la iniciaron los hermanos

José María y Pedro Vásquez Calle en 1824, quienes eran sus dueños

junto con Nicolás Gómez. En 1830 ofrecieron a su hermano Julián la

cuarta parte de la mina, quien se trasladó administrarla después de casarse

con María Antonia Barrientos. Por muchos años la Constancia fue la mina

más productiva del distrito, luego pasó a ser dirigida por su hermano Luis

Vásquez a quien sucedió, después de su muerte, su nieto el ingeniero Pantaleón

Sánchez (El Montañés: 1899, 249-258).

Entre las principales innovaciones tecnológicas introducidas en la Constancia,

se cuentan la luz eléctrica, la planta de cianuración y el molino

californiano. A mediados del siglo xix la mina contaba con un personal de

200 a 250 obreros; ocho molinos cada uno con ocho pisones, arrastre para

triturar las jaguas, fragua y carpintería. El rendimiento diario era de 3 a

4 libras de oro, vendido en el comercio de Anorí a 14 reales el castellano

(Estrada López: 1967, 52-53).

La empresa fue más tarde vendida a una compañía inglesa que construyó

la carretera de Anorí a Dos bocas con una extensión de 83 kilómetros y

130


Mauricio Alejandro Gòmez Gòmez

un costo de 800,000 libras esterlinas, equivalentes a 4 millones de pesos,

cuando el peso tenía el mismo valor que el dólar. Esta sociedad poseía un

barco llamado “Vapor Anorí”, que navegaba entre el puerto de Dos bocas

y el de Barranquilla, en el que se movilizaban las máquinas requeridas por

la empresa (Estrada, 53).

La riqueza de las minas mencionadas se debe a que se ubican en la veta

más importante de la región. Según Carlos E. López, esta veta es la llamada

Anorí o La Constancia, “de cajón que se conoce en dos leguas de trayecto

con dirección constante este-oeste e inclinación sur y cuya potencia

llega hasta 6 metros. La riqueza de este filón, explotado en varias minas,

es muy variable pues tiene zonas muy ricas y otras completamente estériles”.

Las minas que se han trabajado sobre este filón son: Chiquinquirá,

La Chucha, La Constancia, Los Radas, La Palma, Santa Rosita, Santana,

Quebraditas, Quebrada Negra y Solferino (López: 1936,3.719-3.732).

SEGOVIA

El municipio de Segovia está asentado en las estribaciones de la cordillera

central, a 227 kilómetros de distancia de Medellín. Tiene un área de 1,231

km², una altura de 650 metros sobre el nivel del mar y una temperatura

media de 28°C. Sus límites son, por el norte los municipios de Zaragoza

y El Bagre; por el oriente el departamento de Bolívar; por el occidente los

municipios de Amalfi y Anorí; y por el sur el municipio de Remedios.

El poblamiento y fundación de Segovia tuvo un proceso diferente con respecto

a Amalfi y Anorí. El territorio de la actual Segovia formaba parte del

131


Amalfi, Anorí y Segovia: fundaciones mineras del siglo XIX en el nordeste antioqueño

municipio de Remedios. Algunos acontecimientos que tuvieron lugar en

la segunda mitad del siglo xix marcaron su origen como asentamiento humano

hasta llegar a constituirse en una unidad administrativa autónoma.

En la década de 1840 se inició una migración de exploradores mineros

quienes conformaron un lugar llamado “Tierradentro”. En solo unos años

ya se laboraban allí las minas de Bolivia, La Gonzala, Vera, Cogote, La

Reina, La Hondura, Cristales y Segovia. Tiempo después se empezaron

a explotar las minas La Salada y El Silencio. Esta migración minera fomentó

el poblamiento de un caserío. En 1865, el entonces gobernador de

Antioquia, Pedro Justo Berrío, por medio de un decreto del 24 de agosto

de ese año, promovió Tierradentro a “fracción”, al mando de un inspector

de policía, bajo la jurisdicción del Distrito de Remedios. A partir de entonces

se establecieron allí varias empresas mineras, algunas con capital extranjero,

lo que impulsó su crecimiento demográfico. En 1880, mediante

decreto 100, la fracción de Tierradentro llegó a ser el “Municipio de Segovia”,

todo esto gracias al liderazgo de Liborio Bataller, Cesáreo Escobar

y otros lugareños que se empeñaron en esta gestión. Por desgracia, dicha

categoría apenas duró un año, pues Segovia fue anexada de nuevo a Remedios

en calidad de corregimiento. Tiempo después, el 17 de septiembre

de 1884, Segovia recuperó el título de municipalidad. Esta determinación

se hizo efectiva el 3 de junio de 1885 (Villa Pérez: 1982, 347-349).

Las empresas extranjeras que se afincaron en el territorio promovieron el

aumento poblacional en el territorio y la posterior fundación del municipio

de Segovia. En 1864 vivían en Tierradentro apenas 371 personas;

cinco años después el pueblo ya tenía 1,334 habitantes; y en 1877 ya eran

132


Mauricio Alejandro Gòmez Gòmez

2,500 habitantes (Álvarez, Materiales). Con la actividad minera se creó

un modo de acumulación de capital e inversión en empresas mineras, lo

que llevó a consolidar una economía de enclave precursora del sistema

capitalista en el nordeste antioqueño. Las formas precapitalistas de producción

minera que predominaban en Antioquia hasta 1850, se transformaron

cuando se implantó el nuevo sistema de producción introducido

con las inversiones extranjeras (Henao: 1985, 141).

Dentro de las empresas de capital extranjero, la Frontino Gold Mines Limited

tuvo el papel más destacado en la historia de Segovia. Las diversas

compañías mineras que se establecieron antes de la consolidación de Segovia

como municipio han hecho que sean algo confusos los orígenes de

esta empresa y su relación con Segovia. Algunos autores nos dan claves

para comprender mejor este proceso.

De acuerdo con Leidy Diana Uribe, los orígenes de Frontino Gold Mines

se pueden rastrear en las propiedades mineras que poseían en Antioquia

dos acaudalados comerciantes de Rionegro, se trata de Sinforoso García

Salgar y de su hijo Mamerto García Montoya. En Remedios eran dueños

de las minas Ñemeñeme o Bolivia y Juan Criollo, también terrenos aledaños

al río Pocuné. En Frontino los García tenían los minerales del cerro

de Frontino que habían sido explotados precariamente. El 7 de diciembre

de 1852 Sinforoso y Mamerto vendieron sus propiedades a una compañía

inglesa denominada Mariquita y Nueva Granada cuyos representantes

eran John Whitefford y John Hearne Breffil. A su vez, en 1863 esta compañía

vendió sus propiedades a The Frontino and Bolivia Gold Mining

Company (Uribe Betancur: 2019, 371). Según el nombre de esta empresa,

133


Amalfi, Anorí y Segovia: fundaciones mineras del siglo XIX en el nordeste antioqueño

contaba con las explotaciones del cerro de Frontino y de la mina Bolivia

ubicada en Tierradentro, nombre del caserío por entonces.

Michael Hill aporta un dato adicional, según este autor, dos minas de los

minerales de Ñemeñeme llamadas Cristales y San Nicolás, en la segunda

mitad del siglo xix fueron trabajadas por una empresa francesa y por esos

años también fueron adquiridas por The Frontino … De esta forma, la

compañía inglesa terminó con sus trabajos en el municipio de Frontino

–en el occidente de Antioquia– y se trasladó con su personal y equipos

al municipio de Segovia, en donde se dedicó a explotar varias minas de

socavón, entre ellas El Silencio, Bolivia, Manzanillo, Marmajito, Cogote,

Córdoba y más adelante San Nicolás, Tres y Media, y la Italia. También

tenía dos minas de aluvión: Hilo Este y Cecilia (Davey: 1998, 23-24).

De acuerdo con Pablo Liemann, las propiedades de la compañía en el

pueblo de Frontino –minas El Cerro y El Carmen– en 1884 pasaron a ser

propiedad de la Antioquia Company Limited. Con todos sus frentes de

explotación ubicados en Segovia, en 1911 hubo una reorganización en la

compañía y fueron abandonadas varias minas. En 1920 se formó otra subsidiaria

llamada The Marmajito Mines Limited, para reabrir esa mina de

viejo descubrimiento. En enero de 1931 The Marmajito Mines Limited y

The Frontino & Bolivia (South América) Gold Mining Company Limited,

se fusionaron y conformaron una nueva compañía denominada Frontino

Gold Mines Limited. En sus años de funcionamiento, esta compañía extrajo

oro de una gran cantidad de minas, de las cuales “El Silencio” fue la

más importante desde su apertura en 1864 ( Leimann: 1963).

134


Mauricio Alejandro Gòmez Gòmez

Consideraciones finales

Las localidades del nordeste y norte de Antioquia fueron pobladas a la

par con la búsqueda de oro en el territorio. Algunas fundaciones permanecieron

desde el proceso de conquista española con frecuentes periodos

de crisis y decadencia a causa de la falta de tecnologías propicias para

la extracción de oro. Después de la independencia de Colombia, surgió

de la necesidad de buscar nuevos frentes económicos por medio de la

ampliación de la frontera agrícola y la colonización de los territorios con

potencial económico.

Durante el siglo xix los municipios de Amalfi, Anorí y Segovia fueron

escenario de un proceso de exploración y explotación de nuevos yacimientos

mineros, que involucró un crecimiento demográfico en la región

del nordeste antioqueño, la introducción de nuevas tecnologías en

la extracción aurífera con el consiguiente aumento de productividad y un

posicionamiento político de los nuevos pueblos como polos de desarrollo

económico del departamento de Antioquia.

El minero como tipo humano producido históricamente por las condiciones

impuestas por el medio ambiente en la búsqueda de oro, se vio

insertado en un nuevo tipo de economía. Muchos de ellos pasaron de

conformar cuadrillas de “mazamorreros” que buscaban oro en las quebradas

de forma independiente, a formar parte como “obreros” de empresas

capitalistas provenientes de inversores nacionales o extranjeros que

impusieron una nueva forma de explotar los recursos minerales.

135


Amalfi, Anorí y Segovia: fundaciones mineras del siglo XIX en el nordeste antioqueño

BIBLIOGRAFIA

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137


El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820

EL CURATO DE NUESTRA

SEÑORA DE LA CANDELA-

RIA, GUARNE, 1811-1820

RESUMEN

En la historia del origen de Guarne

resaltan dos hechos que se rememoran

como notables. En el año de

1796 el vecindario mostró su fortaleza

cuando se resistió a cambiar el

día dominical del mercado público,

dispuesto la determinación del cabildo

de Rionegro. El segundo acontecimiento

sucedió en los años del proceso

de la Independencia y se refiere

a la obtención de su ansiado curato

parroquial. El artículo abarca ambas

circunstancias desde diversos puntos

de vista, el cultural, político y socioracial.

THE CURATO DE OUR LADY

OF CANDELARIA, GUARNE,

1811-1820

SUMMARY

In the history of the origin of Guarne, two

events stand out as remarkable. In the year

1796 the neighborhood showed its strength

when it resisted to change the Sunday

day of the public market, as determined

by the town council of Rionegro. The second

event took place during the years

of the Independence process and refers

to the obtaining of its longed-for parochial

curatorship. The article covers both

circumstances from different points of

view, cultural, political and socio-racial.

Key words: Commerce, demography,

slavery, politics, culture.

Palabras Claves: Comercio, demografía,

esclavitud, política, cultura

.ABREVIATURAS: AAM (Archivo de la Arquidiócesis de Medellín). AGN

(Archivo General de la Nación). AHA (Archivo Histórico de Antioquia). AHR

(Archivo Histórico de Rionegro). APG (Archivo Parroquial de Guarne). APR (Archivo

Parroquial de Rionegro).

