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MujeresCosmicasPDF

En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

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Hilda Yaneth Sotelo<br />

Mujeres cósmicas<br />

lugar de la azul, ahí iba, metida en el verde, ese color que<br />

detesto tanto, subí furiosa porque, el sofocante calor<br />

anunciaba un maltratado viaje. Llegué a la estación de<br />

camonicitos en la calle Salsipuedes, senté el delicioso trasero<br />

en unos viejos sillones. La pareja frente a mí departía<br />

palabras de agobio, nostalgia y aliento. Un tremendo<br />

¡gooool! emanaba por la tv, un ¡uuuhhh! desalentado rostro<br />

de la pareja. El gol de Argentina terminó por alentar mi<br />

desánimo ante el presentimiento de las próximas horas.<br />

Odiaba el fútbol sólo por el hecho del estrés que provoca ver<br />

a mi mexicano equipo jugar y luego perder.<br />

Deseaba con todas mis fuerzas desatarme del consciente<br />

colectivo mexicano. Yo no era una perdedora, había vencido<br />

incontables luchas, no entendía la razón de mi perdidizo<br />

equipo de fútbol. No lo comprendía. Decidí huir ante la<br />

derrota, ver el apagado y bello rostro indígena de la pareja<br />

frente a mí, aterroriza, ¿qué nos pasa a los mexicanos? ¿por<br />

qué perdemos, por qué permitimos que nos roben, nos<br />

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saqueen?.<br />

Quité mis contoneadas nalgas del sillón, las arranqué de ese<br />

lugar y mientras caminaba hacia un poco de aire fresco, en<br />

mi corazón tracé una realidad paralela para mi país, para mi<br />

equipo de fútbol. Una realidad paralela simultánea a la mía.<br />

Empecé por imaginar, fui al pasado, extraje memorias que<br />

luego conecté en el presente y solas se explayaron al triunfo<br />

futuro, pero necesitaba comprender el presente sin enterar a<br />

la razón, conecté con la algarabía, el miedo, la euforia propia<br />

de los mundiales de fútbol.<br />

Vi el encuentro entre México y Alemania, el de 1986 en<br />

Monterrey. Lo vi clarito en el 2014, habían pasado 28 años.<br />

México y los mexicanos vestían lúcidos, pacíficos y<br />

amables. La emoción desbordada había quedado atrapada en<br />

una máscara de luchador, la misma emoción le dio paso a la<br />

planeación, un poco de frialdad inundó la seguridad del<br />

triunfo. La máscara se revistió, sonreía tranquilamente<br />

conquistadora, sabía que en el fondo el mar de la<br />

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