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Hilda Yaneth Sotelo
universitarias acompañado de una botella de tequila
Cazadores. Fátima con una ensalada de atún, y dolor de
estómago por los nervios de ver a Diamante después de trece
años. Sally bailaba al caminar, llegó con su peinado
despeinado, su atuendo negro, camuflaje porque en el fondo
seguía siendo nuestra niña linda. Marisol con la panza llena
de antaño y platillos exquisitos. Ramona iba con dos ángeles
morados uno a la izquierda, otro a la derecha. La cubana, la
entonces novia de Tomás nos acompañó por Skype atenta,
segura del amor y las historias que en la reunión se
enlazaban. Las demás fueron descolgando poco a poco,
Arline brillaba por su malévola y frustrada ausencia.
Mujeres cósmicas
Noa, Noa, en Ciudad Juárez es número uno, acompañaban el
llanto de la oriundas de aquella tierra, Ramona, Marisol,
Diamante se fundían en un abrazo añorando el tiempo de la
gloria en la Mariscal, La Cucaracha el Kentuky en la Ave
Juárez. Sally, Tomás, y el resto de hijos adoptivos de la
frontera sólo observábamos con respeto. La despedida del
Juárez de antaño se estaba dando, ellas dejarían el dolor de
ver a su tierra inhóspita, destrozada, vivirían el duelo de los
asesinados, y dirían adiós a la reunión, posponiendo los
enlaces. La próxima ocasión nos reuniríamos en La
Medieval, un punto en forma de lago entre España e Italia,
luego en París, las calles de la colonia San Antonio.
Reunidos felices, comimos, platicamos, nos fotografiamos y
recordamos, bailamos, y en unas cuantas horas Diamante
había ingerido la mitad de la botella de tequila sin mostrar
signos de embriaguez, en la algarabía recibimos la mañana,
eran las siete cuando el sol se asomó a recordarnos la rutina,
la fiesta se empeñaba en seguir. De pronto, Juan Gabriel y el
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