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Hilda Yaneth Sotelo
esperaba una gran sorpresa. Al entrar al restaurante, las
mujeres indecisas caminaron rumbo a la mesa del fondo, ahí,
tres caballeros las invitaban a degustar con ellos la noche.
Ellas se dejaron querer, accedieron, sentaron sus inquietos y
mojados traseros. El traje de baño, las aguas, los pactos, las
estrellas, la luna, los testigos, los aromas a incertidumbre, los
olores de la aventura, se disfrazaron de risas, vestidos
verdes, negros. Los cuestionamientos febriles no se hicieron
esperar. Cada palabra alucinaba producto de la calentura del
clima y de los cuerpos. -¿De dónde son? -¿Cómo se llaman?
Me llamo Arline. Ella responde con el brillo de la lujuria y el
deseo en su mirada. Del otro lado de la mesa un inquieto
hombre bromeaba -Me llamo Nepomuceno y soy del lado
derecho de la vía lactea-. Las mujeres sorprendidas por el
sincronismo de las bromas anticipadas, de los eventos
realizados y de la magia, abrieron sus bocas esbozado
asombro. San Nepomuceno era real, de carne y hueso. Esa
vocecita ya no era secreto, ese inquietante nombre, guiado
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por el más allá, estaba allí mismísimo.
Aprendían a ver milagros, a interpretar un microcosmos pre
diseñado, un universo cuyo futuro corto era completamente
ajeno, impredecible, excitante. Nuevas identidades
mexicanas estaban a punto de emerger. Ya en la mesa, el
vino tinto llegó, era un vino francés. El joven francés
también. Muy predecibles los tres aparentes alineados
hombres, se encontraban aberrantemente desaliñados, hubo
necesidad de dos, tres estrujones para que entraran en la
magia que traían en su vocabulario. Los terremotos
siguientes fueron cómplices de los estrujones, uno de 5.0
removía las entrañas de la tierra y los sesos masculinos.
Pusimos los hombres al día en tres frases. Comprender la
dimensión del momento. Reconocer el machismo
internalizado. Respetar la naturaleza. En el minuto, Arline
se vio envuelta en la espiral de los deseos concedidos;
conoce a José y el deseo sexual se le concede pero la
realidad no siempre está rodeada de miel. El zzzz de los
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