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MujeresCosmicasPDF

En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

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Hilda Yaneth Sotelo<br />

la boca. Era diciembre, nos reunimos en mi casa, las<br />

cósmicas; festejé hasta los huesos.<br />

El cuerpo recostado no atinaba a sentir, el experimento había<br />

sido cruel y despiadado. Ese experimento oscureció mis<br />

sentidos, mi visión. El gravitacional juego, obeso, arrastrado,<br />

redondo, nada gracioso amenazaba con despacharme al otro<br />

mundo si algo no amarraba mi atención aquí, en esta vida.<br />

Pasados los días un olor a menudo atrajo la atención, ese<br />

olor a vísceras que pronto comería me puso en la cocina. La<br />

cocina tenía una breve ventana por donde se filtra la luz del<br />

sol que molestó a mis ojos.<br />

No soporto el sol, no sé desde cuándo, pero simplemente no<br />

lo soporto. Aventé una cobija para bloquear la luz, la cocina<br />

quedó a oscuras. Engullí tres grandes platos de menudo con<br />

tacos de aguacate ¿Y qué? Finalmente algo me ataba a la<br />

estadía. La idea del suicidio se desvanecía entre los sorbos<br />

del delicioso caldo rojo. Mi mamá bromeaba con su típico<br />

Mujeres cósmicas<br />

Una vez más saqué la capa protectora, nadie, absolutamente<br />

nadie iba a leer mi situación. Corrí al espejo del baño y<br />

ensayé una sonrisa, la sonrisa que emanaba de mi estado<br />

defensivo con la vida. Ya antes la había ensayado muchas<br />

veces y me salió bien, había ganado varios concursos.<br />

Esta vez la sonrisa se congeló, en el espejo del baño la<br />

máscara dictaba mi futuro, libre de mequetrefes, La Yaya y<br />

Hell.<br />

Fui honesta, dejé la pasión, las ilusiones. Me metalicé,<br />

finalmente esos humanos lo habían logrado, habían<br />

arrancado las flores blancas, rosas de mí. La jovialidad se<br />

fue a la basura. Ni sabía cómo o qué era. Años después la vi<br />

entre unos regalos que el árbol santo daba, era un cofre<br />

dorado muy muy hermoso, dentro, varias figuras de plantas y<br />

animalitos inigualables, eran pequeñitos, totems que<br />

emplearé para rescatar a nuestra juventud juarense. Seré<br />

precavida.<br />

doble sentido, hería mi vida, el origen de mi dolor.<br />

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