Investigador y docente Universitario

Miembro del Grupo Vigías del Patrimonio de Guarne

RODRIGO

MORENO

MARTINEZ

138


Rodrigo Moreno Martìnez

EL CURATO DE NUESTRA SEÑORA DE LA CANDELARIA,

GUARNE, 1811-1820

Introducción

En las narrativas históricas locales, el municipio de Guarne sobresale por

varias circunstancias. La primera de ellas obedece a la insurrección comunera

de los negros y libertos contra las reformas fiscales y tributarias

prescritas por la corona española en 1781. Ha sido objeto de una aclamada

inspiración colectiva y en la actualidad integra la toponimia comercial

y es un referente de identidad histórica. Cuenta con expresiones artísticas

emblemáticas y dispone de una abundante bibliografía descriptiva, entre

la cual figura la transcripción de la causa criminal incoada contra los protagonistas

del levantamiento, hecha por el Departamento de Historia de la

Universidad de Antioquia. 1

La historia del municipio también es reconocida por una curiosa tradición

cultural conocida como tapetusa. Así fue bautizado el aguardiente

clandestino, otrora destilado en parajes fragosos o en sectores específicos

de la población. La obra Tapetusa, del finado escritor local Luis Alfonso

Díaz Ospina, es un cuadro costumbrista que retrata en prosa corrida la

dinámica social y cultural de la destilación ilícita de aguardiente. En otra

1 Entre las versiones más conocidas —y repetidas— sobre la insurrección de los comuneros en Guarne,

figuran: “Los comuneros de Guarne”, Distritos 42 (1987): 52-53; Iván Duque Escobar, Los comuneros de

Guarne, 1781-1981: documentos para un estudio del movimiento comunero de Guarne, texto del notable

manifiesto de 1781 (Medellín: Imprenta Departamental, 1981); Félix Antonio Cardona Sánchez, Ensayos

sobre los comuneros de Guarne (Alcaldía de Guarne, 1991); del mismo autor: Comuneros, reinas y

valores de Guarne (s. c.: 1993); sobre la transcripción, véase: Departamento de Historia/Universidad de

Antioquia, Documentos para la historia de la insubordinación comunera en la provincia de Antioquia,

1765-1798 (Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 1982); Instituto de Estudios Regionales,

Guarne-Antioquia: estudios de localidades (Medellín: INER/Cornare, 1993), Abelardo Ospina López,

La insurrección comunera de Guarne (Medellín: s. e., 1998) y Juan Guillermo Espinal Barrientos, “Las

sublevaciones comuneras en la provincia de Antioquia: el papel de los grupos socioeconómicos desde

los procesos judiciales” (Trabajo de Investigación, Maestría en Historia, Universidad de Antioquia,

Medellín, 2016).

139


El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820

de sus producciones, Díaz Ospina describe el proceso de producción,

conservación y venta, la cultura material de la destilación y la infraestructura

física y artesanal asociada a la producción del aguardiente. 2 La

minería aurífera aluvial, la producción de manufacturas derivadas de la

penca y el paso del Tranvía de Oriente también forman parte de los temas

clásicos abordados por la historiografía tradicional. Del primero, deviene

toda una cultura oral sobre la presencia extinta de la esclavitud y de la

riqueza aurífera del distrito. Del segundo, existe un copioso anecdotario

impreso sobre la génesis de la cabuya, acompañado de micro biografías

conmemorativas a las reinas de su certamen anual. 3 Y del tercero, aún

falta por investigar en los archivos municipales la incidencia del Tranvía

en el desarrollo económico local.

Sin embargo, y a pesar de su importancia, estos temas no agotan

los intereses y los problemas concernientes a la historia local. De hecho,

son una muestra parcial de la inmensa riqueza histórica que oculta

el municipio en sus diversos testimonios documentales, cartográficos,

iconográficos y orales, repartidos en archivos públicos y privados, del

orden local y regional. El territorio dispone de una historia de esclavos,

comerciantes, ricos propietarios, pobres de solemnidad, empresarios mineros,

agricultores y párrocos ultra conservadores, como el cura Juan

José Henao, que gobernó la localidad en el siglo XIX.

En esta línea de reflexión, este artículo pasa revista por los principales

momentos y los actores más sobresalientes de la creación del curato

de Guarne, nombre con el cual fue conocida la primera comunidad

2 Luis Alfonso Díaz Ospina, Tapetusa (Medellín: Impresos Jiménez, 1971) y del mismo autor: De

Guarne y de todas partes (Medellín: Impresos el Día, 1995).

3 Véase especialmente: Luis Alfonso Díaz Ospina, Historia de Guarne (Medellín: Impresos el Día,

1990); Félix Antonio Cardona Sánchez, Comuneros, reinas y valores de Guarne y del mismo autor

Recordando a Guarne y los 50 años de las Fiestas de la Cabuya (Medellín: Impresión Divegráficas, 2002).

140


Rodrigo Moreno Martìnez

política independiente hace ya más de 200 años. El análisis comparado

de los registros bautismales, padrones de población, reclamos judiciales,

visitas eclesiásticas y mortuorias de sucesión permitirá entender la dinámica

de aparición del poblado de Guarne en los albores del ordenamiento

jurídico nacional del siglo XIX.

En los reales de minas de la Mosca

El 1 de enero de 1796, el cabildo de la ciudad de Arma de Rionegro

decidió cerrar el mercado de la plazuela de Guarne, que tenía lugar los

domingos y días feriados. Allí concurrían pulperos, rescatantes y comerciantes

que intercambiaban el oro extraído de los minerales locales por

manufacturas y productos agrícolas traídos de otras partes de la provincia

de Antioquia y del virreinato del Nuevo Reino. 4 La atención puesta a las

actividades comerciales y la escasa participación en los oficios eclesiásticos

justificó la clausura. En opinión del ayuntamiento de Rionegro, el

mercado debía realizarse los días jueves, para dedicar los domingos al

santo sacrificio de la misa. 5 Tres meses después, los vecinos de la Mosca

trataron de persuadir al gobernador de la provincia la conveniencia de

reanudar el comercio en los días establecidos, toda vez que los esclavos

mineros, libertos mazamorreros y mestizos agricultores solo abandonaban

sus labores los días feriados, para atender el doble propósito del comercio

y la asistencia a la eucaristía. 6

El 5 de marzo de 1796, don Francisco José Mejía, vecino de la ciudad

de Rionegro y apoderado de los residentes de Guarne, quiso persua-

4 AHR, Gobierno, tomo 10, flo. 126r.

5 AHR, Gobierno, tomo 10, flo. 126r.

6 AHA, Independencia, tomo 852, doc. 13415, flo. 62r.

141


El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820

dir a la corporación cabildante del perjuicio ocasionado por tal medida y

la urgencia de regresar al calendario preexistente. En primer lugar, sostuvo

que en el valle de la Mosca había importantes cuadrillas de esclavos

dedicados a la extracción de oro. Según testimonios acopiados, cerca de

la plazuela residían las cuadrillas de doña Josefa García, don Joaquín

Isaza, don José García, don Juan de Marulanda —vecino de Rionegro—,

y don José de Ossa. Al sur de la quebrada la Mosca estaba la cuadrilla

de don Esteban Jaramillo, quien además tenía otra iglesia viceparroquial,

construida de tapia y teja, ofrendada a Nuestra Señora del Rosario y en

excelentes condiciones para oficiar los servicios religiosos. 7 Debido a las

exigencias del trabajo minero, estos esclavos no podían abandonar sus

labores dos días a la semana, tal cual lo ordenaba el cabildo de Rionegro.

Por el contrario, solo disponían del domingo para asistir simultáneamente

al mercado y al rito religioso. 8 Tal circunstancia hacía impopular la

medida de cierre e ilegitimaba las decisiones unilaterales del cabildo.

En segundo lugar, don Francisco Mejía aseguraba la existencia de

otras gentes que poblaban parajes cercanos a la Mosca, como Ovejas,

Piedras Blancas, La Honda y el Tambor, integrados por decisión del citado

cabildo al partido o sitio de Guarne, un par de meses antes, específicamente

el 20 de noviembre de 1795. 9 Dichas gentes, formadas por

pobres mazamorreros y trabajadores libres, concurrían los domingos a la

plazuela de Guarne para recibir los sacramentos y participar en los tradicionales

rescates semanales, celebrados desde hacía un tercio de siglo en

el lugar. 10 En su justificación, los esclavos buscaban “con qué vestirse y

7 AHA, Eclesiásticos, tomo 81, doc. 2252, flo. 254r.

8 AHA, Independencia, tomo 852, doc. 13415, flo. 62r.

9 AHR, Gobierno, tomo 10, flo. 116r.

10 AHA, Independencia, tomo 852, doc. 13415, flo. 62v.

142


Rodrigo Moreno Martìnez

los víveres necesarios para ayudarse a mantener”. 11 Además, tanto libres

como esclavos tenían la costumbre de lavar el oro trabajado el sábado

anterior, para adquirir los comestibles en la plazuela el día del oficio

religioso. Alterar el ritmo temporal del mercado era una agresión a la

dinámica del trabajo minero y agrícola.

Con el fin de refutar las intenciones arbitrarias del cabildo, el señor

Mejía reafirmaba los derechos de propiedad de la iglesia viceparroquial

de Nuestra Señora de la Candelaria. Según su real entender y saber, el

templo había sido donado a los libertos de la Mosca por el prestigioso

propietario de tierras y minas don Sancho Londoño Zapata, uno de los

hombres más ricos de la provincia de Antioquia de la segunda mitad del

siglo XVIII. 12 La Virgen de la Candelaria contaba con uno de los más

lujosos ornamentos, entre los cuales figuraban dos coronas de oro puro,

una planchita de oro, una vela pequeña de oro, nueve rositas de diferentes

piedras engastadas en oro, dos zarcillos de oro, doce estrellas pequeñas

de oro, dos pulseras de perlas y dos rosas pequeñas de oro. 13 Los

atavíos dorados de la Virgen eran una expresión simbólica y material de

la riqueza aurífera del valle. Como la posesión de la iglesia era del colectivo

libre incorporado a la capilla viceparroquial, el cabildo no podía, en

opinión del señor Mejía, emitir prohibiciones directas y contradictorias

al uso legítimo del espacio.

Por último, la restricción del ayuntamiento contribuía con el agravio

de las circunstancias que buscaba mejorar. Los comerciantes escondían

desde el sábado las mercancías en los bosques y difícilmente cumplían el

11 AHA, Independencia, tomo 852, doc. 13415, flo. 62v.

12 AHA, Independencia, tomo 852, doc. 13415, flo. 62v. Beatriz Amalia Patiño Millán, Riqueza, pobreza

y diferenciación social en la provincia de Antioquia, siglo XVIII (Medellín: Editorial Universidad de

Antioquia, 2012) 102.

13 AHA, Eclesiásticos, tomo tomo 81, doc. 2252, flo. 254r.

143


El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820

precepto religioso por estar atentos al cuidado de sus efectos materiales.

Tampoco vendían los jueves porque no había ningún esclavo o liberto

que asistiera al mercado reprogramado. En opinión de don Francisco

Mejía, el problema no era el día del expendio, sino la capacidad limitada

de la iglesia para albergar a sus feligreses. En el interrogatorio levantado

para el acopio de las pruebas, el señor Mejía preguntaba:

Digan si es cierto que en la iglesia de la Candelaria por su estrechura

se queda afuera la más parte de la gente, haya o no haya

mercado. Digan si en los domingos que ha habido ventas de comestibles

antes de prohibirse y cuando el juez ha celado que no

se abran cargas hasta después de misa han notado algunos desórdenes,

irreverencias o desacatos al santo sacrificio que se celebra.

Digan si consideran que habiendo el mercado el domingo

y celándose por el juez que no se venda antes de misa, se sigue

beneficio al común y por el contrario graves perjuicios [...]. 14

Los desórdenes, las irreverencias y los desacatos al santo sacrificio

respondían a circunstancias ajenas al mercado dominical. O bueno,

esa era la estimación del apoderado de los vecinos de Guarne.

Pese a la prohibición del cabildo de Rionegro, el tráfico de mercancías

reanudó su curso habitual. El 11 de octubre de 1816 fue objeto

de nuevas prohibiciones basadas en las mismas razones sostenidas veinte

años atrás: desórdenes, irreverencias y desacatos al precepto eucarístico

por atender los intereses profanos del rescate y del comercio. 15 Sin embargo,

en esta ocasión, los vecinos pudientes del valle habían reaccionado

con antelación para conquistar autonomía en el manejo administrativo

de su vecindario. ¿Quiénes fueron y qué hicieron?

