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Hilda Yaneth Sotelo
quiere poseerlo y en sus fallidos intentos Lucy se divierte. La
postura de Marisol es chingar a quien se deje pero con Lucy
no puede.
Mujeres cósmicas
Marisol ve claro, no no no, es oscuro, es culpable, no puede,
ya se va. En el silencio reza, medita, visualiza, el silencio se
va, huye grita, huye.
Decide retirarle la palabra y buscar amantes, jóvenes
amantes. Marco Vinicio le comparte el amor y la danza de
Camina al lado de Lucy de quien depende. Lucy accede
verse en el parque de la esquina en la calle Zaragoza. La
los delfines, esperada por su alma. Se conocen en Oaxcana y
obliga a admitir la verdad. Marisol está enamorada
de
viven el romance encendido por el efecto fósforo, la luna
sobre el mar.
Marisol encuentra lo cierto abajo, en las trasnochadas, las
fiestas, la debilidad del cuerpo. Una vez derribada la capa del
miedo a vivir la juventud se entrega. No ha dormido en
varios días, ha consumido todo el alcohol posible, han
soñado por ella. Entregó su alma, está confundida. Llora
desconsolada cuando tiene un minuto de paz, desea que las
alas la abracen una vez más. Extraña a Lucy, siente que la
ama. Duda de sus tendencias lésbicas, le habían prometido
una nueva identidad, sueña besar a Lucy. La llama, no
responde. Lucy se encuentra seduciendo a Arline.
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Marco Vinicio y Lucy, siente culpa. Es una mujer casada, no
debió permitir los besos. –soy una mujer enamorada de mi
esposo- se repite hasta el cansancio. Así debe ser, así lo
dicta la sociedad. Su voluntad se ha quebrantado. Entró en
un laberinto, vuelve la confusión, se ahogo en este lago de
culpas. Me ha enamorado, había prometido que sólo era con
Marco Vinicio, una noche en Huatulco, así fue, ya no lo es.
Marco Vinicio la besa continuamente, ve la rosa. Ve a La
Negrita, ve esa adolescente besucona que hace siglos no
veía. Marco Vinicio, guapísimo piel blanca, piel curtida con
amor hacia afuera, ingenuidad plasmada en la sonrisa, chispa
de aventura en su hablar, juventud al caminar, abrazo tierno,
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