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Hilda Yaneth Sotelo
negro cerca, precisamente del puente negro. Justo a las
alturas de ese lugar Diamante asomó la mirada
reacomodando la diadema en su pelo, no le importó exhibir
la tristeza, la prima detuvo el auto y en un filial abrazo
lloraron por los muertos del presente, del pasado y del
futuro. Los corazones palpitaban con fuerza maldiciendo al
más reciente villano, bendiciendo a la más reciente víctima.
Iban rumbo a la calle George Dieter a la reunión de los
universitarios, Diamante contactó a Lucy anunciando su
llegada en los próximos minutos.
-Hace ya trece años que no veo a Sally, Fátima, Tomás, me
muero por verles, ¡joder!
-¿Qué te sirvo de tomar? ¿Vino, agua, limonada?
-Cómo que vino o limonada Tía, mándame un tequila, ¡por
favor! Avisa a Tomás que pase a comprar uno. Este juego
me fascina.Los amo a todos y a todas. Estoy eufórica, mi
alma corre.6
Mujeres cósmicas
Diamante platicaba de su vida en España, se había casado
hacía quince años con un piloto aviador de Madrid. La vida
le era bien, su esposo quedó prendado de los ojos verdes y su
belleza desde el primer día que la vio en la ciudad de Los
Ángeles CA. Desde entonces se convirtió en su fiel
admirador, la seguía a todas partes, le prometió hacerla su
esposa en cuanto ella le diera la primera oportunidad.
Diamante tenía claro sus propósitos profesionales, ahorraba
para cursar una maestría en Mercadotecnia en La
Complutense de Madrid, así es que los arrumacos, y
muestras de cariño de aquel hombre no le quitaban el sueño.
Ramón al saber los planes,bendijo al cielo por facilitarle las
cosas del amor con la maja de sus sueños. Antes de
marcharse a Madrid ella planeaba pasar unos meses en
Ciudad Juárez. A cada desprecio él se prendaba más y más,
empleaba toda clase de discursos, decía ser el hijo de un
prominente hombre de negocios en Madrid, eso, no lograba
impresionarla sólo deseaba seguir sus estudios, su carrera
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