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Hilda Yaneth Sotelo
Sin anticiparme esperé el desenlace entre Sally y él, tenían
un pleito pasado, tan sencillo como convocarlos a mi
microcosmos y deleitarme en las conexiones, sin ejercer
manipulación alguna. Qué belleza, la venganza estaba en el
aire. Esa noche soñé a Némesis entre brazos varoniles del
hombre casado. Tres horas transcurrieron antes de estar con
Sally, placer. Y yo, yo veía los verdaderos pensamientos de
las personas, experimentar el don del vidente me era
novedoso; pensé leer el alma de Sally y arrojar su
sufrimiento al Río Bravo pero entre la guerra por la Ciudad
ella ganaba.
Llena de lo mío seguí espléndida cuidando de no derrochar
energía, que esa, últimamente había escaseado al igual que el
entusiasmo. Salvador, partió los mundos: el real y el iluso.
Él a capa ancha derribó las posibilidades románticas que yo
había fabricado para su existencia. No quiso contraer
nupcias, mucho menos traer un bebé a este mundo que le
parecía cruel, despiadado, inhóspito, débil, nefasto, ridículo.
Mujeres cósmicas
- El matrimonio es obsoleto debe perecer en la tierra,
volvamos a la aldea-. Alegaba firme y seguro el hombre
rebelde y libertador. Yo aceptaba sus propuestas aunque
distaran de mis verdaderos deseos. ¿Qué quería? Yo tenía en
mi corazón imágenes de vestidos blancos, casas limpias,
cocinas divinas, pianos de iglesias, manteles largos,
sombreros elegantes; anidaba especialmente el día, el
bendito atardecer de fiesta y anillos. El nido copiado
amenazaban con regresar hasta la rabia si Salvador no
proponía matrimonio. De pronto los enormes ojos ovalados
soplaban, Lucy -conócete a ti misma, busca tus Dones-. Y en
la búsqueda el hombrecito se escapó. Días más tarde las
visiones en los sueños dirían que Salvador se casaría a vuelta
de año y concebiría el hijo de nombre Jhonatán. -Ay, lo
sabía, no era conmigo, el matrimonio era para otra-. Co
creadora de mi destino, descubriendo a esa cósmica en mí,
permití que los eventos siguieran su curso sin intervención
de mi parte. Qué difícil es no entrometerte en tu propia vida,
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