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Hilda Yaneth Sotelo
otorgado desde el cielo. Perdona la intención de diluirte en el
olvido, la amnesia robótica de la guerra que vives en la
rutina. Perdona haberte vuelto ceniza a la quema de árboles
rotos, arrancados de raíz. Retira tu rostro de las redes
sociales; ahí no hay nada alentador para ti; te dejas
influenciar al menor logro de otras.
Ellas se envían mensajes dolosos, tuertos, ciegos, permiten
que una red social virtual las comunique y pasee entre los
cables los pequeños balones del veneno de sus creadores, la
enemistad, el capitalismo rabioso.
Así permanecerán largos días, extensas semanas, sin hablar
frente a frente, sin verse a los ojos por miedo a ser desnudas.
Siendo ridículas, están perpetuadas en la mofa, la burla, la
herida, la sorna publican mensajes desafiando sus
personalidades, enalteciendo el ego, luego anuncian que sin
embargo se aman, se aceptan, se quieren. Las mujeres se
alejan del cosmos, se acercan al infierno de la tierra, el
árbitro está a punto de expulsarlas
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Mujeres cósmicas
- Arline quiero verte, quiero ver a la Arline de mis
creaciones, a esa que Neptuno revistió.
-Te odio Lucy, no tengo nada que hablar contigo. Has
enredado los hilos, los has torcido. Este juego cansa. Marisol
y tú son increíbles. No las soporto. Hípocritas. La magia no
me interesa, es para ignorantes.
Lucy, la serpiente convertida en águila escribe desde el
punto del sueño en el intermedio, cuando las Mujeres
cósmicas sucumbían a sus propios hechizos, regresaban al
tiempo de la Medieval en Facebook, donde la suciedad, la
maldad, las mentes maquiavélicas, irónicas, vanidosas,
frívolas chismosas, y falsas las guiaban. Lucy auxiliada en el
Zen sugería la palabra sabia, inocente, permitía a las Mujeres
cósmicas alejarse, separarse, volar, usaba la red social virtual
para comunicarse en la cancha de pasto sintético.
La multicolor serpiente Lucy emerge, de entre las cenizas,
ella vio en sus sueños árboles desprendidos de raíz, después
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