Revista Asociación de Cofradias de Tudela 2024

fin entrábamos en la calle Herrerías, la calle se ampliaba, se iluminaba, estaba llena de gente que guardaba un
silencio sepulcral y a la izquierda el caserón con el balcón a rebosar… mi madre, mis hermanas, tías, primas…
y una calle larga donde podías ver otros pasos, algunos con capuchas de punta y túnicas azules o blancas.
¡Qué bonito! ¡Cuánta gente!. Ese día terminabas satisfecho, cansado y atiborrado de almendras y naranjada
que engullíamos al terminar la procesión.
El sábado ya era diferente, quedabas con los amigos para bajar a la plaza Nueva a coger sitio y ver como
explotaba un muñeco que empezaba a dar vueltas como loco, sujetas sus manos en un madero, a la vez que
iba perdiendo las telas que llevaba puestas y luego, luego el griterío. Los balcones y ventanas de la Casa del
Reloj empezaban a escupir balones y globos que intentábamos coger, pero siempre había algún mayor que los
atrapaba antes, si por suerte alguno de la cuadrilla se hacía con uno, era como si nos hubiéramos encontrado el
mejor regalo del mundo. Nos pasábamos el día dando patadas al balón hasta que acababa pinchado o encalado
en algún balcón del casco viejo al que no podíamos escalar para recuperarlo.
Pero el mejor recuerdo es el del Día del Ángel, un día luminoso en todos los sentidos. Madrugábamos todos
y sin desayunar volvíamos a la plaza Nueva que estaba con más gente que el día anterior. Como diría el
humorista “la plaza estaba a rebentar” y esperabas expectante a que se abriera el portalón que habían puesto
en la fachada de la Casa del Reloj. Escuchabas música y de repente un grupo de gente se abría paso entre la
multitud, todos serios, elegantes y alguno bajo un toldo y les acompañaba la imagen de la Virgen, de azul
reluciente con un velo negro que le cubría la cabeza, hasta que unos entraban en la iglesia y otros portando la
Virgen la colocaban en un lugar estratégico de la plaza.
Unos susurros de sorpresa de la multitud y todas las miradas se dirigían al portalón que se acababa de abrir
y en el que se veía un Ángel, un Ángel blanco resplandeciente que al son de la música se lanzaba al vacío
para recorrer, suspendido de una soga, la distancia que le separaba de la Virgen. El Ángel estaba alegre y nos
contagiaba esa emoción, lanzaba panfletos al cielo que luego cogíamos en el suelo. Seguíamos esos movimientos
fascinados y comentábamos el momento con los que estaban a nuestro alrededor, hasta que se paraba detrás
de la Virgen y con él, el mundo se paraba, la plaza se vaciaba y solo estábamos la Virgen, el Ángel y yo y
escuchaba esas palabras mágicas que resonaban a cámara lenta “alégrate, María, que tu hijo ha resucitado” y
ese momento, ese momento en el que todo es paz y armonía, ese segundo de Luz, te cambia. Tras ese segundo,
todo vuelve a su ser, la música suena, la gente aplaude, el corazón va a mil, mis ojos están empañados.
Volvemos a casa y el desayuno está preparado: chocolate y churros recién hechos y toda la familia alrededor de
la mesa para una vez acabado con todo y recogida la cocina… a comer al campo.
¿Religión? ¿tradición? ¿costumbre? ¿historia? ¿fiesta? Qué más da. Que cada uno viva la Semana Santa como
quiera, eso sí, respetando a como lo vivan los demás. Todos los años los mismos actos, los mismos personajes,
la misma música, pero cada año lo vives diferente, dependiendo de tu estado de ánimo. Para los cristianos son
unos días muy especiales que los queremos vivir desde el recogimiento y el gozo de saber que Cristo dio su vida
en la cruz para darnos vida. Pero para mí este año será una Semana Santa especial por el dolor de perder una
madre y la alegría de saber que acompañada de su esposo, sus padres y hermanos esta en la Luz de Dios y desde
allí velara por todos nosotros y eso lo sé, desde que sentí al Ángel anunciar
a María, que Jesús ha resucitado.
Con la felicidad de ser el Pregonero de la Semana Santa de mi ciudad, de
mi gente, de mi Tudela, desearos una buena Semana Santa y Feliz Pascua
de Resurrección.
LUIS CASADO OLIVER
Tudela • Semana Santa 2024 -
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