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MujeresCosmicasPDF

En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

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Hilda Yaneth Sotelo<br />

hijos, los nietos, terminó dividiendo a los hermanos,<br />

dividiendo, así como la compleja operación que me había<br />

enseñado. Así como me encuentro ahora, fraccionada.<br />

Entre mi rechazo, mi asombro y mis ganas de abrazar a La<br />

Yaya y a Natividad, La Negrita se marchó. La niña se había<br />

ido pero La Yaya seguía ahí. Le demostré que sus tentáculos<br />

estaban lejos, ya no era chiquilla. Natividad se había ido<br />

dejando la frase: -Te quiero-, ni eso ni nada le indicaban al<br />

corazón el camino al perdón. La Yaya, me enfadaba, las<br />

manifestaciones a través de la anciana zapoteca, los<br />

mensajes del cosmos, la ayuda de Lucy a interpretar mi<br />

realidad paralela, mis sincronías, nada me preparó al abrazo.<br />

No la quise disculpar, no lo deseaba, no lo deseo y no estoy<br />

obligada.<br />

-Marisol el perdón tocará tu puerta en varias ocasiones, si no<br />

lo otorgas o lo pides, entonces habrá perdido el camino hacia<br />

ti. No temas al qué dirán, sólo los grandes de espíritu<br />

perdonan y se liberan. Toma tu tiempo el juego cósmico<br />

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Mujeres cósmicas<br />

sigue-. La voz, esa voz me divide, no, no soy yo, seguro es<br />

un embrujo, el hechizo, me tienen envidia, hasta mi mamá<br />

me envidia. Y sí, la división se manifestó una vez más. Me<br />

partían el alma en sofisticados quebrados que se posaban<br />

cada uno por su lado. Esa tarde no congraciaron, no se<br />

juntaron, se analizaban detenida, fría, meticulosamente antes<br />

del entero. Desde el menos mi Ser estaría en partes. No había<br />

sumas, hacía un buen tiempo que la adición había dejado el<br />

alma. Aparte de dividir, La Yaya me había enseñado también<br />

a pegar y eso estoy tratando de hacer. Después, el queso de<br />

las quesadillas se pegó al estómago. Me provocó vómito,<br />

tuve el impulso de salir corriendo de ahí, de ese pequeño<br />

limbo en la tercera dimensión aún estando en La Primavera.<br />

Me moví entonces a enfrentar los demonios, al lado, a la<br />

Catedral de San José.<br />

El Casillero del Diablo provocó risa, no sentía desafío ni<br />

nada, había vivido tanto que los santos, las Iglesias, las<br />

religiones y hasta el mismísimo vino no lograban atraparme.<br />

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