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En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

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Hilda Yaneth Sotelo<br />

Mujeres cósmicas<br />

que el eco de mi voz perturbó dentro del mismo coche que<br />

ahora lleva el pensamiento de la comitiva a llamar a la rubia<br />

para invitarla al rancho de los blancos rituales que traerán<br />

consuelo a las mentes torturadas, a las almas confundidas<br />

que han cruzado los límites, las fronteras del ser.<br />

Un hombre me había invitado a pasar el fin de semana en<br />

una lejana casa de campo. Insistía tanto que dudosa accedí,<br />

en cuanto pude, busqué cómplices que me acompañaran,<br />

ofrecía la invitación a mis amigas. Algo me detuvo de asistir<br />

a ese lugar, probablemente es ese algo que me sigue<br />

manteniendo a salvo de no ver destrucción en la zona de<br />

guerra que reporteo.<br />

La ciudad donde vivo nos ha sorprendido en medio de la<br />

faena, ahora mis compañeros y yo nos hemos convertido en<br />

reporteros y fotógrafos de una guerra declarada por el<br />

presidente de mi país. Una absurda guerra contra los<br />

traficantes de drogas. Ya se han de imaginar, esta zona sufre<br />

minuto a minuto las consecuencias de la estúpida decisión<br />

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del presidente.<br />

Ajena a las conexiones que no comprendo, alejada de las<br />

piedras, cerca de la sangre y las balas. Debo tener un<br />

angelote, estoy segura de que ese ángel que yo tengo, fue el<br />

mismo que impidió o desanimó aquel insistente hombre<br />

viejo, nefasto, asqueroso de mencionar, el de la invitación al<br />

rancho. Qué bueno, ahora comprendo que fue lo mejor.<br />

Alguna estridencia emanaba de aquellas propuestas. La de<br />

invitar a Miara, la rubia a salir de noche y la de ir aquella<br />

casa de campo.<br />

Eso veía cuando la estación de radio 107.5 tocó la ranchera<br />

de los bajos, la rola latió despacio, la conductora sintonizó<br />

otra canción, me dijo que la rancherita estaba muy mamerta.<br />

Me burlé de la frase, inquirí sobre el significado mientras mi<br />

mente trazaba la futura noche, en algún antro conversado lo<br />

pendiente con la güera, esa güerilla escurridiza, Miara, esa<br />

rubia que tiene algo muy importante que decirle a mi vida.<br />

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