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MujeresCosmicasPDF

En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

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Hilda Yaneth Sotelo<br />

besando la ilusión, la amistad libre, el amor de amigos que se<br />

comen con la lengua sabor a ajo y tequila. En el beso<br />

escuché lo que su pensamiento recordaba, clarito lo escuché,<br />

hablaba de una fotografía del pacto donde las mujeres<br />

llegaron al momento suspendido, quise abrir los ojos de los<br />

sueños pero las voces eran muchas, pesaban, honraban la<br />

estridencia. El índice les advertía tomar turnos, las mujeres<br />

cesaron guiando sus quejidos hacia la palma de las manos,<br />

llevaban la pócima. La pantera me seguía. Las palabras sin<br />

coordinación emanaban desde los sentidos haciendo suya la<br />

otra realidad, la cedida por los dioses.<br />

Pensé que se refería a la reunión de las mujeres ahí<br />

presentes, las gritonas que no sabían callarse. Repetí una a<br />

una las palabras que había escuchado en su boca, él negó<br />

rotundamente temerle a la pantera, ignoró las pócimas pero<br />

le gustó la prosa, le encantó saberme dentro de él. Meny me<br />

abrazaba al amar.<br />

La reunión se esfumó el recuerdo de Meny también.<br />

184<br />

Mujeres cósmicas<br />

Desperté enseguida de Tomás. Apurada, a la usanza de mi<br />

acelerada vida, busqué mi vestido. Salté de la cama, sólo<br />

llevaba ropa interior, la presencia de Tomás no inmutó, en<br />

realidad lo veía como hermano, y así fue, Tomás ni volteó a<br />

contemplar las líneas de mi cuerpo. Trepé el vestido negro y<br />

salí despavorida rumbo a la casa editora, mi trabajo, iba<br />

tarde. Flechazos de varias noches anteriores cuando<br />

habíamos asistido a la presentación Las Otras Batallas de los<br />

fotógrafos llegaban implacables. -La presentación del libro<br />

del Corazón, los estantes, ¿qué veo? Alguien se asoma por<br />

los estantes, creo recordar esa sonrisa, esa mirada, pero, pero<br />

él está muerto, es Arturo, anciano preguntando si quiero<br />

morir, no lo sé, no lo sé aún. Voy manejando, debo estar<br />

loca. ¿Por qué pienso en Arturo? La estrella, los fantasmas<br />

de tantos muertos en la frontera, ¿dónde están? ¿A dónde<br />

van los muertos? No tengo porque sufrir, soy libre, la vida es<br />

muy corta, muy corta. Merzco ganar, la fama espera<br />

impaciente, lo sé, lo intuyo.<br />

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