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Hilda Yaneth Sotelo
tomado los hilos de mi historia, se me había encomendado
que entrara en las esferas verdes, rojas, azules, ya las he
recorrido sustrayendo la famosa hilada para manipular la
forma del futuro. Ahora está en mis manos materializar lo
que veo durante la noche. Por ahora decidí entrar en la
máquina del tiempo, fui al pasado. Él y yo en los cincuenta
con autos largos, crema y rosa, nieve, amor púrpura sólo
amor. A veces el rojo adquiere formas en curva de los
sólidos en la pasión, formas sexuales. Juego desde el
principio de la creación, sé perfectamente que hacer, permito
que el universo hable. Las posiciones no importan por ahora
juego el 2.
11. Recién descubrí la trama del karma. Ahora mi voz es
estruendo, las piernas en el pasto, firmes. Ansío los
encuentros, los busco poco a poco, paciente llegan. La palma
de mi mano ha volteado el plano que ahora veo encima,
cierro los ojos al sol incandescente, la mano derecha ya no
tiembla, esta sanando al igual que el alma. El poder no toca,
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el deseo sexual desahogado, la apariencia es real, la
bisexualidad en la risa al saberse afuera. Juego el cinco. Hora
de la pereza y de la ira. La pelea entre los iracundos resulta
en una melodía azul y roja, no he concluido al gritón cuando
Arline esta con el vómito de bolas, la ira la sedujo muy poco
tiempo. No es justo, apenas inicia mi romance, el encuentro
con la ira. Al no coincidir en el divino y cómico teatro del
iracundo, la pereza se manifiesta. Soy medio centro
defensivo propicio la creación de jugadas, recupero el balón,
estoy en el centro de la cancha. La luz ensordece el espacio,
no logro ver a las contrincantes, creo que ya no existen.
12. Era diciembre cuando mi novio se enojó sin razón
aparente. No comprendía hasta entonces de que se trataba la
manipulación. No puedo vivir sin él, me falta el aire hasta
ahogar los pulmones. Enferme tres meses seguidos, casi
muero. Habíamos quedado de rentar un apartamento, de
vivir juntos, pero al parecer eso sólo sucedía en mi
imaginación. Él era casado, digo, sigue casado. Las defensas
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