14 AHA, Independencia, tomo 852, doc. 13415, flo. 63r.

15 AHA, Independencia, tomo 852, doc. 13415, flo. 57r-58v.

144


Rodrigo Moreno Martìnez

Poblamiento colonial en el sitio y viceparroquia de Guarne

De acuerdo a la Relación de Antioquia de 1808, sumariada por el ilustrado

antioqueño José Manuel Restrepo, el partido de Guarne solo disponía

de una iglesia de teja y cuatro casas aledañas. 16 No sabemos a ciencia

cierta si este modesto inventario correspondía al templo de la Candelaria

y a las residencias cercanas, puesto que había otras dos iglesias con el

título de viceparroquia. La primera se encontraba en el paraje de Batea

Seca, rendía culto a Nuestra Señora de Belén y pertenecía al citado esclavista

don Juan de Ossa. Y la segunda se hallaba en las minas de don

Esteban Jaramillo. Estaba consagrada a Nuestra Señora del Rosario y,

en opinión del obispo de la diócesis de Popayán, Ángel Velarde y Bustamante,

disponía de la mejor infraestructura y el adecuado ornamento

eclesiástico. 17 Así pues, la única iglesia que tenía plaza y mercado era la

de Nuestra Señora de la Candelaria. Y, aunque la estrechez de su templo

limitaba el acceso de la feligresía en los días de feria, su existencia sirvió

para justificar la creación de un curato autónomo en la década de 1810.

¿Cómo se hizo?

Es necesario comenzar con una crítica de fuentes. La reducida nómina

de José Manuel Restrepo desdibuja por completo la importancia

económica y demográfica del poblamiento colonial en los minerales de

la Mosca y en el sitio de Guarne. ¿En verdad había solo cuatro casas?

Realmente, no. En 1782, por ejemplo, había varias rancherías y casas

dispersas. 18

Además, según el censo levantado el 1 de diciembre de 1786, el

partido de Guarne contaba con aproximadamente 1258 almas repartidas

16 Víctor Álvarez Morales, ed., La relación de Antioquia en 1808 (Medellín: Expedición Antioquia,

2008) 37.

17 AHA, Eclesiásticos, tomo tomo 81, doc. 2252, flo. 253V.

18 AGN, Sección Mapas y Planos, mapoteca nro. 4, referencia 579-A.

145


El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820

en tres clases sociales: la de los españoles y blancos, la de los cuarterones

y mestizos, y la de los mulatos y negros. 19 Una estadística descriptiva del

censo ayuda a entender esta particular composición demográfica. Para

empezar, El grueso de la población, tanto masculina como femenina,

era marcadamente joven (véanse gráficas 1 y 2). La edad de la mitad del

sitio oscilaba entre la niñez temprana y los dieciséis años. A renglón seguido

estaba el cuerpo económicamente activo —o aquel dedicado a las

faenas, domésticas, agrícolas y mineras—, correspondiente a las edades

comprendidas entre los 16 y 50 años. En esta categoría aparecen leves

variaciones: un 10% de la población masculina (equivalente a 132 hombres)

pertenecía a este rango, en discreto contraste con la femenina, que

representaba el 9% (equivalente a 116 mujeres). Conviene subrayar que

casi una tercera parte de la población estaba casada (27% de la misma) y

había unos cuantos viudos y viudas residentes en el partido.

Interesa por último dirigir la vista al conteo de esclavos. El censo

tiende a ocultar un poco su número, puesto que arroja en promedio una

docena de ellos, una cifra irrisoria para un sitio que desde hacía casi

medio siglo precisaba del trabajo esclavo para la explotación aurífera y

el comercio. Los primeros registros bautismales, depositados tanto en la

catedral de Rionegro como en la iglesia de Guarne, exhiben decenas de

ellos. Es más, muestran la presencia de esclavistas de Rionegro, Llanogrande

y La Ceja en el valle de la Mosca. Una de las figuras más notables

del censo era don Esteban Jaramillo. Párrafos atrás había aparecido con

cuadrillas de esclavos e iglesia viceparroquial suficientemente paramentada

al sur de la Mosca. Esta vez, su presencia arroja luz sobre la estruc-

19 AHA, Censos y estadísticas, tomo 337, doc. 6492, flos. 187r-200r.

146


Rodrigo Moreno Martìnez

tura esclavista de la época. En 1786, el señor Jaramillo era propietario de

dos familias de esclavos. Los padres de la primera eran Sinforoso y María

Jaramillo, ambos contaban con 35 años y tenían cuatro hijos de 20, 18, 15

y 13 años. La segunda familia estaba formada por Lucas, de 33 años, y su

esposa sin nombre. Tenían dos hijos menores de dos años, Carlos y María,

y en conjunto integraban el patrimonio esclavista de don Esteban. 20 Por

último, aparecían dos esclavos jóvenes con el apellido heredado de su

amo: Gabriela y Plácido Jaramillo, al parecer hermanos, con edades de

22 y 11 años.

Dos elementos sobresalen de este ejemplo. Primero: la propiedad

esclavista en el Guarne de antaño estaba integrada por descendientes de la

misma familia. No sobra recordarlo: la reproducción vegetativa de los esclavos

acrecentaba la fortuna personal y disminuía los costos de adquisición.

El aumento del caudal esclavista seguirá esta lógica, o por lo menos

así lo develan las fuentes bautismales. Segundo: los esclavos son jóvenes

y potencialmente valiosos. Se encuentran en la edad económicamente activa

o en dirección a ella. Fundamentan la riqueza y el patrimonio de la

próspera y eminente élite local.

Además de otros datos relevantes, el censo de 1786 dividió la población

en tres categorías: la de españoles y blancos, la de cuarterones y

mestizos, y la de mulatos y negros. Esta clasificación continuará vigente

en los albores de la vida republicana e indica de paso la permanencia de

varias familias en el poder y en la economía local. En términos cuantitativos,

el sitio presentaba las siguientes características:

20 AHA, Censos y estadísticas, tomo 337, doc. 6492, flo. 191r.

147


El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820

Cuadro 1. Composición demográfica de Guarne, 1786

Categoría social

Número de personas

Primera clase: blancos y españoles 85

Segunda clase: cuarterones y mestizos 324

Tercera clase: mulatos y negros 849

Total 1258

Gráfica 1. Composición demográfica de Guarne, 1786

Elaborado con base en: AHA, Censos y estadísticas, tomo 337, doc. 6492, flos. 187r.-200r.

Como puede apreciarse, más de la mitad de la población era mulata

y negra. Su presencia en la localidad será constante y determinante en los

siglos XIX y XX. De hecho, en el censo nacional de 1912, ya formado el

municipio, todavía habrá un considerable número de negros. Una tercera

parte del sitio está formada por los mestizos y cuarterones, cuyo estatus

social cambiará en la década de 1820 por la denominación “segunda

148


Rodrigo Moreno Martìnez

clase de blancos”. 21 Por último, un 7% de la comunidad corresponde a

la “noble clase de blancos y españoles” (85 personas). Trece familias la

integran y a ella pertenecen las élites políticas y económicas del futuro

Guarne. Para los propósitos de este ensayo, conviene presentar a la de

don Juan Antonio de Henao y doña Teresa María Arias, ambos vecinos

del real de minas y padres de 9 hijos: Manuel, Juan, José, Manuel, Juana,

María Josefa y María del Carmen. 22 El segundo Manuel, de 17 años, será

el protagonista de la última parte de este texto.

A la conquista de una jurisdicción eclesiástica: el curato de Guarne

Toda investigación documental sobre el Guarne de hace doscientos años

tiene referencia obligada: don Manuel Henao Arias. Este vecino de la

Mosca era dueño de esclavos, tierras, minas, ojos de sal, ganados y predios

ubicados en el marco de la plaza. También era un importante comerciante,

ya que conducía tabaco hacía el Puerto de Juntas, cerca de la

desembocadura del río Nare en el río Magdalena, y desde allí regresaba

con mercancías importadas de Europa. 23 Según consta de su testamento,

era dueño de inmensas propiedades repartidas por todo Guarne: en Garrido,

Yolombal, el Sango, Batea Seca, Piedras Blancas, el Ochuval (hoy

conocido como Alto Medina), la Brizuela y Charanga. 24 Además de poder

económico, don Manuel acumuló una cuota nada despreciable de poder

simbólico. Su residencia sobresalía en el marco de la plaza. Allí tenía tienda,

billar y una inmensa riqueza doméstica, conformada por manufacturas

de plata y mercancías importadas del extranjero. Su prestigio gozaba de

21 AHR, Gobierno, tomo 171, flo. 245v.

22 AHA, Censos y estadísticas, tomo 337, doc. 6492, flo. 187r.

23 AHA, Escribanías, Escribano José Vicente de la Calle, 1816, flos. 343r-344r.

24 AHR, Mortuorias, tomo 220, flos. 171r. y ss.

149


El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820

reconocimiento público, toda vez que tenía escaño único y selecto en la

iglesia regentada por su hijo. Era miembro de la cofradía de San Francisco

de Rionegro, cuyo hábito aspiró a vestir en sus honras fúnebres. 25

La familia de don Manuel Henao Arias estuvo conformada por su

esposa doña Josefa Dávila y siete hijos: Ruperto, Juan José, Bruna, Pantaleona,

Antonia, Damasia y Ana Francisca. 26 El primero de ellos militó en

el embrionario ejército republicano. El segundo gobernó el pueblo desde

la magistratura religiosa y la tercera contrajo matrimonio con Ramón

Zuluaga, uno de los compadres comerciales favoritos de don Manuel. De

los otros cuatro solo sabemos que recibieron parte de las acreencias de su

padre, después de su fenecimiento.

Hay tres puntos a destacar en la presencia e incidencia política de

este personaje. El primero de ellos:e provenía de una potentada familia

de la colonia, que logró diversificar sus fuentes de ingresos en la minería,

la ganadería, la acumulación de tierras y el comercio. El segundo alude a

la cultura política en la cual estaba inmerso. Don Manuel pertenecía a un

régimen de transición; experimentó la mutación de las instituciones públicas

y la aparición de un Estado en teoría centralizado. Su experiencia

estuvo marcada por la superposición y combinación del ordenamiento

jurídico republicano sobre el ordenamiento jurídico colonial. Al momento

de colaborar con la creación del curato de Guarne, empleó discursos

propios de una mentalidad colonial, sustentada en el bien común, en la

utilidad pública de un colectivo mancomunado y en las ganancias espirituales

y temporales derivadas de una comunidad organizada sobre una

plaza y una iglesia. 27 Y el tercer punto corresponde a su actuación como

25 AHR, Mortuorias, tomo 220, flo. 165r.

26 AHR, Gobierno, tomo 171, flo. 241r. y AHR, Mortuorias, tomo 220, flo. 163r.

27 Esta explicación es propia de la cultura política corporativa que caracterizó la organización del

150


Rodrigo Moreno Martìnez

representante y apoderado de los vecinos de la Mosca. Sobre este nos concentramos

en los siguientes párrafos

.

El 20 de octubre de 1811, don Manuel Henao Arias solicitó al cabildo

de Rionegro copia autenticada del documento oficial que acreditaba

la separación del curato de Nuestra Señora de la Candelaria de Guarne de

la iglesia matriz de Rionegro. Esta escritura abriría el acopio de pruebas

necesarias para asegurar la conveniencia pública de un curato autónomo y

con límites definidos. Ocho días después, don Eusebio Martínez, alcalde

del sitio, convocó a los vecinos más prestantes y a los apoderados de quienes

no lograron llegar, a una reunión en la plaza, con el propósito de suscribir,

mediante escritura pública, el compromiso colectivo de responder

por las obligaciones necesarias para la erección del curato. Su compadre,

el sobre citado don Manuel, encabezó la lista de los convocados. Entre

todos asumieron tres obligaciones específicas. La primera: cada año iban

a sufragar el festejo público de Nuestra Señora de la Candelaria, patrona

tutelar del naciente poblado. No sobra llamar la atención: esta es la fiesta

más antigua del Guarne contemporáneo. La segunda: el propio don Manuel,

en compañía de los vecinos pudientes, se obligaban a mantener la

congrua sustentación del cura párroco y a costear el suministro de la oblata

de pan, el vino y la cera para la celebración frecuente del santo sacrificio

de la misa. En otras palabras, respondían por la remuneración periódica

del cura y los gastos de funcionamiento de la iglesia parroquial. Y la tercera:

aseguraban la colecta suficiente de limosnas para el sufragio anual

poder en el Antiguo Régimen Hispanoamericano. Véase a: Annick Lempérière, Entre Dios y el rey: la

república. La ciudad de México de los siglos XVI al XIX (México: Fondo de Cultura Económica, 2013)

25-71 y Antonio Manuel Hespanha, La gracia del derecho. Economía de la cultura en la Edad Moderna

(Madrid: Centro de Estudios Constitucionales/Colección Historia de la Sociedad Política, 1993).

