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MujeresCosmicasPDF

En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

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Hilda Yaneth Sotelo<br />

extraña isla donde fungió de Avatar, masticábamos<br />

suavemente el sorbido del popote en el té, meneábamos las<br />

pupilas, la invertíamos para ver adentro. La sonrisa<br />

encantadora de Eloisa no daba margen a la distracción. O<br />

palpábamos el corazón o gozábamos de su perfecta<br />

dentadura, su mirada lanzando chispas atrapadoras de<br />

comprensión, deseo, congenio. Pues ni uno ni otro fue tan<br />

importante como lo que sucedió después.<br />

Las horas comieron el tiempo, el sol se asomó, la nubes<br />

negras despejaron nuestras esceneas. Llegó Marisol<br />

desvelada. Apenas si había dormido cinco horas en tres días,<br />

yacía en otro plano. Su cuerpo no supo cómo procesar los<br />

descubrimientos, esos descubrimientos que la llevaban a huir<br />

de ella, la mantenían en vigilia constante, lista para atacar, a<br />

quién, a qué, no lo sabía. Lucy había transfigurado a un gurú<br />

en exclusiva para Marisol. El trabajo de sanación estaba<br />

hecho. Marisol dormía al despertar del otro lado, debería<br />

soñar e interpretar sus respuestas desde el subconsciente.<br />

Mujeres cósmicas<br />

Lucy deambula por la calle George Dieter y la Zaragoza en<br />

El Paso, Tx. Numerosos soñantes son testigos de su osadía al<br />

colarse por las ventanas y querer vivir en la luz del sigo XXI.<br />

–Es una señora que castañea su cola de coralillo y luego te<br />

pregunta si estás preparado para trasmutar y te muerde las<br />

extremidades a Marisol la tocó y desde entonces cambia el<br />

surrón.<br />

Eloísa miró profundamente a Marisol, el furioso sol tocaba<br />

su rostro, ella no se percataba. Cómplices el sol y Eloísa<br />

enseñaban a Marisol los secretos de la otra belleza, la belleza<br />

de soportar los rayos calientes y anaranjado. –Recibir el sol<br />

es precioso, Marisol, no temas, no escamarás tan fácilmente,<br />

el sol es medicina para el alma. Entraba en la piel de Eloísa,<br />

extrayendo los secretos, especialmente uno, una confesión<br />

emanó en cuanto Eloísa abandonó sutilmente el fuego<br />

amarillo y se refugió en la sombra. Ahí, en la sombra,<br />

huyente. Ella, la que traza otra realidad que trae encima, nos<br />

sorprendió. Habló de un sueño reciente, un sueño erótico,<br />

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