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MujeresCosmicasPDF

En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

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Hilda Yaneth Sotelo<br />

para ser desabotonadas, la linterna nos observaba, mis manos<br />

apresurando el cierre de su pantalón hacia abajo, la parte<br />

superior de la cortina blanca. Derretidas las horas yo soñaba<br />

una alarma puesta en mi blusa, la misma que él tocaba<br />

durante la noche. Con fastidio removí el artefacto redondo,<br />

un líquido azul emergía, el azul raro jamás visto cuando<br />

despierta. Ya al costado al costado de la cama, Salvador<br />

prometía llevar la despensa, ser proveedor aunque<br />

mujeriego. -¡Uf! Salvador otra vez, qué fastidio-, las claves<br />

para cazarlo y cumplir la promesa a la niña emanaban desde<br />

mi fuente. Deseaba con toda mi alma dejar de soñarlo,<br />

sacarlo de mi vida, terminar la guerra. Salvador yacía en una<br />

versión dorada de otra, de otros.<br />

Mujeres cósmicas<br />

-¿Qué es todo esto? Pensaba al instante de la lectura de<br />

Mujeres cósmicas la novela. Al parecer llevaba varias horas<br />

con la cabeza reposando en el sillón café, frente a la mesa<br />

redonda donde Lucy solía visitarme pero ya no éramos dos<br />

entes separados. Una a una las páginas vivían y se<br />

manifestaban en la pantalla del partido de fútbol que a lo<br />

lejos entraba y salía de mis oídos casi sordos, los dedos<br />

veloces leyendo los puntos, olfateando a Lucy que insistente<br />

apuraba el paso a acomodarse en la trama. El teléfono<br />

sonaba repetido, la vibración era insoportable, contesté<br />

balbuceando las respuestas. Del otro lado, un hombre<br />

mayor, casado, voz ilegible, agobiada de compromisos,<br />

proponía sumergirnos en el aburrido cuento de juegos<br />

nocturnos, -¿Vas a ir a Chihuahua?- preguntaba. El frío<br />

diciembre transcurría a la conversación, el timbre de la<br />

puerta conectado a mi auricular pegado en el oído<br />

izquierdo, sonaba envidioso, trayendo a alguna enferma del<br />

alma que le urge saber su realidad paralela, interrumpiendo<br />

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