151


El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820

de las Benditas Ánimas del Purgatorio. 28 El centro de la obligación, ubicado

en medio la responsabilidad económica de costear dos fiestas religiosas,

descansaba en el sostenimiento del cura párroco y de la iglesia.

Su presencia permanente garantizaría la estabilidad y el crecimiento del

poblado. Y es curioso que uno de los hijos del apoderado don Manuel

fuera a ocupar este lugar.

Faltaban tres pasos para obtener el aval de las autoridades civiles y

eclesiásticas. El primero lo adelantó don Eusebio Martínez, don Manuel

Henao y el cura de Rionegro don Manuel José Echeverri. Entre los tres

definieron los límites del emergente curato, de tal forma que no afectaran

los dominios vecinos de San Vicente, el mismo Rionegro, Medellín

y Copacabana. El 4 de noviembre de 1811, demarcaron en conjunto el

siguiente globo:

De los encuentros de la quebrada de la Mosca y la Garrido, está

arriba hasta sus cabeceras y de allí mirando derecho al alto llamado

El Gordo y de este mirando derecho a la cuchilla de la Honda,

por esta arriba volteando a coger los vertientes de la quebrada del

Salado y del Tambor hasta dar en la raya del curato de Medellín,

por esta hasta la del curato de Copacabana, por esta a dar a la raya

del curato de San Vicente, por esta hasta dar en el camino que

viene de San Vicente para la Mosca, por este a coger una cuchilla

que baja por en medio de la casa de Juan Antonio Franco y la del

difunto Luis Gómez hasta dar en la quebrada llamada la Castro

y por esta abajo hasta donde encuentra con la Mosca del primer

lindero. 29

Diez días después, don Eusebio dio el siguiente paso, al formar el

padrón completo del número de familias y personas dispuestas a con-

28 AHA, Fundaciones, tomo 49, flos. 82r., 140r.

29 AHA, Fundaciones, tomo 49, doc. 1416, flo. 84v.

152


Rodrigo Moreno Martìnez

gregarse. El conteo arrojó una cifra de 264 familias y 1630 almas, 30 el cual

cumplía con las condiciones trazadas por la iglesia católica romana para

formar un curato autónomo. 31

Finalmente, se acopiaron los testimonios probatorios para comprobar

la necesidad, urgencia y utilidad de un nuevo distrito eclesiástico. Con

base en ellos, don Eusebio y don Manuel esgrimieron los siguientes argumentos.

Para empezar, el curato de la ciudad de Rionegro, en el que estaba

englobado el real de minas de Guarne, era demasiado extenso, dilatado

y difícil de transitar. Los curas de la ciudad evitaban ir a la Candelaria,

porque el camino estaba saturado de terrenos doblados, pantanos, “varias

aguas” y pasos intransitables en temporadas de invierno. Y si los curas no

querían desplazarse, los vecinos de Guarne tampoco. Para estos, era fatal

abandonar sus labores mineras y agrícolas, bajo el pretexto de asistir a los

preceptos sacramentales oficiados en Rionegro. Luego, sostuvieron que un

vecindario numeroso demandaba, según lo disponía el derecho canónico,

de un cura propio y permanente, financiado con los recursos derivados

del rescate, 32 la venta de víveres y el cambio de plata llevados a cabo con

frecuencia y desde hacía rato en la plaza del sitio. 33 Además, allí tenían

asiento importantes esclavistas de la provincia, capaces de aportar valiosos

estipendios a la causa perseguida. Entre ellos estaban el mismo don

Manuel, don José de Llano, don Agustín Bravo, don Carlos Londoño, don

Juan de Marulanda, don José Manuel Jaramillo, don Pedro Jaramillo, don

Ramón Gómez y doña Rita Marulanda; 34 esta última tenía esclavos en

30 AHA, Fundaciones, tomo 49, doc. 1416, flo. 139v.

31 Concilio Ecuménico de Trento, Sesión XXI, Capítulo IV.

32 Nombre con el cual se denominaba el intercambio de oro por mercancías de todo género.

33 AHA, Fundaciones, tomo 49, doc. 1416, flos. 142r. y ss.

34 APR, Bautismos, cuaderno primero, flos. 49r.-51v., 56v.-58v., 60r. y 71r.

153


El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820

Llanogrande, el Vallejuelo (hoy La Unión) y La Ceja. 35

A renglón seguido, don Eusebio y don Manuel sostenían que el

nuevo curato traería consigo el mayor beneficio temporal para los vecinos

y residentes de los parajes aledaños. La autonomía eclesiástica

fortalecería el mercado semanal, aumentaría el número de viajeros y redundaría

con la consolidación de un poblado firme y estable. En opinión

de ambos, el paraje donde estaba ubicada la iglesia de la Candelaria era

seco, bien ventilado y de regular extensión. Se hallaba circundado de

aguas puras y saludables; a su alrededor tenía montes suficientes para

la extracción de maderas, pajas y bejucos; vetas de barro para la fabricación

de tejas, adobes y ladrillos; y tierra apta para la construcción

de tapia. La iglesia de la Candelaria era de regular extensión; disponía

del mejor mobiliario y tenía el potencial de ensancharse y mejorarse,

como efectivamente se hizo años después. 36 El curato disponía de linderos

fijos, o por lo menos así lo creyeron los tres personajes que habían

cartografiado el lugar. Visto en conjunto, todo esto contribuiría al bien

común, a la utilidad pública del cuerpo de vecinos residentes y congregados

desde hacía décadas en el real de minas de la Mosca. 37 Iban por

fin a prescindir de la injerencia política de autoridades externas y ajenas

a la tradición, la experiencia y el derecho práctico de dichos vecinos.

El gobernador y vicepatrono don Pantaleón Arango aprobó la

nueva creación en el mes de diciembre de 1811. 38 Esta medida fue, sin

embargo, suspendida. Los testimonios disponibles no son claros y toda

35 AHA, Fundaciones, tomo 46, doc. 1400, flos. 56r. y 76r.

36 AHA, Eclesiásticos, tomo 2505, doc. 1832, flos. 277r. y ss.

37 AHA, Fundaciones, tomo 49, doc. 1416, flo. 146r.

38 AHA, Fundaciones, tomo 49, doc. 1416, flo. 170r.

154


Rodrigo Moreno Martìnez

explicación al respecto no ha dejado de ser una mera suposición. Naturalmente,

el breve colapso de las instituciones coloniales durante la Independencia

pudo haber interrumpido el curso del proceso adelantado por

don Manuel y don Eusebio. Como la Santa Sede desconoció el derecho

de patronato de los jóvenes republicanos —esto es, la facultad de incidir

en nombramientos y asuntos eclesiásticos—, 39 es probable que el aval del

señor gobernador haya perdido todo fundamento jurídico. Por lo tanto, el

trámite debió esperar hasta diciembre de 1817 y enero de 1818, fecha en la

cual recibió las últimas y definitivas aprobaciones.

En el intermedio, los vecinos congregados adelantaron otras gestiones.

La iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria siguió funcionando, o

por lo menos así lo indican sus consecutivos bautismales, que no dejaron

de emitirse. Entre 1811 y 1817 fueron registrados, aproximadamente, 460

niños. 40 Por primera vez, hubo un concurso de oposición para la administración

eclesiástica de la iglesia. Resulta que, pese a la escasez crónica de

curas en Antioquia por la pobreza de las parroquias, Guarne era una de

las mejores opciones para oficiar el sacerdocio. Y las razones eran obvias.

Como dependían de la riqueza de su vecindario, el de Guarne ofrecía todas

las posibilidades económicas para una decente sustentación. 41

El 11 de julio de 1814, una superior providencia decidió cambiar el

nombre de algunos poblados y colonias de Antioquia por topónimos griegos.

La justificación era la siguiente:

39 Juan Pablo Restrepo, La Iglesia y el Estado en Colombia, tomo I (Bogotá: Biblioteca Banco Popular,

1987) 313.

40 APR, Bautismos, cuaderno primero, flos. 55v.-72v. y APG, Bautismos, Libro I, flos. 1-69r.

41 AAM, Popayán, expediente formado para la provisión del nuevo curato de Nuestra Señora de la

Candelaria de Guarne. Caja 4, carpeta 2, 19 flos.

155


El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820

Habiendo muchas colonias en la república cuyos nombres disonantes

e ingratos han sido dictados por la barbarie o conservados

del rústico y primitivo idioma de los antiguos indígenas

o puestos al capricho de los primeros pobladores sin elección

o discernimiento alguno, el gobierno deseoso de conservar la

denominación de algunas aldeas o lugares de la Grecia que al

mismo tiempo que participan de la dulzura de aquella lengua

culta, recuerdan la memoria de unos lugares que fueron la escuela

del género humano en todos los ramos de la civilización

y el teatro del patriotismo y del valor decreta que en lo sucesivo

se llame la colonia de Abejorral Mesenia; la de Vahos, Larisa; la

de Guarne, Élida; la de Urrao, Olimpia; la de Canoas, Canope;

la de Titiribí, Pilos; y de la Angostura, Amiclas. En su consecuencia,

se circulará el presente decreto a los cabildos de la

república para su publicación y cumplimiento y para que llegue

a noticia de todos […].” 42

El decreto circuló y fue efectivo. El primer libro del archivo parroquial,

con fecha de 1814, reza: “sitio y parroquia de Nuestra Señora de

la Candelaria de Élida”. 43 Por su parte, don Manuel Henao figura como

vecino de Élida en las transacciones comerciales y fianzas otorgadas

ante escribanos de Medellín. 44 Al parecer, el peso de la tradición eclipsó

la fuerza del decreto republicano, puesto que su antiguo nombre reapareció

en los trámites civiles y religiosos en 1816.

La creación definitiva del curato en 1817 desató nuevos procesos

sociales, políticos y económicos, jalonados por el mismo vecindario y

estimulados por los cambios del nuevo ordenamiento jurídico nacional.

Así, el 10 de marzo de 1819, don Manuel Henao, a la cabeza de varios

vecinos, solicitó a la gobernación de Antioquia la provisión de un juez

poblador, que ayudara con la demarcación y el trazo de las calles, el

42 AHA, Independencia, tomo 830, doc. 13121, flo. 109r. El subrayado es del original.

43 APG, Bautismos, libro I, flo. 1r.

44 AHA, Escribanías, escribano Hilario Trujillo, 1815, flos. 80r.-81v.

156


Rodrigo Moreno Martìnez

emplazamiento adecuado de las residencias, la construcción de las casas,

el cuidado de la plaza, el embellecimiento de la iglesia y la definición de

las áreas susceptibles de expansión. 45 En 1820, el cura párroco, Francisco

Antonio Suárez, y el ahora alcalde, don Manuel Henao, levantaron un nuevo

padrón de almas, con el fin de mostrar el crecimiento demográfico experimentado

en el sitio, tres años después de haber obtenido la autonomía

eclesiástica. 46 Desde entonces, la estructura urbana y el gobierno político

del poblado cobraron nuevos rumbos, protagonizados esta vez por los descendientes

de don Manuel y de don Eusebio. La cordialidad y el trabajo

mancomunado de ambos terminó en disputas jurídicas por el acceso a la

tierra y las visiones que uno y otro tenían sobre el ordenamiento espacial

del territorio. Al final de sus días, don Eusebio Martínez formó alianza

con don Agustín Henao, otro potentado vecino, con el fin de evitar los

presuntos abusos cometidos por don Manuel al momento de tirar y trazar

las calles del distrito parroquial de Guarne. 47

El señor Martínez murió el 6 de marzo de 1832, a la edad aproximada

de 59 años. 48 Recibió la mejor sepultura eclesiástica y fue enterrado en

el cementerio viejo de la localidad. Su antiguo aliado, don Manuel, falleció

nueve años después. Aunque vivió, trabajó y gobernó toda una vida en el

distrito que ayudó a formar, en su testamento pidió sepultura en la ciudad

de Rionegro, donde era miembro activo de la cofradía de San Francisco. 49

Quienes leen todo su juicio de sucesión, desde el testamento hasta la liquidación

del caudal de bienes y acreencias, quedan perplejos por la inmensa

fortuna acumulada en el Guarne de la primera mitad del siglo XIX.

