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MujeresCosmicasPDF

En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

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Hilda Yaneth Sotelo<br />

en peleas encarnizadas, nos dividimos, y los del servicio<br />

secreto se mudaron, ahí no había que asesinar, ni provocar<br />

accidentes, -mujeres, mujeres, entre ellas se destruyen, este<br />

trabajito fue fácil- decían. Las noches de luna llena, los lobos<br />

comían nuestras mentes, la devoraban hasta el aparato<br />

fonador que emitía sonidos, alaridos de súplica. La diosa de<br />

todos los nombres se manifestaba al complacer las<br />

peticiones, admirábamos trazar el futuro inmediato.<br />

Entonábamos el tiempo de la libertad, de renacer, un tiempo<br />

de montañas verdes, vivas, un tiempo de vestidos hermosos,<br />

alcanzables en tiendas Ross, música y alegría. Un tiempo de<br />

capacidades para recrear las imágenes a placer, un tiempo sin<br />

sufrimientos, ni heladas insoportables, tampoco desprecios.<br />

Un tiempo de aceptación, crecimiento, admiración y<br />

enseñanza mutua, un tiempo de espejos brillantes con<br />

destellos vertidos hacia arriba, hacia el presente remoto de<br />

una frontera en guerra que la eleva hacia la paz y el<br />

progreso. Las explicaciones no eran necesarias, las hadas<br />

Mujeres cósmicas<br />

turquesa hablaban nuestro idioma, afuera nada. Las hadas,<br />

eternas figuras, de vestidos finos y países verdes,<br />

melancólicos al dejarnos ir, al permitir el irremediable<br />

castigo de las brujas que somos. Afuera la maldicicencia de<br />

los poderosos, de los perfectos que persiguen a las mujeres<br />

dotadas de atributos diabólicos. Éramos trece, once mujeres<br />

dos homosexuales, bellas, en poder, duales, una. Los<br />

minutos de la quema se aproximaban, el bosque ardía al<br />

compás de la menguada luna. Corrimos hasta el desmayo,<br />

susurramos: - Sabbath, Sabbath dos mil diez-. La sensación<br />

de lejanía fue corta, planeamos reunirnos al instante sin<br />

espera. Anoche fue sábado, Fátima esperaba radiante vestida<br />

en flores rojas. Afuera una ninfa complaciendo a Neptuno en<br />

forma de estatua nos recibía. Hechizada en el amor de Joel.<br />

Nos esperaba, la reunión acordada. Gastó y Karló,<br />

recordaron el tiempo Galeano, el trastorno humeral los<br />

acompañaba, lo suyo fue la melancolía y la cólera reprimida.<br />

Ahora aparecían, estaban ausentes tratando de comprenderse,<br />

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