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Hilda Yaneth Sotelo
mesa redonda, barrigas satisfechas por el hallazgo. Nos
difuminamos en el tiempo, viajamos entre los deseos, el
futuro y los sueños. Lucy imperiosa, poderosa imprimía
velocidad al tejido, sus ojos brincaban tal sus ideas.
Conectaba, conectaba hasta trasmitir lo que el ruido
entorpecía. Eloisa saturada de deseo sexual aún no
comprende el mensaje. Fue la jirafa que lo ve todo desde
arriba y sólo baja a mordisquear el alimento verde. Cuatro
jirafas saltarían a la taza del café árabe cuatro años después;
justo el año 2014, el año del Amor y la Amistad, el año de
Mujeres cósmicas.
Eloisa sin pensarlo dos veces, va a Huatulco en los próximos
días, llega traída por José, Arline, Nepomuceno, Marisol,
Marco Vinicio, la lleva su abuelo Zapoteca. El abuelo
integra en su corazón la danza prometida, el reencuentro con
sus raíces. Jacinto está sobrio, la reconoce entre la
penumbra, en el Dreams, la sigue, quiere verla. Ella no cree
en los milagros pero en este, específicamente en este, sí.
Mujeres cósmicas
-Qué bonita es Eloisa, ¿verdad? su piel es muy suave.
-Ay no, creo que le hace falta pasión azul, es muy alta para
ser verdad es sexosa oscura.
Arline con el ojo de la visión completamente entorpecido,
nublado busca errores en Eloisa; interviene en esta realidad,
habla mal de Eloisa a Jacinto. Jacinto enamorado sueña a la
mestiza de piel canela, la toma entre sus brazos, lame el
cuerpo hasta despertar borracho buscándola, a cambio
encuentra a José y Arline burlandose de la vida, drogados de
odio.
El sueño de Eloisa no se materializa en la tercera dimensión,
en esta que lees, pero en aquella, que trazó Eloisa ya está, lo
puedo ver, accedamos a ello, existe por lo mismo, por
nuestra voluntad, por voluntad divina. Quedan los actos, los
efectos mariposa. Tiene en sus manos el tejido, la travesía de
una realidad a otra. Arline no lo comprende, no lo cree, se
desentiende, se aleja, se refugia en su felicidad, es humana,
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