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Hilda Yaneth Sotelo
Mujeres cósmicas
única blancura, mis dientes. Por la mañana la mujer pensaba
en los dientes, qué tenían qué hacer esos dientes en su
pensamiento mientras evocaba nuestro encuentro. Yo sí
sabía por qué.
Los dientes de la novia de Tomás, el macho, eran blancos
semejante a mis líquidos pensamientos, escurridizos. Se
esfumaron entre tantas quejas, decepciones, dolores, partos
de muerte, presencias blanquiazules, que insisten, me siguen,
enfadan a veces. Es por eso que rechinan, se topan, se cierran
con fuerza, intentan no herir pero me hieren a mí.
He preferido la rutina, he preferido el agobio antes que ser
diagnosticada esquizofrénica de tanto que veo. Me retirarían
la licencia de maestra y entonces de qué viviría.
-No, he decidido no ver más, abandono este juego,este juego,
si me quedo aquí enfermaré, estoy segura.5
- Ileana ahora estamos en la esfera blanca. Estoy ciega en la
materia pero puedo ver clarísmo tus mil personajes. Estoy
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agotada, muy agotada.
-Lucy, no te esfuerces. Estás loca grábatelo, loca. Le he
dicho a Arline que no te escuche tanto. Yo no te creo nada.
Oíste, n a d a.
Lucy y yo platicábamos mientras veíamos las predicciones
Mayas, esas predicciones que nos traen de cabeza, las
predicciones se cumplen una a una. Tranquilizo a mi alma,
reparto el mensaje, les sugiero que esta no es una etapa de
destrucción, es una etapa hacia la luz. Me imagino un mundo
mejor, lo he creado, he salido del enamoramiento, del amor
verdadero que le tuve a mi ex esposo trailero, lo amé con
todas mis fuerzas, con todo mi don. El don que surgió hace
varias lunas, las mismas lunas que tendría que esperar para
que me cortaran el cabello, recuerdo a mi madre diciendo
que el huevo no debe levantarse durante la menstruación
porque jamás lo hará. Un buen día lo intenté y evoqué a mi
madre en la razón. El huevo no se levantó. Cuando las lunas
llegaban mi cabello era despuntado para incitarlo a crecer
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