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Hilda Yaneth Sotelo
los de la vida. A eso aspiraba solamente, cuando la gente, de
entre los minutos de los cansados y violentos días saltó la
liebre. Así le llamo yo, cuando el cuerpo me avisa que es
tiempo de amar y de pronto el macho dispuesto la hace de
aparecido entre la manada y La Ramona muy puesta se
entrega sin reservas. He pasado algunos años entre dos
verdaderos amores, varias liebrecitas y un reciente, candente
varón, que ojalá sea el definitivo, el amor que tanto he
añorado, llorado y que ahora tengo, lo tengo al fin. Grito de
felicidad, la felicidad esquizofrénica que absolutamente nada
empaña, ni empañará , ni siquiera yo misma, mucho menos
mi pasado, o el futuro que no imagino, porque he aprendido
a vivir el aquí y el ahora, el eterno presente que bien nos
hace, mucho bien, requete harto bien.
La noche de los jummping beans, de las semillas del Álamo
Sonora. La noche que conocí a La Negrita especial. La
misma noche me estrenaba en el amor y en el vestido, pensé
en ataviarme al estilo de siempre, antes de acudir a la cita
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con mis amigas, pero resulté muy segura de mí, el vestido
suelto iba perfecto, me iba muy bien. Así es que presumí la
felicidad a los cuatro vientos y aquellos vestidos que había
olvidado por años, revivieron, los presumí a mis amigas.
Esperé casi dos horas para internarme en los Estados Unidos.
Cada día era más y más difícil entrar a los dos países, la
convivencia entre los dos países se había tornado
insoportable, la violencia en mi ciudad casi mata el corazón
de cada poblador. Y lo digo porque por poco mi hombre y yo
somos asesinados por una lluvia de balas después de
entregarnos al amor. Un enfrentamiento entre los
narcotraficantes y la policía federal ocurría justo afuera del
motel, donde Alán y yo reposábamos después de una buena
noche. Corrí asustada hacia el baño, las piernas temblaban
presintiendo lo peor, los dientes rechinaban queriendo
comerse unos a otros. Alán abrazaba mis miedos mi cuerpo,
su temple me conmovió pensando que su corazón era de
acero, jamás lo vi doblegarse o llorar o siquiera a emitir
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