45 AHA, Independencia, tomo 873, doc. 13652, flos. 59r.-60r.

46 AHR, Gobierno, tomo 171, flos. 241r.-295r.

47 AHA, Documentos generales, doc. 14333, flos. 291r. y ss.

48 APG, Entierros, libro II, flo. 9r.

49 AHR, Mortuorias, tomo 171, flo. 165r.

157


El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820

Notal final

El siglo XIX trajo variaciones en el ordenamiento político y administrativo

del territorio. La legislación nacional respetó y usó la división eclesiástica

de los curatos para administrar las pequeñas unidades rurales nucleadas

en torno a una iglesia. 50 Con el paso del tiempo, recibieron el nombre

de distritos parroquiales o simplemente distritos. Después de la Regeneración

de 1886, recibirán en propiedad y hasta el sol de hoy el título de

municipios. El primer gobierno republicano conglomeró estos pequeños

territorios en unidades mayores conocidas como cantones, departamentos

o prefecturas, denominaciones establecidas según la época. Cada cantón

tenía su jefe político y cada distrito su alcalde. La elección del segundo

la hacía el primero, previo conocimiento de una terna de candidatos enviada

por los vecinos prestantes de cada localidad. El distrito de Guarne

perteneció inicialmente al cantón de Rionegro. Luego, en la década de

1850, pasó a formar parte del Departamento del Centro, con sede en Medellín.

Durante la época federal, 1863-1886, transitó de la Prefectura del

Centro a la de Oriente, cuya capital era Marinilla. Y el resto del siglo fue

un municipio más de la prefectura de Medellín. Tras haber desaparecido

las prefecturas en la década de 1910, el municipio de Guarne estableció

relaciones directas con la Gobernación, supremo ente regulador de los

municipios antioqueños en las primeras décadas del siglo XX.

50 “Ley orgánica del 8 de octubre de 1821, sobre organización y régimen político de los departamentos,

provincias y cantones en que se divide la república”. Codificación nacional de todas las leyes de Colombia

desde el año de 1821, hecha conforme a la ley 13 de 1912, tomo I (Bogotá: Imprenta Nacional, 1824)

97-104 y “Ley orgánica del 11 de marzo de 1825, sobre organización y régimen político y económico de

los departamentos y provincias”. Codificación nacional de todas las leyes de Colombia desde el año de

1821, hecha conforme a la ley 13 de 1912, tomo I (Bogotá: Imprenta Nacional, 1824) 17-34.

158


Rodrigo Moreno Martìnez

BIBLIOGRAFÍA

Archivo de la Arquidiócesis de Medellín (AAM)

Popayán

Archivo General de la Nación (AGN)

Sección Mapas y Planos

Archivo Histórico de Antioquia (AHA)

Censos y Estadísticas

Eclesiásticos

Escribanías

Documentos generales

Fundaciones

Independencia

Archivo Histórico de Rionegro (AHR)

Gobierno

Mortuorias

Archivo Parroquial de Guarne (APG)

Bautismos

Entierros

Archivo Parroquial del Rionegro (APR)

Bautismos

159


El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820

Obras referenciadas

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Álvarez Morales, Víctor, ed. La relación de Antioquia en 1808. Medellín:

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1993.

_____. Ensayos sobre los comuneros de Guarne. Alcaldía de Guarne,

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Medellín: Impresión Divegráficas, 2002.

Codificación nacional de todas las leyes de Colombia desde el año de

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Imprenta Nacional, 1824.

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1982.

Díaz Ospina, Luis Alfonso. De Guarne y de todas partes. Medellín: Impresos

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_____. Tapetusa. Medellín: Impresos Jiménez, 1971.

Duque Escobar, Iván. Los comuneros de Guarne, 1781-1981: documen-

160


Rodrigo Moreno Martìnez

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del notable manifiesto de 1781. Medellín: Imprenta Departamental,

1981.

Espinal Barrientos, Juan Guillermo. “Las sublevaciones comuneras en

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Historia de la Sociedad Política, 1993.

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Restrepo, Juan Pablo. La Iglesia y el Estado en Colombia, tomo I. Bogotá:

Biblioteca Banco Popular, 1987.

161


PERSONAJE

INVITADO

LUIS FERNANDO MUNERA LÒPEZ

162


Juan Guillermo Toro M.

LUIS FERNANDO MÚNERA LÓPEZ

Juan Guillermo Toro M.

Centro de Historia de la ciudad de Antioquia

juantorom@gmail.com

“Ingeniero civil nacido en Medellín. Egresado de la Facultad de Minas de

la Universidad Nacional de Colombia, Master of Science en Sistemas de

Recursos Hidráulicos de Colorado State University” dice de nuestro entrevistado,

actual vicepresidente de la Academia Antioqueña de Historia,

don Luis Fernando Múnera López, el libro Momentos, publicado por esa

entidad hace pocos años.

Como todas las notas biográficas, la que citamos se queda corta. Nos cuenta

en detalle de la formación y de la experiencia profesional del reseñado,

pero poco del ser humano, de cómo llegó a dónde está, de qué piensa, de

quién es.

Luis Fernando Múnera López es un ser humano jovial, cercano con quienes

le rodean, “un tipo sin pretensiones”, siempre dispuesto a servir y pleno

de ideas para hacer de la Academia Antioqueña de Historia (en adelante

AAH) una institución cada vez más al servicio de la cultura antioqueña.

Nos tomamos un rato para conversar con él sobre sus experiencias como

académico y como persona.

Aquí registramos sus ideas sobre diferentes temas, pero con un hilo conductor

claro: la historia

.

163


Personaje invitado: Luis Fernando Mùnera Lòpez

MEMORIA LOCAL (ML): Quiero comenzar con un tema que es de

tu mayor interés y que probablemente algunos piensen que no tiene

que ver con historia. Me refiero a Empresas Públicas de Medellín. Yo

sé que trabajaste allá mucho tiempo y en los últimos días te hemos visto

defender con bastante convicción. ¿Cuál es la importancia de EPM

para la historia de la industria antioqueña y cómo ves su futuro?

LUIS FERNANDO MÚNERA (LFM). En dos palabras, Empresas Públicas

de Medellín nació en 1955, pero tuvo una abuela, una mamá y

una bisabuela, hasta que nació. La bisabuela es que a finales del siglo

xix se crearon una empresa de acueducto, una empresa de energía y una

de teléfonos en Medellín. Luego, en el año 20 se juntaron en una sola

para darle más fuerza porque la ciudad empezaba ya empezaba a crecer

rápido y necesitaba servicios públicos de mucha eficiencia, especialmente

la industria. Entonces, en 1920 hubo una primera empresa municipal

de servicios públicos que consiguió presupuesto de dos millones

de dólares, cuando el presupuesto de era de 1´200.000 pesos y el del

municipio de 700.000 pesos. Es decir, EPM tenía un presupuesto que

era tres veces más grande que el del municipio y dos veces más grande

que el del departamento y se dedicó a fortalecer el acueducto de Medellín

y a la generación eléctrica. Esa generación eléctrica fue la que hizo

que en las décadas del 20 y del 30 despegara la industria.

ML: ¿Y cómo ves el futuro de EPM?

LFM: Medellín y Antioquia necesitan a EPM para siempre. Pero, a

pesar de ser una empresa con fortalezas es una empresa frágil. Si siguen

haciendo lo que le están haciendo, golpeándole su rigor jurídico,

golpeándole su rigor financiero, golpeándole su rigor administrativo y,

164


Juan Guillermo Toro M.

sobre todo, golpeándola en la idoneidad de la gente que la dirige, puede

fracasar como fracasaron las empresas públicas de Cali, la de Bogotá y

de Barranquilla. La de Barranquilla nació antes que EPM y era modelo

en el país y se hundió. Igual la de Cali, que hoy está intervenida por

la Superintendencia. EPM, Dios no lo quiera, puede sufrir un colapso

parecido.

ML: Esperemos que vos y otros sigan defendiendo ese patrimonio de

Antioquia…

LFM: Esa defensa le corresponde a toda la ciudad.

ML: Dejemos el tema ahí. Cuando uno mira tu perfil profesional, tu

historia de vida, se encuentra con que eres un ingeniero con maestría

en el exterior en temas de ingeniería muy específicos en hidráulica

y en docencia universitaria también en esos temas, uno podría sorprenderse

con alguien tan apasionado en temas históricos que se nota

que lo disfrutas bastante. ¿Cómo nació ese interés por el estudio de la

historia? ¿Hubo alguna influencia especial?

LFM: Sí, siéntate firme para que no te caigas. La influencia fue la facultad

de minas. La semilla del interés por la historia como instrumento

para entender la realidad del país me la sembró la facultad de minas. Yo

estudié allí entre 1970 y 1975, me gradué en el 76 y acababa de salir la

facultad de la década de los sesentas que fue una década de mucha revisión

de la visión de la sociedad y la facultad de minas, desde esa década,

comenzó a incluir formación humanística en la formación técnica de los

ingenieros. Cuando yo empecé en la década de los setentas, la carrera

duraba diez semestres y en cada uno había una asignatura humanística.

165


Personaje invitado: Luis Fernando Mùnera Lòpez

De las cuales cuatro eran de historia: había Historia Universal I y II,

Historia de las doctrinas políticoeconómicas e Historia socioeconómica

de Colombia. Yo ya venía del colegio más o menos con una buena

formación en historia universal pero la historia de las ideologías políticoeconómicas

fueron novedosos para mí. Pero cuando me dieron Historia

socioeconómica de Colombia, por Dios, entendí que la realidad

de Colombia hoy en la parte económica, social, cultural, política, viene

desde la colonia, viene desde los españoles, en un desarrollo muy claro

que nos ha traído a lo que hoy somos. Ese curso lo montó y lo dictaba

Álvaro Tirado Mejía, el gran historiador. El texto guía era su tesis de

grado como abogado: “Introducción a la historia económica de Colombia”.

Él tomó el curso hasta el año en que yo ingresé, de modo que no

me tocó con él. El año pasado lo conocí personalmente y le conté que

él había sido, sin darse cuenta, el culpable de mi desarrollo personal

y le saqué una sonrisa. También nos daban cursos de problemas del

desarrollo, del probemas socioeconómicos, de economía política. Diez

cursos que me abrieron la visión de que las humanidades, sobre todo

la historia, eran fundamentales en la formación de un profesional para

entender el medio en el que se iba a desempeñar y desde eso viene mi

interés por la historia.

ML: Evidentemente, ahí hubo una gran oportunidad para interesarte

por la historia. Quizá en tu caso había ya algo que te hizo hacer ese

clic que te condujeron al interés por ese tipo de materias.

LFM: Toda mi educación fue con los padres benedictinos. Para ellos

la visión humanística de la vida era importante, esos años también me

dejaron huella, pero fue la facultad de minas la que me disparó ese chip.

166


Juan Guillermo Toro M.

ML: Leímos tu nombre por primera vez hace unos diez años, cuando

encontramos en la internet el libro Fidel Cano, su vida, su obra y su

tiempo. Supimos entonces que eras su bisnieto. Me imagino que decidiste

escribir ese libro, entre otras razones, por la admiración que

sentías por ese gran hombre. ¿Hubo algunas otras razones?

