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Hilda Yaneth Sotelo
al planear la venganza, permance densa, canaliza demonios
inflados, de ojos morados. El interior se congeló, el corazón
fue de piedra, la mente lista a absorber imágenes sensoras
censuradas a ser vividas, constantemente, en la dinámica de
la vida de afuera hacia adentro hasta acumularse en la
inanición, hasta convertirse en una sólida estatua que no
esboza expresión en el rostro y se mueve por pura inercia al
bien, a hacer el bien por el bien mismo en una sonrisa
ensayada, estóica, sin el menor intento a derretirse. Rita
decide repetir patrones y sistemas. El sexo es sexo, el
hombre es hombre, la belleza ausente de arrugas; lleva
contorno definido en ciertas medidas, los encuentros son
mecánicos con flores, finas flores, negros negligés, cena rica,
fina cena. Las palabras se congelan en el momento, después
no viven, se acumulan en la cama. Los encuentros pasionales
no provocan sensación al ser evocados, encuentros
esculpidos sin futuro en las emociones del cuerpo, en las
Iglesias, el vestido blanco, el anillo, la felicitación familiar –
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qué bien que te has casado, ahora tendrás hijos. Así es el
temple de las hermosas que paseaban por Huatulco, ahí no
había recetario, magia pura que se impactó al verlas. La
magia quiso penetrar y no encontró cabida, aún no. Sus
cosmos captan cuadros sin relieve, retratan un encuentro sin
maravilla. Lucy serpentina, debe ser línea recta, encuadrase
y transmitir sin observaciones, ni emociones. Juntas las
palabras en los hielos de Rita han de dinamitarse y la veo, la
veo y ella definitivamente opera al igual que despierta con
ojos cerrados y el hielo en su mirada. No veía verdad.
Hablábamos confuso, derretíamos al presente las imágenes.
Aceptaba las eternas preguntas mostrando la leve chispa. Yo
callaba, inmutada atraída, hurgué la frialdad. Funcionaba al
igual que en el onírico, con los ojos abiertos y los abismos
hacia afuera. Lucy empezaba a cansarme. En vano intenté
deshacerme de ella, iba pegada, ceñida, sus dos ojos
contabilzaban cada milésima de segundo, fotografiaban
acumulando la experiencia y soplando los secretos de las
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