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Hilda Yaneth Sotelo
es lo mismo. No creo lo que veo.
Jajajajaja, estoy viendo el figurín del esceptisismo, aparece y
desaparece. Jajajaja, qué locura, qué miedo. Lárgate de aquí
Lucy, vete inmediatamente, yo no entiendo nada. Por tu
culpa le fui infiel a mi Alberto; oh no, mi adorado Alberto.
-Arline, no quieres ver la realidad de ese hombre que te
maltrató, sigue culpando a medio mundo de tu propia
desgracias. Yo me marcho.
-No Lucy, no me dejes, José fue solo una aventura. Alberto
tiene novia, estaré sola con mis hijos, no me dejes, por favor.
Arline es una mujer cabello rizado, sonrisa escandalosa,
manos toscas, potencia al amar en la cama, ignoraba sus
poderes de otrora; la bruja formada en serpiente morada
resquebrajada. Pretendía eliminar a las que consideraba
enemigas, las eliminaba enredando el cuerpo hasta hacer
tronar las vertebras, trazó en el lienzo a incontables mujeres
con serpientes en el torso; su energía se fugaba en luchas
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incoherentes, e iba al otro intento de eliminación de
enemigas que sólo ella veía, y alucinando en sus fantasías
mentales las sacaba, expulsaba de las reuniones, las fiestas,
empobreciendo su entorno.
A Lucy la sacó del partido, un año después, Arline no se
imaginó que muy pronto ella sería expulsada, derribada, más
de una vez, el karma manifiesto, implacable, certero. Las
mujeres dentro de los esquemas duales, juegan, aún no se
agotan. Pero el tiempo vuela. Gaya ha dado el paso
definitivo, se alinea para mecer a los humanos a la
evolución, la mujer ahora debe ser el sol, el hombre recupera
su corazón, dentro de un laboratorio descubre que los latidos
hablan, piensan. Avanza.
-Lucy, te amo, Lucy el dolor en el pecho no cede, qué hago;
solo tú sabes, dime.
-Tal vez debes perdonar haber destruido tu propia felicidad
en pro a quedar bien con la sociedad. El hilado te había sido
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