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Hilda Yaneth Sotelo
Mujeres cósmicas
Sobresaltada por el insistente timbre de la puerta pego un
va desapareciendo.
grito al distanciar mi cuerpo de la pequeña flama de una
veladora que había guiado el camino hacia la hada, ella
decide reiniciar el juego, con el control en la mano enciendo
la pantalla. Hada Afín leyó los renglones mientras Gustavo
Cerati era puesto a dormir el sueño profundo justo cuatro
años después de que la hilvanadora escribiera la realidad
paralela de la jugadora #9. Afín restituye la presea a la
hilvanadora; la entrega en un inbox, un breve mensaje que
al abrirse destella.
Afuera los de anaranjado, las religiosas, la policía, las
guardias insisten entrar a mi pequeño cuarto a disfrutar del
partido que se transmite en señal única. El dolor en el pecho
cesa, Arline ha abandonado la cancha, vive en terapia
intensiva. La noche sigue y con ella la cápsula del tiempo en
los secretos que le son develados a Lucy, en estas lineas que
deleito con la yema de mi dedos e imagino con lo que me
queda de luz en este reducido espacio. En el sillón café que
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