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Hilda Yaneth Sotelo
abandonado. Acompaña a su esposo a recorrer tierras únicas.
Es hada poderosa, menuda, perfil frágil, orgullo pesado,
competencia regia. Arma y desarma sus propias historias
culminando en el amor al prójimo, bostezando ante lo
imbécil, la corrupción, la patraña mundial. Es discidente, se
activa ante las injusticias, sobre su pueblo que lleva cerca
estado lejos.
-Bah, a mí que me importa Diana, Fátima y Sally, mucho
menos Arline. Mujeres tontas. Para mujer yo. A mí solo me
importaba leer a Marisol y la curiosidad me ha llevado lejos,
Mujeres cósmicas
por un tiempo vi la luz, la vi; creí ser la versión de la
hilvanadora. No sé qué me pasó. Las capas han regresado;
no tengo remedio, solo espero que mi anciano millonario me
herede y seré libre de él, de mí. La vida es un juego sucio y a
las débiles de mente se la lleva la chingada; Arline sigue mis
consejos, ha creído que la hilvanadora es Lucy, bruja. Las
dividí, he logrado separarlas, tanto amor me provocaba
envidia. La hilvanadora es aburrida, ya logré lo que quería de
ella; hacerla dudar de sus dones, quitarle a sus amigas,
meterle el miedo hasta hacerla morir lentamente. La odio.
jajaja, esta novela tienen más pelos que mi gato revolcando
mis piernas belludas, el truco de enredar un cordón amarillo
en la cabeza de la hilvanadora salió muy bien, se ha
confundido. No logrará sus sueños de grandeza, las ideas no
le cuajan, juar, juar, juar. Tengo miedo, miedo de volver a
ver a Lucy a los ojos, no los soporto. La hilvanadora los
transmuta bien, los veo oscuros, completamente oscuros.
Debo confesar que mi historia si se fugó al subconsciente,
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