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Hilda Yaneth Sotelo
Mujeres cósmicas
Juárez, lloraba desconsolada viendo de lejos las casas
7 KAWÍ
Cómo me hubiera gustado conocerte, bisabuela. Cuán feliz
fuiste, cantando nos creaste. En tu perfecto Rarámuri le
decías a la abuela que corriendo llegaría, te encontrara. Mi
mirada delata tu longeva presencia. El bisabuelo dejó
España, se reconcilia en la sonrisa, en la esperanza del
mestizaje.
-Qué bonita prosa, me imagino a una niña morena, mejillas
rosadas, mirada profunda, pies veloces, al lado de su
bisabuela en el continente americano, esa América que tanto
extraño.
-Diamante, la Kawí es nuestro origen. Regresemos.
Diamante llegó a la reunión apresurando el paso en las
palabras que ella misma apenas si aprendía. Después de su
visita a El Paso, Tx. sin poder cruzar a su tierra natal Ciudad
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pobres, destruidas, el cerro Bola: LA BIBLIA ES LA
VERDAD, LÉELA, el Cristo en Anapra impregnaban de
recuerdos su memoria confinada en el continente viejo. El
auto iba de prisa a 60 millas por hora como lo dicta la
velocidad en la gemela bien portada.
El rostro que se suponía feliz por pasearse en América, ahora
se torna triste, apagado. La diadema fue desatada por sus
rojas manos que sentían el impacto del eterno sufrimiento, la
sangre en su querida Ciudad Juárez, bajó suavemente la
diadema de su cabeza, sonrió y ocultó la mirada llorosa.
Al igual, su prima acongojada de sentir la desolación de la
escena derramaba unas lágrimas por el reciente asesinato de
un adolescente a manos de un agente de inmigración, éste
había disparado a quemarropa, venenoso, abusando del
poder. Los residentes de la frontera estaba hartos de tanta
impunidad en ambos lados, ambos gobiernos hacían de
ciegos cuando los asesinatos comprobaban una ambiente
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