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12/Cuadernos del bicentenario del Estado de México
del Estado y el Congreso nombraría un Consejo integrado por un
teniente que haría las veces de Gobernador en caso de muerte o
renuncia del Titular, y cuatro personas más que serían sus consultores.
Para ocupar los puestos de gobernador y teniente debían ser
ciudadanos en el ejercicio de sus derechos ciudadanos, nacidos en
territorio mexicano, mayores de 30 años y de “convenientes aptitudes
para gobernar”. Fueron nombrados dos personajes para gobernadores,
que no eran oriundos del Estado de México: Manuel Gómez
Pedraza fue nombrado gobernador interino, nació en Querétaro, y
Melchor Muzquiz, nombrado teniente, nació en Coahuila.
Múzquiz había ejercido primero las funciones de jefe político
superior interino de la provincia de México, una vez establecida la
forma República Representativa Popular Federal fue teniente gobernador,
después gobernador interino y finalmente gobernador
constitucional.
Así fue nombrado Manuel Gómez Pedraza como gobernador
interino, Melchor Muzquiz como teniente, José Alejo Alegría, José
Francisco Nava, Mariano Esteva y Pedro Verdugo como consejeros;
a todos se les citó para hacer el juramento de obediencia ante el
Congreso, lo mismo que todos los empleados, autoridades, corporaciones
del Estado, tanto civiles como militares y eclesiásticas. El
tratamiento del gobernador y del teniente, tanto en forma verbal
como escrita, sería el de Excelencia. El Juramento decía:
¿Reconocéis la soberanía e independencia del Estado de México,
en orden a su gobierno interior, representada por su Congreso
Constituyente elegido con arreglo al acta constitutiva y ley de
convocatoria? Sí reconozco, ¿Juráis obedecer y observar las leyes
y decretos que de él emanen? Sí juro. Si así lo hiciereis Dios os
lo premie. Y si no el Estado os lo demande.
El ejecutivo, además de aplicar y respetar las leyes emanadas
tanto del Legislativo general como del local, debía cuidar y salvaguardar
la religión católica, en su carácter de exclusiva en toda la
nación, y para ello debía, entre otras tareas, pedir a los religiosos las
listas de los libros impíos prohibidos por la Iglesia, y a las autoridades
municipales vigilar que estos no circularan entre los habitantes de
esta entidad, así como tampoco instrumentos e imágenes obscenas
que atacaran la moral y las buenas costumbres, esto en atención a
una circular emitida por el Ministerio de justicia y negocios eclesiásticos.
El Estado Mexicano y la Iglesia Católica, Apostólica,
Romana, además del ejército, eran los encargados de gobernar y
salvaguardar la paz y la tranquilidad de los mexicanos, tanto material