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MujeresCosmicasPDF

En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

En este libro orgánico cuento la historia desgarrada, o sea, con estilo tipo diarreico, la historia de varias dizque amigas que conocí en mis frescos veintes. Mi precepción sobre sus perfecciones me hace crear un personaje que lo juzga todo, se llama Lucy, es una serpiente bien linda que no tiene reparo en emplear todo, el poder femenino a su alcance.

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Hilda Yaneth Sotelo<br />

fachada de aquel lugar. Dijo había una cruz roja en medio,<br />

arriba la silueta de una hembra de tres brazos izquierdos<br />

señalando la leyenda Fasa. Los ecos de árboles frondosos,<br />

música arrastrada, conjuros insistentes, llegaban a su<br />

aturdido dolor interno. Golpeteaba su estómago dormido.<br />

Los quince dedos de la mano izquierda de la mujer de Fasa<br />

le habían servido para entonar las cuerdas melódicas sin fin,<br />

la condición no era derramar sangre de heroes. Gastón<br />

debería personificar a Persé, la diosa de los infiernos siendo<br />

él. Desde el botiquín de primeros auxilios de Lucy, la cura a<br />

los males de Gastón saltaba. Un delfín en amor<br />

incondicional entraba por la ventana que recién abría<br />

Marisol. El laúd seguiría presente, la extraña musicalidad de<br />

las cuerdas permanecería intacta, al igual que la señal a la<br />

liberación de sus quejidos silenciosos. Quejidos que<br />

guardaban celosamente las vísceras enfermas de tanta<br />

actividad al elegir vivir homosexual. Aquí el libre albedrío<br />

se usaban parcialmente. El arbitrio había sido entregado a un<br />

Mujeres cósmicas<br />

Dios multicolor fabricado por los humanos en afán a<br />

desaparecer la especie.<br />

El laúd había trascendido los tiempos, tocaba embeleso al<br />

compás del vals en la vida de Gastón.<br />

-Gastón despierta, querido, despierta; tienes una pesadilla.<br />

No por favor, no me entrometas en tus horrores.<br />

-Shttt calla Karló, cierra tus ojos. Sígueme.<br />

Ellos se conocieron muy jóvenes, de leyendas aún no sabían<br />

mucho, tampoco de pactos, pero de amor sí, de aventuras, de<br />

sexo atrevido alimentado de imágenes propias de sus<br />

películas, su estancia en la Chueca de Almodovar. Sin<br />

límites en una frontera permisible, autorizados por el<br />

siguiente paso evolutivo, la sociedad acepta la convivencia<br />

homosexual, la oficializa en la extension. Gastón y Karló<br />

inician un romance de verano. Con la ingenuidad típica de<br />

los adolescentes escuchaban las hipnóticas cuerdas que<br />

insertaban la ilusión en la piel, la leyenda había sido escrita,<br />

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