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Hilda Yaneth Sotelo
pegados a la voluntad de las palabras emitidas por las
mujeres mágicas, las mujeres en la cancha. ¿Hacia donde
van los sueños? No importa el lugar exacto, lo interesante es
formar otros sueños nuevos, a diario los fabricamos, son
alcanzables, sonoros, sublimes.
Eloisa tienen novio, Benito. Benito le miente. Iba a ver la
inauguración del Mundial de fútbol 2010, rumbo a
Monterrey con sus amigos, a la ciudad de ambiente, cabrito,
carne asada y cerveza. Iba a lo regio, planeaba una escapada,
una escapada a la mexicana, a lo macho. Él y sus amigotes
“aquellitas”, las putas, mujeres cósmicas igual. El recuerdo
del engaño la persigue en la sierra de Oaxaca. Todavía no
puede creer que la realidad entre ella y su novio se haya
tornado cruda en la infidelidad. Finge no participar en la
emoción, se relaja. Ahora Eloísa y Benito discuten, ella ha
decidido enfrentar la infidelidad, se traga el cuento de la
mujer ofendida, lo juega. Él le suplica perdón mil veces, la
ayuda a acomodar el salón de clases. Lo invita a sosegarse.
Mujeres cósmicas
Eloisa platica consternada su versión de los hechos, Lucy
escucha paciente, amorosa, descubre una verdad que Eloisa
no ha confesado. Lucy y Eloisa platican en medio del rostro
de una tolvanera que recién se desata, las voces escupen el
polvo. Los minutos transcurren entre los fuertes vientos que
arrastran el odioso clima sin piedad, Eloisa llora la pena de
la traición. Calla una brevedad, de entre los sollozos es
descubierta, ella ha sido infiel y con tal descaro sigue un
juego sucio, tonto. Lucy la comprende, la ama, no hay nada
que reprochar a Benito, ellos se reconcilian en la rutina del
trabajo. Tal para cual y para cruel.
-Lucy, me siento muy pero muy ofendida, Beto no debió ir a
Monterrey con esas chicas. Estoy mal escucha por favor.
-Eloísa deja el papel de la cornuda que no te queda, vamos
jugando limpio.
-Lucy, vuela hacia mí, entra en mi mente, escucha.
-Eloisa bella, has llamado a la infidelidad, llegó a ti.
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