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MujeresCosmicasPDF

En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

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Hilda Yaneth Sotelo<br />

Lo sabe, ella más que nadie sabe qué tiene, de dónde vine,<br />

qué necesita. Da vueltas en sí misma, ensimisma a los demás<br />

para luego voltearlos a verse dentro, es raro, jamás me había<br />

sucedido algo así, deseo ponerle atención y ayudarle en sus<br />

problemas olvidándome de los míos, es extraño, es cierto.<br />

Quizá sólo quiera diversión, ni lo pienso, lo vivo. Ya ni<br />

analizo, recuerdo que el antro de la noche no sucedió, El<br />

Yanquees, ahora comprendo, no hubo punto de reunión,<br />

ahora entiendo, serán los próximos días los que nos lleven a<br />

ver el manual del misterio, el fuego danzante de letras<br />

embriagadas, mantras, lecturas, al descubrir esos interesantes<br />

y plenos personajes mezclados con las chispas en la brazas<br />

que abrazan las ilusiones de las mujeres cósmicas iniciadas,<br />

esas mujeres que han confundido el camino, esas mujeres<br />

que ilusamente se sienten enamoradas de la carne de otros,<br />

desean, se apasionan, buscan, se humillan, piden a gritos<br />

salir de ahí, ser rescatadas. Están locas, bien locas, pero<br />

además son subjetivas y supersticiosas pero las adoro, las<br />

Mujeres cósmicas<br />

extraño. Por lo pronto veo la foto de las universitarias; estoy<br />

con las otras jugadoras de fútbol. Estamos rodeando al<br />

maestro barbudo, que fuma pipa perfumada. Nos juntamos<br />

ese día, en el salón de clase, alguien nos fotografió, me<br />

olvidé y de pronto aquí veo esa imagen. Las mismas mujeres<br />

universitarias nos reuniríamos, sí, pero varios años después.<br />

Recuerdo la mesa redonda, encima la ensalada con harto ajo,<br />

la ensalada que me quiere y me dice corazón. La misma<br />

ensalada que llenó mi aliento a rancio ajo, el ajo que impidió<br />

el beso prohibido. El beso cósmico.<br />

Saboreaba mi cena, en curva, hablaba de sueños, me ponía al<br />

tanto de su vida, Fátima, la bella Fátima. Éramos once<br />

mujeres, un hombre. Acordarnos vernos después de casi<br />

trece años. Asistimos a la universidad, juntos cursamos las<br />

materias de Ciencias de la Comunicación, nos fotografiamos<br />

rodeando al maestro cultural, el maestro embajador del arte<br />

en la frontera, lo quiero, lo admiro. Llevábamos largos sacos,<br />

suéteres tejidos de colores raros, las miradas inquietas listas<br />

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