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Hilda Yaneth Sotelo
recuerdos saco la bisutería de mis padres, ya está afuera.
Ahora borro la memoria fatal del pasado, entro aquí, juego,
sonrió, me preocupa Sally en la número once viviendo en la
Ciudad más peligrosa del mundo. Ramona es mi mejor
amiga pero siento que en la cancha ya veo la igualdad Divina
dentro de las diferencias únicas. Soy alegre y afortunada.
Juego el siete. Recién recibí el Minotauro de Diana, ¡qué
alegría!
Mujeres cósmicas
7. Estoy en La jaula de las locas. Ellas no saben nada de
nada, que fastidio. Me tienen sin cuidado. Tengo una
duradera relación de veintitantos años, tantos como las ganas
de enseñarles a estas tontas como jugar a tener el mejor
partido del mundo. Juego afuera, sentada, observando,
riendo sin abrir dimensiones al oro, pero sí llevo un loro bien
cotorrón para amenizar el final del juego, que por cierto no
veo llegar. Estoy en la banca.
Saber que mi ciudad natal es violenta ha conmovido
violencia en mí recientemente, espero que este encuentro
logre llevarme a otra opción del universo que calme mis
nervios.
He regresado al continente viejo. Mis suegros incontinentes
patalean al ver su adorado deporte en la tv. Les soy
agradecida, los quiero, son mi familia. Ahora en calles
parlantes, matrimonio sólido, hermanas distantes, añoro ver
a mi Ciudad Juárez limpia. Desde en continente viejo Diana
y yo hablamos por nuestra ciudad.
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8. Escapar de la quema de brujas no fue nada, siglos después
seguimos escapando de nosotras mismas, no soporto ver a
los humanos en rostro de ángeles. El día que nos reunimos
en el departamento de Lucy, ella parecía un bello ser traído
de las alturas, ella llevaba una blusa celeste y una falda
blanca. Ahí estaba Salvador que también en rostro inocente
transfería belleza a los presentes, no creí nada, ese fue un vil
montaje, no lo creí porque soy incapaz de ver esa parte
angelical mía. En cuanto pude le confesé a Lucy mi versión,
le dije que abandonara el camuflaje, ese hermoso rostro que
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