LFM: Un compromiso con mi abuela materna, hija de Fidel Cano. Ella

vivió hasta los 102 años; murió, completamente lúcida, cuando yo tenía

36 años. Desde niño, conversar con mi abuela era una delicia, era una

mujer de gran sencillez y sabiduría, muchas veces sacaba ejemplos de

la vida de su padre. Yo iba guardando eso en mi memoria, pero nunca

se me ocurrió escribirlo. Afortunadamente, un primo sí lo hizo y dejó

una crónicas escritas de mi abuela que me sirvieron. Un día le dije que

me estaba hablando de su papá hacía tiempo, cuéntame con quién tenía

ese conflicto político en El Espectador. Me respondió: yo no me acuerdo,

mijo, lo que sí sé es que mi papá era un hombre muy bueno y el

otro señor era muy malo. Le dije que algún día tenemos que sentarnos

a escribir la historia de tu papá. El asunto es que ella murió sin hacerlo.

Pensé que tenía que saldar esa deuda. Una noche de vela, decidí escribir

las historias de mi abuela, como cartas para mis hijas. Ese fue el génesis

del libro. Me tardó tres años. Al segundo año pensé que ya estaba listo

y lo presenté a la Universidad de Antioquia a ver si me lo publicaban.

Me lo devolvieron con una dura nota, en la que tenían razón, que decía

que el libro estaba crudo. Miguel Escobar Calle, director académico de

la BPP me estaba ayudando con el libro, le pregunté por el tema y me

dijo que Otto Morales Benitez me podía ayudar. Me dio su teléfono y lo

llamé. Me pidió que fuera a Bogotá para hablar del libro, que por teléfono

no me contestaba nada. Me encontré con él en esa ciudad y me dijo,

que efectivamente, al libro le faltaba más de la mitad. Me señaló cinco

167


Personaje invitado: Luis Fernando Mùnera Lòpez

puntos en los que según él debía trabajar. Al despedirnos me abrazó y

me dijo que estaba muy contento porque creía que yo iba a ser capaz de

sacarlo adelante.

Estuve un año más trabajando en esos cinco puntos. Al tercer año me

llamó Juan José Hoyos, periodista de El Colombiano quien pensaba escribir

un artículo sobre Fidel y me dijo que había encontrado un escrito

mío en la U de A sobre Fidel Cano. Le conté que el libro ya había

avanzado más, él lo llevó a la Universidad y el rector le dijo que ellos lo

publicaban. Así salió el libro

.

ML: ¿Y esas cartas a tus hijas que mencionas, serán publicables?

LFM: ¡Claro que sí! Inclusive Juan José Hoyos, cuando salió el libro,

yo hice una introducción muy técnica. Él me dijo, debiste haber publicado

las cartas a tus hijas. Ya tengo un borrador para la segunda edición.

Cuando salga, irá con las cartas a mis hijas. El libro tiene dos capítulos

nuevos.

ML: ¿Fue ese tu primer libro?

LFM: No. El primero fue una semblanza de Diego Calle Restrepo, el

mejor gerente que tuvo EPM. Antes había sido gobernador, director de

Planeación Nacional, ministro de Hacienda de Guillermo León Valencia

y director del Banco Interamericano de Desarrollo.

ML: Has publicado otros libros… Entre ellos El puente de Occidente 1

y la integración de Antioquia… Tu último libro es Historia de Colombia

con cuentagotas 2 , publicado por la AAH hace unas semanas. Y

1 Link: https://docplayer.es/94475643-El-puente-de-occidente-y-la-integracion-de-antioquia.html

2 Link: http://academiaantioquenadehistoria.org/nuevas-publicaciones/

168


Juan Guillermo Toro M.

también has escrito infinidad de artículos. ¿Llevas la cuenta de ellos?

LFM: La verdad es que no. Soy colaborador de la revista… del Suroeste.

Un periódico de Támesis.

ML: Nuestra revista eligió ese nombre porque pretende resaltar la importancia

del estudio de la historia local. ¿Te parece importante conocer

la historia desde una perspectiva local?

LFM: Es fundamental. Uno coge un libro de historia de Colombia y,

por muchos tomos que tenga el libro, te da una síntesis de lo que es el

país. Pero el país es el conjunto de un montó de regiones y las regiones

de un montón de municipios y estos están conformados por familias. La

historia es un instrumento formativo para entender quiénes y por qué

somos hoy como somos. A un profesor le oí una frase muy linda: Dos

preguntas fondamentales del hombre soy Yo quién soy y yo dónde estoy.

La primera pregunta la contesta la historia y la segunda la geografía.

Desafortunadamente, ambas materias desaparecieron de los currícula de

los colegios y tenemos ya dos generaciones que no han sido educadas

en esas dos disciplinas. Claro que sí. Lo primero que uno debe conocer

es la historia de la familia. Después la del municipio y la región. Eso es

lo más formativo para conocer por qué uno y su familia son como son.

Por eso la tarea que en buena hora nos hemos propuesto de revivir la

historia local es un instrumento indispensable. Hay que apoyarlo, hay

que estimularlo, hay que desarrollar. Es una obligación con las nuevas

generaciones.

ML. Tú escribiste en El Mundo tanto la Historia de Colombia a cuentagotas

como la Historia de Medellín a cuentagotas, de manera que

tienes experiencia en ambas perspectivas, lo local y lo global. ¿Será

169


Personaje invitado: Luis Fernando Mùnera Lòpez

que una de esas perspectivas ha invisibilizado a la otra?

LFM: Ambas perspectivas se complementan. Porque mucha parte de

los fenómenos de la historia de Colombia tuvieron repercusión en Antioquia,

especialmente en la ciudad de Antioquia, Medellín y Ríonegro,

aunque Antioquia fue una provincia muy apartada de la Nueva Granada

y se tardó mucho en integrarse. Pero de alguna manera la historia de

Colombia influye en la de nuestras ciudades. Pero al revés también, y

mucho más importante, hay muchos procesos que se dieron en Medellín,

en la ciudad de Antioquia y en la provincia que influyeron mucho en la

historia de Colombia. De modo que todo eso está imbricado.

ML: ¿Pero no crees que la perspectiva de arriba hacia abajo, de lo general

a lo particular, ha prevalecido normalmente en la historiografía

colombiana?

LFM: Sí, y es un error. Debería ser al contrario: de lo particular a lo

general. La historia de las familias, como parte de la historia del pueblo,

luego esta en todas sus dimensiones y en la región y de allí a los departamentos

y finalmente a la nación

ML: Memoria Local espera publicar su primer número pronto. Elegimos

para el número inicial un tema muy recurrente en la historiografía

antioqueña, sobre todo en los centros de historia. Es el tema de las

fundaciones de los pueblos. Es un tema que, desafortunadamente, se

hace en forma muy local, en el ámbito local, aisladamente en cada uno

de los pueblos. ¿Qué tan importante es el acto de divulgación de esos

hechos a nivel regional?

LFM: Es fundamental. Hay una justificación para que la historia se centre

en el propio pueblo y se olvide de los vecions. Es incompleto verlo

170


Juan Guillermo Toro M.

así, porque cada pueblo tenía una influencia sobre sus vecinos. Esa interconexión,

esa visión horizontal, o transversal, de la historia de los pueblos

no se puede perder; pero, hay que fortalecer también la visión local

porque metodológicamente hay que concentrarse en un tema para poder,

luego, expandirse y mirar alrededor. De manera que me parece que la

metodología que e stá proponiendo la revista es adecuado y va a ser un

aporte muy importante a la historiografía de los pueblos y de Antioquia.

ML: Cambiemos un poco de tema. Hablemos de los centros de historia

y de la AAH. En los últimos años hemos visto crecer el número de

centros de historia en el departamento, gracias a las gestiones de algunos

académicos, como Gustavo Bustamante Moratto y don Rodrigo

Campuzano. Es realmente importante la creación de nuevos centros

de historia?

LFM: Sí, por lo que ya había dicho. La historia de cada pueblo es importante

para cada municipio y para su región de influencia. Los centros de

historia locales son un foco de convergencia de los historiadores, de la

gente interesada en el tema, para apoyarse mutuamente, para buscar recursos

y manejo de información y archivos y fortalecer ese trabajo. Ahí

hay una cosa clave, creo yo, y es que como en toda empresa humana, el

factor de éxito principal es la gente. Los recursos económicos, de información,

los archivos, la misma sede, son instrumentos, pero, eso no es lo

que hace al centro de historia. Es la gente la que lo hace, la gente que se

compromete con el tema y se vincula al centro de historia. Y es en manos

de esa gente, y sólo en manos de ella, que el trabajo va a ser exitoso

.

ML: Esa es una preocupación constante. ¿Cómo hacemos para mantener

el impulso inicial de atreverse acrear el centro de historia. Eso

171


Personaje invitado: Luis Fernando Mùnera Lòpez

nos lleva a otra pregunta. La AAH ha apoyado tradicionalmente a los

centros de historia, por ejemplo, con la realización anual del encuentro

de centros de historia. ¿Qué otros esfuerzos está haciendo la Academia,

no sólo para apoyar la formación de nuevos centros, sino para

visibilizar su quehacer y lograr la formación de los integrantes de los

centros de historia- que normalmente no tenemos mucha formación

en metodología, por ejemplo, qué está haciendo, qué puede hacer la

Academia para apoyar a los centros.

LF: Te doy la respuesta en dos etapas. Primero, el éxito de un centro de

historia está en producir, en entregar productos concretos a la comunidad:

revistas con artículos de buena calidad, rigurosos, libros, documentación.

Una cosa muy sólida que ustedes están haciendo en la ciudad

de Antioquia es fortalecer la documntación, recogiendo protegiendo sistematizando

y entregando al a comunidad la documentación. Esos son

productos conretos que el centro de historia le entrega a la comunidad.

La segunda parte es el aporte que la academia ha venido dando y que

debe profundizar a los centros de historia. Hay varios frentes en los que

la AAH ha apoyado pero que debe fortalecer y profundizar. Es la cooperación.

Trabajo conjunto entre la Academia y los centros de histira en

el desarrollo de esos productos. La Academia debe estar ahí presente

ayudando en metodologías, en otro tipo de cosa en que puede apoyar.

Segundo,a poyar en eventos, en actividades colectivas con los centros de

historia que se dirigan a ese fin. Tú mencionabas el Encuentro anual de

centros de historia en la AAH. Esa reunión hay que seguirla haciendo y

no solamente una en el año y seguramente haya que cambiar el formato

para que haya más participación de los centros de historia. El formato

del encuentro anual se puede cambiar. Otro es mecanismos de estímulo

a la producción en los centros de historia. La AAH venía hace algunos

172


Juan Guillermo Toro M.

años realizando el concurso de historia Jaime Sierra García. Me tocó una

convocatoria de ese concurso que resultó fallida, se declaró desierta porque

faltaba un enfoque mejor en la temática del concurso y en el apoyo a

los centros de historia en las metodologías. Ahora revivimos el concurso

con un alcance y una metodologái que creemos que aporta en esas metas.

Hay un tercer campo en el que la AAH puede fortalecer, puede apoyar a

los centros de historia y nos estamos proponiendo desarrollar conjuntamente

con los centros que es una actividad formativa, sistemática, permamente

en formación de historiadores en metodología y en contenidos.

Ya estamos en conversaciones muy avanzadas con la U de A y la UPB

para diseñar unos primeros talleres de formación en historia, orientado a

los centros de historia de los municipios. Ya la junta directiva de la AAH

tomó el tema como uno de sus capítulos de trabajo para darle vida a

ese programa de formación y de capacitación. Hay otras actividades que

irán surgiendo y, repito, no es una actividad unilateral, sino un trabajo

conjunto, mancomunado, de doble vía, transversa, entre los centros de

historia entre sí y con la AAH

.

ML. Afortunadamente la formación hoy es mucho más fácil con el uso

de las nuevas tecnologías. Para los centros de historia es muy importante

sentir el apoyo de la AAH.

Terminemos hablando del asunto de la enseñanza de la historia. Sabemos

que hay una comisión integrada por el Ministerio de Educación,

del que hacen parte las academias de historia, pensada para la modificación

en la enseñanza de la historia en la educación básica y media.

¿Qué podemos hacer las academias y los centros de historia para acercar

a nuestros jóvenes al estudio de su pasado?

