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Hilda Yaneth Sotelo
Mujeres cósmicas
más. Así fue, así es.
Ahora lo que se levanta y crece es mi corazón, me ha llevado
tres años en completar este noventa por ciento de quien soy,
he pasado lágrimas, derrotas, miedos y sufrimientos, entre
tanto estudié una carrera para ser maestra de primaria, lo que
soy ahora. El sueldo me permite vivir en Estados Unidos, tan
costoso. Del sueldo vivimos mis dos hijos y yo. Yo que casi
me fui, yo que dejé de amar desde hace algunos años. Dirijo
mis calculados pasos a satisfacer la necesidad inmediata, esa
necesidad de abrazo sexual, esa necesidad de comer, de reír,
de hablar. Así he vivido pues se vive por estos rumbos, se
despierta uno a la misma hora, despierto a mis hijos
puntualitos deben estar en su escuela a la hora indicada,
jamás faltan ni llegan tarde. Han ganado premios por
asistencia, honores. Medito y practivo yoga religiosamente,
no tengo vicios, no intoxico mi cuerpo.
Me he entregado de lleno a mis hijos, a mi casa y a mi
trabajo. He decidido estar, llevar mi vida en el estar, el Ser lo
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dejo para despuecito. Aunque a veces las ganas de encerrar
las estrellas en cajas de cristal me ganan. Me gustaría poder
levantar el huevo durante mi menstruación, sería todo un
reto. El día que lo logre haré un gran pastel para mis
adoradas creaciones, mis hijas, mis hijos. La luna llena será
testigo. Traduciré las cinco quince de la cita, en un billete de
veinte dólares y otro de cinco para mi reina adorada, esa
adolescente con ojos de estrella que se los cubre de amarillo
cuando quiere. Las estrellas no son amarillas, en realidad son
azules, lo digo yo. Yo soy la Diosa de mi casa, eso le musito
al Facebook, traga identidades. Quiero que me vean, fuerte
líder. En el fondo propongo un descanso y elevarme al
espacio minuto a minuto. No quiero creer, no lo creo, esa
magia está afuera con las cursis de mis amigas que recién
visitaron Oaxaca. Desde allá me recordaron, me llevaron con
ellas mientras La Negrita iba a la izquierda de esta mujer con
quien platico ahora, esta mujer que está a mi izquierda
también, creo verle ojos diamante, de serpiente. Ella no,
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