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Hilda Yaneth Sotelo
sacerdote noble, me confieso, le digo lo tonta que fui al
exponer mi cuerpo al peligro de morir, le cuento cada detalle
de mi dolor, le dejo las heridas que él recoge con nobleza y
Mujeres cósmicas
importante arregla el descompuesto corazón de la mujer que
puede y debe amar a un hombre como él. Ahora soy
cósmica.
resignación. De alguna forma se lleva el último jalón de la
violación que sufrí en la infancia. Siento alivio, perdón, del
otro perdón, siento un amor infinito y ganas inmensas de
regresar a mi ciudad, a mi gente a mi cielo. Los cielos de
Ciudad Juárez son los mejores del mundo.
El contrato en Estados Unidos termina, regreso a la violenta
urbe, regreso a la guerra, pero por dentro llevo, paz para
entregar.
Los días suceden, durante años de desempleo he tenido
tiempo para reflexionar, para ponerme nerviosa por el futuro,
para extrañar el dolor. Tiempo, para atestiguar la destrucción
de los Dioses que adoraban los pobladores, tiempo para
seguir en el bien, en mis rezos, en mi amor, el mismo tiempo
que me trajo a Alan, quien ahora abre sus brazos, rodea mi
cuerpo perfecto que lleva atractivos vestidos y lo más
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