LFM: Esa ha sido una preocupación nuestra en la academia. En la medi-

173


Personaje invitado: Luis Fernando Mùnera Lòpez

da en que nosotros como AAH y como centros de historia podamos llegar

alos colegios a apoyar la formación en historia, podemos hacer un aporte

concreto. No es fácil porque la capacidad operativa de la Academia y de

los centros no es grande. Y segundo porque por parte de los colegios hay

muchas restricciones porque ellos se ciñen a unos programas curriculares

que deben cumplir. La AAH ha hecho el intento en varias oportunidades

con las secretarías de educación de Medellí y Antioquia para que

nos abran puertas en los colegios y no ha sido posible. Lo que sí podemos

hacer, es ser estratégicos en el sentido de que actividades nuestras

en el centro de historia y en la Academia convoquen jóvenes a preparar

material, libros y audiovisuales, que puedan llegar a los colegios y sean

instrumentos efectivos para esa difusión de la historia en los colegios.

Un buen ejemplo, son las crónicas que don Samuel Aguinaga escribe en

el centro de historia de la ciudad de Antioquia, de material de ese tipo.

La academia también, muchas de sus actividades las graba y las sube a la

página de la Academia. Lo que tal vez nos falta es difusión. Aprovechar

las redes sociales para que ese mensaje le llegue a los jóvenes.

174


RESEÑAS

175


Paisajes que han tejido nuestra historia. Evolución histórica del entorno ambiental y social de El Poblado.

POBLADO DE ESPANTOS

Reseña

Peralta, Jaime Andrés. Paisajes que han tejido nuestra historia. Evolución

histórica del entorno ambiental y social de El Poblado. Fondo Editorial

Universidad Eafit, 2001, 188 páginas.

Guillermo Zuluaga Ceballos

Periodista Historiador

“Eso nos teníamos que levantar a las tres de la mañana para alcanzar la

misa de cinco. Ese día bajábamos por los caminos a pie pues los pobres

éramos muchos, solo teníamos un par de zapatos y eso solo se los podía

poner uno cuando se llegaba al parque. Las piedras de las trochas de herradura

eran duras y los dedos se cortaban muy fácil. Además de todo, las

niguas se metían por las uñas y cada golpecito dolía como un verriondo.

Todos, hombres y mujeres nos sentábamos a llorar. Lo bueno era que se

iba conversando y chismoseando con los vecinos y hasta las parejas se

cuadraban en estos paseos de fin de semana”

Cuesta creerlo, pero doña Alba Judith Nieto habla de su experiencia en

uno de los sectores más exclusivos de Medellín. La anécdota hace parte

del libro Los paisajes que han tejido nuestra historia evolución histórica

del entorno ambiental y social de El Poblado, en el cual el historiador y

periodista Jaime Andrés Peralta buscó la recuperación de la historia socio

ambiental de un sector de la ciudad, que hoy -gracias a una concepción

equivocada de lo que debe ser el modernismo- no es de nadie y donde

el cemento ha reemplazado gran parte de los vestigios de identidad que

176


Guillermo Zuluaga Ceballos

marcaron sus inicios en el tiempo.

Este trabajo académico se convierte en un ameno recorrido por los hechos

que han marcado la historia de este sector de Medellín. Se inicia con

una formación de las primeras construcciones coloniales que le dieron

vida, continúa con la conformación de la pequeña ciudad durante el siglo

XIX hasta el primer tercio de la centuria siguiente y llega hasta la irrupción

de las grandes avenidas y los rascacielos de oficinas y apartamentos

que se venden en la actualidad. Y a la par de lo anterior, se hacen también

algunas proyecciones hacia el futuro del sector, con base en nuevas herramientas

de gestión urbana como los planes de ordenamiento y manejo

integral de cuencas hidrográficas y el Plan de Ordenamiento Territorial

sectorial.

A diferencia de algunas teorías y autores que en los últimos años se han

dedicado a parcelar a las diversas ramas de las Ciencias Sociales, en cuyo

contexto aparece constantemente la diferencia entre el método histórico

y el método periodístico, Peralta le hace una apuesta al hallazgo de lazos

de acercamiento. Por ello, se adentra en las posibilidades de construir una

historia social y ambiental con base no solo en la búsqueda y análisis de

documentación de archivo, sino que echa mano de la entrevista periodística

como una forma de ayudar a recoger testimonios y vivencias de

quienes habitan esta zona para formar así su biografía colectiva. Igualmente,

valiosos fueron los talleres intergeneracionales donde los jóvenes

y los viejos compartieron sus percepciones relacionadas con los cambios

sufridos en el espacio y las relaciones sociales de la colectividad. Peralta

resume así esta experiencia: “ambos -grupos sociales- se dieron cuenta

de la importancia que sus experiencias tienen para el sector, los unos

desde su pasado, los otros desde sus vivencias dentro de la ciudad con-

177


Paisajes que han tejido nuestra historia. Evolución histórica del entorno ambiental y social de El Poblado.

temporánea, se percataron que tenían una historia en común, punto de

partida de cualquier proyecto de gestión colectiva para este y otros sectores

de la ciudad de Medellín”. Estas entrevistas a las que se sumaron

varios foros de debate donde se socializaron y corrigieron los resultados

obtenidos con grupos organizados del área como juntas de acción comunal,

juntas administradoras locales, grupos parroquiales colegios, etc.,

más elaboración de talleres con niños y jóvenes, pintura, redacción de

cuentos, etc., y la revisión de archivos gráficos y fotográficos que reposan

tanto en lugares especializados como en los álbumes familiares, entre

otras estrategias, arrojaron una metodología cualitativa que permitió

compendiar una trayectoria histórica de varias décadas.

En cuatro capítulos de una manera rigurosa en sus procesos pero a la

vez de fácil comprensión por parte de sus propios protagonistas y de

personas alejadas de los discursos académicos, la importancia de este novedoso

trabajo parece resumirla el autor cuando analiza que “a medida

que más voces y voluntades se unen para transformar las realidades que

hoy se viven habrá motivos de esperanza para El Poblado, o para otros

parajes de esta ciudad donde la concertación ciudadana y la expresión

democrática han brillado por su ausencia y donde han sido los intereses

particulares de grupos de poder los que han marcado los senderos de lo

público”.

Cultura y territorialidad

Con base en lo anterior, todo el relato tiene un hilo conductor: la cultura.

Para ello el autor explica el término cultura citando a Gerhard Maletzke

“como el grupo de hombres que participan de un pensamiento vivencial

que los lleva a tomar una posición y una actitud distinta a las asumidas

178


Guillermo Zuluaga Ceballos

por otro grupo frente a las circunstancias que rodean su presente”. De

allí que el análisis de Peralta se adentra en el estudio histórico de la conformación

de la Comuna 14 no tanto a partir de los actos emanados de la

institucionalidad estatal sino de los elementos de identidad colectiva y

de arraigo territorial formados desde el contacto cotidiano de los pobladores

con los recursos del medio físico que lo rodea, creando de manera

subsiguiente no solo modos de vida diferenciados sino una cosmovisión

y una forma de pensar y de actuar en el mundo tan distintiva como particular

en la relación del hombre naturaleza. Ocupa pues un puesto de

privilegio en este texto toda vez que el autor toma “la cultura” como

parámetro fundamental para entender la vida en sociedad. Para lograrlo,

comienza por ubicar geográficamente el sitio de su investigación con

base en los límites administrativos de la comuna, asunto que cuestiona

muy rápidamente porque estos linderos desconocen en muchos casos

las dinámicas colectivas que han conformado la sección suroriental de

la capital antioqueña, las delimitaciones de fronteras son fenómenos atados

a la razón administrativa y ella tiende a desconocer otros ejes estructurantes

del espacio que, como en el caso de la cultura, diferencian al

sector en al menos tres realidades distintas. En tal sentido, el texto habla

de tres poblados totalmente diferentes, aunque complementarios entre

sí: un Poblado histórico, un Poblado de Las Lomas y un Poblado de los

Altos. Y cada uno de estos lugares se inició como espacio social desde

el otorgamiento mismo de los nombres que como los de las quebradas

marcarían la permanencia de una colectividad humana en sus linderos.

Y así, por las páginas del libro se escurren las aguas de las quebradas El

Indio, La Zúñiga, La presidenta, La Volcana La Aguacatala, La Poblada,

La Loca, La Yerbabuenala, La Escopetera y La Carrizal entre otras, y se

habla de sus orígenes en el tiempo. Por ejemplo, al indagar el autor por

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Paisajes que han tejido nuestra historia. Evolución histórica del entorno ambiental y social de El Poblado.

la apelación de La Escopetera no es otro que su nacimiento, pues como

lo refiere un anciano de la zona “era un punto muy bueno para la casa

de pavas, conejos y guaguas. Hasta El Poblado abajo se oía el tronar

de las escopetas y de pronto por decir que se oían muchos tiros se decía,

oigan la escopetería que se oye en esa quebrada”.

Más allá de esta anécdota el autor explica la importancia de la asignación

de cada distintivo. “Una vez asignado un nombre el elemento natural

dejó de ser una presencia extraña. La naturaleza se incorporó a la vida

cotidiana. Y una vez se conocieron de cerca aguas, montes y hombres,

nació la experiencia comunitaria”. Así, en cada porción del territorio

la fauna, flora, bosques etc., ayuda a configurar la realidad territorial

de los “poblados”. Quizá por ello, también se reitera la queja de otro

tiempo donde la naturaleza tenía gran importancia en su vida colectiva y

Martiniano Montoya habla por muchos de los habitantes cuando afirma

que “la naturaleza era parte de nuestra vida. Antes había una buena

vegetación, y muchos animales; hoy las basuras, las grandes edificaciones,

las vías mal planteadas y la falta de cariño de la gente por el medio

ambiente, han ocasionado que la mayoría de las especies reduzca su

cantidad o desaparezca en medio de la indiferencia de los habitantes de

los nuevos barrios. Mucho se ha perdido y hasta las fuentes de agua las

han canalizado. Ellas son el ejemplo más claro del daño que los hombres

le han causado al medio ambiente de el poblado. A las quebradas

las han ahorcado, ya no tienen espacio suficiente para ser fértiles los

campos y sus aguas se van secando. Cuando les ponen concreto y las

tapan, las canalizaciones se vuelven caja mortuoria donde ellas mueren

y con ellas lo hace la vida”.

180


Guillermo Zuluaga Ceballos

Los tres poblados de Medellín

En este orden de ideas, se señala la existencia de un Poblado histórico,

establecido a partir de los criterios de lo urbano “oficial”. El autor delimitó

su indagación sobre su origen a partir de las postrimerías de la colonia

española y durante el siglo XIX, cuando se inició el asentamiento

humano de las cercanías de las riberas del Río Medellín, y que siempre

ha sentido la presencia tutelar del Estado y de la Iglesia. Precisamente

alrededor de esta última institución de control y regulación social se

consolidó su sociedad, pues desde 1876 se constituyó la parroquia de

San José de El Poblado. En este orden, el libro recorre los parajes que

hoy están ocultos por el hormigón y el cemento que no dejan ver otra

cosa que no sea la imagen del progreso comercial. Peralta reconstruye

con los viejos pobladores las añosas casas y caminos de la zona. Puede

sentirse el eco de las pisadas por la calle del “Totumo”, la del “Talego”,

la calle del Frito “, La Ranchería del Poblado y demás espacios de épocas

pasadas que los jóvenes ignoran, pero que los habitantes de antaño

convirtieron en su hogar. Es así como Los paisajes... habla también de

las viejas casas de amplios zaguanes y ampulosas salas de las familias

aristocráticas de Medellín que se asentaron en estos parajes, como las

evocadas por Emma Ossa de Rodríguez que “tenían grandes salones,

las vajillas y los enseres eran todos importados y la ropa de cámara

finísima. Tiempos atrás, me contaban en mi familia que los ricos tenían

a su servicio a muchas gentes de las cercanías y ellas le servían para

todo”. Y agrega: “en todo caso ellos serán una minoría y nosotros los

pobres una mayoría”.

