Ritmo Social - Portada Chef Tita

del robalagallina. El set de la falda y crop top,
en la tela que tiene esa onda africana, que es el
origen de toda esta “festividad”. Las flores en el
cuello del vestido, como las de los cuernos de las
máscaras de los lechones de Santiago. Textiles
que parecieran yute, que es una fibra muy común
en el carnaval dominicano. Y el resto, como el
vestido de lentejuelas, en la fantasía propia de
la celebración, pero muy high fashion. Que en
general es la base de mi propuesta: piezas que
puedes usar daily, pero donde se ven reflejadas con
las manipulaciones textiles, los vuelos, las telas,
elementos que están en el carnaval. Tanto para
este drop como para las piezas que conforman las
demás piezas distintas, que iremos exponiendo a
lo largo de la temporada.
Vienes del mundo del diseño de interiores.
¿Cuándo haces esa transición a la moda?
Bueno, yo siempre quise estudiar moda y quería
que fuera en Nueva York, pero mis padres, como
me gradué muy joven del colegio (a los 17 años),
me decían: “Esa ciudad es muy fuerte para ti. Eres
muy joven. Nosotros vivimos fuera y sabemos lo
que es. Entonces, no consideramos que tú todavía
tienes la madurez para poder llevar esa ciudad”.
Así que estudié Diseño de Interiores aquí, en
UNIBE, con la promesa de que si persistía ese
deseo de estudiar moda, podría hacerlo como
carrera completa o maestría una vez terminara
el Diseño de Interiores. Y permaneció. Me fui a
Barcelona a hacer la maestría en moda, una vez
me gradué de Interiorismo. La hice en el IED,
Istituto Europeo di Design.
¿De que año estamos hablando?
Eso fue en el 2017 y en 2019 fundo mi marca.
¿Qué pasó contigo durante esos dos años?
Los trabajé. Aunque trabajaba desde los 19,
siempre en diseño de interiores, porque mi mamá
(Alba Bogaert) es inmobiliaria y también trabaja
decoración, más que diseño. Trabajé con ella y
colaboraciones con proyectos, como con Jorge
Brown. Fue así que hice la base financiera para
lanzar Rosa Boga.
Hablemos del nombre y de tu primera colección
Es una mezcla catchy de mi nombre. Es un nombre
que representa lo que soy, pero a la vez me permite
cierto anonimato. Adaptable a cualquier idioma. Yo
decía: ¡Wow, una estrella usando mi vestido en los
Oscar!, “I’m wearing Rosa Bogard”.
Mi primera colección fue de blanco y de lino. Me
inspiré en el mirage de los desiertos. Como esta
ilusión óptica que puede surgir cuando estás en
el desierto, pasando sed y comienzas a alucinar.
Me fue muy bien. Lía Pellerano fue una de las
primeras en apoyarme.
¿Qué tú querías ser y qué se mantiene?
Ready to wear y haute couture, un mix de ambos.
Como lo manejan Oscar de la Renta, Carolina
Herrera, Monique Lhuillier.
¿Y Bridal?
Hago bastantes bodas. Novias, damas, madres
de la novia, invitadas. ¡Wow, muchas invitadas!
Me lo disfruto.
Tu siguiente punto evolutivo, ¿cuál sería?
Quiero tener mi propia tienda. Y un atelier aparte
de la tienda para que las clientas de costume, puedan
irse a medir. Y ya luego de eso, el año que viene,
quiero entrar el mercado norteamericano, a través
de Miami específicamente.
Hablando de una edición que parte de la
dominicanidad, afianzado a esa intención de
internacionalizarte, ¿cómo dice Rosa Boga:
¡Soy dominicana!?
Lo represento mucho a través de los colores de un
país precioso, vibrante. Me inspiro mucho en la flora
y fauna de la isla. Lo represento también a través
de la calidad. Quiero que se entienda que somos un
país y una región donde hay talento, hay calidad. Me
encanta ser dominicana como sinónimo de alegría,
pero también de elegancia, así que lo traduzco a
diseños y piezas de vestir.