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MujeresCosmicasPDF

En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

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Hilda Yaneth Sotelo<br />

han sido experiencias espantosas de deambular por las<br />

llanuras, hambriento, sediento, enfermo, sólo, depredado.<br />

Hasta que el humano supo de los lazos con los animales.<br />

Vivía con una manada de lobos, y a mi grupo llegó la noticia<br />

de que los seres de dos patas largas, los seres erguidos, de<br />

espalda recta, descubrieron una forma de amansarnos y<br />

usarnos mejor. Después nos elevaron y quisieron ser<br />

nuestros amos.<br />

La primera vez que tuve amo, mi cuerpo se conmocionó de<br />

emoción, corría a lamer las manos de él, esas manos me<br />

parecían familiares muy familiares. Amaba cada línea de la<br />

palma, la olfateaba seguro de haber estado ahí mucho<br />

tiempo, seguro de deberle ser mascota. Mi amo no era feliz,<br />

lo sabía porque a veces empujaba con fuerza mi lengua hasta<br />

hacerla sangrar, nunca supe la razón. Las mascotas amamos<br />

por eso tenemos amos, somos fieles y aceptamos cada acto<br />

sin juzgarlo. El día que mi amo falleció porque se le<br />

vaciaron los pulmones de tanto trabajar, yo fallecí con él. Lo<br />

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Mujeres cósmicas<br />

seguí, hasta que su oscuridad nos perdió de vista pero lo<br />

reencontré el día que conoció a la doncella y yo iba con ella.<br />

Ya en el comedor de Fátima, traído por la hilvanadora, el<br />

sábado a las siete de la noche en punto, Kamel lentamente se<br />

despedía de sí mismo. Las mujeres presentes no lo notaban.<br />

Kamel ensimismado de hacerse consciente de su canina<br />

existencia, de lo que él había recreado por siglos, decidió<br />

avanzar sin siquiera salirse por la puerta, sin entrar en los<br />

sueños de la hilvanadora. Avanzó, en recta, decidido a<br />

desarrollarse. Se unía a las voces caninas que acompañaban a<br />

las ninfas, desaparecía entre la llama que segura marcaba el<br />

camino hacia su evolución.<br />

Los pactos, brujos enfermos de poder, los vampiros<br />

insaciables, la estancia en la montaña, las sabanas asesinas,<br />

las muertes dolorosas, las desgarradoras despedidas, los<br />

aromas de la noche de amor de su doncella, los perfectos y<br />

admirados pies humanos. Quedaron en imágenes que<br />

formaron esferas listas a abrirse en cualquier momento. Sin<br />

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