El texto rescata también la trayectoria de las gentes “del común” que

construyeron a esta parte de El Poblado. Y en ese sentido, en el libro

181


Paisajes que han tejido nuestra historia. Evolución histórica del entorno ambiental y social de El Poblado.

queda claro que desde los primeros años de vida barrial empezaban

a evidenciarse profundas diferencias sociales que marcarían al sector

hasta nuestros días. Los más ancianos las recuerdan desde simples detalles

como el hecho de que en la iglesia de San José existieran sillas

reservadas adelante del templo para las familias pudientes, las cuales

no podían utilizar los pobres; en este contexto de desigualdades el autor

habla de los primeros negocios que dinamizaron al sector desde “abajo”

como el Zanjón de las Peruchas, donde unas hermanas “vendían

tamales chorizos, huesos aliñados de marrano, chicha y guarapo”, de

los alambiques clandestinos, los tejares y demás iniciativas que gestaron

una sociedad local.

También nos hace claridad este capítulo sobre los albores de la industrialización

en la zona referidos a eventos como la prestación de servicios

públicos: la canalización del río, la apertura de predios al comercio

inmobiliario, la inauguración de las estaciones del Ferrocarril de Amagá,

lugar del actual centro comercial Monterrey, y la de La Aguacatala,

o la irrupción del tranvía eléctrico y luego de las avenidas para carros

que fueron el presagio de su anexión definitiva a la marcha de la capital

del departamento.

Luego se aborda el Poblado de las Lomas, formado un poco más recientemente.

A finales del siglo XIX, a partir de la inmigración de campesinos

de municipios vecinos, y que conservó hasta hace poco tiempo

rasgos propios de sus lugares de origen. Por lo tanto, su experiencia de

vida fue desde un comienzo de orden netamente rural, basado en la ubicación

de parentela en las diversas colinas de los Parra y los González,

con fuertes lazos de solidaridad comunitaria entre ellas y con una ca-

182


Guillermo Zuluaga Ceballos

rencia evidente de cobertura institucional. Fue, por lo mismo, un espacio

gestado desde lo “informal”, y a partir del propio esfuerzo para lograr la

dotación de servicios básicos para la vida en comunidad como acueducto,

centros educativos, movimientos organizativos entre otros. Es que, a

diferencia de lo pensado a la luz del presente, la historia de este sector

no siempre ha sido la de las riquezas que se contemplan. “Yo llegué de

Rionegro -cuenta en la obra don Martiniano - pero he vivido en estas lomas

por más de seis décadas y me siento tan pobladeño como cualquier

otro. Por acá se ha sufrido mucho, no todos han sido ricos como se cree.

Había mucha pobreza, pero gran solidaridad. Los caseríos de Loreto,

los de los Parra, los de los González, mi viejo y querido barrio El tesoro,

y como tantos otros que se iban haciendo en las faldas conformadas por

personas que al tener que compartir una misma historia de pobreza se

ayudaban”.

Un tercer Poblado, el de los Altos, bastante invisible a los informes oficiales,

es el que se encarama en la cordillera. Aunque tiene rasgos rurales,

allí la propiedad se concentró rápidamente en manos de grandes propietarios

de tierra que abrieron el área al capitalismo agrario mediante

iniciativas productivas como la cría de ganado vacuno y ovino. Peralta

explica mejor su diferencia con la sección anterior: “Siempre en las lomas

las gentes se dedicaban a sus pequeñas parcelas productivas, las de

los altos comenzaron a ser asalariados; si en las primeras eran inmensa

mayoría propietarios de sus tierras, aquí pasaron a ser arrendatarios o

estar inscritos en los terrenos de las grandes fincas”

.

Mitos y leyendas

Otro punto interesante del libro es el rescate que se hace de parte de la

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Paisajes que han tejido nuestra historia. Evolución histórica del entorno ambiental y social de El Poblado.

memoria cultural de esta parte de Medellín. Seguramente las historias

que ahora aparecen en las pantallas de los grandes y amplios cinemas

de El Poblado oculten -y de hecho lo hacen- parte de ese patrimonio

colectivo que, como los mitos y leyendas, hablan de otra forma de poblar

los paisajes urbanos. Es así como estas narraciones ayudaron a los

habitantes entender su medio y a posicionarse asimismo frente a él y

por ende, no es extraño que se encontraran en sus parajes con La Madreselva,

El Colmillón, El Gritón, que vieran guacas por doquier o que

en sus relaciones sociales aparecieron de manera reiterada las brujas,

sus contras, y demás espantos rurales y urbanos.

Estás creencias les ayudaron a apropiarse de su territorio. Por ello el

texto es enfático en afirmar que más allá de preguntarse por la veracidad

de sus palabras o por la racionalidad de las mismas, hay que mirar

cómo la relación del hombre con su entorno construye su propia realidad.

Tal es el caso del “caballo de medianoche”, un “colosal garañón”

que varios vieron “en la quebrada la escopetera, arriba del chambón.

En ese lugar la quebrada hacía una enorme cascada más o menos en

la actual calle 1 con carrera 29 y en sus alrededores los habitantes de

la loma de los Parra sentían el relinchar y el galope de un caballo en

algunas noches oscuras. Pero este no pasaba al otro lado de la quebrada

o se perdía entrando a la finca Campo Amalia”.

Hoy son referentes más “modernos” los que tejen experiencia ciudadana

y eso está bien. Lo negativo es que lo construido en el pasado se

olvidó y se edifique un futuro sin tener en cuenta la memoria acumulada

por generaciones atrás. Como lo resume un habitante del barrio, los

184


Guillermo Zuluaga Ceballos

mitos sobre tesoros indígenas o sobre botines de guerra se han perdido

y hoy es otra clase de oro la que brilla en El Poblado del presente. “El

Poblado sí tiene oro y en grandes cantidades. Ese gran tesoro está a flor

de piel, está representado en los edificios de 10 ó 20 pisos que se levantan

en las lomas del poblado. Su capital está allí, está la vista y mucho

más se esconden en cada apartamento, en los carros y los lujos de los

dueños. En resumen, este tesoro no se ha perdido. Ahí está y, para bien

o para mal, ha convertido en nuestro barrio y en un lugar donde viven

los ricos y los pobres se han tenido que marchar”.

Tiempos modernos

La parte final del trabajo analiza la visión unilateral del progreso que

empezó desde los años 40 con normas estatales poco concertadas y con

la irrupción de grandes capitales al área que se afianzaron en gran medida

en los años 70 del siglo XX. El testimonio recogido de Patricia

Gómez es quizá el más diciente sobre esta problemática: “De aquí nos

han venido sacando a los pobres en forma callada. Yo he vivido aquí

casi 40 años, s he visto ya como a los campesinos no nos quieren dejar

vivir tranquilos. Toda la vida han existido algunos ricos en esta parte

alta, pero de la carretera a las palmas hasta la cordillera eran numerosas

las familias con abuelos que vinieron desde varios pueblos muchos

años atrás. Aquí cultivábamos la tierra y así sobreviví amos. Pero como

cada vez resultaba más jodido educar a los niños, pagar médicos y los

servicios con lo poco que da la agricultura, nos tocó comenzar a vender

la tierrita a los señores de Medellín que querían hacer fincas de recreo

obtener lotes de engorde. Fue muy duro tener que trabajarles como jornaleros

mayordomos o muchachas de servicio a los que venían a vivir a

185


Paisajes que han tejido nuestra historia. Evolución histórica del entorno ambiental y social de El Poblado.

lo que fue nuestro “.

Y, para –ojalá- corregir en algo estas situaciones, este texto cuestiona

enseguida los aspectos positivos y negativos del Plan De Ordenamiento

Territorial que definirá al destino de la zona en un futuro inmediato.

En este orden de ideas, Peralta manifiesta que “el desarrollo no puede

sustentarse sobre la destrucción de las memorias y los paisajes que

construyeron muchos y variados mundos. No hay ideal de porvenir

por noble que parezca, que se pueda consolidar desplazando a personas

y arrancando de tajo sus sueños y esperanzas. Puede que existan

enormes y lujosos edificios, pero si no hay aceras para caminar

parques para disfrutar lugares para el encuentro de los viejos con los

jóvenes, nada vale. Si las calles están vacías como si la cara del otro

se vuelve un motivo de horror y de rechazo, ese modelo de desarrollo

no es una meta por la cual valga la pena luchar”.

186


APROXIMACION A LOS POBLADOS ANTIOQUEÑOS DEL

AÑO 1808

Es un documento colonial que ha sido publicado como libro se pueden

conocer cómo eran las poblaciones antioqueñas que existían en el año

1808. Más exactamente, con su lectura se conoce cómo cada lugar fue

descrito por sus jueces o principales vecinos, en respuesta a un agudo

cuestionario que el gobierno virreinal dispuso con el fin reunir información

útil para sus gestiones.

El título asignado al libro fue La Relación de Antioquia en 1808.

Su conformación es así: una corta presentación que ubica al lector y

luego el cuestionario, sigue la transcripción y al final la imagen del documento

original de 55 folios de letra pequeña densa. Los estudiantes

de la carrera de historia de la Universidad de Antioquia han sido los

trascriptores, su procedencia es el Archivo Histórico de Antioquia y el

editor fue el profesor Víctor Álvarez Morales.

El Cuestionario que dio lugar al documento constó de ocho preguntas

sobre cada poblado. Las respuestas fueron similares y para tener una

idea de cómo era Antioquia habitada hay que formularse preguntas en

la perspectiva de conocer las características en vísperas de iniciarse el

proceso de la Independencia. Fueron 29 lugares que forman una colección

de “imágenes”. 1

Téngase presente que, la comparación es un recurso útil para detec-

1 El compilador afirma en su presentación que el documento incluye 34 descripciones, pero el

libro publicado describe 29.

187


La relacion de Antioquia en 1808

tar los aspectos que identifican las realidades que se desean conocer.

Entre las posibilidades que ofrece están: el contraste en los poblados,

en las regiones, entre pueblos indígenas y no indígenas, entre pueblos

según los clima y tamaños y entre los cuatro centros principales: la

ciudad de Antioquia, las villas de Medellín y San José de la Marinilla

y la ciudad de Arma de Rionegro. Otro tanto se puede agregar sobre

el tamaño de las localidades y los vecindarios con sus tipos de viviendas,

composición racial, extensiones de los territorios abarcados,

rasgos geográficos, e hidrografía.

Las riquezas naturales están prolíferamente indicadas. Bien se sabía

cuáles eran, puesto que los sitios incluían ambientes naturales. Por

ello el vecindario estaba familiarizado con las maderas útiles, los animales

de caza, las plantas medicinales, y los animales peligrosos.

El espacio que rodea a cada pueblo era amplio. Es llamativa la prolífera

descripción de la naturaleza y los rasgos geográficos y topográficos.

La fauna abunda al igual que las plantas, los informantes están bien

familiarizados al vivirse en contacto cercano con este ambiente natural.

En el abigarrado cuadro, se destaca la riqueza de los nombres de

las plantas que se emplean como remedios y entre ellas algunas bien

extrañas.

Mencionan que los ríos cruzan, especifican la tierra cultivada y la

destinada al ganado. La vida agraria era intensa y sus productos poco

variados. 2

Cada caserío está próximo a una fuente de agua, dispone de su indis-

2 Es el caso de los pueblos, llama la atención la Zaragoza actual, provista de un largo y rimbombante

título: Nuestra Señora de la Concepción de las Palmas de la nueva Zaragoza de Indias, Piña de Oro.

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Rodrigo Campuzano Cuartas

pensable iglesia, varios con más de una, la ubicación esta medida por

leguas de distancia o por el tiempo de viaje a otros lugares. Se residía

en espacios urbanos pequeños en un territorio amplio. Los tamaños

difieren, aunque no mucho. La infraestructura que importó anotar fue

alguna dependencia estatal, la escuela es excepcional.

Para quienes redactaron los informes fue indispensable diferenciar la

calidad racial de las personas y señalar sus cantidades. El leguaje descriptivo

presenta diferencias interesantes respecto al de hoy en día. Las

localidades indígenas se encuentran afectadas por un gran mestizaje y

son pequeños vecindarios.

En resumen, el libro abre la posibilidad de ser utilizado bajo diversas

perspectivas e intereses, según cuan aguda sea la mirada del lector y

hacia dónde se dirija su necesidad.

Rodrigo Campuzano Cuartas

189


190

REVISTA MEMORIA LOCAL

REVISTA DE LOS CENTROS DE HISTORIA DE ANTIOQUIA

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