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Hilda Yaneth Sotelo
creados, problemas que uno misma se inventa, problemas
hartos de experiencias infernales vividas en Juaritos.
Esperanza cobraba barato, entregada discretamente a sanar a
las mujeres, instala su consultorio en su casa, consultorio que
meses después tiene que desmontar debido a la extorsión de
los criminales que inundaban la Ciudad, han ahogado la
buena voluntad, miles de personas como Esperanza deben
abandonar sus planes de recuperación de las mujeres.
Esperanza transmitió tanta confianza a mi vida, que
inmediatamente después inicié los cambios. Decidida hablé
con mis hermanos para que se hicieran cargo de nuestra
madre, me desprendí un poco del lazo emocional con ella,
dejé de prestar dinero a lo loco, dejé de ofrecer obras de
caridad, si primero no había sido suficientemente caritativa
conmigo. Me olvidé de las dietas, comí lo suficiente para
que mi cuerpo hiciera la digestión antes de darle más.
Retomé la lectura de libros constructivos, dejé amistades que
sólo se acercaban a pedir. Decidí dormir las horas suficientes
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para despertarme con energía al día siguiente. Cada acto de
amor hacia mi persona era un acto de amor hacia Dios, que
sin renegar de él lo seguí buscando en sus iglesias.
Discretamente viví el recogimiento. El corazón se llenó de
gracia. Gracias a las mismas personas que me dañaron crecí.
Desafortunadamente la crisis de violencia alcanzó mi lugar
de trabajo y mientras las gasas sanaban mi interior, alguien
le prendía fuego a la fábrica donde trabajaba. Lo sospechado
llegó, el traslado a una ciudad lejana en el norte de Estado
Unidos terminó por retirar el recuerdo de Omar. Sola,
completamente sola sobreviví en aquella fría ciudad de
comida rápida y mujeres amargadas, quienes celosas se
preguntaban el porqué de mi arreglo personal, de los detalles
de mis uñas, de mi cabello. Es que a diario me esmero por
mi arreglo personal, eso causa envidia en las mujeres
abandonadas por sí mismas, aquella ciudad anglosajona no
fue la excepción, la única diferencia, el idioma. 12.
Como siempre mis ángeles salvan la estadía. Conozco a un
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