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Hilda Yaneth Sotelo
de preparatoria que soy ahora. Finalmente he salido de casa
de mi madre, vivo en mi propio departamento, sueño sin
llorar, expreso sin café. Estoica, por fuera, bella. El poder no
sirve cuando lo empleas a la mala, la belleza moderada sin
gastos extremos, la ropa de marca, los maquillajes, la altura
de modelo, el aspecto, ya lo tengo. La mente sabe más que el
corazón hasta nuevo aviso. Juego el 10. No hay infierno para
mí, los figurines los sé todos, los odio y los amo. Soy
perfecta, vivo muy cerca de un ángel. Rita se ha casado, yo
no.
4. Viví en la ciudad del horror, he sido periodista. El
periodismo es primero, después yo, la humana. Ya le fui fiel,
ha dado lo mío. Conocer a las personas, amarlas, ha sido lo
mejor. El poder era ajeno, las publicaciones, ¿Escribir? ¿Para
qué? La vida es corta, hay que divertiste, entrar al ojo del
huracán minuto a minuto, lo escribo casi a diario. Mejor
dicho, la ira, el sexo, el poder de los dueños de la palabra en
los medios de comunicación, ese poder es el poder que ahora
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rasguño hasta morder el brazo extranjero. Mi alma, intacta.
Juego el once. Vivo arriba, a Dante lo he olvidado.
5. Recién me he recuperado de un infame dolor en la
quijada, me hice la muerta. Sigo captando a mi modo, ¿De
qué otra forma lo haría? Ellas no saben jugar, yo lo sé todo
de mi posición. Mi reina, mi rey, el yoga, mi casa, el trabajo,
la prudencia, ser hembra, sólo hembra y copular por mero
equilibrio, es la fórmula. Acepté jugar un momento, ellas
piensan que he abandonado la cancha pero, deben recordar
quién soy.
¿Quién soy? De tan segura que estaba lo he olvidado. Juego
el seis. Mi alma puede ver el futuro, pero no el presente.
Epicuro habla, soy hereje. No se olviden de quien soy.
6. Ya vivo en América. Finalmente después de quince años
fuera de mi continente regreso a tierras lindas. Sigo lejos de
Ciudad Juárez, mi ciudad natal. Estoy desempleada, llena de
ideas, buenas intenciones, desatenciones. De entre los
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