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Hilda Yaneth Sotelo
pero enriquecedor. Tenía pene grande, pene que no sabía
manejar, no sabía qué hacer, con semejante dotación divina.
Se hizo consciente de su masculinidad, a la vez decidía
orinar su nombre en la calle. Sobre el pavimento trazó E L O
I S A, pausado, grande y claro. Pretendía dejar huella, lo
meneaba con jubileo pero sin lujuria, su cuerpo ignoraba
bajezas, era curioso explorador, era el puberto inquieto a
quien impartía clases, frotante. Despertó con la sensación de
ser un hombre, estando en mujer. Ningún destello lesbio se
asomó, fue sincera, dudó de su femineidad, no lo permitió,
en cambio ha sido más fuerte, comprensiva hacia los seres
que llevan ese adorno tan simpático, esa escultura muy suya
y tan de Eloísa. Después de las carcajadas, de acusarla de
corriente, de X batote, de interpretar sus sueños, y ya
entradas, nos contó de otro sueño que sucedía a la par del
encuentro España contra Alemania. Claro, su obvia genética,
esa mezcla, esa huída de su abuela de la guerra civil
española, esa llegada a México con la madre de Eloísa en
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brazos, la buena fe y el amor de su hermoso abuelo zapoteca
acogiendo a su abuela, esa historia, ese reconciliado
mestizaje, todo eso le iba a España, su equipo ganador y el
triunfo en el Mundial de Fútbol 2010 era el mismo triunfo de
su vida emocional, su vida en mujer, su ser en mujer rumbo
a la brujez típica de los 40’s.
La tarde que antecedió al sueño, Eloísa disfrutó del fútbol.
Gozó la reunión sin expresarse. Solía llevar el rostro sin
mueca temerosa a los estragos en las líneas de expresión.
Eso no la eximía de llevar el corazón sin malicia, sano de
amor natural y sexo. Ayudaba en cuanto podía a otras,
contribuía con su presencia al avance de las Diosas y al
reconocimiento del peyote y ayahuasca en la tierra. Conocía
a mujeres explotadas, de autoestima baja, divorciadas,
injustamente acusadas de abortar, mujeres satanizadas de
odio social histórico. Eloisa había nacido cósmica, es
maestra, terapeuta, bailarina de flamenco y sanadora
espiritual. Decidida poco a poco se ha transformado en
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