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Hilda Yaneth Sotelo
y atreverse a empezar de cero, un sinfín de amorfos seres
fueron desfilando frente a un sillón café hasta poblar esta
nueva visión, una nueva interpretación de un mundo que
respeta profundamente la existencia cósmica y ayuda a otros
universos semejantes a interpretarse, aunque ello signifique
dejar de sufrir y la disolución hasta la transformación de
relaciones humanas.
Algo tenía bien claro, el fantasma debía saber que gracias a
él mi amor hacia las letras sincrónicas renació. Justifiqué
verlo, y antes de salir corriendo a ver a Sally que ya para
entonces se había convertido en Nagual, pasé por El Aroma,
un restaurante en la calle Mesa. Marisol y la boda quedaban
en gratos recuerdos. Salvador reposaba en holograma dorada
e hígado fuera del cuerpo, sin pene. Me vi pateando en la
cancha, regresando al partido. Debilité al odio en la
voluntad.
El fantasma y yo hablábamos un poco en El Aroma, instante,
un chispazo de tiempo que ardió fundido en la cobija de
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Mujeres cósmicas
algo, inmortalizándolo, él tocando con sus manos en mi
trasero desnudo, algo lo vestía de blanco totalmente,
gritando la nieve. La noche era fría, él manejó doce horas,
venía de lejos a cerrar un trato, sus casas grandes y chicas se
esfumaron. En vano resistí verlo. Aclamé la presencia de
Sally, quien sin fuerza asistía. Intenté huir una vez más para
refugiarme en mi segura morada de la conducta adecuada. Él
envió un mensaje asegurando haberme atrapado ya. Presa de
la libertad al atreverme, asistí sin resistencia a la cita, ahí le
conté brevemente sobre la reciente aventura en Oaxaca y
Puebla; el encuentro de Marisol, Arline, Sally y con las
otras, en el verdadero amor. Sí, el amor universal transmitido
gracias al trazo en letras en la escritura de realidades
paralelas, algunas valientes decidieron entrar al juego de
fútbol cósmico a seguir el pulso de la lectura y
transformaron su realidad pasada hacia la paralela presente,
que se apasiona, es libre. El fantasma había iniciado esta
forma de cura del alma. El buscador de verdades ignoraba la
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